A mi padre se le recuerda
en Coahuila por la obra que desarrolló como historiador, como militar,
como periodista, como diplomático y como hombre, a él se debe
la información histórica del noreste de México, principalmente
de la ciudad de Saltillo.
En lo que se refiere al ámbito familiar, siempre procuró un
ambiente liberal aunque muy estricto, pero a la vez afectuoso y suave.
A cada quien nos dio la libertad de seguir el camino que quisiéramos,
siempre y cuando lo hiciéramos bien.
¿Cómo
se decidió por estudiar ingeniería?
Siempre me gustó la construcción, y me gustaba hacer planes
y proyectos y verlos concretados. También me gustaban mucho las matemáticas.
Debo confesar que también me gusta mucho la música, pero con
seguridad ese no era mi camino. Sin embargo, aunque parezca paradójico,
tuve la ocasión de dar clases de matemáticas en la Escuela Nacional
de Música.
Cuando usted ingresó
a la carrera, ¿cuántas mujeres ingenieras había?
Yo ingresé en 1937 a la carrera, que en aquel entonces se estudiaba
en el Palacio de Minería, y sólo existía el antecedente
de cuatro mujeres.
¿Cuál
fue su primer trabajo?
A partir del segundo año de la carrera tuve que trabajar, y entré
en la Comisión Nacional de Irrigación (antecedente de la Secretaría
de Recursos Hidráulicos). La familia vivía un momento difícil,
ya que mi padre seguía siendo considerado un político de oposición.
¿Recuerda algunos
de sus compañeros?
Entre los que puedo mencionar hay algunos que son ampliamente conocidos, como
Nabor Carrillo, Felipe Pescador (uno de los fundadores de ICA) y al arquitecto
Pedro Ramírez Vázquez. Este último fue mi compañero
en la Escuela Nacional Preparatoria No.1, en San Ildefonso.
¿Cómo
nace su inclinación por la planificación?
El tema de mi tesis profesional fue "Obras hidráulicas en el valle
de México, el caso de Milpa Alta". A esta experiencia se debió
mi interés por estudiar más sobre la ciudad de México
y los problemas de planificación y urbanismo que existían y
los que se veían venir, pero debo confesar que la realidad sobrepasó
mi imaginación.
Sin embargo, sentía que necesitaba una mayor formación académica,
por lo que decidí tomar una beca que me ofrecieron el Departamento
de Estado norteamericano y el Instituto Internacional de Nueva York para estudiar
una maestría en Ciencias de la Planificación y Habitación
en la universidad de Columbia.
Regresé a México en el momento justo, cuando en el Departamento
del Distrito Federal, siendo regente el licenciado Fernando Casas Alemán,
se ponía en marcha el proyecto del Plan Regulador de la ciudad, bajo
las órdenes del ingeniero Leandro Rovirosa Wade.
¿Fue difícil
trabajar con el licenciado Ernesto P. Uruchurtu , el llamado"Regente
de Hierro"?
Al término del periodo de Casas Alemán, me invitó el
licenciado Uruchurtu para seguir trabajando con él, y aunque todos
se quejaban de lo estricto que era, siempre mantuvimos una muy buena relación
laboral.
Lo que tenía era una manera muy clara de pedir las cosas y siempre
marcaba fechas. Como se dice hoy, establecía claramente los alcances
y objetivos de los presupuestos o del trabajo que se iba a desarrollar.
Era un hombre muy ordenado, estricto, con un rumbo muy definido, que cumplía
sus compromisos en fecha, y lo mismo exigía de quienes trabajábamos
con él.
¿Con quién
más colaboró?
Con los licenciados Alfonso Corona del Rosal, Alfonso Martínez Domínguez,
Octavio Senties y Hank González.
En todos esos años,
¿cómo presentaría su labor?
Se concretó y se puso al día la Ley de Desarrollo Urbano y el
Plano Regulador de la ciudad de México, y se estableció y se
mantuvo una relación muy estrecha con el Estado de México para
buscar soluciones a los problemas compartidos y prever el crecimiento y la
conurbación de la ciudad.
¿Cómo
se decidió por ir a trabajar a Monterrey?
Cuando en 1979 el licenciado Alfonso Martínez Domínguez fue
elegido gobernador, me propuso integrarme a su equipo como asesora. Después
estuve al frente de la Secretaría de Desarrollo Urbano, y más
tarde en un organismo descentralizado creado para el mejoramiento de Monterrey
que se llamó Promotora de Desarrollo Urbano de la Ciudad (Prourbe).
¿Cómo
fue que logró concretar y cambiar el perfil de la ciudad regia?
Primero estudié los centros de muchas ciudades, después analicé
las propuestas que se presentaron, y concluí que la mejor era la que
luego se realizó, que hoy se conoce como la Macroplaza.
Fue un trabajo muy pesado que incluyó la fase de proyecto, el establecimiento
de los lineamientos generales, la implementación y la ejecución
de las obras de planificación. Hay que decirlo, es una de las obras
más grandes de mejoramiento urbano que han sido autofinanciables.
(Esta gran obra -400 000 m2 de área afectada- fue posible hacerla porque
la Legislación Urbana del Distrito Federal, en la que también
tuvo mucho que ver la ingeniera Alessio Robles, sirvió de base para
el establecimiento de leyes locales similares en los estados.)
¿Trabajar en
Monterrey le dejó muchas satisfacciones?
Trabajar en Monterrey ya es una satisfacción, pero todavía el
Instituto Nacional de Promoción Política Estatal me hizo entrega
de un diploma al mérito por el beneficio que como funcionaria pública
-según me dijeron- pude concretar para los habitantes del estado de
Nuevo León.
¡Imagine, recibir un reconocimiento por hacer mi trabajo!
|