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Con un estilo sencillo, pero con la seguridad de la juventud exitosa, el doctor Sergio M. Alcocer Martínez de Castro, hoy director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, comparte sus puntos de vista con nuestros lectores. ¿Cómo
se ve a sí mismo? En lo personal cuento con una familia sólida, con unos padres que son un ejemplo, una esposa que me apoya, un par de niñas que me motivan para seguir trabajando, y una familia política que me ha dado su confianza. |
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En el ámbito laboral tuve la oportunidad de encabezar un grupo de jóvenes estudiantes que ingresamos al Cenapred casi al mismo tiempo, y como su representante me tocó recibir los premios, pero debo decir que estos reconocimientos se debieron a los resultados de un trabajo en equipo. Lo que más aprecio de mis compañeros es su generosidad, pues lo que hacen lo hacen por la satisfacción de lo bien hecho, y no por buscar un premio. ¿Qué
cualidades le han hecho llegar a donde se encuentra? ¿Qué maestros influyeron en su vida profesional?
Hubo muchos, pero recuerdo con gratitud especial, desde la primaria, a
aquellos maestros que exigían y me obligaron a ser un buen alumno. También, colaboré como becario con el ingeniero Neftalí Rodríguez Cuevas, de quien aprendí el rigor que debe tener al proceso de investigación y la relación existente entre la teoría y la práctica. Después, en Estados Unidos, recuerdo al profesor James Jirsa, uno de los investigadores más sobresalientes en estructuras de concreto en el nivel mundial, quien me enseñó una manera de ser y de vivir la ingeniería, de ser investigador, el trato con los estudiantes y el nivel de facilidad con que la investigación debe llevar los resultados a la practica. Estas
experiencias reafirmaron mi quehacer en la ingeniería estructural,
que si bien debe tener bases prácticas, serias, robustas, mecánicamente
comprobables, debe derivar en soluciones fácilmente aplicables. ¿Es difícil para un estudiante mexicano estudiar en el extranjero? En mi caso, mis padres me apoyaron para salir un par de veces de intercambio a Estados Unidos para aprender el idioma, lo cual me dio la oportunidad de convivir con dos familias en circunstancias diferentes. Claro,
no es lo mismo ir un par de meses que estudiar en una universidad. Pero
cuando se dio esta oportunidad, la tomé como una aventura, con
el aval de una buena recomendación y unas muy buenas calificaciones. ¿Recomienda esta experiencia? Sí. Si lo que se quiere es tener una planta de investigadores de alto nivel,. se los debe exponer no nada más al conocimiento, sino también a ambientes más agresivos o cuando menos no tan familiares, para crecer como personas en la realidad del mundo con que vamos a interactuar; debemos estar preparados para salir y recibir. Se ven las cosas mejor desde fuera,¿ no? Creo que sí, se aprenden otros puntos de vista, diferentes filosofías sobre una práctica que también es diferente, y que si se logra traspolar bien es muy enriquecedora. ¿No tuvo la tentación de quedarse en Estados Unidos? Sí pero no estaba del todo convencido de hacerlo, pues yo tenía interés en regresar a México. Tuve varias ofertas, una muy interesante, en una de las firmas de ingeniería más prestigiadas de San Francisco, pero justo cuando tenía que aceptar empezó la guerra del Golfo Pérsico y entonces, por motivos de angustia, la empresa retiró la oferta. En ese momento, se dio la oportunidad de regresar a México, al Cenapred. También, tuve el ofrecimiento para incorporarme a una universidad americana, pero no me interesó, ya que esto significaba un compromiso de por vida. ¿Qué significa para usted un reconocimiento tan importante como el que acaba de recibir? Es un estímulo para seguir adelante, un reconocimiento al trabajo desarrollado, la oportunidad para seguir aportando y tratar, en mi campo, de mejorar el comportamiento de las estructuras, entender mejor su comportamiento mejor para poder hacer que las estructuras de concreto sean cada vez más seguras, confiables y económicas. ¿Hacia dónde va la tecnología del concreto?
El mundo del concreto está cambiando se está apoyando mucho
en la ciencia de los materiales y en general en la ingeniería estructural. Sin embargo, para cumplir con los requisitos de tener concretos más durables, más trabajables y de mayor resistencia, se les tienen que agregar elementos químicos para los cuales un ingeniero civil o un arquitecto no está preparado. Tenemos una educación en química muy incipiente, básicamente lo que estudiamos en preparatoria. Sin embargo, cada vez más se utiliza el concreto en combinaciones con otro tipo de resinas o materiales y se debe estudiar el diseño y la respuesta de esos materiales. El
concreto tiende a adoptar marcos de referencias similares a los que se
siguen en el estudio de mecánicas de nuevos materiales, y hacia
allá tendremos que ir los ingenieros estructuristas, no sólo
aprender elementos mecánicos, sino también conocer la naturaleza
misma de los materiales. ¿Cómo se ve dentro de 20 años? Dedicado a la investigación, evitando lo administrativo, que no me gusta. Me veo con gente joven, es muy motivante trabajar con ellos, desarrollando proyectos para la industria y para el gobierno, aportando soluciones innovadoras y económicas, en comités tanto nacionales como internacionales que tengan que ver con las estructuras, con su diseño, con su refuerzo. En un foro juvenil ¿qué les diría a los asistentes? Que la sociedad está basada en las carreras profesionales que desarrollan la infraestructura, como la arquitectura y la ingeniería civil, y aunque en este momento son disciplinas que no están de moda pues no tienen el glamour de la computación y no están bien remuneradas, son carreras que siempre se van a necesitar, porque nunca dejaremos de construir caminos. Si llega el tiempo en que ya no usemos coches, seguramente necesitaremos aviones o helicópteros y tendremos que construir las bases para aterrizarlos; siempre tendremos que construir una estructura, y eso corresponde a los ingenieros. Fundamentalmente, el diseño lo tiene que hacer el ingeniero civil, que debe estar adecuadamente preparado; este es un campo fértil que ofrece un amplio desarrollo.
El ingeniero tiene que ver con todo lo que hace que el mundo opere: podemos
tener computadoras, pero si no tenemos las plantas que generen la energía
eléctrica, si no tenemos presas, ¿cómo vamos a poder
echar a andar las computadoras? El mundo funcionó antes sin computadoras,
pero no va a existir la civilización si no tenemos presas, caminos,
aeropuertos, viviendas en cantidad y calidad, allí entra la ingeniería
civil. El
estudiante debe estudiar, prepararse, no perder tiempo en una política
vacía. La historia es muy clara, quienes se dedican a eso probablemente
aparezcan durante un tiempo en los periódicos todos los días,
pero eso no hace mejor este mundo. SERGIO MANUEL ALCOCER MARTÍNEZ DE CASTRO
• Ingeniero Civil, Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional
Autónoma de México |
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