En los orígenes del Gigante
Por Mireya Pérez Estañol

Con una voz grave, pensada y franca, característica de aquellos que saben negociar, el licenciado
Luis Martínez Argüello recuerda cómo se dieron los primeros pasos que hicieron de Cemex un gigante de talla internacional.

¿Cuándo toma contacto con la construcción?

Mi contacto con la construcción se inicia a través de la industria cementera cuando me incorporo al equipo de trabajo de Cemex, a finales de 1968, en Torreón, Coahuila, donde había una planta de cemento muy pequeña que producía 150 mil toneladas al año. En aquellos años la producción total de Cemex apenas representaría 4 o 5% del mercado nacional.

Lic. Luis Martínez Argüello.

¿Cuánto tiempo estuvo en esa planta, y cuál fue su desempeño en la misma?

Estuve en esa planta dos años, pero en año y medio logré hacer crecer su producción de 12 mil a 25 mil toneladas. Asi surgió la necesidad de un horno nuevo, y para iniciar la construcción del mismo, por parte de Cemex, llegó el ingeniero Lorenzo Zambrano.

Posteriormente, hacia 1971, las necesidades de la empresa me llevaron a visitar cada vez con mayor frecuencia sus ofici-nas en Monterrey, hasta que en 1972 me establecí en la capital regia como gerente de Mercadotecnia y Distribución de lo que era en ese entonces el grupo Cemex.

Pasado el tiempo y después de un gran esfuerzo de reinversión y de trabajo en equipo, el grupo llegó a cubrir hasta 35% del mercado nacional. Yo desempeñé el cargo de
director de Mercadotecnia y Distribución y más tarde tuve bajo mi responsabilidad la planeación de largo plazo y la planeación estratégica de todo el grupo, hasta que en 1982, por razones personales, me retiré del grupo.

La primera etapa que viví con el grupo duró 14 años. En el transcurso me relacioné con constructores importantes y funcionarios de gobierno. En aquel entonces se construía
mucha infraestructura, presas, carreteras, puentes, puertos; el país estaba inmerso en una fase de crecimiento que Cemex supo aprovechar.

¿Cómo vivió esta primera etapa con Cemex?

Con mucha emoción y mucho nerviosismo, ya que además de haber controles de precios y permisos de exportación, me tocó vivir en 1969 las primeras compras de plantas de concreto, Concretos Premezclados de Juárez, Concreto Cascajo y Arena de Torreón, adquisiciones con las cuales se conformó Concretos Monterrey y se llevó toda la operación a
la capital regia. Luego se compró una pequeña planta en San Luis Potosí y ahí nació Concretos Cemex, que se escribía con doble M.
Me correspondió entonces implementar el inicio de la exportación hacia la zona de Estados Unidos, primero a Texas, desde la planta de Monterrey, y luego a California y
Arizona, desde la planta de Ensenada. Desde luego, las exportaciones no eran lo que ahora. En aquel entonces eran 300 mil toneladas al año, y el mundo también era otro.

Entre los obstáculos que había que vencer se encontraba el gobierno; con-seguir los permisos de exportación no era cosa fácil ya que el cemento y el concreto eran considerados un
producto estratégico para el crecimiento del país. Pero
gracias a estas dificultades aprendí a negociar con éxito.

Más tarde tuve la oportunidad de estar en Apasco como director de Comercial Internacional, y después de ocho años me invitó Lorenzo Zambrano para reincorporarme a Cemex, primero como asesor y más
tarde como director de Mercadotecnia del Grupo. En ese entonces Cemex ya cubría cerca de 70% del
mercado nacional y se consolidaba como un importante exportador; tras la adquisición de Cementos Anáhuac y Cementos Tolteca. Era considerado un jugador internacional, y me tocó estar presente, hasta finales de 1994, en el área de mercadotecnia; luego me incorporé a la oficina corporativa en México como asesor y director de Proyectos Especiales.

¿Cómo se inicia su relación con el IMCYC?

Hace muchos años que estoy en contacto con el IMCYC, primero como tesorero, consejero, vicepresidente, y durante casi nueve años como presidente.

¿Qué proyectos importantes se trataron en estos años en el IMCYC?

En contacto con los constructores promovimos e implementamos muchos proyectos, entre ellos el de pavimentación urbana, el concreto celular, el estampado, pero sin duda el más importante que impulsamos
con el Instituto fue el proyecto carretero de concreto, que hoy es una realidad –actualmente se tienen
aproximadamente 5 mil kilómetros-carril en todo el país. Por otra parte, se sigue incrementando
la pavimentación urbana y se ha enfocado otro tipo de proyectos como el segundo piso, que es muy ne-cesario.

Los segundos pisos son cosa de todos los días en otros países, son proyectos muy normales en Oriente,
Europa y Estados Unidos, son estruc-turas que facilitan la transportación. Continuando con la respuesta,
puedo mencionar que gracias a la intervención del IMCYC en el mercado internacional, desde hace 10 años apoyamos a los países miembros de la Federación Interamericana del Cemento (Ficem), esta colaboración se da por ser México el país más avanzado en esta tecnología.

¿Cuál fue la primera experiencia mexicana con las carreteras de concreto?

La primera carretera de concreto mexicana se hizo en 1929. Es la del Desierto de los Leones, cuya placa
conmemorativa está sobre la Avenida Insurgentes y Altavista, donde empezaba. Fue el ejemplo para impulsar las otras carreteras.
Ahora bien, la primera carretera contemporánea que hicimos con Cemex fue en 1993 en el estado de Morelos, como muestra. Luego construimos un tramo de la carretera Guadalajara-Tepic, después Tihuatlan-Poza Rica y, para dar un ejemplo cercano al Distrito Federal de una carretera de nivel internacional, tenemos el tramo Palmillas- Querétaro, que ya cumplió cinco años y no ha necesitado mantenimiento alguno.

Con una trayectoria tan amplia, ¿cuándo inicia su vida profesional?

Tuve necesidad de trabajar desde muy pequeño porque mi padre murió cuando yo tenía 14 años. Para poder pagar mis estudios en la Universidad Iberoamericana, en principio trabajé con un tío, en una l-vandería
y en la apicultura.Ya en la Universidad Iberoamericana, trabajé con Julio Fesler, actual embajador de México en la India, en Colgate Palmolive, en Olivetti, y después me independicé, me hice minero explotando el manganeso pero me tuve que retirar por aquello de que para ser minero se necesita un ingeniero, un minero, y un tonto que ponga el dinero. Más tarde tuve un empleo en una agen-cia de automóviles Ford, posición que para mí fue estratégica.

En esa agencia me conecté con Cemex, gracias a que logré cerrar la compra de unos camiones en Torreón, y no en Monterrey como era la intención. Ahí se inició mi relación con el cemento y la construcción.

¿Realizó algunos otros estudios?Tuve la oportunidad de que Cemex me becara en la Universidad de Harvard en un programa en administración avanzada para altos ejecutivos.

Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, ¿quién es ella?

Desde luego, mi esposa: vamos a cumplir 37 años de casados. Es una gran señora, que se crió en Torreón, y con ella he tenido un matrimonio feliz con cuatro hijos y cuatro nietos; en ella he tenido un apoyo firme siempre.

¿Qué hace en los tiempos libres?, ¿hay tiempos libres?

Me gusta estar con mi familia, disfrutar a mis nietos, y ya siento que les he restado tiempo, porque además del trabajo me he involucrado en muchas actividades gremiales.

¿Como cuáles?

Soy presidente de la Asociación Mexicana de Caminos Nacional , fui consejero y presidente de la Cámara del Cemento, tesorero y tres veces vicepresidente de la Concamin, presidente de la Comisión de Comercio Exterior. He estado en las negociaciones internacionales, primero como coordinador de la mesa de acceso de barreras no arancelarias para la industria de la Unión Europea, que llevamos a buen término en 1999, y ahora como coordinador de la Coordinadora de Organismos Internacionales para el Comercio Exterior (COESE), organismo que más se le conoce como el cuarto de junto y es el grupo asesor del gobierno en todas las negociaciones internacionales de México; ahora me toca la responsabilidad de coordinar a todo el sector privado en la asociación con Japón.

Por lo anterior, siento que debo aprovechar cada minuto que pueda convivir con mi familia. Me gusta estar con ella, es el mejor lugar del mundo al que yo pueda regresar.

Me gusta leer y me gusta la televisión e ir al cine, pero también me gusta, como se dice por ahí, hacer adobes en el tiempo libre, porque soy socio fundador de otro grupo, que se llama Centro de Estudios Estratégicos Nacionales. En este grupo tenemos entre afiliadas a 37 instituciones y universidades y con-federaciones, hacemos estudios de prospectiva para que el país vaya por buen rumbo.

Esto lo hago porque creo que debemos apoyar a la juventud que tiene muchas ganas de salir adelante.
A pesar de que las condiciones del país son más difíciles para ellos de lo que fueron para los de mi generación, siempre hay un mañana, hay un futuro, hay mucho trabajo por hacerse bien, y esto sólo se logra con preparación y perseverancia.

Es la era del conocimiento y de la comunicación, siempre hay que seguir, tomar las lecciones del pasado, pero manteniendo la mirada puesta en el futuro.

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