Han transcurrido más de 15 años de que fue constituido
un comité de emergencia para salvaguardar la integridad estructural
de la Catedral Metropolitana gracias a lo cual, se puede afirmar que
el hundimiento diferencial se redujo en 34%, toda vez que pasó
de 240 cm a 83cm. Este logro, así como el reforzamiento de las
estructuras para mejorar la seguridad del templo formaron parte de un
programa que duró nueve años y concluyó en 1998.
A la cabeza de este esfuerzo estuvo el Instituto de Ingeniería
de la Universidad Nacional Autónoma de México, —representado
por el dr. Roberto Meli Piralla, Investigador Emérito de la UNAM—
y por el ingeniero Abraham Roberto Sánchez Ramírez, perteneciente
a la misma institución educativa, quien tuvo a su cargo la supervisión
del monitoreo y los estudios experimentales realizados en el edificio.
Luego de cumplir esta importante misión, los funcionarios responsables
de la obra ordenaron que se trabajara en la restauración de todos
los atrios, el retiro de andamios y reforzamiento de las columnas, así
como en la terminación de las labores de conservación
de la cúpula principal y el tratamiento de la cubierta. También
se rehabilitaron las criptas —incluidas las de los arzobispos—
se protegieron las ventanas, se limpió la fachada y fue abierta
la apertura de la Sacristía y del Sagrario Metropolitano.
La estructura
En el número dos del segundo tomo de la Revista Digital Universitaria,
(2001), el dr. Meli Piralla y el ingeniero Sánchez Ramírez
realizan una descripción detallada de los elementos estructurales
del templo capitalino. De acuerdo con los datos que ofrecen los investigadores,
“el templo está constituido por cinco naves. La central
está cubierta por una bóveda cilíndrica, interceptada
transversalmente por otras de forma conoidal. Esta bóveda está
soportada por 16 columnas de cantera. Las dos naves laterales procesionales
tienen bóvedas esféricas.
Así, las dos naves extremas de capillas están subdivididas
por muros robustos de mampostería que encierran una serie de
éstas”.
Algunos datos más se pueden resumir de la siguiente manera:
• Una nave transversal con bóveda cilíndrica cruza
el templo, y sobre su intersección con la nave principal se levanta
la gran cúpula central que transmite cargas elevadas a las cuatro
columnas que la soportan. Los muros que dividen las capillas, junto
con los de la fachada y sus contrafuertes, constituyen un cinturón
perimetral que proporciona al monumento una considerable rigidez y resistencia
ante cargas laterales.
• El material primario de construcción es una especie
de concreto ciclópeo integrado por piedras de origen volcánico
(andesitas y tezontle), aglutinadas por un mortero de cal y arena. La
composición de este material, y, por tanto, su peso volumétrico
y propiedades mecánicas, varían según los elementos
constructivos y las épocas en que se realizó cada parte
de la construcción.
• Las columnas, arcos y algunos elementos decorativos son de
sillares de piedra andesítica (cantera y chiluca). Queda un núcleo
central de mampostería pobre, cuya contribución a la resistencia
es poco significativa.
• Las inclinaciones que sufrieron las columnas, cada vez que
se vio interrumpida su construcción por un lapso prolongado (sobre
todo en la zona norte), hicieron necesarias correcciones en su verticalidad.
Los cambios de pendiente que ahora se detectan en su fuste, indican
que en una primera etapa se levantaron las columnas hasta una altura
de 3.7 metros y después hasta 10 metros.
En esta última medida se detuvo su construcción por largo
tiempo, hasta ser rematadas en el arranque de los arcos. Hay una diferencia
de pendiente de hasta 1.4%, entre los diferentes tramos del fuste.
Un hundimiento sumamente complejo
El dr. Roberto Meli Piralla —ganador del Premio Nacional de Ciencias
y Artes y autoridad en la ingeniería estructural— comenta
en exclusiva para Construcción y Tecnología que “la
acción principal realizada en Catedral fue entender el comportamiento
y las razones de los daños que había tenido, y a partir
de ello tener un monitoreo continuo de la construcción para ver
qué tan eficaces iban siendo las medidas que se tomaban”.
Lo que hicimos fundamentalmente fue poner en marcha medidas geotérmicas,
es decir, trabajamos en la cimentación “para tratar de
eliminar el efecto de los hundimientos diferenciales.
Se ha rigidizado la cimentación con una estructura de acero y
concreto para evitar los hundimientos y también se han reforzado
las columnas de la nave principal, fundamentalmente con inyecciones,
para mejorar las uniones entre las piedras.
Del mismo modo, se han colocado tensores para detener la tendencia
al volteo de algunas fachadas y para evitar la apertura de arcos y bóvedas,
por ejemplo, pero también se han atacado diferentes problemas
locales, como cúpulas, arcos, torres, etcétera
Dentro de la parte de la instrumentación se han colocado redes
de monitoreo que permiten seguir casi en tiempo real cómo se
va comportando la estructura, y de esa manera detectar síntomas
de mal comportamiento”.
Retornando a lo publicado en revista citada líneas arriba, los
autores explican que el hundimiento de la Catedral es muy complejo.
En un primer análisis, dicen, se pueden identificar dos mecanismos
principales: un hundimiento generalizado hacia el surponiente, y una
“emersión” de la zona central, al norte del crucero.
“El primer mecanismo ha producido una configuración de
grietas transversales en la cubierta y en los muros laterales, sobre
todo en la zona cercana al crucero. Ha producido también una
separación entre la fachada sur, con sus pesadas torres, y el
resto de la construcción. El segundo ha ocasionado una rotación
hacia afuera de las columnas y las naves laterales, así como
la abertura de los arcos y las bóvedas. Esto ha dado lugar a
un patrón de grietas longitudinales en la cubierta, principalmente,
aunque también en el piso y la cimentación. Este segundo
mecanismo es muy importante —desde el punto de vista estructural—
porque ha dado lugar a grandes desplomes en las columnas”.
Así culmina la descripción de los especialistas estructurales,
quienes afirman en sus conclusiones que el templo tiene condiciones
de seguridad muy aceptables y que se logró reducir casi un metro
los hundimientos diferenciales que existían al iniciar el proyecto,
los cuales eran de 2.4 m.
Datos
de interés sobre la Catedral Metropolitana
• El arquitecto español Claudio de Arciniega
fue el autor de su trazo.
• Mide 110 m de largo por 55 m de ancho.
• El proyecto original incluía torres en los ángulos,
pero sólo se construyeron las dos de la fachada, que se
caracterizan por su composición horizontal, con acentuados
adornos y barandales. Las torres están coronadas por estatuas
del arquitecto y escultor valenciano Manuel Tolsá, quien
también diseñó la cúpula.
• En la primera etapa de la rehabilitación, que culminó
en 1998, se gastaron 40 millones de dólares. La segunda
fase tuvo un costo de 100 millones de pesos.
• El 17 de enero de 1967, un incendio destruyó algunas
obras de arte colonial en el interior de la Catedral Metropolitana:
el bello altar con su hermosa e importante pintura de Nuestra
Señora del Perdón o de las Nieves, gran parte de
la sillería del coro, la grandiosa pintura que representaba
el Apocalipsis de San Juan, obra del novohispano Juan Correa —situada
en el respaldo del altar— y buena parte de los cuerpos de
madera que sostienen las flautas de los órganos monumentales,
dejando ahumados retablos, esculturas y pinturas de las numerosas
capillas de la Catedral, además de los murales de Rafael
Ximeno y Planes que estaban en bóvedas y cúpula.
• Los dos órganos de la Catedral Metropolitana fueron
restaurados hace treinta años por la compañía
holandesa Flentrop Orgelbouw de Zaandam. Se tiene contemplada
una nueva intervención para mantener en perfecto estado
los instrumentos musicales.
• En el futuro, comentó el dr. Meli Piralla, deberán
realizarse una veintena de acciones relacionadas con la seguridad,
pero se trata de aspectos locales y, por tanto, no tienen carácter
urgente. |
Un poco de historia
El arquitecto Julio Valencia Navarro —director de Obras de Restauración
de la Dirección General de Sitios del Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes (CONACULTA)— explica en entrevista que construir
la Catedral fue un proceso complejo porque una vez que estaba definida
la traza de la misma, en 1563, “se tuvieron que esperar 10 años
para iniciar el desplante de los muros debido a que el nivel freático
de la ciudad estaba prácticamente a flor de tierra. Fue necesario
idear sistemas de bombeo para empezar a construirla, y luego colocar
un conjunto de pilotes de madera (aproximadamente 25 mil), y sobre ellos
desplantar un gran pedraplen, es decir, una plataforma de tezontle aglutinado
con cal (una gran losa de cimentación) y a partir de allí
empezar a subir los muros. Este conjunto de materiales es de gran peso
y el suelo de la Ciudad de México no resiste más de cinco
toneladas por metro cuadrado. La Catedral, tal y como se encuentra ahora,
descarga más de 15 toneladas por lo que su capacidad está
rebasada y ha tenido problemas de asentamientos diferenciales desde
las primeras etapas de su construcción”.
Cemento y concreto,
pilares de la restauración
El arquitecto Valencia Navarro afirma que muchas de las mezclas
usadas para la construcción del templo, preponderantemente a
base de cal, “tienen una resistencia excepcionalmente alta; prácticamente
podríamos decir que fueron los concretos de aquella época.
Algunas de estas mezclas de cal con arenas, y algunos aglutinantes naturales
—que seguramente incluyeron la baba del nopal— le confirieron
al final una resistencia importante. Todo esto es el antecedente de
lo que propiamente sería siglos después la tecnología
del concreto como lo conocemos”.
Sin embargo, “con el tiempo se generaron gran cantidad de deterioros,
como fisuras y pérdida de la geometría propia del edificio,
es decir, una serie de afectaciones que lo ponían en riesgo.
De esta manera, en los años 40 se realizó una primera
intervención que consistió en conformar un conjunto de
trabes de concreto que se ubican debajo de la catedral, diseñadas
para generar un sistema de rigidez que impidiera los asentamientos diferenciales.
“No obstante, es tan grande el edificio y tan intensa la deformación
del subsuelo que para los años 60 —a pesar de que existía
esta subestructura de concreto— se decidió colocar un sistema
de pilotes de control, el cual ayudó en gran medida a evitar
el desarrollo de los asentamientos diferenciales; pero la extracción
del agua para consumo humano ha ocasionado que la ciudad tenga un asentamiento
cada vez mayor.
Actualmente ese proceso es de aproximadamente 7 centímetros
por año, y dadas las dimensiones de la ciudad es muy difícil
que se pueda revertir”. Así las cosas, explica Valencia,
a fines de los ochenta se detectaron nuevas deformaciones e inició
un estudio para intentar frenar en forma definitiva, los daños
que ponían en riesgo la integridad del inmueble, sobre todo después
del sismo de 1985.
MONITOREO
AUTOMÁTICO
A partir de 1994 se pudo contar con un sistema de medición
capaz de proporcionar, de manera continua y automática,
la información mínima necesaria para detectar señales
de alarma en la respuesta estructural. Esta tecnología
es similar a la que opera en algunos de los templos de mayor relevancia
en Italia y otros países. Este sistema consta de:
• Diez péndulos con telecoordinómetros, para
medir el movimiento vertical de la parte superior de las columnas,
torres y muros de fachadas
• 22 extensómetros de gran longitud, para medir los
cambios en las distancias, entre distintos puntos de la cubierta,
principalmente los cambios de claros de bóvedas, arcos
y cúpulas.
• Cinco sensores de temperatura en el extradós e
intradós de la cubierta, para tener bases de estimación
sobre el efecto de los cambios de temperatura en las mediciones
de los diferentes parámetros de la respuesta estructural.
• Un radiómetro para medir la radiación solar
y relacionarla con los efectos de la temperatura. |
“En términos generales, el primer proceso
consistió en la subexcavación, es decir, una serie de
lumbreras construidas con concreto que permiten llegar a ciertas profundidades
y extraer la arcilla en puntos estratégicos, lo cual a lo largo
de varios años permitió hacer lo que se denomina corrección
geométrica. Mover una estructura de estas dimensiones y peso
representó un logro importante para la ingeniería mexicana,
a tal grado que todos los estudios derivados de este primer proceso
fueron una aportación para la recuperación de edificaciones
en otros lado del mundo, como fue el caso de la Torre de Pisa”.
La segunda etapa para controlar los asentamientos diferenciales
se basó en la consolidación del subsuelo, lo que se hizo
practicando una serie de perforaciones e inyectando un mortero con un
contenido de cemento que le ofrece mayor resistencia al subsuelo arcilloso
y evita que los asentamientos diferenciales tengan un desplazamiento
mayor.
Es un hecho, afirma Valencia Navarro: “En términos
generales el uso del cemento y el concreto han tenido una participación
muy importante en la restauración de la catedral”. Comentarios
valiosos El dr. Meli Piralla, quien fue director general del Centro
Nacional de Prevención de Desastres entre 1995 y 2000, establece
que “el concreto es muy utilizado y sumamente eficaz en muchos
aspectos cuando se habla de la restauración de edificios, “sin
embargo, desde hace 20 años ha habido una cierta oposición
de parte de los restauradores y conservadores porque consideran que
ha sido usado de forma exagerada; dicen que se altera la autenticidad
del edificio por lo que prefieren que se empleen técnicas y
materias primas más parecidas a las originales”. Otros,
afirma el catedrático, comentan que existe “cierta incompatibilidad
o diferencia de comportamiento entre el concreto y la mampostería
original, que ha conducido en algunos casos a reacciones químicas
dañinas o a provocar efectos no del todo favorables de algunos
elementos de concreto muy rígidos insertados en la construcción
original.
Esa es una clase de oposición, pero ante ello lo que hay que
hacer es utilizar todas las técnicas disponibles, pero con
el debido cuidado de no alterar o causar un efecto negativo. En las
cimentaciones de la Ciudad de México el concreto ha sido de
gran ayuda para rigidizarlas y corregir los patrones de hundimiento
de edificios, que es el principal problema que tenemos en la capital.
El uso de micropilotes e inyecciones, e incluso los preesfuerzos ha
sido muy efectivo y generalizado en el refuerzo de estas construcciones”,
afirma el investigador. Cabe decir que Meli Piralla ha participado
como consultor en ingeniería estructural en prácticamente
todo tipo de obras, desde aeropuertos, vialidades elevadas, plataformas
marinas y, por supuesto, edificios históricos. El expresidente
de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica comenta
que lo más complicado del proceso en Catedral fue “entender
el comportamiento de la estructura y los orígenes de sus debilidades,
y también hacer las correcciones sin afectar el funcionamiento
de la catedral, la cual nunca estuvo cerrada al culto, por lo que
tuvimos que trabajar con algunas limitaciones.
No puedo decir que es un reto mayor, pero sí el más
grande de este tipo”, dice el maestro Meli, “aunque lo
más especial que ha tenido este trabajo es la necesidad de
conciliar y hacer compatibles distintos criterios y distintos aspectos.
No fue un trabajo de una persona, sino de un comité bastante
amplio que discutían la situación y tomaban las decisiones
en un trabajo que ya rebasa los 15 años. Ha sido un proyecto
laborioso y el que ha representado un desafío mayor no en cuanto
a la dificultad sino a todo la problemática que está
alrededor.
Por su extensión en el tiempo, por la importancia del monumento
y por la complejidad, entonces en ese sentido sí ha sido una
forma de atacarlo opuesta a la mayoría de los otros proyectos
en los que he intervenido, el enfoque es muy distinto porque además
de todo se trabaja con mucha presión en cuanto a la
necesidad de dar soluciones casi inmediatas”, asevera.
1 Agradecemos a EJ Krause y Hanley Wood las facilidades otorgadas
para la realización de este artículo y por la visita
a la estructura interna de la Catedral Metropolitana, con motivo de
la presentación de WORLD OF CONCRETE México, 2007.