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Para la realización del Proyecto Ejecutivo de esta obra se invitó a cinco equipos integrados por arquitectos de reconocida trayectoria, especializados en conservación y rehabilitación de edificios históricos, así como en la construcción de vivienda de interés social. El ganador de este concurso fue el Arq. Alejandro E. Suárez Pareyón, respaldado por su experimentado colectivo del Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos, AC. Cabe mencionar que las viviendas, en total 37, además de seis locales, ocuparán las crujías originales del antiguo inmueble, más las que se levanten en los niveles superiores del fondo del predio, de acuerdo con la normatividad vigente y las recomendaciones del Instituto Nacional de Antropología y el esquema del patio en su forma y dimensión originales; tratar de solucionar el interior de las viviendas de tal manera que el mayor número de estas tengan la posibilidad de participar del espacio del patio, así como aplicar la solución de los “tapancos” para ampliar la superficie habitable en los espacios rehabilitados y desarrollar una tipología de vivienda que pueda adaptarse a la mayor parte de las situaciones que el esquema de patio impone, proponiendo inclusive algunas con dos niveles interiores, proponiendo escaleras por núcleos habitacionales para no caer en la propuesta de largos pasillos perimetrales para acceder a los departamentos de las plantas altas. La Casa de la Covadonda se encuentra en la actual calle de Belisario Domínguez -San Lorenzo y Pila Seca, en la nomenclatura antigua-, en el espacio urbano delimitado por los templos de los ex conventos de Santo Domingo y San Lorenzo. La manzana en donde está el predio limita al norte con la calle Carmen R. del Toro Lazarín -antes de La Misericordia-, al oriente con República de Chile y al poniente con la calle de Allende. Desde su origen estuvo destinada a la beneficencia y durante más de un siglo perteneció a la Fundación Rafael Dondé. En años recientes fue vendida al Gobierno de la Ciudad por gestión del Fideicomiso del Centro Histórico. |
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La
rehabilitación de una de las edificaciones más singulares
del Centro Histórico de la ciudad de México conjunta los
esfuerzos |
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MIRANDO A LA HISTORIA
Según explica el Arq. Alejandro E. Suárez Pareyón,
la Casa de la Covadonga es una construcción posiblemente realizada
durante el siglo XVII y desarrollada en ese tiempo en una sola planta,
según se constata en la pintura que decora un biombo atribuido
a Diego Correa, ca. 1690, representando en perspectiva la ciudad virreinal.
En la manzana objeto de estudio se observan dos edificios, uno de un
solo nivel -La Covadonga- y junto otro de dos niveles, ambos con patios
cuadrangulares al centro. En la imagen se observa la manzana posterior
en donde sobresale el volumen cuadrangular del templo de La Misericordia
coronado por una espadaña, al lado norte de la barda que delimita
al conjunto de La Misericordia se puede ver la acequia -actual República
de Perú- y el puente que la cruza. Se puede observar también que los edificios que ocupan el oriente y sur de la manzana tienen un solo nivel, mientras que los del lado poniente tienen dos niveles de altura; todos los edificios que se muestran en el plano se desarrollan en torno a patios centrales. Al norte de la manzana de La Covadonga se observa la casa de La Misericordia y la calle del mismo nombre que remata en el cuadrángulo de Santo Domingo «Con
la información documental disponible, el análisis de las
imágenes de época y la lectura e interpretación
del edificio suponemos que cuando cumplía las funciones de hospicio
y antes de la desamortización de bienes del clero y de las instituciones
religiosas en el siglo XVII, se desarrolló todo el conjunto en
un solo nivel, es posible que el patio principal, así como la
arquería y corredor se hallan hecho en ese tiempo -advierte el
Arq. Suárez Pareyón-. En la segunda mitad del siglo XVIII,
antes o simultáneamente a la propuesta y gestión legal
de la solicitud para obtener la Real Cédula que reconociera la
constitución de la beneficencia y fundación del hospicio,
se hizo una ampliación que dio como resultado las tres casonas
y accesorias que ocupan el frente del edificio, siendo ocupadas, como
sabemos por los distintos informes encontrados, por la directora o matrona,
la maestra y el capellán. Eso puede explicar las características
y la calidad de la construcción que ocupa las crujías
del frente del edificio en sus dos niveles. Las distintas instalaciones
del hospicio quedaron resueltas en un esquema en forma de “U”
con accesos abiertos, iluminación y ventilación hacia
el corredor y patio en forma de claustro, ocupando un solo nivel. OTRAS OPINIONES SOBRE LA COVADONGA En el taller de CENVI, al sur de la capital, platicamos con dos de los arquitectos encargados de dar curso a la rehabilitación de esta obra, Alejandro Martínez Macedo y Luciana Contreras Caro, quienes destacan que hay una parte muy importante del edificio que se recupera no sólo como rehabilitación, sino como la restauración del partido arquitectónico original, en el entendido de que se trata de un proyecto de vivienda de interés social piloto, con el cual arranca el Programa de Alto Riesgo en el centro de la ciudad y con la intención de alcanzar un nivel superior en todos los sentidos. Recuerdan ambos que ya hicieron otro proyecto de esta índole, el cual originalmente se previó como una rehabilitación parcial y terminó siendo la obra más costosa del Programa Emergente de Vivienda Fase II, el edificio ubicado en Dr.Liciega No. 173, en la Col. Doctores. Advierte el Arq. Martínez Macedo que se están demoliendo los inmuebles antiguos no catalogados, pero aquellos con valores históricos deben rescatarse en la medida de lo posible. «Y se hace una evaluación exhaustiva de cada edificio por la Mesa de Trabajo conformada por el INBA, el FCH, INAH, SEDUVI, Sitios Patrimoniales, donde se analiza cada caso pues resulta muy difícil admitir la demolición sin más. Por ejemplo, hay un edificio del que únicamente sobreviven los muros, sin cubiertas ni entrepisos, pero hemos detectado que es del siglo XVII, una vecindad ex profesa, hecha para dicho uso y si uno observa esos muros están en pie, a plomo, mejores que otros actuales y pueden aprovecharse. «Así, en el caso de La Covadonga se determinó recuperar al máximo todo lo posible, en especial, las dimensiones originales del patio, y hacer la menos obra para recuperar dichos espacios, utilizando los muros disponibles, metiendo nada más la escuadra con la que se forma el baño y los tapancos, hechos con un sistema de perfiles desmontables y madera. En ese sentido, tenemos experiencias previas y se ahorra mucho dinero, con gran flexibilidad...»- Al abordar el papel desempeñado por el concreto en rehabilitaciones de esta índole, comentan que en respuesta a los lineamientos del INAH, en vez de cal, como alternativa, en otras obras han aplicado calidra como aglutinante con cemento Pórtland. «En la Casa de la Covadonga, en la sustitución de entrepisos y cubiertas de la parte más antigua, de las tres primeras crujías, estamos utilizando vigas de madera, un tablado, encima del cual va una capa de compresión con malla electrosoldada hecha a base de concreto, mientras los entrepisos nuevos son de vigueta y dovela. Esto se definió por dos razones, el costo-beneficio y evitar que se incremente el peso. O sea, si utilizáramos el sistema tradicional con vigas de madera, con doble tablado terrado, aumentarían los precios y, además, el peso. No obstante, aún cuando proponemos la sustitución de los elementos de madera, pensamos recuperar mucha de la existente, no así para el área donde contemplamos la vigueta y dovela.»
La Arq. Contreras Caro expone algunos datos preliminares, «pero
tenemos previsto el uso de 221 toneladas de cemento gris... Contamos
con los cálculos generales, pero sólo participamos en
la obra como proyectistas, no como constructores... Sin duda, es de
las obras más importantes realizadas en el centro de la capital.
Son 37 viviendas, de diversas dimensiones, entre 65 y 70 m2, sin contar
muros, sólo áreas habitables, lo cual es bastante para
el nivel de interés social. La altura sobrepasa el promedio actual,
pues cada área es de 2.5m. También, incluye seis locales
comerciales, algunos con tapancos para ganar espacio, y están
en los 60 m2. En áreas comunes destaca el patio colonial central
de 400 m2, con la fuente en el medio y con un pavimento, que en las
circulaciones cuenta con concreto martelinado. «La inyección de grietas se resuelve con productos epóxicos, pues las pocas existentes están en el tepetate, que no asimila fácilmente el cemento -añade el Arq. Martínez Macedo-. Por otra parte, el edificio no muestra hundimientos diferenciales, pues al sacar las nivelaciones se comprobó sólo una baja de cinco cm, nada teniendo en cuenta su ubicación en el Centro Histórico y el tamaño del edificio. Hay dos hipótesis, la primera que posiblemente se haya construido arriba de algún vestigio arqueológico, y la otra que se ha salvado de hundirse por estar en el medio de la manzana, mientras el resto está como un columpio.«En verdad, se trata de un edificio muy sano y hemos descubierto muchos detalles al hacer las calas. Al parecer se hizo por etapas. Suponemos que la inicial consistió sólo en las tres crujías delanteras y el primer nivel. La segunda etapa abarcó las crujías perimetrales al patio y después tuvo algunas modificaciones. Entre éstas, una hecha a comienzos del siglo XX, alrededor de los años 30, que representó una remodelación integral a cargo de arquitectos o ingenieros conocedores, que sabían de los materiales del momento, incluso, se aplicó concreto como algo muy novedoso, y se generó un pasillo perimetral para darle acceso a las viviendas de la planta alta. Implicó una ampliación, aunque no pudieron rescatar el partido original del edificio» -concluye el entrevistado-. |
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