¿Qué
pensaría de un plan habitacional gubernamental que garantice menos
casas construidas por menos constructores?
Recientemente,
mi compañía, Barratt American, participó en uno de
estos programas, -explica Pattinson- y al reflexionar me di cuenta de
que las Zonas de Inclusión representan casi todo lo que no se debe
hacer con respecto a la manera en que se plantea dar la solución
al problema de la vivienda en California y en el resto del país.
Si
todo está bien, ¿por qué me siento tan mal?
Estábamos celebrando la inauguración de un exitoso conjunto
de 184 casas en el sur de California, y teníamos buenas razones
para sentirnos felices: había una larga fila de compradores y mi
compañía estaba recibiendo elogios por participar en el
programa de Zonas de Inclusión.
|
¿Qué
pensaría de un plan habitacional gubernamental que garantice menos
casas construidas por menos constructores?
|
Las
cámaras de televisión enfocaban y la prensa tomaba notas,
estaban presentes el Director Ejecutivo de la Comisión de Vivienda
de la ciudad y los representantes del banco más grande del país.
Los funcionarios locales nos habían brindado una cooperación
casi sin precedente, debido en parte a que aproximadamente 20% de este
nuevo conjunto de casas -de tres cuartos de millón de dólares-
se destinaría a personas de bajos recursos, pero por debajo de
las buenas intenciones, yo sentía que algo estaba mal. Al principio
no supe qué era, pero después pude ver con claridad lo que
me molestaba, era todo. Eran sólo palabras grandilocuentes que
escondían acciones nocivas.
Zonas
de inclusión o de exclusión
La división por Zonas de Inclusión es una práctica
cada vez más popular en Estados Unidos. Segn ella, los gobiernos
locales exigen a los empresarios que, en retribución por la autorización
para construir, aparten de 15 a 20% de las casas o departamentos del total
del proyecto para personas de bajos y medianos recursos.
Esto fue lo primero que me molestó Teníamos que simular
que no nos obligaban a hacer algo que hubiéramos hecho de cualquier
forma.
Pero a riesgo de declarar lo obvio -que generalmente es lo ignorado-,
al establecerse políticas habitacionales como éstas es claro
que los costos de las 38 casas subsidiadas son absorbidos por las restantes
146 familias, y no por el constructor.
Algunas personas creen que el constructor paga estos costos. Pero como
constructores, sabemos que no pagamos cuotas, nosotros simplemente las
cobramos.
Estos son algunos de los costos de las 38 casas, en dólares estadounidenses:
Al dividir
esta cantidad entre las 146 casas que no reciben el beneficio del programa
de inclusión, cada una tendrá un costo adicional de 17,387
dólares. Si se recibe un financiamiento a 30 años, se suman
mensualmente aproximadamente 170 dólares a la hipoteca, lo que
equivale a un costo extra total de 61,000 dólares.
Fijar un impuesto de 61,000 dólares a las nuevas casas es una manera
curiosa de hacer que la habitación está al alcance de más
compradores.
Lo segundo que me molestó fue que quienes crearon esta solución
de cuento de hadas, creían que era una buena medida en cuanto que
pensaban que golpeaban al constructor con el costo,
pero incluso si eso fuera verdad -sabemos que no es así-, se obtiene
el peor de los resultados: precios más altos y menores ganancias,
lo que garantiza la no construcción de nuevos complejos habitacionales.
Pero el caso es más grave. Como requisito para adquirir una de
las casas subsidiadas, se tiene que probar que los ingresos del candidato
son menores a cierta cantidad, pero si empieza a ganar más dinero,
pierde su casa.
Anular los incentivos para las casas tiene un nombre: división
por Zonas de Inclusión.
Pero lo que sí es seguro es que los gobiernos locales obtienen
una tajada muy grande del pastel, ellos sí cobran cuotas completas
por las casas que tratan de poner al alcance de más personas.
Más
con menos
En 1984 -sin que nadie nos obligara- mi empresa produjo nuevas casas con
un precio inicial de 39,000 dólares. En 1989, todavía construimos
casas baratas, de hasta 69,000 dólares.
Con estos precios, eran los primeros condominios y casas particulares
que la mayoría de la gente podía comprar -y que equivalían
más o menos a 50% del total de las nuevas casas que construíamos.
Actualmente, los abusos en las leyes de construcción han casi eliminado
al comprador de condominios de California. Casi todos los proyectos de
condominios construidos en el estado en los últimos 10 años
han sufrido algún pleito judicial por defectos ocultos, pero la
legislatura ha rehusado sistemáticamente intervenir y solucionar
este problema. Resultado: no hay un plan habitacional de precio moderado.
El mismo gobierno que forzó a los constructores de buenas casas
a salirse del mercado de las personas de bajos recursos está tratando
de imponernos la división por Zonas de Inclusión, porque
asegura que nosotros tenemos la culpa por no construir un nmero
suficiente de casas destinadas a personas de bajos recursos.
Pero si nos dieran la oportunidad, estaríamos construyendo suficientes
casas de alta densidad y de gran calidad, para todo aquel que pudiera
y quisiera comprar
una. No habría necesidad de que gobiernos locales forzaran a implementar
soluciones tipo Alicia en el País de las Maravillas en un mercado
habitacional desesperado por obtener casas.
Si queremos una política habitacional que realmente estimule a
nuevos y más compradores, y a más vendedores, es tiempo
de empezar a insistir en lo que es obvio. Para que la construcción
habitacional esté al alcance de las personas, se necesita lo siguiente:
- Hacerla menos
costosa con menos cuotas, no con más.
- Que más
compañías construyan más casas.
- Hacerla más
rentable, no menos rentable.
- Que más
personas puedan comprar casas, alentándolas para que ganen
y ahorren más, no menos.
Los gobiernos
locales no pueden aniquilar miles de unidades habitacionales en un día
y al siguiente día agregar algunas unidades de bajo costo a otro
proyecto, y pensar que ellos están realmente haciendo una diferencia.
Es obvio que las iniciativas del tipo de la división por Zonas
de Inclusión están logrando exactamente lo opuesto de lo
que se pretendía hacer.
Muchos de los que luchan con afán por implantar el programa de
la división por Zonas de Inclusión no comprenden que ésta
es una manera muy efectiva para lograr la meta de tener menos casas; incluso
son los mismos que se oponen a nuestros proyectos en otras partes.
Esta es la razón por la que ellos están celebrando, y el
por qué la sociedad en pleno no debe hacerlo. Esperamos que sirva
de ejemplo para aquel que quiera escuchar.
*El autor
es constructor en San Diego, California, expresidente de la San Diego
Building Industry Association, y en fecha reciente presidente de la California
Building Industry Association.
E mail: sdman87994...aol.com
|