Un largo y
perdurable camino
Por Gregorio B. Mendoza

En los inicios de la década de los treinta la economía nacional continuaba progresivamente mejorando y los índices de las industrias manufactureras y extractivas acusaban un aumento importante; las instituciones de crédito contribuían en la medida de sus posibilidades legales a la recuperación económica.
La infraestructura, finalmente, fue uno de los puntos básicos en los que el repunte económico se vio reflejado; así, ciudades como Toluca, Tampico, San Luís Potosí, entre otras, incrementaban constantemente sus redes de caminos. Bajo este ambiente el gobierno del presidente Abelardo Rodríguez —quien asumió el cargo ante la renuncia a la presidencia de Pascual Ortiz Rubio— decretó un plan de crecimiento en infraestructura en el que se planteaba solucionar los problemas de comunicación terrestre existentes.
Obedeciendo al acuerdo presidencial dictado, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, a través de la Dirección General de Caminos, comenzó el proyecto y construcción de la carretera Villa Álvaro Obregón–Desierto de los Leones-La Venta. En 1933 ésta fue descrita en su Informe de gobierno presidencial como "la más pintoresca e interesante por su belleza natural”.

    

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Durante ese año se pavimentó con concreto reforzado a un costo de $4.05 por metro cuadrado, siendo su mezcla realizada en proporción de 1:2:4, y espesor de 0.156 metros. Su desarrollo original contemplaba 28 kilómetros y seis metros de ancho, exceptuando la conexión de la avenida Insurgentes y San Ángel Inn, que contaba con 12 metros. Además de 10 kms de pavimento y las terracerías, cerrando así el circuito con la carretera México-Toluca. Un año después, en 1934, fue concluido el tramo entre Villa Álvaro Obregón

y el antiguo convento carmelita. Como importe final por el contrato para la pavimentación con concreto reforzado del camino Villa Álvaro Obregón al Desierto de los Leones, el Gobierno Federal pagó 426,000.00 pesos. Este trabajo, en su momento, fue uno de los más innovadores en su manufactura, ya que comúnmente se empleaba la fórmula clásica de emulsión asfáltica para construir la carpeta de rodamiento. Sin embargo, con sus poco más de 70 años de vida, este proyecto hoy parece apoyar contundentemente el argumento que muchos personajes calificados —entre ellos el ing. Humberto Armenta González, vicepresidente ejecutivo del sector Edificación de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC)— han señalado al comentar que el uso del concreto en la construcción de infraestructura vial puede generar grandes ventajas, aunque a largo plazo; las más notables —visibles en este añejo y bello camino—: durabilidad, bajo o nulo mantenimiento, seguridad y economía. Hoy, al interior del Parque Nacional Desierto de los Leones, podemos ver buena parte de esta carretera resistiendo con nobleza el paso del tiempo.