La energía eólica, transformada en energía mecánica ha sido históricamente aprovechada, pero su uso para la generación de energía eléctrica es más reciente, sobre todo a partir de 1975 cuando apareció como una respuesta a la crisis del petróleo y a los impactos ambientales derivados del uso de combustibles fósiles.
En México, la configuración de la normatividad y los primeros atisbos de la infraestructura para atender los proyectos eólicos asomaron la cabeza en los albores del siglo XXI, un tanto tarde si consideramos que los países del primer mundo cuentan con este tipo de tecnología desde hace mucho tiempo.
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