Dispuesto y afable, Meli Piralla evoca los días en que caminaba
por los pasillos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM como
un alumno más. “Me he preguntado varias veces por qué
estudié ingeniería y no sé qué contestar
con exactitud, pero quizás fue porque me interesaba un área
que permitiera una aplicación práctica de cierto nivel
tecnológico y un campo de acción promisorio. Claro, cuando
yos decidí eso era 1955 y había muchas perspectivas de
crecimiento en el campo de la construcción. Apenas se estaba
dando la modernización de la construcción en la Ciudad
de México y eso llamaba mucho la atención; probablemente
eso fue el factor principal que veía yo como una línea
en la que había la oportunidad de realizar obras con un nivel
tecnológico razonablemente importante”.
Investigador Emérito del Instituto de Ingeniería de la
Universidad Nacional Autónoma de México, el entrevistado
reconoce que la ingeniería ha sufrido cambios evidentes en las
últimas décadas. En la parte que me corresponde, la estructural,
dice el académico, “hay diferencias radicales, pero quizá
el cambio más llamativo y el más claro corresponde al
de las técnicas usadas ahora; me refiero a la llegada de las
computadoras y a los grandes paquetes dedicados específicamente
al análisis y diseño de las estructuras”.
El avance tecnológico tiene pros y contras, dice un reflexivo
Meli Piralla. “Por el lado positivo podemos decir que a los especialistas
de mi área nos permite estudiar las estructuras con un detalle
y precisión que era impensable antes. No se trata sólo
de que el tiempo disminuya, sino que nos da la oportunidad de hacer
cosas más precisas y más a fondo en cuanto a las distintas
fases del proceso del diseño, pero principalmente en la parte
del análisis; también en la parte de producción
de planos y cada uno de sus detalles”.
Sin embargo, esto no quiere decir que se haga mejor ingeniería
porque en muchos casos el avance tecnológico se hace de manera
automática, con poco juicio, y eso repercute —dice el expresidente
de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica— “en
resultados incorrectos o inadecuados que son producto del poco tiempo
dedicado a pensar en los aspectos básicos del proceso, que son
la concepción de la estructura y entender a fondo su comportamiento.
Ahora se confía en lo que sale de unos paquetes de cómputo
y son aplicados los resultados a ciegas.
Eso es peligroso en muchos sentidos. Creo que eso ha sido el principal
cambio; pero reitero, si se usa bien es una herramienta extraordinaria
de potencial y de mejoría, pero cuando se utiliza mal resulta
peligroso pues muchas veces el proceso del cálculo se deja en
manos de personas sin experiencia, operadores de paquetes que no entienden
bien lo que está sucediendo”.
La tecnología de hoy, abunda el también consultor del
Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, “no es
ningún problema para las generaciones jóvenes, “pero
insisto en que el problema no es el uso de esas herramientas, sino hasta
qué punto se deben usar y saber qué es lo que se tiene
que decidir y definir de una manera menos automática, para que
con más reflexión, análisis y creatividad.
Para generaciones como la mía o aun las sucesivas, la actualización
tecnológica tiene sus inconvenientes —establece el investigador—
lo que ha motivado que se deje en manos de operadores inexpertos un
trabajo que debería hacerse en conjunto, es decir, entre una
persona que cuente con la capacidad, el conocimiento o el feeling, y
el operador. Si existe una supervisión y hay cercanía
entre el personal los resultados son excelentes, pero lamentablemente
lo que vemos es una especie de divorcio”.
Un sabia mirada
El doctor Meli ha participado en la elaboración de normas y reglamentos
de construcción en México y otros países. Su prestigio
ha traspasado fronteras porque es un especialista en los procesos de
seguridad que se deben seguir en las edificaciones para evitar los riesgos
sísmicos. Su capacidad en este terreno, además de su notable
calidad profesional y ética, lo llevó a ser el director
general de Centro Nacional de Prevención de Desastres, entre
1995 y 2000.
Meli es un hombre que se ha actualizado a través del tiempo,
lo que le ha valido ser uno de los especialistas más consultados
cuando se trata de analizar y resolver un problema estructural de edificios
urbanos, monumentos históricos, construcciones industriales o
de infraestructura, y aún de vivienda de interés social.
-¿Es la ingeniera estructural la más importante en el
proceso de construcción?, le pregunto al catedrático.
“Es un aspecto esencial, pero no el único. Creo que para
tener un buen producto finalmente debemos tener en mente que lo que
buscamos es tener una edificación o una obra de infraestructura
que funcione. Una de sus funciones esenciales es el aspecto de seguridad
estructural, pero también es fundamental que lo haga desde el
punto de vista hidráulico si así se consideró,
si es un edificio que cumpla con aspectos de habitabilidad y confort,
del uso del espacio. Es decir, creo que todos los componentes son importantes,
por ello no me gusta jerarquizar”.
-Dicen que los ingenieros estructuralistas son poco valorados, es decir,
que son los “patitos feos” de la ingeniería…
“Es una sensación bastante difundida entre quienes se dedican
a esta profesión, pero yo creo que hay que matizarlo un poco.
Lo que sí es verdad es que en la mayoría de los casos
es una profesión mal pagada y no se reconoce la importancia de
esta parte del proyecto, no se valora de manera adecuada, pero está
asociado a varios aspectos”. “El hecho de que esta especialización
de la ingeniería sea mal pagada hace que el tiempo que se le
dedique a la ejecución de refueresta parte del proyecto se reduzca
más —explica Meli Piralla— pero al mismo tiempo hay
una presión exagerada y se exige que haya resultados casi inmediatos.
Por eso no hay tiempo suficiente para hacer un estudio profundo y detallado
como el que se requiere”. Sin embargo, dice el entrevistado, “esta
visión es variable porque hay mucha gente en el medio de la construcción
que están conscientes y le dan mucha importancia a este rubro,
mientras que otros lo consideran como una parte más que no merece
que se pague bien ni a la que deba dedicársele mucho tiempo”.
¿Terremotos bajo control?
Quizá una de las preocupaciones latentes en los habitantes de
la Ciudad de México sea la de la calidad de las construcciones
que habitamos, por lo que la opinión del doctor Meli Piralla
resulta a todas luces invaluable. El exvicepresidente de la Asociación
Internacional de Ingeniería Sísmica considera que “deberíamos
estar tranquilos si nos referimos a los reglamentos de construcción
actuales porque son bastante elaborados, modernos y seguros en términos
generales. Existe un buen grupo de especialistas de buen nivel en la
Ciudad, y en el país, que saben cómo aplicarlos y cómo
diseñar y proyectar las estructuras para que tengan una seguridad
adecuada tanto para distintos efectos y en particular para los sismos.
“Hay una opinión generalizada, que comparto, en el sentido
de que hay motivos par tener cierta preocupación porque no en
todos los casos se siguen todas las buenas prácticas de la ingeniería
estructural y se necesita una mayor vigilancia de lo que se construye
por parte de la autoridad. Hay participación de gente poco calificada
y esto se suma al aspecto que ya mencioné, de que el proyecto
estructural es muy mal pagado y a veces lo realiza quien cobra menos
y no el que sabe más y tiene prestigio”.
Objetivos cumplidos
El Investigador Emérito de la UNAM ha centrado su trabajo durante
los últimos años a la investigación y la conservación
estructural de edificios históricos de la capital mexicana. Su
labor fuera de las aulas es la de supervisar el estado de estos inmuebles,
su seguridad, y determinar las formas de refuerzo o rehabilitación
en caso de que las construcciones tengan daños. Algunos de los
edificios y monumentos en los que ha participado son: la Catedral metropolitana,
el monumento a Cuauhtémoc, en el Ángel de la Independencia,
la iglesia de Corpus Christi, y todos los edificios que forman parte
del patrimonio universitario, como la antigua Escuela de Medicina, la
de Jurisprudencia, la antigua Biblioteca Nacional o el que alguna vez
albergó la Escuela Nacional Preparatoria, es decir, San Ildefonso,
por mencionar unos cuantos.
El ingeniero Meli, poseedor de un cúmulo de experiencias profesionales
que pronto alcanzarán las seis décadas, hace un recuento
de los logros obtenidos y enfatiza que cumplió con los objetivos
que se trazó en su época estudiantil. “Sin embargo,
hay que mencionar que cuando estudiaba nunca contemplé la posibilidad
de dedicarme a la investigación, porque mi intención era
dedicarme a la práctica. De hecho, hasta que terminé la
carrera empecé a considerar este aspecto y finalmente me dediqué
a la parte académica y a la investigación, y al estudio
de problemas de fondo, y no tanto a la parte relacionada con la práctica
profesional.
Mi actividad durante los últimos años ha estado concentrada
en la cátedra de maestrías y doctorado, y mi principal
tarea en ese sentido es la dirección de tesis de posgrado. -¿Hay
talento en los estudiantes actuales?
“Hay bastante demanda en estudios de posgrado en ingeniería,
aunque no es igual a lo que sucedía hace varias décadas.
Hay que reconocer que el atractivo de la ingeniería civil en
general ha disminuido para los jóvenes, y ello se debe a la competencia
de muchas otras carreras que hace 30 años no existían.
Antes había un abanico muy reducido de profesiones a las que
podía acercarse quien tuviera tendencia hacia la parte tecnológica
o científica; ahora eso se ha ampliado muchísimo, hay
orientaciones hacia la electrónica, la física y la química,
que son mucho más de avanzada en cuanto al desarrollo tecnológico.
Yo no me quejo en cuanto a la capacidad de los alumnos que llegan, pero
es un hecho que la carrera de ingeniería no es tan atractiva
como antes”.
-¿Por qué se podría apasionar alguien
por la ingeniería?
“Muchos lo hacen por imitación de modelos, porque quizá
ven a profesores o a gente en la práctica que han tenido éxito,
que son muy destacados y reconocidos, y yo creo que probablemente es
una de las causas.
-¿Usted se siente así, un modelo a seguir?
“Es algo que nunca me ha ocupado la mente, empezando por mis hijos.
Ninguno de ellos se ha dedicado a
esto, y yo nunca he influido en ellos para que se dedicaran a la ingeniería.
Sé que hay algunos alumnos míos que se han visto estimulados
por haber trabajado junto a mí, por haber sido su asesor o su
profesor, y que se han dedicado a esto, pero no es una parte que me
preocupe demasiado”.