La dama de la ciudad
Por Mireya Pérez Estañol

Sin duda alguna, es una dama que inspira respeto y una gran admiración, ya que cuando ni siquiera se pensaba que la mujer pudiera incursionar en cualquier campo laboral, ella se adentró en un área que muchos consideran todavía hoy un coto masculino, la ingeniería civil.

Fue ella quien dirigió con mano firme por muchos años la planificación de la ciudad de México (algunos aún recordamos una ciudad limpia, con fuentes claras, con flores, sin ambulantaje y creciendo con un orden establecido). Y Monterrey sigue hoy dando fe de su acertada labor, porque, ¿quién se podría imaginar la capital regia sin la Macroplaza.

¿Cómo fue el ambiente familiar en el que creció?
Mi padre fue el ingeniero Vito Alessio Robles, hijo de un inmigrante italiano y una joven tlaxcalteca. Él a su vez se casó con una joven yaqui que conoció cuando, como parte de la llamada Comisión Nacional Exploradora, fue a "pacificar" a los pueblos yaquis en el estado de Sonora.

De figura delicada, casi frágil, pero con una gran sonrisa y una voz grave que denota carácter decidido, Ángela Alessio Robles es poseedora de un gran apellido, al que supo poner un galardón más.

A mi padre se le recuerda en Coahuila por la obra que desarrolló como historiador, como militar, como periodista, como diplomático y como hombre, a él se debe la información histórica del noreste de México, principalmente de la ciudad de Saltillo.
En lo que se refiere al ámbito familiar, siempre procuró un ambiente liberal aunque muy estricto, pero a la vez afectuoso y suave.
A cada quien nos dio la libertad de seguir el camino que quisiéramos, siempre y cuando lo hiciéramos bien.

¿Cómo se decidió por estudiar ingeniería?
Siempre me gustó la construcción, y me gustaba hacer planes y proyectos y verlos concretados. También me gustaban mucho las matemáticas.
Debo confesar que también me gusta mucho la música, pero con seguridad ese no era mi camino. Sin embargo, aunque parezca paradójico, tuve la ocasión de dar clases de matemáticas en la Escuela Nacional de Música.

Cuando usted ingresó a la carrera, ¿cuántas mujeres ingenieras había?
Yo ingresé en 1937 a la carrera, que en aquel entonces se estudiaba en el Palacio de Minería, y sólo existía el antecedente de cuatro mujeres.

¿Cuál fue su primer trabajo?
A partir del segundo año de la carrera tuve que trabajar, y entré en la Comisión Nacional de Irrigación (antecedente de la Secretaría de Recursos Hidráulicos). La familia vivía un momento difícil, ya que mi padre seguía siendo considerado un político de oposición.

¿Recuerda algunos de sus compañeros?
Entre los que puedo mencionar hay algunos que son ampliamente conocidos, como Nabor Carrillo, Felipe Pescador (uno de los fundadores de ICA) y al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Este último fue mi compañero en la Escuela Nacional Preparatoria No.1, en San Ildefonso.

¿Cómo nace su inclinación por la planificación?
El tema de mi tesis profesional fue "Obras hidráulicas en el valle de México, el caso de Milpa Alta". A esta experiencia se debió mi interés por estudiar más sobre la ciudad de México y los problemas de planificación y urbanismo que existían y los que se veían venir, pero debo confesar que la realidad sobrepasó mi imaginación.
Sin embargo, sentía que necesitaba una mayor formación académica, por lo que decidí tomar una beca que me ofrecieron el Departamento de Estado norteamericano y el Instituto Internacional de Nueva York para estudiar una maestría en Ciencias de la Planificación y Habitación en la universidad de Columbia.
Regresé a México en el momento justo, cuando en el Departamento del Distrito Federal, siendo regente el licenciado Fernando Casas Alemán, se ponía en marcha el proyecto del Plan Regulador de la ciudad, bajo las órdenes del ingeniero Leandro Rovirosa Wade.

¿Fue difícil trabajar con el licenciado Ernesto P. Uruchurtu , el llamado"Regente de Hierro"?
Al término del periodo de Casas Alemán, me invitó el licenciado Uruchurtu para seguir trabajando con él, y aunque todos se quejaban de lo estricto que era, siempre mantuvimos una muy buena relación laboral.
Lo que tenía era una manera muy clara de pedir las cosas y siempre marcaba fechas. Como se dice hoy, establecía claramente los alcances y objetivos de los presupuestos o del trabajo que se iba a desarrollar.
Era un hombre muy ordenado, estricto, con un rumbo muy definido, que cumplía sus compromisos en fecha, y lo mismo exigía de quienes trabajábamos con él.

¿Con quién más colaboró?
Con los licenciados Alfonso Corona del Rosal, Alfonso Martínez Domínguez, Octavio Senties y Hank González.

En todos esos años, ¿cómo presentaría su labor?
Se concretó y se puso al día la Ley de Desarrollo Urbano y el Plano Regulador de la ciudad de México, y se estableció y se mantuvo una relación muy estrecha con el Estado de México para buscar soluciones a los problemas compartidos y prever el crecimiento y la conurbación de la ciudad.

¿Cómo se decidió por ir a trabajar a Monterrey?
Cuando en 1979 el licenciado Alfonso Martínez Domínguez fue elegido gobernador, me propuso integrarme a su equipo como asesora. Después estuve al frente de la Secretaría de Desarrollo Urbano, y más tarde en un organismo descentralizado creado para el mejoramiento de Monterrey que se llamó Promotora de Desarrollo Urbano de la Ciudad (Prourbe).

¿Cómo fue que logró concretar y cambiar el perfil de la ciudad regia?
Primero estudié los centros de muchas ciudades, después analicé las propuestas que se presentaron, y concluí que la mejor era la que luego se realizó, que hoy se conoce como la Macroplaza.
Fue un trabajo muy pesado que incluyó la fase de proyecto, el establecimiento de los lineamientos generales, la implementación y la ejecución de las obras de planificación. Hay que decirlo, es una de las obras más grandes de mejoramiento urbano que han sido autofinanciables.
(Esta gran obra -400 000 m2 de área afectada- fue posible hacerla porque la Legislación Urbana del Distrito Federal, en la que también tuvo mucho que ver la ingeniera Alessio Robles, sirvió de base para el establecimiento de leyes locales similares en los estados.)

¿Trabajar en Monterrey le dejó muchas satisfacciones?
Trabajar en Monterrey ya es una satisfacción, pero todavía el Instituto Nacional de Promoción Política Estatal me hizo entrega de un diploma al mérito por el beneficio que como funcionaria pública -según me dijeron- pude concretar para los habitantes del estado de Nuevo León.
¡Imagine, recibir un reconocimiento por hacer mi trabajo!

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