El gran diseño arquitectónico y el proceso de edificación
de la Capilla del Seminario Menor San Felipe de Jesús dieron
por resultado el haber obtenido el primer lugar en la reciente entrega
del Premio Obra CEMEX en dos categorías: Diseño de Edificación
Institucional y Construcción de Edificación Institucional.
Este magno trabajo está ubicado en el kilómetro 24 del
Anillo Periférico Norte, en Mérida, Yucatán; trabajo
en el cual el arquitecto Mario Peniche y su equipo han entregado mucho
tiempo. Al respecto, Peniche señala: “es un proyecto en
el que hemos venido trabajando un grupo de personas que formamos un
patronato para llevar a cabo esta magna obra.
Dentro del grupo, el padre rector del Seminario me planteó la
encomienda del desarrollo del proyecto de forma directa. A partir de
ello me dediqué a efectuar visitas al Seminario Mayor, para darme
una idea más cercana de la vida cotidiana de los seminaristas.
Después de algunas visitas y pláticas con los mismos religiosos,
el padre rector y algunos sacerdotes del equipo formador del Seminario,
elaboramos el primer plan maestro de lo que sería el Seminario
Menor”.
Para su construcción se emplearon un par de años en los
que se fueron realizando diversas fases del proyecto; con ello se dio
paso final a la realización de la capilla. “El proyecto
que originalmente contemplamos en el Plan Maestro se modificó,
toda vez que se consideró el Seminario Menor como un centro de
reunión para diversos grupos apostólicos que se reunían
en otros sitios; así se podrían aprovechar las instalaciones
durante los fines de semana. Entonces se decidió por un proyecto
de mayor capacidad (450 personas) y que pudiera ampliarse en el atrio
cuando menos al doble, para una capacidad total dentro y afuera de 900
personas”, comenta el entrevistado.
Trinidad ideal: función,
forma y ejecución
Enfocando ya el trabajo sobre la capilla, se realizó un esquema
fundamentado en cuatro ideas rectoras: la de imaginar un templo de una
lectura integral que pueda contemplarse en su totalidad; es decir, generar
un solo espacio que pudiera albergar las funciones sustantivas de la
capilla. La segunda: la de responder a nuestro tiempo con un lenguaje
contemporáneo, un templo del siglo XXI que permita sobre todo
a los jóvenes de hoy, poder identificarse con él. La tercera:
buscar un proyecto que respondiera adecuadamente al contexto natural
del sitio y, principalmente, al clima.
Finalmente la última idea se estableció sobre el principio
de recrear y disfrutar el espacio exterior, donde los fieles pudieran
descubrir y encontrar a Jesús en sus maravillas. Así lo
describe para Construcción y Tecnología el autor del proyecto.
La capilla cuenta con refectorio, cocina, salones de clases y habitaciones
con servicios sanitarios; fue planteada sobre una gran plataforma, como
una reinterpretación de las plataformas prehispánicas,
que permite darle una mayor presencia en el sitio. Esta plataforma está
rodeada de una escalinata que permite libremente el acceso a los fieles
venidos de todas partes.
El primer punto de contacto es el atrio, punto de encuentro de los fieles;
éste se conforma definiendo el espacio con cuatro palmas reales
que representan a los cuatro evangelistas y una estela donde se encuentra
grabado en cuatro idiomas, (español, maya, latín y arameo)
el versículo de San Mateo: “Os Haré pescadores de
Hombres”. Cabe decir que todo el atrio tiene piso de piedra yucateca
como uno de los rasgos que le otorgan una identidad al recinto.
La obra cuenta con tres grandes puertas que crean esa transición
entre el exterior y el interior; es el nártex, que nos indica,
a través del cambio de escala, que entramos a otro espacio, y
las tres puertas que representan la Fe, la Esperanza —y la mayor
de ellas— la Caridad. Estas puertas transparentes, permiten ampliar
la capacidad de la capilla en ceremonias especiales, permitiendo a los
que están afuera que se sientan también al interior. Enseguida
se localiza la nave, donde la asamblea de los fieles se reúne
a la celebración. A continuación, el presbiterio, donde
están los elementos importantes de la celebración: el
altar (del sacrificio), el ambón (altar de la Palabra) y la sede,
donde se ubica quien preside la ceremonia. El altar y el ambón
fueron hechos con piedra de la región.
El altar —donde el sacerdote celebra la consagración—
recrea la Última cena. Este espacio se encuentra flanqueado por
seis fuertes columnas de cada lado representando a los apóstoles
como testigos del sacramento. Finalmente el ábside, remate del
templo, se presenta cóncavo para concentrar la visual, revestido
de piedra blanca, contiene el Sagrario, un Cristo Crucificado y la imagen
de la Virgen de Guadalupe, al pie de la cruz. Del ábside sale
una gran cruz de veinticinco metros, de una sola pieza, que permite
identificar la capilla desde la distancia. Es el icono vertical de este
espacio de contacto espiritual.
Las transiciones están claramente marcadas en la definición
del atrio con los elementos sueltos que lo conforman y los accesos a
la nave por las puertas con una menor escala que marcan el cambio entre
espacio exterior e interior. La luz se recibe por las grandes aperturas
en la parte del frente y en la parte superior a través de louvers
de cristal que nos permiten las vistas, el paso de la luz y la protección
de la asamblea ante el intemperismo. Por último, Mario Peniche
nos explica que, la forma de la cubierta rememora a las primeras comunidades
cristianas, hacinadas en una carpa que abriga y protege, como el “Manto
de la Virgen” que nos cubre con suavidad y ternura y como una
expresión de búsqueda de Dios, de trascendencia, de buscar
en lo alto.
Todos estos elementos, signos importantes de la Fe, se expresan en una
conjunción arquitectónica que permitió resolver
forma, función y estructura, fundamentos básicos de la
arquitectura en una sola lectura, lo que está, es lo que es.
Los elementos estructurales, definen la forma y resuelven la función.
Cubren un espacio que permite disfrutar el exterior, el cielo azul de
Yucatán, las estrellas, y captar el aire fresco del norte. Es
un lugar de oración, es un lugar de encuentro con Dios y un lugar
de celebración.
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DATOS DE INTERÉS |
Nombre: Capilla Seminario Menor “San
Felipe de Jesús”.
Proyecto Arquitectónico:
Arquitecto Mario A. Peniche López.
Realización: 2006-2007.
Ubicación: Anillo Periférico
Norte Km. 24, entre Carretera a Conkal y Chichí Súarez,
Mérida, Yucatán, México.
Superficie: 784 m2.
Proyecto estructural: Ing. Enrique Escalante
Galaz y Arq. Mario A. Peniche López.
Supervisión general: Ing. Próspero
Abad Matú Sulú.
Coordinación de Obra: Arq. Mario A.
Peniche López.
Sistema Prefabricado: PREDECON, SA de CV.
Diseño de iluminación: Arq. Mario
A. Peniche López.
Cancelería: Espejos Millet, SA de CV.
Mobiliario: Marbol del Sureste, SA de CV.
Fotografía: Roberto Cárdenas
Cabello
Datos Generales
Peniche López, Arquitecto y Asociados
Arq. Mario A. Peniche López
Calle 19 No. 99 x 20 Col. México
C.P. 97128 Mérida, Yucatán México.
Tel. (999) 944-63-47
Fax (999) 944-64-36
Correo electrónico: penichelopez@yahoo.com.mx
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La presencia del concreto
Al considerar un proyecto de mayor tamaño se
pensó en varias opciones para la estructura. Por una parte, en
una estructura metálica, misma que se rechazó por su mantenimiento,
apariencia y ruido cuando llueve. Entonces se analizaron las opciones
en concreto y la forma de la cubierta, una catenaria ascendente que
limitaba el uso de piezas prefabricadas como la doble T dado que no
podía mantenerse la “suavidad” de la curva por las
secciones rectas. Fue así como se decidió hacer pequeñas
losas precoladas que permitieran el trazo sutil de la curva; éstas,
a su vez, descansan en trabes que forman una especie de esqueleto visible,
lo que le da a la parte interior un aspecto sumamente interesante. Además,
las trabes descansan en una serie de cartelas que favorecen el mantener
la relación visual con el exterior y le dan un aspecto formal
mucho más interesante. Adicionalmente con el uso del concreto
se contempla un ahorro importante al prescindir en recubrimientos y
posterior mantenimiento, ya que las estructuras en concreto son absolutamente
aparentes. Con este proyecto que comenzó a construirse en marzo
de 2005 y terminó en enero de 2007, el arquitecto Mario Peniche
fue seleccionado para representar a México en su categoría
en la sección internacional del Premio Obras CEMEX; además,
obtuvo en el mismo año el primer sitio en la categoría
Cultura de la Bienal de Arquitectura de Yucatán, que organiza
el Colegio Yucateco de Arquitectos. Los premios recibidos en 2007 se
suman a los obtenidos en 2002, en la categoría Industria, con
el proyecto Empacadora Dorantes, y en 2004, en Vivienda Multifamiliar,
con Casas Montes de Amé.
A pesar de lo que esto amerita, con sencillez y una
profunda comunión con sus creencias, Mario Peniche dice: “Creo
que estos proyectos tienen un impacto en la sociedad muy importante.
Es una obra que se le entrega a una comunidad y trasciende en el tiempo;
tiene un impacto social, espiritual y una forma de presencia contemporánea
en la Iglesia particular de Yucatán. Para mí es un gran
honor haber tenido la maravillosa oportunidad de diseñar la Casa
de Jesús, un espacio de hoy, donde podemos encontrarnos con nuestra
fe. Creo que poner nuestras capacidades al servicio de nuestra iglesia
es lo mejor que nos puede pasar.”