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El
gran arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, en la jovialidad de sus
95 años, sigue nutriendo la imaginación de los espacios.
Sus proyectos son ahora tan audaces como cuando tenía 20 años.
Últimamente ha proyectado para la famosa Costa Amal- Amalfitana
fitana fitana, en Ravello, Italia, un pueblo situado a 360 metros de altura
sobre la colina que domina Amalfi, un maravilloso auditorio que se inserta
en el paisaje de Ravello como un signo distintivo “pero no disonante”,
que será concluido en el 2005. EL OJO DEL ARQUITECTO Otra
obra reciente de Niemeyer es el NovoMuseu (o Museo Niemeyer), el museo
más grande de Latinoamérica, el centro de la cultura del
Paraná, con 144 mil m2, incluyendo un bosque y la aldea de la cultura,
con 30 mil m2 de área construida. Invitado por el gobierno del
Paraná, el arquitecto aceptó modificar el Edificio Castello
Branco, y levantó una estructura de concreto armado, dándole
forma de ojo, la cual abriga un pasillo monumental de 2,100 m2 de exposiciones. |
Es un gran constructor, pero tal vez hoy día sea más un personaje porque cuesta comprender sus logros. No ha sido sólo un autor de formas sensuales, ha sido un arquitecto que pensaba como un ingeniero”. Paulo Mendes da Rocha. |
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El Ojo anexado a la estructura previa es una edificación elevada, en doble balance, con 70 m de ancho y 30 de largo, con una cubierta en forma parabólica apoyada en un elemento central de 21 metros de altura, todo de concreto preesforzado. Un pasaje subterráneo comunica a los dos predios y los elevadores llevan a los visitantes a una sala de exposiciones de 2,100 m2 y a otra más en el piso inferior de 900 m2. La
fachada fue revestida con vidrio, por lo que todo parece flotar sobre
un espejo de agua. Arquitectura, Artes Plásticas, Diseño
y Urbanismo son las disciplinas que se hospedan permanentemente en ese
recinto de lujo, del que todos los habitantes de la región se
sienten orgullosos. CASI UN SIGLO EN LA VANGUARDIA
El arquitecto más famoso del mundo no recuerda cuantos premios
le han conferido; ni quiere saber cuántos libros se han escrito
sobre su persona. Sobre todos los materiales, ha declarado que prefiere
al concreto sobre el metal, y por encima de la recta exalta la línea
curva. Para evitar influencias, no lee sobre arquitectura. Aclara que
no es millonario. Tiene 95 años y no está enfermo. No
esconde su comunismo ni su ateismo, aunque ha construido magníficas
iglesias, mezquitas, sinagogas y catedrales: EL EJE DE LAS CURVAS Oscar Niemeyer, o más bien, Óscar de Almeida Soares Filho, nació hace casi cien años (en 1907), sobre el lado más ondulado de las colinas de Río de Janeiro. El famoso arquitecto franco-suizo Le Corbusier, con quien tuvo la fortuna de colaborar le recordaba: “Tienes en la retina de tus ojos impregnada la figura de las montañas de Río; son las lúbricas evocaciones del cuerpo femenino, tendido, redondo”. Después de graduarse en la Escola Nacional de Belas Artes en Rio de Janeiro (1934), Niemeyer se sumó a otros arquitectos brasileños, entusiasmados por los nuevos materiales, como el concreto. En esas fechas participó en la construcción del nuevo Ministerio de Educación de Río de Janeiro. Esa experiencia lo marcó para toda la vida. Aunque Niemeyer lo niega: “Pienso que Le Corbusier fue, en efecto, un arquitecto muy importante. Pero mi arquitectura ha sido diferente a la suya... Creo que la única influencia que tuve de él fue el día que me dijo: ‘La arquitectura es invención’. Eso lo tomé como una máxima en mi trabajo”. Niemeyer destaca que para él “la vida es más importante que la arquitectura”, y la curva, la línea de la vida. “Lo que me atrae es la curva libre y sensual. Las curvas que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos. En el mar. En las nubes. En el cuerpo de la mujer deseada...” Confiesa que siempre ha querido ser escritor, pero, sin escribir una línea siquiera, ha demostrado ser un poeta,”“a lo mejor por eso he vivido tanto”. Aunque asevera que lo que lo mantiene vivo es la actividad continua, diaria. Se conocen de él más de 500 proyectos en más de 15 países, y aún no muestra signos de cansancio ni de querer colgar la escuadra. Todavía vigila sus obras y cuida los detalles. UNA VIDA ALREDEDOR DEL CONCRETO
El carácter escultural de su obra ha sido un logro gracias a
una sabia utilización del concreto armado para obtener volúmenes
arquitectónicos de gran riqueza formal. Es tal la importancia
del concreto armado en su obra que en el discurso de aceptación
del Premio Pritzker en 1988, el más codiciado en la comunidad
de arquitectos, Niemeyer elogió a este material: “Primero
fueron los muros de piedra; luego los arcos, después los domos
y las bóvedas. Y en la búsqueda de espacios más
amplios, el concreto reforzado le dio alas a la imaginación,
y la arquitectura pudo darle vuelo a las formas”. EL DESPEGUE DE PAMPULHA
Niemeyer comenzó a trabajar con Lúcio Costa, quien encabezaba
la vanguardia en Latinoamérica, y con quien, más tarde,
va a delinear la epopeya arquitectónica de Brasilia. En 1939,
ambos realizaron el pabellón brasileño para la Feria Mundial
de Nueva York, y en 1943 la residencia Peixoto. En esos años
(entre 1938 y 1941), Juscelino Kubitschek de Oliveira, alcalde de Belo
Horizonte, y más tarde presidente de Brasil, le encargó
a Niemeyer la urbanización de Pampulha: UNA CIUDAD DE LA NADA
Con el propósito de descongestionar a la superpoblada Río
de Janeiro, anterior capital del país, Brasilia empezó
a construirse a principios de 1957 en una región desolada. La
nueva capital, desde 1960, está situada en el sector central
del sur, en una región semidesértica, sobre una meseta
a 1.005 m de altura, y goza de un clima templado y seco. Se comunica
con el resto del país mediante ferrocarril y una amplia red de
autopistas. La urbe se sitúa en el lindero de la utopía
(“una utopía tecnológica que concibe el orden humano
a partir de un esquema de comportamiento simple, abstracto y racional”)
y se extiende como centro simbólico del anhelo de Brasil por
el futuro y UNA CIUDAD EN TRES AÑOS
Cuando Niemeyer convirtió su propia residencia, la Casa das Canoas,
en una piedra angular de la arquitectura contemporánea, el presidente
de Brasil le pidió que se encargara, como asesor, de Nova Cap,
la entidad encargada de hacer de Brasilia la nueva capital del país:
“Juscelino vino a mi casa y me dijo: ‘Oscar, ahora lo que
vamos a construir es la nueva capital’”. Sin programa, ni
elementos de trabajo, Brasilia se construyó rápidamente...
“Por primera vez en la historia se había construido una
ciudad en tres años…; una ciudad con sus plazas, sus calles;
fue algo fantástico. Le dio una idea al pueblo brasileño
de que podía lograr lo que se propusiera”. EL EXILIO
A mediados de los años 1960 se impuso en Brasil una dictadura
militar. Ante ello, y debido a su militancia en el partido comunista,
Niemeyer huyó a Francia: “Me tuve que ir al extranjero
porque no podía lidiar con esa gente”. De Gaulle extendió
un decreto para que pudiera ejercer en ese país como arquitecto
francés: “Trabajé en Francia, Argelia, Italia, y
difundí mi arquitectura”. LA NAVE ESPACIAL
Entre sus obras más aclamadas se menciona el Museu de Arte Contemporânea
de Niteroi, Brasil (1991). Una obra sin precedentes. En un documental,
los realizadores aprovecharon la imagen de ovni que tiene el Museo e
hicieron que se desplazara por la jungla amazónica hasta la bahía
de Niteroi, donde aterrizó. Un hombrecito, moreno, de frente
grande, sin antenas, y con ojos muy penetrantes, el propio Niemeyer,
crece en la pantalla: “Mi nombre es Oscar Ribeiro de Almeida de
Niemeyer Soares. Ribeiro y Soares, de origen Portugués, Almeida,
árabe, y Niemeyer, alemán”. LAS HUELLAS DE NIEMEYER Los herederos de su estética, y de su visión social y política de la arquitectura dentro de Brasil, no dejan de venerarlo. Paulo Mendes da Rocha, de la escuela paulista de arquitectura, reconoció que Niemeyer es un modelo para los arquitectos brasileños, pero no porque copien sus formas. “No se copia a un artista, se emula su actitud de hombre capaz de inventar. Ésa es su gran lección. Para nosotros es una expresión muy fértil de la imaginación humana en un país que es todo un continente nuevo. América surge para el mundo como una esperanza y Niemeyer ha sido un artista capaz de inventar las formas que muestran que todo es posible”. |
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