Arrecifes de concreto Juan Fernando González G. El concepto de “Arrecifes artificiales” se originó en Japón, durante el siglo XVIII; en los Estados Unidos se ha utilizado desde 1830. En la actualidad, más de 40 países los emplean. Tan sólo en el continente americano hay más de 500 sitios donde existen este tipo de estructuras. |
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México es uno de los países con mayor extensión de litorales en el mundo, cifra que se calcula en 10 mil kilómetros aproximadamente. Quizá por ello es que el fallecido Jacques Cousteau dijo que nuestro país debería ser llamado el “acuario del mundo”. De una manera menos poética, los arrecifes pueden ser descritos como un ecosistema en donde interactúan entre sí y con su medio ambiente una innumerable cantidad de especies marinas. La fuente de energía de este hábitat es el sol, el cual participa en la fotosíntesis mediante la cual el fitoplancton, las algas y otras plantas convierten la energía de la luz en energía química. Vale la pena recordar que el coral es un organismo marino formado por la asociación de una planta (alga) y un animal (pólipo de coral), pero junto a ellos conviven gran variedad de algas coralinas, plantas y animales acuáticos que en conjunto forman lo que en su totalidad llamamos un arrecife de coral.
Estas estructuras brindan protección al ser humano ante el embate de marejadas durante las tormentas y huracanes, aunque su principal contribución radica en el hecho de que son el hogar de especies marinas. Pese a su importancia, los arrecifes no han escapado a la depredación del hombre, amén de que se han visto atacados por los cambios climáticos, lo cual nos debe hacer reflexionar sobre la necesidad de preservar su salud. El concreto al rescate En muchas partes del mundo se han instalado arrecifes de concreto con diferentes objetivos, como el de regenerar la fauna y flora marina y con ello alentar la productividad pesquera de ciertas zonas, o bien, con la intención de luchar contra la erosión que se produce en las playas que son muy “abiertas”. En España, por ejemplo, el Ministerio de Medio Ambiente puso en marcha un procedimiento importado de Estados Unidos que ha demostrado su eficacia en las playas de Florida. Se trata de un sistema que consiste en sumergir bloques de concreto de alta resistencia en el mar, a una distancia de entre 150 y 200 metros de la orilla, que se encarga de romper las olas y generar un chorro de agua en sentido contrario para retener la arena en suspensión generada por las mismas olas. Así, la ola no saca la arena fuera de la barrera de concreto, la cual se encuentra sumergida a una profundidad de entre 50 centímetros y metro y medio. Cabe decir que el arrecife utilizado en tierras ibéricas está constituido por cubos de 2.5 metros por cada lado y 20 toneladas de peso, con un diseño a base de orificios y compuesto por un tipo de concreto de muy alta densidad cuya resistencia es 10 veces superior a la del concreto convencional.
Arrecifes mexicanos Jorge Rendón Terrazas ha tenido una vida de experiencias. Nació en Ciudad Juárez, Chihuahua, pero muy joven emigró a Ixtapa-Zihuatanejo, lugar de donde salió para estudiar la carrera de Periodismo en la capital de la República Mexicana, intento que no fraguara tras la muerte de su padre. De regreso a la población guerrerense, y luego de haber vivido cinco años en Estados Unidos, Rendón Terraza se convirtió en guía de turistas, actividad que le ha dado la tranquilidad necesaria para crear la Fundación Arrecifes Artificiales Pura Vida, AC, cuyo objetivo es diseñar y construir arrecifes artificiales para proveer un hábitat y refugio a diversas especies de flora y fauna marina. Sobre su trabajo, el investigador charla para CyT: “Me reuní con varios amigos oceanógrafos y les platiqué mi idea de crear arrecifes artificiales que tuvieran un toque turístico, por lo que empezamos sumergiendo algunas rocas. Sin embargo, al paso del tiempo, descubrimos que el material ideal para fabricar los arrecifes era el concreto, toda vez que permite manipularlo y moldearlo a placer y cuenta con una gran durabilidad”. Así pues se configuraron las estructuras conocidas como módulos arrecifales compuestos de una mezcla de cemento y conchilla molida de moluscos, lo cual hace que se incremente la rugosidad de las superficies y proporciona un sustrato adecuado para la fijación de organismos como esponjas, corales, anémonas y ostiones, entre muchos otros. Los módulos tienen forma de campana y cuentan con cuatro extremidades que proporcionan estabilización y resistencia ante el embate del oleaje. Del mismo modo, se cubren parcialmente con rocas de distintos tamaños para que tenga un mejor equilibrio.
Rendón Terrazas habla con pasión de su proyecto y menciona que los arrecifes de concreto pueden ser colocados a una profundidad de entre un metro y medio y 50 metros, aunque advierte que lo ideal es que se ubiquen de 35 metros en adelante; de esta manera, explica, puede penetrar la luz solar en forma óptima y realizarse la fotosíntesis. Los módulos que construye Arrecifes Artificiales Pura Vida son multipropósitos, señala el entrevistado, toda vez que se busca la reproducción de gran cantidad de especies marinas, pero también que se detone la actividad turística pues quien visite las playas podrá observarlos y maravillarse de su belleza. Las construcciones de concreto actúan como una barrera contra el oleaje de grandes dimensiones, lo que abona a favor de la seguridad y la confianza de los visitantes a las playas ya que éstas se convierten en auténticas albercas, explica el experimentado buzo. “Normalmente, se deben colocar mil módulos por cada tres hectáreas lineales para que valga la pena, pero existe una gran ventaja: podemos usarlos como un rompecabezas y darles la forma que queramos dentro del mar. De este modo, si los estudios oceanográficos nos lo permiten podremos colocarlos en forma de herradura, por ejemplo, y con ello lograr que toda la fuerza de la ola se quede en el arrecife y se disipe hacia los lados. Esto, además, sirve para proteger la infraestructura de los hoteles, sobre todo si consideramos que el calentamiento global ha provocado una gran erosión en los últimos años”, afirma. El creador de este sistema reconoce que trabajó con diferentes materiales y formas hasta que comprobó que el concreto era la mejor opción. Tras cinco años de investigación, los llamados módulos aztecas estuvieron listos para cumplir con su misión: generar vida y, con ello, dice el entrevistado, “ofrecer una serie de beneficios de alto impacto para los mexicanos, que empieza con los pescadores y culmina con cualquier persona, pobre o rica, que viva en cualquier lugar de México. Esto, porque al haber más abundancia de alimento marino los trabajadores del mar vivirán mejor y la población tendrá acceso a un producto menos caro”, afirma.
Este tipo de estructuras tienen un precio mínimo en comparación con los beneficios que ofrece. Cada módulo cuesta aproximadamente $2,500.00, una inversión que se recupera en menos de un año y que se refleja en la cuestión pesquera y turística de manera inmediata, asevera el empresario, quien señala, finalmente, que este tipo de iniciativas son ideales para ser acogidas por empresas del ramo cementero, ya que la imagen que podría generarse a partir de los arrecifes sería la de una compañía interesada el cuidado de los recursos naturales y la sustentabilidad, concluye.
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