¿Cómo
nace esta predilección por la arquitectura?
Siempre me interesó mucho la arquitectura, desde que era estudiante
de historia del arte. Por otra parte, tuve la enorme suerte de que mi
primer trabajo fuera con Mario Pani, en la Revista de Arquitectura, lo
que me abri lo ojos para muchas otras cosas.
Fue allí donde nació -por así decirlo- el trabajo
que como investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas
de la UNAM he venido realizando durante aproximadamente 20 años
en torno a la arquitectura mexicana de los siglos XIX y XX.
¿Qué se entiende por crítico de la arquitectura?
La historia y la crítica siempre van juntas; hay personas que sólo
se dedican a hacer crítica, por ejemplo, de literatura, y a leer
libros o ir a las exposiciones y hablar en torno a esto. Para mí,
la historia y la crítica siempre van juntas en el sentido de análisis
y transmisión de aquello que se ha visto o leído. En mi
caso, siempre he visto la crítica ligada a la historia, a la investigación;
la crítica no sólo es pararme frente a un edificio, es saber
qué está pasando en ese momento en el mundo del arte, de
la literatura, del arte en general, pero es algo totalmente personal.
Yo no puedo decir que sea nada más historiadora, o nada más
crítica, puedo decir que soy las dos cosas, soy integral en ese
sentido, no puedo hacer un texto que sea solamente crítica, solamente
análisis, o textos sólo de investigación: todo siempre
está permeado, lo uno con lo otro.
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Louise
Noelle Gras de Mereles es historiadora del arte, miembro del Consejo Directivo
del Comit Internacional de Crticos de Arquitectura e investigadora
del Instituto de Investigaciones Estticas de la UNAM. Domina el
francs, el ingls y el italiano, y en su vida personal es esposa
y madre de dos hijos.
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¿Alguien
o algo definió su carrera?
Puedo decir que fue una serie de maestros importantes los que primero
me definieron hacia la historia del arte y después hacia la arquitectura
contemporánea en México.
Hacia la historia del arte, fue determinante la influencia que recibí
de H. W. Jansen, a través de su libro Registro de la Arquitectura
y cuando tuve en suerte conocerlo, mucho tiempo después.
Y hacia la arquitectura, cuando estudié historia del arte en la
Universidad Iberoamericana. Había maestros que también lo
eran de la facultad de Arquitectura, recuerdo con especial interés
a Carlos González Lobo, a Jesús Barba, Ricardo Arancón,
Alberto Híjar -que no es arquitecto pero se ha ocupado mucho de
la arquitectura-, y en ese sentido me ha atraído muchísimo
Oscar Olea, y posteriormente Mario Pani, una persona muy generosa que
al invitarme a trabajar con el me enseñó mucho, tanto de
edición de publicaciones como de arquitectura en general.
Hubo otro maestro que para mí fue fundamental: Javier Moyssén
(que murió el año pasado). En el momento en que yo llegué
al Instituto de Investigaciones Estéticas, él me encaminó
hacia una investigación académica más sólida,
si se puede decir que he llegado a lograrla.
Del extranjero, hay algunas personas a las que he tenido la suerte de
conocer, como Bruno Zevi, por ejemplo. Fuimos muy buenos amigos, y puedo
decir que esa visión tan rotunda que él tenía de
la arquitectura, ese enamoramiento, esa combatividad, para mí fueron
grandes lecciones.
¿Qué
investigación le ha dejado más satisfacciones?
El libro Arquitectos contemporáneos es un trabajo de mucha calidad.
Lamentablemente el diseño y la presentación no son tan buenos;
sin embargo, para mí es un libro importante, por lo que lo estoy
actualizando. La investigación que contiene llega hasta 1985, y
estoy llevándola hasta 2000.
Por otro lado, hay libros que he disfrutado hacer, como el de Vladimir
Kaspé, porque me dio la oportunidad de conocer a un hombre fantástico,
y porque es un libro muy bien logrado, bien diseñado, con magníficas
fotografías de Guillermo Zamora que tenía Kaspé.
También el libro Luis Barragán, que luego se publicó
en Italia, me permitió tener un espacio internacional, porque creo
que es de los primeros que se han hecho tomando en serio a Barragán,
investigándolo, no haciendo poesía o republicando fotos.
Por mi parte, todo se volvió a fotografiar, porque si vamos a ocupar
un espacio, si vamos a gastar papel y tinta, debemos presentar otras fotos
y otras propuestas.
La visión que tuvo Salas Portugal de Barragán es la de los
años cincuenta y sesenta, y si vamos a escribir en el 2000, tengamos
la visión del 2000; cada generación debe escribir su propia
historia.
¿Cuál
es su siguiente meta?
En este momento, terminar de actualizar Arquitectos contemporáneos,
y esto va ligado a mi tesis de doctorado, donde hago la propuesta de que
en el siglo XX, ya que conocemos a los arquitectos, no debemos quedarnos
con la visión de las construcciones, sino contar la historia de
los arquitectos, de cómo se influyen, se dan clases, se rechazan
los unos a los otros. Hay que entrelazar las líneas, saber con
quién trabajaron, con quién estudiaron, y con esta información,
tejer un poco los hilos conductores de por dónde llegaron las influencias
y las relaciones de la arquitectura del siglo XX, para poder dar otra
visión de la arquitectura mexicana sobre esta base.
¿Cuál
es su visión para la arquitectura en el siglo XXI?
Es difícil, no me gusta hacer pronósticos, pero tenemos
grandes jóvenes, grandes arquitectos, México es una tierra
de tradición de cultura. Ya no viéndolo desde el punto de
vista de los estilos, creo que a futuro debemos tener una conciencia más
completa de lo que es México en los diferentes estratos, y creo
que los arquitectos harán propuestas en las que se manifiesten
las preocupaciones sociales, las climáticas, las relativas a los
materiales, la economáa, la cultura, de la identidad frente a la
globalidad.
¿Cree
que hay una crisis en las escuelas de arquitectura?
Hay escuelas con crisis y otras con crisis parciales, no se puede generalizar,
pero lo que evidentemente hay es una crisis económica y en la industria
de la construcción, y esa sí que perjudica al arquitecto.
Nos estamos dando cuenta de que muchos están parados, de que en
la medida en que la crisis ha recrudecido, ha afectado a espléndidos
arquitectos nacidos en los años veinte, quienes me han dicho: "Lo
que tenía que decir en la arquitectura, si no lo he dicho ya no
lo voy a decir, porque para cuando acaben estas crisis voy a tener 80
años y ya no me va a contratar nadie".
Además, ahora hay cientos de jóvenes que están luchando
por un lugar.
¿Qué cualidades personales le han permitido llegar al
puesto que desempeña?
Trabajo, todo es trabajo. Todos tenemos una parte de talento, pero el
talento sólo se asoma cuando uno trabaja. He llegado porque llevo
muchos años trabajando y por tener la suerte de estar aquí,
en el Instituto de Investigaciones Estéticas, con muchos colegas,
con mucho apoyo de amigos, la suerte de haber conocido a Pani y, aunque
suene un poco presuntuoso, tengo que decir que por la enorme pasión
que tengo por la arquitectura, en especial por la arquitectura mexicana.
¿Qué
les diría a los jóvenes?
Que tengan pasión por la arquitectura, que se emocionen con ella,
que no es cualquier cosa, que es la mayor de las artes, que es grande,
la madre de todas las artes. Por otro lado, les diría que estudien
mucho de todo, no sólo de arquitectura, sino de todas las disciplinas,
en todos los tiempos.
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