Acinco
mil años de distancia la oradación de túneles se
ha perfeccionado a tal punto que parece no existir más limitación
que la presupuestal para comunicar el mundo mediante esas vías,
ya sea a través de una cordillera o bajo el mar, e incluso se habla
de un túnel que vincule Europa con África por debajo del
estrecho de Gibraltar, similar al Eurotúnel entre el Reino Unido
y Francia.
Por lo anterior, los títulos del “más alto”
o el “más largo” son efímeros en verdad. Sin
embargo, actualmente en términos estrictos el túnel para
ferrocarriles de alta velocidad bajo el Canal de la Mancha con sus 50
km (39 bajo el mar) mantendrá este título durante mucho
tiempo.
Pero,
si por otra parte se habla de túneles simples o específicamente
de carretera para vehículos a motor se debe dar un vistazo a lo
construido en Noruega para esquivar los pasos montañosos colmados
de nieve.
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A
ciencia cierta no se sabe cuándo el ser humano construyó
el primer túnel o el puente, pero ya en las páginas bíblicas
se describen los estratégicos túneles
de las ciudades amuralladas que les servían como vías de
escape o comunicación con fuentes de agua fresca cuando eran sitiadas. |
El
túnel de Laerdal
En
estos momentos ostenta el título del túnel carretero más
largo, con 24.5 km, y como dicen sus diseñadores no es “solo
un agujero en la montaña”.
Hay un curioso efecto hipnótico que parece acometer a algunos conductores
cuando conducen a través de un túnel muy largo, sobre todo
tras una jornada pesada. Este efecto ha causado varios accidentes en túneles
pues el conductor se adormece y no ve, por ejemplo, el vehículo
delantero, que transita quizá a menor velocidad. Es un fenómeno
extraño, pero bien documentado y una de las razones por las que
aquéllos muy largos, como el“Eurotúnel, se resuelven
en favor de
ferrocarriles controlados por computadora.
Pero, el de Laerdal ha abandonado esa atmósfera monótona
o como la describen algunas personas “de temor y claustrofobia”
en pos de una obra amplia que cuenta con varias galerías o salones
como el interior de una catedral, donde los viajeros paren a descansar
o a dar la vuelta, si por alguna causa el otro extremo está bloqueado.
Incluso, por medio de luces de colores dan la sensación de que
cada galería es el final del túnel, donde la luz crepuscular
anuncia una aurora. Además, a cada trecho regular el túnel
se amplía para señalar bahías de estacionamiento
para autos descompuestos y retornos de emergencia, todo bien iluminado
y ventilado.
El salón mayor, a mitad del recorrido, es una caverna natural con
una bóveda a 30 m de altura y una iluminación espectacular,
la cual se puede disfrutar desde una cafetería.
¡Cuidado!
Sin
duda, en toda carretera, viaducto y túnel existe el riesgo de que
un conductor pierda el control de la unidad o se quede dormido al volante
y se accidente involucrando a otros vehículos. Pero, en un túnel
el verdadero peligro es que esto provoque un incendio, pues debido a su
geometría inmediatamente se transforma en un horno que consume
oxígeno y expele un humo letal que colma el conducto, transformándose
en un trampa mortal e inaccesible para los bomberos.
Cuando un camión accidentado se incendió en marzo de 1999
en el túnel del Mont Blanc entre Italia y Francia, murieron 39
personas. Y más grave aún fue el incidente en un túnel
ferroviario cuando un tren se incendió en Kaprum, Austria, donde
perdieron la vida 155 viajeros que iban a un centro vacacional de Ski.
El túnel de Laerdal no está exento de incendios, pero incorpora
mejoras en su diseño, desde detectores de humo y cámaras
de vídeo a extintores automáticos, teléfonos de emergencia
y lo más importante, más amplitud para que los conductores,
aun de los camiones pesados, para que puedan dar la vuelta y regresar.
A
cada extremo de dicha vía hay potentes ventiladores para refrescar
el ambiente. Pero, en caso de emergencia pueden inyectar un verdadero
huracán dentro del túnel para despejarlo y lograr que los
bomberos controlen el siniestro. Por supuesto, el aire fresco puede avivar
el fuego, pero una corriente suficientemente fuerte bajará la temperatura
del incendio capaz de colapsar el túnel y despejar el humo para
que puedan trabajar los bomberos. Los
noruegos confían en que este túnel en conjunto, con el nuevo
puente que los une con Dinamarca en el continente europeo, aumente el
flujo de turismo hacia sus increíblemente hermosos fiordos.
El
más audaz
La
autopista de la Bahía de Tokio es una ruta de poco más de
15 km que permite cruzar una de las ciudades o aglomeraciones urbanas
más grandes del mundo en 15 minutos.
El viaducto se compone de un conjunto de pistas elevadas, puentes, islas
artificiales y un sorprendente túnel submarino de nueve km y medio,
en uno de los terrenos sísmicamente más activos del planeta.
Debido al intenso tráfico mercante en la bahía de Tokio
y al cada vez mayor tamaño de los barcos se consideró impráctico
construir un puente sumamente alto lejos de la costa más cercana.
El problema no sólo sería la amplitud del claro y la altura
para que los inmensos buques tanques pasaran, si no además soportar
las tormentas y tifones del Océano Pacífico y, por si no
fuera suficiente, las cargas sísmicas de los terribles terremotos
japoneses.
Un túnel conectado por islas artificiales se vislumbró como
una solución más económica y robusta desde el punto
de vista de la ingeniería. Sin embargo, el terreno en la bahía
de Tokio como en toda la ciudad es muy difícil, particularmente
compuesto de arcillas suaves y con una capa de roca a una profundidad
muy lejana.
Una
de las soluciones propuestas era construir el túnel mediante secciones
tubulares metálicas que se flotarían hasta su posición,
donde finalmente se hundirían y un escuadrón de robots teleguiados
podrían realizar el ensamblaje, como se ejecutó el túnel
de la bahía de Boston.
No obstante, este sistema no resultaba muy práctico pues significaba
construir un túnel de más de 15 km en una línea continua
casi en la superficie de un océano expuesto a la fuerza de las
corrientes, además de los esfuerzos sísmicos.
La
alternativa propuesta fue construir una parte elevada y otra sumergida
profundamente en el lecho de la bahía, a 60 m por debajo de la
superficie, entre un suelo de arcillas suaves saturadas pero sumamente
compactas que permitirían la construcción mediante escudo
y dovela.
El túnel estaría a salvo de las corrientes y el sistema
de dovelas interconectadas podría ofrecer suficiente flexibilidad
en caso de sismos. Para la ejecución se construyó el “escudo”
más grande de su clase, una máquina de más de 14
m de diámetro, totalmente computarizada y dotada de brazos robotizados.
La
obra se proyectó en dos conductos, uno para cada sentido en una
longitud de nueve km y medio con un ducto de ventilación a mitad
del recorrido, que emerge a 75 m desde el túnel bajo el lecho del
océano y se yergue como un faro a la entrada de la bahía
de Tokio.
Esta isla artificial, llamada Kaze- No-To, tiene el tamaño de un
estadio y está erigida a prueba de impactos de barcos pesados.
Al igual que en el túnel de Laerdal este sistema de ventilación
de alto poder puede inyectar un tifón dentro de los conductos para
disminuir la temperatura de un eventual incendio y despejar de humo para
permitir el acceso a los bomberos.
La construcción de túneles por el sistema de escudo ha alcanzado
su madurez. Cada vez más se muestra como una alternativa más
eficaz y económica a los grandes y espectaculares puentes de enormes
claros y alturas. En Japón y Europa, donde deben salvarse estrechos
o grandes ríos, los túneles han ganado como propuesta técnica
a la solución por medio de puentes. En algún momento se
pensó que lo adecuado para unir Gran Bretaña y Europa era
un puente entre Dover y Cale.
El
proyecto en vistas y maquetas era una obra realmente hermosa. Pero, en
el momento de asignar presupuestos el Eurotúnel se mostró
económicamente más viable, aun con 50 km de longitud. Sin
duda, los túneles también han mostrado excelentes soluciones
urbanas, desde trenes subterráneos como el metro, a viaductos como
la “Gran Excavación” de Boston, y permiten remitir
el tráfico a las profundidades y devolver los espacios a los habitantes.
Tal vez, una solución a considerar fueran menos “segundos
pisos” y más túneles. |