Siendo ingeniero…
“Mi padre es ingeniero civil; empezó a trabajar en 1942
y todavía sigue haciéndolo. Esto de alguna manera marcó
una influencia en mi decisión por estudiar ingeniería,
aunque otra parte elemental fue encontrar en las materias que tenían
una gran carga matemática mi principal interés académico:
en verdad mi única duda consistió en el bachillerato ya
que me atraía demasiado la química. Yo siempre supe que
terminaría siendo Ingeniero”. Con tres hermanos, de los
cuales ninguno estudió algo vinculado con la profesión
de su padre, reconoce que es muy claro que más que presión
por estudiar la carrera, logró definir su vocación a tiempo
y entonces comenzó a trazar su propio camino. “Recuerdo
que trabajé algunas veces aquí en la oficina como dibujante;
también que el primer proyecto que dibujé lo realicé
entre el segundo y el tercer semestre de la preparatoria, en 1971 (fue
un proyecto en Tabasco). Después de casi un año en la
oficina, empecé a adentrarme en los cálculos y entonces
entré a la Universidad Iberoamericana; la UNAM estaba en huelga
y ésta duró ocho meses; por ello hice mi examen de admisión
en la Ibero y después de haber entrado, a los dos meses la huelga
se levantó. Pensé que era importante darme cuenta si estaría
cómodo en la universidad que me había aceptado…
así fue y de esa forma seguí hasta culminar mis estudios,
pertenezco a la última generación de la Universidad Iberoamericana
incorporada a la UNAM”.
No tenía el hígado para ser contratista…
Poco tiempo después, comenzaría a incorporarse a otras
áreas que aunque lo enriquecieron, también lo enfrentaron
a situaciones que no le fueron del todo agradables pero que hoy, forman
parte del anecdotario: “Estuve un tiempo en elevadores OTIS haciendo
algunas cuestiones de ampliaciones para oficinas; ahí entendí
que no tenía el hígado para ser contratista y eso me sirvió
para obtener una formación más integral. Finalmente, comencé
mi práctica en el campo de la ingeniería estructural,
que es a lo que me he dedicado desde 1977. Ya son treinta años”.
Depurarse como ingeniero…
“Quizás, simplemente me tocó la ventaja de todavía
tener que trabajar con la ingeniería estilo clásico o
antiguo ya que había muchos métodos manuales, pero nada
más. No había computadoras, entonces debías aprender
muchos métodos gráficos para resolver problemas reales.
Para mí el trabajo comenzaba a tomar sentido porque revisábamos
proyectos de otras personas —nuestra oficina era asesor de lo
que hoy es Banobras—, entonces se examinaban esos proyectos, que
eran por
ejemplo: terminales de autobuses, rastros, mercados municipales, etc.
Ellos mandaban sus proyectos y nosotros los revisábamos. Yo estuve
encargado en revisar aproximadamente doscientos de ellos.
Como cada método y sistema de trabajo era diferente; fue algo
interesante el entender qué habían hecho, qué querían
hacer, ver si se habían equivocado o no y sobretodo, conocer
los reglamentos para ver si se aplicaron bien, para sólo entonces
poder dar un juicio suficientemente profesional”.
Ha evolucionado la ingeniería estructural…
La evolución ha sido un proceso constante, afirma Raúl
Izquierdo; asegura que hay que adaptarse rápido a las exigencias
que el mismo mercado presenta. Acerca de esto nos comenta que en aquellos
tiempos —ya en la década de los ochenta— empezó
el uso de la computación como un servicio externo: “uno
contrataba empresas o ingenieros que se dedicaban a hacer análisis
estructurales por computadora porque no se tenía acceso a las
computadoras tan fácilmente; se tenían que usar computadoras
enormes que poseía la UNAM o constructoras grandes.
En la oficina empezamos a manejar el cómputo y compramos programas
que eran de muy poca capacidad se podían resolver marcos rígidos
de siete y ocho pisos con cuatro crujías y eso se tardaba en
resolver en un aproximado de 30 minutos, siendo los elementos a analizar
muy elementales, si éstos no se resolvían así se
resolvían con métodos manuales y demás, lo cual
implicaba mucho tiempo. Para la ingeniería estructural fue un
gran avance que se intensificó con el uso de las computadoras
personales ya que poseen una capacidad mucho mayor; éstas resolvían
hasta 50,000 ecuaciones simultáneas en unos 3 ó 4 min.
Lo más interesante es que con el uso de las computadoras también
tuvo que ver el cambio de geometría de los espacios arquitectónicos.
Si acotáramos los problemas que sufrieron los edificios en 1985
podríamos nombrar que había una arquitectura más
de vanguardia con influencias europeas que, por ejemplo, a nivel estructural
utilizaban unas columnas que se alzaban en ciertos niveles derechas
y de repente se bifurcaban en la siguiente planta; estos eran elementos
que con los métodos manuales no se podía resolver bien,
no había manera de hacerlo. Esas cosas se resolvían en
muchos de los casos de acuerdo al sentimiento y experiencia del ingeniero”.
Arquitectura e ingeniería…
“Yo creo que siempre la arquitectura ha ido adelante a la ingeniería
estructural; o sea, siempre ha habido unas cosas que se salen de lo
común y generan elementos que hay que construir de alguna manera.
Entonces las primeras ejecuciones salen de la inspiración de
los ingenieros y hasta después se van documentando, generando
nuevos métodos para lograr una mayor estilización. Así
sucedió, por ejemplo, con los paraboloides hiperbólicos”.
Su trabajo estructural de la mano del concreto…
“México es un país de concreto, desde nuestras culturas
prehispánicas —donde comenzaban a utilizar piedra y argamasa.
La respuesta del por qué es muy simple: es un material natural,
los albañiles saben trabajar y realizar más cosas de concreto
que de sistemas alternativos y sobretodo que hay detrás de él
una evolución constante que ha permitido generar toda una tecnología
del concreto. Hoy podemos encontrar una serie abundante de agregados,
aditivos y complementos especiales que permiten utilizar este material
prácticamente bajo cualquier exigencia que se requiera; con él
puedes controlar sanidad, salinidad, estilización arquitectónica,
en fin sus cualidades son abundantes”.
A tres décadas de haber comenzado su carrera en el campo estructural
reconoce que a pesar de los innumerables proyectos en los que ha participado
(Corporativo Calakmul, Museo del Niño, Villa Olímpica,
Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México,
etc.) han existido algunos que lo han marcado de manera importante por
cuestiones específicas. Uno de ellos fue el edificio de la Bolsa
Mexicana de Valores en el Paseo de la Reforma; ha sido el único
caso en el que me tocó trabajar en el anteproyecto estructural
aproximadamente unos tres o cuatro meses de trabajo en esta etapa; lo
más interesante vendría después ya que era una
solución muy particular, se trataba de un edificio edificado
previamente, tenía cinco niveles construidos, se había
suspendido la construcción
y la habían vendido. Cuando comenzamos a trabajar ocurrieron
los sismos de 1985, entonces tuvimos que trabajar con el reglamento
de emergencia del 85 que era mucho más severo en las cuestiones
sísmicas que el de 1976, y una de las condiciones era el no demoler
lo que ya había o demoler lo mínimo posible, entonces
teníamos que balancear lo que ya había de cimentación
construida, eran aproximadamente 500 pilotes y ya no se podían
poner más, entonces tuvimos que quitarle cerca de 10,000 toneladas
de peso del proyecto original para no tener que ponerle más pilotes
y de ahí fueron saliendo los niveles finales que el edificio
tendría, fue algo muy interesante el generar un edifico que fuera
lo más grande y espectacular posible como nos los pedían”.
Hoy, su oficina cuenta en su historial con más de 2, 000 proyectos
resueltos con los que se ha afianzado no sólo a nivel nacional
sino en algunos casos llegando con soluciones a Canadá y Estados
Unidos. Sobre la obligación y compromiso de la ingeniería
estructural en nuestro país enfatiza que mientras no haya inversionistas
o universidades interesados en desarrollar tecnología apropiada
a las condiciones especificas del país, estaremos detrás
de países que invierten constantemente en la generación
de nuevas geometrías que posteriormente son empleadas para generar
los edificios más destacados del orbe. “yo creo que ha
habido una separación que no debería de existir entre
la parte práctica de los proyectos con la parte de investigación;
sin embargo, apenas se ha comenzado en México a generar estudios
sobre ciertos materiales empleados, como el tabique a nivel de vivienda
fomentados por el Instituto de Ingeniería, falta mucho por hacer,
el mejor campo de estudio podría ser la Ciudad de México,
sus condiciones son de alto nivel ingenieril y esta profesión
requiere responder a sus necesidades con un alto sentido de la responsabilidad
y la ética.