Una arquitectura plena de libertad
Por Adriana Reyes.

El arquitecto Francisco Serrano lleva en la sangre la construcción y tiene a la arquitectura por herencia. Galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2003 y nombrado en el 2002 miembro de número de la Academia de las Artes, recuerda que su padre le decía:
«...de lo que tú hagas siempre va a persistir lo bueno, lo malo el tiempo lo va a borrar, de lo que tú consideres que probablemente no era tan bueno, el tiempo quizá lo saque adelante, y que tú no puedas difundir u ocultar, el tiempo lo va a hacer».

La pregunta es obligada. De sus obras, ¿cuál destacaría?
En una respuesta seria e inmediata afirma: «Ninguna »

¿Alguna merecería ocultarse?
Demasiadas, la gente sabe que hay muchas que debo tapar.

¿Qué opina de aquello de “mi mejor obra es la que se está haciendo?
No va conmigo, no soy así. La lectura de lo que uno hace está en otros. Considero que la alabanza en boca propia es vituperio.

¿Le gusta recibir el reconocimiento?
«¡Claro que me emociona! Recibir cualquier reconocimiento me emociona, sino fuera así sería de palo, pero además de orgullo hay una responsabilidad », dice Serrano, hombre de carne y hueso.

¿Algo ha cambiado después de recibir dos importantes galardones?
De aquí en adelante mi obligación no cambia, seguiré haciendo lo que yo creo que debo hacer. Sin embargo, los reconocimientos van haciendo que en cualquier aspecto de la vida uno intente ser mejor por que , «por ejemplo, en el caso de la academia sólo cinco arquitectos pueden estar ahí!», señala, quien ocupa el lugar de Mario Pani y está consciente que cada persona tiene su tiempo y su individualidad.

¿Qué sucederá con aquellos seguidores de su obra?
Para quien observa, va a leer mi obra ya con un título, por decirlo así, nobiliario.

¿Qué significó en su quehacer arquitectónico el ser hijo de un destacado arquitecto?
Siempre mantuve una magnífica relación de respeto, llena de muchas facetas. Con él fue extraordinaria... pero se debe estar alerta cuando las personas hacen asociaciones y comentarios como “tú naciste en el mundo de los arquitectos». Repercute cuando se es joven en rechazar esa realidad a la que se pertenece. Por este tipo de comentarios, alguna vez quise ser químico, porque estaba harto de los arquitectos y los ingenieros.

En ese entonces empezaban a ser claras las diferencias entre la ingeniería y la arquitectura, y decidí ser arquitecto por una clara y sencilla razón: a mi papá le decían ingeniero; entre los ingenieros era arquitecto y entre los arquitectos, ingeniero esto no me gustaba mucho, para mi siempre fue ingeniero.
En mi caso sentí que tenía más que decir como arquitecto, aún sin entender en el fondo cuál era la diferencia, y tuvieron que pasar 10 años «en que los que construí y proyecté» para decidirme a ser arquitecto, salirme de la construcción para sólo proyectar. Sin embargo, el que no tenga metidas mis manos en la construcción desde hace más de 30 años, no quiere decir que no sepa de construcción.
Mirando hacia las paredes blancas, muy blancas y modernas de su despacho reflexiona: «El ser hijo y nieto de arquitectos l es una relación complicada, porque siempres está presente la la comparación, de «es mejor que su papá o viceversa»; en tanto otros rechazan o critícan esa aparente ventaja, parece un caso para siquiatras”.

Para el arquitecto hay una «cosa» que se llama el yo irrepetible, que está presente, a veces habla a veces no. Pero «a la gente le parece un buen chiste decir ‘es el hijo de fulano y también hace lo mismo, es difícil cruzar la barrera que significa el saber que se tiene lo que se tiene por mérito propio. ¿Usted se operaría con un hijo del doctor Chávez sólo porque es el hijo del doctor Chávez? ¡No!.Primero investiga; el profesionalismo no es un título nobiliario que se hereda. El apellido no siempre es para bien, en mi caso sí lo fue».

¿Cuándo y cómo descubrió su verdadera vocación?
«Por azares de la vida», dice sonriendo, mi perfil no era de químico. En 1952, cuando empezaban los tests psicológicos y yo estudiaba la secundaria en un colegio de jesuitas, un padre, a quién estimé y respeté mucho, aplicaba los en ese tiempo los desconocidos tests descubrió que la química no era para mi, que mi mejor alternativa era la ingeniería o la arquitectura.

¿Considera significativa alguna de sus obras?
El arquitecto menciona tres obras recientes: el nuevo edificio de la Universidad Iberoamericana, la Embajada de México en Berlín y un corporativo en Acapulco, además de su despacho en la avenida de Nuevo León. Los refiere no porque sean comentados y reconocidos, sino porque «hacen un cambio sustancial con lo que se había hecho antes. Por ejemplo, el edifico Arcos, proyectado con Teodoro González de León, tiene apodos, pero la gente ya lo identifica y de alguna manera marca una escala en nuestros trabajos. Se refiere también a sus colegas Carlos Tejeda y Susana García; de su trabajo con esta última destaca el corporativo Santa Fe, el cual «da una imagen distinta de la obra que hice previamente», en los años 90.

«En esa década de alguna manera hay elementos que distinguen la obra de la anterior. Son dos o tres cosas fundamentales: uno, seguir manejando conceptos de la luz, que es lo que más me interesa de la arquitectura, y dentro de eso, manejar tres materiales principales: el concreto cincelado blanco, con lo cual mucha gente nos identifica a Teodoro y a mi; el tabique, como la Ibero, y la combinación de los cristales y el concreto con el que hay una identificación más afín con lo que hago con Susana García.

También, se refiere a la relación profesional que existe con Pablo, su hijo, en el edificio de Acapulco y la construcción donde está su despacho. «Hay una evolución en conceptos, que siendo teóricamente iguales, son distintos en sus formas. Esa distinción consiste principalmente en la aplicación de material contemporáneo, que da una expresión actual para resolver la vida mexicana. Aquí es más perceptible el cambio».

En esta reflexión cabe la Embajada de México en Berlín, obra que realizó con Teodoro González de León, «porque no se imaginaban que ese tipo de arquitectura se puede hacer en México; siempre nos quieren identificar de colores, de sombrero, de plumas. La obra es importante porque
hay una cara de México al exterior y que ya dimos hace muchos años también con la Embajada de México en Brasil, que hicimos González de León, Zabludovsky y yo, y que ahora, 25 años después de su construcción, recientemente la festejaron como la mejor embajada en ese país;

También, destaca de la construcción en Europa el material y la luz: concreto blanco cincelado, « en México lo empezamos a desarrollar nosotros y ahora en Alemania lo leen como algo nuestro; de la luz «la transparencia y la solidez de la monumentalidad que hemos denominado la ligereza monumental, porque es un juego de luces y sombras, de perspectivas... lo mismo sucede en Berlín, se ven unos muros ciegos, es el juego del espacio creo que es algo que ha llamado la atención en Alemania, además de las raíces culturales».

En un foro de jóvenes arquitectos ¿qué les diría?
El nuevo edificio de la Universidad Iberoamericana, otra vez una vuelta al pasado: «Mi historia personal está muy relacionada con la Ibero», dice el arquitecto y es que «durante de 20 años di clase ahí». Y eso no es todo, porque su relación con la universidad «es un poco más compleja: con la escuela, hoy departamento de arquitectura, con muchos alumnos con quienes tuve la oportunidad de compartir y con quienes yo aprendí mucho; era un constante intercambio de ideas.

«Cuando terminé los estudios e inicié mi carrera, nunca pensé que iba hacer el proyecto de esa universidad; hay mucha gente que pregunta cómo le hice, yo no hice nada, es el azar...».
Y el azar va dejando testimonio «para investigar una cultura», entre otras cosas, señala Francisco Serrano para quien hoy, sin olvidar el ayer, tal vez «hay que abrigar la función que el hombre del siglo XXI requiere para su actividad en formas y espacios. Y ahí están varios edificios: el Palacio de Justicia en Tabasco, el Parque Tomás Garrido, el edificio Arcos, la Universidad Iberoamericana... «Esto quiere decir que para bien, o para mal, hemos interpretado para nuestros clientes una manera de ser de hoy para que al final de cuentas el usuario sea el que disfrute o sufra los espacios que hemos hecho; cuando la gente los sufre, los transforma pero, lo que no se puede corregir es aquello que está más allá de esa condición de uso», explica Francisco Serrano y agrega: «la modernidad de este país es mucho más complicada, no es lineal y la obligación es tratar de hacer las cosas cada vez mejor.

«Hay arquitectos que en vida no fueron muy reconocidos y después de muertos sí, y hay otros que años atrás les aplaudían y hoy dicen que no entran los mejores de su momento; el tiempo va poniendo las cosas en su lugar», concluye Francisco Serrano y estas palabras, quizá, sean la forma de continuar la filosofía de su padre respecto a las obras y el tiempo. La profecía.

«Durante todo este tiempo he pasado por distintas formas de hacer arquitectura. En la actualidad veo mi quehacer de una manera distinta y me permito hacer una arquitectura con más libertad», dice Serrano.

SINTESIS CURRICULAR

Nació en la Ciudad de México el 30 de octubre de 1937. Egresó de la Universidad Iberoamericana en 1960 y fue integrante de la Academia Nacional de Arquitectura y de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos.
Empezó a trabajar muy joven. Fue alumno de Augusto H. Álvarez y, después, de Juan
Sordo Madaleno. La práctica profesional la inició solo, y con su padre, en 1959.

Dentro de sus obras más representativas se encuentra la Universidad Iberoamericana, realizada entre 1983 y 1988; el Centro Corporativo Bosques, proyectado junto con los arquitectos Teodoro González de León y Carlos Tejeda, entre 1991 y el 2000; y la Embajada de México en Alemania, hecha entre 1997 y el 2000. Su más reciente obra es el nuevo edificio académico de la Universidad Iberoamericana.

Premios internacionales que ha recibido el proyecto arquitectónico de la UIA Ciudad de México, antes del nuevo edificio académico:
• UIA Ciudad de México: Premio Especial del Consejo Regional de Plovdiv y Medalla de Plata, en la Quinta Bienal Mundial de Arquitectura, en Sofía, Bulgaria (1989).
• División de Ingeniería y Extensión Universitaria de la UIA (edificios F-G): Premio Especial del Alcalde de Viena, Austria, Medalla y
Diploma, en la Séptima Trienal Mundial de Arquitectura INTERARCH’94, en Sofía, Bulgaria (1994).
• División de Ingeniería y Extensión Universitaria de la UIA Ciudad de México (edificios F-G): Primer Lugar Categoría Diseño Arquitectónico, en la Segunda Bienal de Arquitectura y urbanismo de Costa Rica, en San José, Costa Rica (1994).
• División de Ingeniería y Extensión Universitaria de la UIA Ciudad de México (edificios F-G): Mención en la Tercera Bienal de Arquitectura Mexicana, en la Ciudad de México (1994).
• Reconocimientos Establecimiento Amigo 2000 y 2001.

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