La histórica biblioteca fue construida en el siglo IV a.C. y se
convirtió en una universidad mundial.
Creció
de tal forma que contaba en su momento de mayor auge al menos con unos
700 mil rollos de papiro, en dos inmuebles. Desde entonces, quedó
en la memoria del mundo la existencia de esa legendaria institución
cuyo resurgimiento comenzó definitivamente tras una convocatoria
internacional para el otorgamiento del proyecto, en 1989, ganado por el
joven despacho noruego de arquitectura Snøhetta, fundado dos años
antes con un concepto integral, pues reunía a 29 arquitectos-proyectistas,
nueve especializados en paisaje y cuatro en interiores. Ya en 1993, el
consorcio consultor Snhetta/Hamza fue contratado para desarrollar el plan,
la aplicación y la vigilancia del proceso constructivo, desde que
el 26 de junio de 1988 se colocó la primera piedra.
En homenaje a Ra
El nuevo edificio se encuentra a un lado de la Facultad de Artes de la
Universidad de Alejandría, en Shatby, en La Corniche, el paseo
marítimo mediterráneo de Alejandría, una ciudad larga
y estrecha, densamente poblada, con casi cinco millones de habitantes,
que está entre el mar y el lago de Mariut y el vergel del delta
del Nilo.
El concepto de diseño es simple. La biblioteca de 70 mil m2 de
construcción se desplasa en un terreno de 40 mil m2 y se muestra
como un enorme y luminoso círculo inclinado en 16 grados -en honor
a Ra, el dios del Sol, para que ilumine a la civilización mundial-,
de concreto y vidrio, seccionado en diagonal, cual espiral, con 13 niveles
y que mira al mar. En su parte superior, con once pisos, se ubicarán
los veinte millones de volúmenes que podrá albergar la biblioteca.
El inmueble, rodeado por una piscina, se relaciona con el simbolismo del
sol egipcio, en tanto sus muros exteriores están recubiertos de
placas de granito de Asuán y decorados con bajorrelieves que hacen
referencia a todas las caligrafías del mundo.
Desde el punto de vista conceptual, los proyectistas consideran que uno
de los retos en la realización de una biblioteca universitaria
consiste en aunar criterios de bibliotecarios, diseñadores de espacio
y usuarios, dadas las exigencias tecnológicas cambiantes del mundo
contemporáneo, y las disímiles opiniones acerca del uso
de la luz, ya sea natural o artificial,
de los avanzados sistemas de seguridad, de la conveniencia o no del alfombrado
-para evitar insectos, por ejemplo- o de la ubicación de las redes
de internet. Sin duda, se trata de una especie de «almacén
de la información», más allá de un complejo
donde se acumulan volúmenes o documentos, como sucedía antes.
En una reciente conferencia, los miembros de la firma Snøhetta
planteaban que, en su opinión, existe un vínculo indisoluble
entre las raíces de la palabra universidad y el Universo y, por
esto, al abordar el proyecto lo concibieron como un espacio de significado
global, por encima de las fronteras establecidas, cual si fuera un sitio
tan infinito como el Universo, pues exponían que «una nueva
biblioteca debe sentirse como parte de un ciclo interminable, como un
renacimiento en el flujo incesante de las ideas».
Por eso, los proyectistas señalan que esa especie de espiral sube
de la tierra, que para ellos es el presente, al cielo, valorado como el
futuro. Además, la forma redonda evoca las peculiaridades del puerto
antiguo y los cuerpos celestes.
Cabe destacar que, a pesar de hallarse en el contexto de la universidad,
la biblioteca estará abierta a la investigación pública,
con un catálogo computarizado disponible no sólo en la sede,
sino en otras altas casas de estudios de la región, como una red
bibliográfica que cubrirá todas las fuentes documentales
locales. Dispone de seis departamentos, además del centro de convenciones,
con 3200 asientos, un museo de ciencias, un planetario, un instituto de
caligrafía, así como la Escuela Internacional de Estudios
de Información.
Dentro de sus acervos se encuentran muchos manuscritos árabes,
con antelación dispersos en mezquitas, archivos y colecciones de
la región, así como un gran número de obras modernas.
Entre las áreas principales están el museo de caligrafía,
el de historia de la ciencia, la biblioteca para jóvenes, así
como los departamento de libros y revistas, subdivididos en referencia,
geografía, arqueología e historia, artes, lenguajes y literatura,
además de ciencia y tecnología. En las colecciones especiales
están los medios electrónicos y audiovisuales, los manuscritos
y libros raros, los mapas geográficos y geológicos, así
como el área de música.
Recorriendo la biblioteca
El vestíbulo de lectura principal se localiza a la mitad del edificio,
en un espacio abierto y grande, al cual se accede por una entrada central.
El área principal de lectura puede acoger hasta dos mil personas
y se diseñó con un criterio de flexibilidad, para propiciar
la futura integración de nuevas tecnologías.
Las paredes circundantes se abren hacia arriba aunque mantienen la intimidad
familiar del espacio árabe, proclive a la meditación. Hay
columnas delgadas, con formas del prisma, que distribuyen la luz de las
claraboyas, que suben desde debajo de la base en un modelo repetitivo
simple de tetraedros y que, situadas hacia el norte, se diseñaron
para impedir la incidencia de la luz del sol de modo directo en el espacio
principal.
Los tetraedros en el techo actúan como una caja receptora del calor,
pues si faltara el suministro eléctrico y mecánico, fungirían
como páneles solares pasivos, aprovechando además el aire
fresco de los niveles inferiores.
En contraste con el concepto casi industrial del techo, los lienzos de
pared de piedra circundan toda el área construida. Aparece la piedra
en su forma más simple, que se integra a la piscina, en cuya agua
se refleja el edificio reforzando el efecto de crecimiento geológico.
Como sucede con el transcurrir de las horas en el día y de las
cambiantes estaciones durante el año, la pared de la piedra también
se engalana con la luz cambiante.
Un dinámico puente, que recuerda una flecha o un cometa, une la
biblioteca con la universidad. Y desde éste se puede observar a
plenitud el templo recientemente descubierto de Cleopatra. Anexo, se halla
el Planetario, de 18 metros de diámetro, que parece suspendido
sobre la tierra.
Snøhetta tambien diseñó el mobiliario, por lo que
cada lugar se plantea como parte de un plan integral, desde el cuarto
de lectura colgante, así como las mesas, los estantes y las sillas
que brindan una fachada horizontal dentro del área central. En
los exteriores se plantó vegetación nativa, que ayuda limpiar
el sitio de suciedad y de bacterias en las piscinas.
El inmueble se realizó con una mezcla de técnicas simples
y otras
complejas, pero su construcción resultó sumamente segura,
pues se aplicaron controles de alta calidad, dada su monumentalidad y
las exigencias tecnológicas de la instalación.
FICHA TÉCNICA
Proyecto: Snøhetta Arquitectos
Directores principales: Craig Dykers,
Austin Christoph Kapeller, Ole Gustavsen, Josefson E. Molinar, K. Stensrod,
K.Tronstad.
Presupuesto total: 530 millones
de dólares (mdd).
Presupuesto de construcción: 121 mdd.
Presupuesto de equipos: 20 mdd.
Presupuesto de mobiliario: 3.9 mdd.
No. de asientos: 3500.
No. de manuscritos históricos: 100 mil.
No. de libros raros: 10 mil.
No. de mapas: 50 mil.
No. de libros: entre cuatro y ocho millones
Aplicaciones electrónicas: 30 bases de datos.
Uno de los generales
de Alejandro Magno, Ptolomeo I 305/282, fundó la biblioteca y el
museo en el año 295 a. C. En esa época, se esforzaron para
que la nueva capital, Alejandría, predominara no sólo política
y económicamente, sino también en el plano cultural. Él,
y especialmente su hijo, Ptolomeo II, llamaron a sabios griegos y les
ofrecieron una desahogada posición como miembros de una especie
de comunidad religiosa, en una academia radicada en el nuevo templo de
las Musas, el Museion, a semejanza de la famosa escuela peripatética
de Atenas, fundada por Aristóteles.
El Museion estaba dedicado a la enseñanza y a la investigación,
y la gran biblioteca formada allí a lo largo del siglo III a.C.
era muy completa y comprendía también traducciones de las
literaturas egipcia, babilonia y otras de la antigüedad.
Este centro del saber formaba la mayor de las dos colecciones de la biblioteca
de Alejandría, la más célebre y grandiosa del mundo
antiguo; la segunda, más reducida, se encontraba adscripta al templo
de la divinidad oficial Serapis y se llamaba el Serapeion. La finalidad
principal de la biblioteca de Alejandría era la recopilación
de la totalidad de la literatura griega en las mejores copias posibles
y su clasificación y comentario, objetivo para cuyo logro se tomaron
toda clase de trabajos.
Entre otros, el poeta Calímaco fue uno de los muchos sabios eminentes
que colaboraron en la biblioteca; preparó sobre la base de los
catálogos sistemáticos de la misma una especie de elenco
de autores, que comprendía toda la literatura griega de aquel entonces,
y aunque esta obra se ha preservado sólo en fragmentos, bastan
para confirmar las excelentes cualidades de bibliotecario del autor griego.
Se sabe poco acerca de los locales de la biblioteca del Museion, pero
hay referencias del Serapeion gracias a excavaciones realizadas en el
templo. No se conoce con seguridad el tamaño de la biblioteca de
Alejandría, pero se estima que la colección principal poseería
unos 700 mil rollos, y unos 45 mil la menor; si estas cifras son exactas,
es probable que en muchos casos existieran varios ejemplares y copias
de una misma obra. Debió de disponerse de grandes sumas para las
compras y realizarse un importante trabajo en la misma biblioteca para
la copia de manuscritos defectuosos y la preparación de nuevas
ediciones críticas que sustituyesen textos más o menos dudosos.
Las obras más largas eran divididas en rollos de la misma longitud
aproximada, de acuerdo con los capítulos del texto, mientras se
recogían en un rollo varios textos breves, según la tendencia
de los bibliotecarios a obtener cierta dimensión uniforme para
los rollos.
No ha llegado hasta hoy ningún rollo íntegro, pero sin duda
lo corriente sería una longitud de seis a siete metros; arrollados,
que formaban un cilindro de cinco a seis cm de grosor, de fácil
manejo.
Sólo excepcionalmente alcanzarían los rollos una longitud
superior a 10 metros. Su altura era variable, aunque también en
esto puede observarse preferencia por las medidas uniformes. De los rollos
que se conservan, pocos superan los 30 cm, la mayoría miden entre
20 y 30 cm o entre 12 y 15 cm. La parte escrita de la hoja de papiro posee
también diferente extensión; los márgenes se prodigan
más en los manuscritos ricamente decorados que en los ordinarios.
La altura de la columna del manuscrito varía de dos tercios a cinco
sextos de la altura del rollo, y de la misma forma varía la distancia
entre las columnas y la distancia entre las líneas, e incluso en
un mismo manuscrito pueden ser estas distancias muy diferentes, de modo
que algunas columnas pueden ofrecer más líneas que otras;
el ancho de la columna es, por lo general, algo menor que su altura.
La proximidad al mar causó accidentalmente que la biblioteca ardiera
como consecuencia de una acción militar de Julio César,
en el año 47 a.C. Torpemente involucrado en rivalidades dinásticas
alejandrinas y sitiado por el general Achillas en el palacio real de Lochia,
mandó a quemar su propia flota, más de 60 barcos anclados
en el gran puerto. Las llamas se propagaron en los muelles y, desde luego,
tomaron por completo las instalaciones culturales.
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