Debo confesar, dijo Tudela, “que el único consuelo que
me queda ante la terrible realidad que vivimos es que la preocupación
ha llegado a la mayor parte de la sociedad, y aunque esto ha sido a
marchas forzadas es reconfortante ver que hoy está en lo más
encumbrado de las agendas de prioridades a nivel de jefes de Estado.
No hemos visto, sin embargo, un tipo de acción a nivel mundial
que se encuentre a la escala de lo que se requiere”. El problema
se resume de manera sencilla, dice el también catedrático
del Colegio de México, “en las concentraciones de CO2 que
aumentan anualmente. Lo que preocupa es la tendencia inexorable que
existe, la cual se encuentra a un nivel de dos partes por millón
anuales, entendiendo que cada parte por millón significa 2.1
gigatoneladas (millones de toneladas) de carbono que permanecerán
en la atmósfera al menos durante un siglo”. Para Tudela,
los cambios generados en el mundo no tienen vuelta atrás, sobre
todo porque la expectativa señala que aunque se hiciera un esfuerzo
gigantesco la temperatura del planeta se incrementará en dos
grados durante los próximos dos años.
Es un mundo nuevo, dice: “El ser humano, la civilización
y los procesos productivos jamás han vivido en un planeta con
estas características. ¿Cómo nos va a ir? No sabemos,
pero estamos absolutamente inquietos porque es como vivir en otro planeta.
Hablo de las emisiones de carbono sólo por la quema de combustibles
fósiles, por lo que si llegáramos a lo que dicen algunas
proyecciones —a la barbaridad de 650 partes por millón—
sería una catástrofe, toda vez que sabemos que 500 partes
por millón pueden ser detonadores, por ejemplo, de que el hielo
de Groenlandia desaparezca y la elevación del nivel del mar alcance
los seis metros”.
La visión de Tudela coincide con la de muchos expertos que trabajan
al interior de la ONU, quienes vaticinan un oscuro futuro: un calentamiento
acelerado, letales olas de calor cada vez más frecuentes, mayor
número de huracanes, lluvias e inundaciones. Cierto, un grupo
de estudiosos describe que es posible que el nivel del mar aumente más
de medio metro en 2100; mientras que, los más pesimistas, aseveran
que el incremento será mucho mayor. El panorama, de cumplirse,
haría que miles de personas migraran hacia regiones más
seguras y productivas, generando lo que ya empieza a conocerse como
“refugiados ambientalistas”.
Edificación sustentable e industria cementera
El subsecretario captó la atención de los asistentes a
la conferencia magistral organizada por la Comisión Nacional
de la Vivienda (CONAVI), cuando habló de la importancia de adoptar
procesos industriales que generen energía sin perjudicar el entorno.
El funcionario exhortó a los desarrolladores de vivienda a creer
en los proyectos sustentables, los cuales no deben ser vistos, dijo,
como construcciones incosteables o poco atractivas. “Invito a
reflexionar en el hecho de que el proceso de la construcción
modifica necesariamente el entorno y causa un impacto climático,
por lo que debemos tomar las medidas necesarias para evitar dañar
al ecosistema.
“Nuestra preocupación debe ser mundial porque China, por
ejemplo, inaugura una planta de producción de energía
eléctrica a partir del carbón cada semana, con las consecuencias
que ya se saben.
Somos sofisticados para muchas cosas, pero para otras somos bastante
priitivos al no saber que nos estamos jugando el planeta”, enfatizó
el especialista.
Para hablar de una edificación sustentable, abundó Tudela,
“debemos hablar de un diseño ecoeficiente, con materiales
de bajo impacto. El tema de la salud es importante también, si
se toma no sólo como un concepto médico sino como uno
que puede refundar la relación entre diseño y entorno.
Lamentablemente este pensamiento no es común en las facultades
de ingeniería y arquitectura, o en los posgrados de urbanismo,
y eso no sólo ocurre en México sino en muchas partes del
mundo. En algunos lugares, incluso, estos temas resultan a veces hasta
escandalosos”. No hay que dejar de lado la calidad de los materiales
que se utilizan en la industria de la construcción, estableció
el investigador al momento de señalar que “la industria
del cemento, hay que reconocerlo, es el sector más consciente
del problema. Ya quisiéramos en México que todos los sectores
productivos tuvieran tan claro el tema y el problema como lo tiene el
sector cementero.
Es decir, no se trata de que no se use cemento, sino de usarlo con
mayor racionalidad, y con esquemas cada vez más eficientes”,
concluyó.
Bonos de carbono,
bonos que valen oro
La emisión de gases efecto invernadero (GEI) por la quema masiva
de combustibles fósiles ha provocado un aumento de la temperatura
global en el planeta, del orden de 0,5°C en el último siglo.
Los científicos de todo el mundo dieron la voz de alarma hasta
encontrar eco en la ONU, organismo que llamó a firmar en 1992
la Convención por el Cambio Climático. Posteriormente,
en 1997, se firmó el protocolo de Kyoto, instrumento que compromete
a los países desarrollados a reducir sus emisiones de GEI, un
5% por debajo de lo que emitían en 1990 entre el año 2008
y 2012. De esta manera, Japón debe reducir este volumen en 6%,
mientras que la Unión Europea lo debe hacer en 8%. China y Estados
Unidos —países que en conjunto son responsables del 35
por ciento de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera—
se han retirado del Protocolo aunque se espera que en los próximos
meses rectifiquen su postura.
El Protocolo establece ciertos instrumentos flexibles que permiten a
los países reducir sus emisiones fuera de su territorio. Para
ello se estableció el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) por
el cual los países desarrollados pueden reducir sus emisiones
a través de la realización de proyectos en países
en vía de desarrollo.
El MDL funciona básicamente del siguiente modo: Un proyecto,
con reducción de emisiones de GEI asociadas, debe calcular su
línea base, que consiste en estimar la reducción de emisiones
que la habilitación del proyecto produce. La estimación
la realiza una entidad operacional independiente, acreditada ante la
Junta Ejecutiva del Protocolo. Con ello, el proyecto puede vender dichas
emisiones a un comprador.
En general, los compradores son empresas privadas de países
desarrollados, aunque también algunos países han establecido
directamente poderes de compra. En este momento se establece una negociación
entre compradores y vendedores donde se discute la magnitud de las emisiones
reducidas, los plazos de reducción, los precios, el calendario
de pago y las sanciones por incumplimiento entre otros. Una vez llevado
a cabo el proyecto, una segunda entidad operacional independiente, verifica
y cuantifica la reducción de emisiones efectiva.
Actualmente, el Prototype Carbon Fund (PCF) del Banco Mundial —financiado
por 6 países y 17 empresas, principalmente de Europa y Japón—
está financiando una cartera de 26 proyectos en 20 países
por más de 100 millones de dólares.
Esta iniciativa del Banco Mundial pretende echar a andar el tema de
las transacciones, esperando crear condiciones para un mercado maduro.
Aparte, ya se están realizando transacciones directamente entre
compradores privados y vendedores. Los precios actuales fluctúan
entre 2 y 5 dólares la tonelada.
Perspectiva mexicana
Este mecanismo de resolución de problemas ambientales es maravilloso,
y se trata de una arquitectura institucional asombrosa, inédita
y sin precedente en el mundo. Así lo estableció el doctor
Gabriel Quadri de la Torre —También presente en el seminario
de la CONAVI— ecologista de vasta experiencia que habló
de los bonos citados: “El Protocolo de Kyoto ofrece muchos beneficios,
unos más tangibles que otros, unos más cuantificables,
otros menos.
“El que más se ha divulgado es el asociado al mecanismo
de Desarrollo Limpio, que se refiere a la capacidad de México
para ser realmente competitivo en esta materia, para atraer inversiones
de países desarrollados para proyectos tendientes a la reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual implica energía
renovable, eficiencia energética, cambios en los combustibles,
en fin, una serie de acciones que además de atraer inversión
extranjera directa, pueden significar un derrame económico importante
en términos de divisas y de ingresos para ciertos sectores, así
como la generación significativa de empleos.
“Pero este proceso de inversión extranjera directa asociado
al mecanismo de Desarrollo Limpio, es un canal muy relevante de nuevas
tecnologías y finalmente de sustentabilidad.
Por eso, creo que es algo que debe ser bienvenido y promovido intensamente
por parte de las autoridades”, enfatizó. Los bonos de carbón
responden a una lógica muy sencilla, aunque su funcionamiento
tiene enormes costos de transacción y dificultades realmente
formidables en muchos sentidos, estableció Quadri de la Torre,
quien se dio tiempo de explicar a detalle algunos de los puntos finos
de este mercado emergente. Básicamente, dijo el socio de la empresa
Ecosecurities, “consiste en lo siguiente: los países desarrollados,
tienen la obligación de reducir sus emisiones, por lo que fijan
a cada una de las empresas designadas un tope máximo de emisiones
entre los años 2008 y 2012”.
“Si estas empresas, que son básicamente siderúrgicas,
generadoras de electricidad, papeleras, industrias cementeras, es decir,
industrias intensivas en el uso de combustibles fósiles, no pueden
cumplir con ese tope máximo (lo cual es muy probable), tienen
que buscar proyectos en países en vías de desarrollo o
comprar certificados de reducción de emisiones provenientes de
proyectos de países en vías de desarrollo para poder acreditar
su cumplimiento. En estos países hay un precepto jurídico
que las obliga a cumplir con ese mandato, porque de lo contrario habrá
multas espectaculares para los que no lo hagan. Entonces,
todos los incentivos están orientados a que esas empresas busquen
proyectos, ya sea en forma directa en países en vías de
desarrollo o comprar estos famosos bonos de carbono en el mercado secundario
en el momento que lo necesiten.
Este mercado se convertirá en un negocio de títulos con
todas las características propias de un mercado de valores con
coberturas a futuros, con contratos a largo plazo y una serie de instrumentos
complementarios que harán que sea bastante sofisticado”,
concluyó.