El Zócalo hacia el nuevo
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Una ciudad nunca presenta
una conducta estática. La vida urbana, como toda manifestación cultural, representa una
constante evolución, un devenir continuo, y si bien hay épocas que podríamos llamar de
mayor tranquilidad, no llegan a la inmovilización total. El tiempo atrapado en el
Centro Histórico La herencia histórica de México es siempre motivo de interés para cualquier persona,
en particular el Centro Histórico de la ciudad capital con sus calles, plazas y
edificios. La Plaza Mayor de la ciudad de México ha sufrido innumerables transformaciones. El
Zócalo es el punto de partida natural de un paseo por el centro. Lo conocemos como
Zócalo porque allí se construyó el que serviría para sustentar un monumento a la
Independencia que, finalmente, nunca se concluyó. Su nombre oficial, sin embargo, es el de Plaza de la Constitución, no en homenaje a
nuestras constituciones republicanas, sino en memoria de aquella que declararon las Cortes
de Cádiz en 1810. La plaza de armas o plaza de la Constitución, es amplia, hermosa y forma casi un
cuadrado perfecto. Hacia el oriente, a la derecha de la Catedral, está el Palacio
Nacional, edificio de gran masa y sencillez de su fachada. La Catedral forma otro de los costados de la plaza. Su edificación, que será objeto
de un artículo especial, es muy hermosa, y actualmente se la considera una de las más
bellas de América. Agregado a la Catedral y frontero al Sagrario existió el edificio del Seminario,
demolido a fines de los años veinte. Al desaparecer la perspectiva, la plaza perdió un
importante edificio y la traza de la ciudad ganó un espacio inservible. En el lugar donde ahora se encuentra el nuevo edificio del Departamento del Distrito
Federal existió el Portal de las Flores, que era un conjunto de casas de diversos
propietarios, unidas por una arquería. El antiguo edificio del Departamento del Distrito Federal corresponde al magnífico
inmueble conocido como el Ayuntamiento. Este edificio fue sobrio y decoroso; sin embargo,
en la época del porfirismo fue redecorado y renovado casi en su totalidad en estilo
neocolonial. El Portal de Agustinos corría desde la Calle de la Palma hasta la plaza, allí mudaba
el nombre para llamarse de los Mercaderes, y continuaba hasta la Calle de Plateros (hoy
Madero). En su lugar existió el Centro Mercantil, hoy Hotel de la Ciudad de México. Se
salvó el Portal de Mercaderes, aunque el edificio está casi todo rehecho. En el siglo XIX, hubo en el espacio de la plaza árboles, kiosco, estación de
tranvías, etc. ; pero nunca ha existido una solución adecuada para un espacio tan
espectacular. Al referirse a las calles de la ciudad cabe mencionar que varias han sido abiertas o
ensanchadas a costa de arruinar algunos monumentos, basta con referirse a tres de las que
parten de o conducen a la Plaza Mayor: 5 de Mayo, 20 de Noviembre y Pino Juárez. Existen
además, por los cuatro puntos cardinales que desembocan en esa plaza o la limitan, las
calles de Empedradillo (hoy Monte de Piedad), San Francisco y Plateros (hoy Madero),
Tiapaleros (hoy 16 de Septiembre), Monterilla (hoy 5 de Febrero), de la Acequia o de
Meleros (hoy Corregidora), de Moneda y de Seminario. Una de las calles de mayor prestigio en la ciudad de México es Madero, comenzaba en la
Plaza Mayor y concluía en San Juan de Letrán. Se llamó Plateros por las tiendas de ese
gremio que se establecieron en los bajos del edificio del marquesado a principios del
siglo XVII; anteriormente toda la calle se llamaba de San Francisco por el convento del
mismo nombre, localizado en su extremo occidental desde la década de la conquista. Hacia los años treinta de nuestro siglo surgió el proyecto de abrir una avenida
totalmente nueva, que condujera directamente al corazón de la ciudad, aprovechando los
cuatro callejones existentes y que tuviera el majestuoso remate de la Catedral. La
apertura de la avenida exigió la destrucción parcial del Portal de las Flores, de la
iglesia de San Bernardo, de la casa de San Felipe y del curato de la Parroquia de San
Miguel, sin mencionar aquellos bellos edificios que desaparecieron por completo. Hoy día se habla de cerrar el centro de la ciudad al paso de vehículos y, de hacerse,
20 de Noviembre quedará como la avenida que no va a ningún lado. Esto contribuirá a que
la ciudad de México se parezca cada día menos a aquella que mereció el nombre de Ciudad
de los Palacios, al perder cada vez más su fisonomía original tan hermosa e interesante. El Centro Histórico es un espacio que merece nuestra atención. Su recuperación es un
gran compromiso de todos los sectores de la sociedad para procurar asegurar que vuelva a
ser un lugar amable, seguro, limpio, transitable, cómodo y en consecuencia, digno. Nueva fisonomía para el Zócalo El Zócalo, crisol de nuestra identidad, recibirá renovado el nuevo milenio, tras
haber sido sometida su actual problemática a la revisión de numerosos arquitectos,
urbanistas, artistas y demás interesados que acudieron entusiastas a la convocatoria del
gobierno del Distrito Federal para su remodelación, emitida a fines del año pasado.
Fundada desde la época prehispánica, la actual Plaza de la Constitución ha multiplicado
sus usos a lo largo de su historia, siendo lo mismo mercado que plaza militar, sede de
paseantes que centro del fervor religoso, símbolo del poder absoluto que de la república
liberal y, a partir de este siglo en que la ciudad cambió su faz de capital de provincia
a megalópolis de fin de milenio, sede de multitudes que tanto vitorean jubilosas la
independencia nacional como demandan inconformes sus derechos ante la sede de los poderes
de la nación. Las acciones que se piensan tomar en este espacio abarcan la Plaza de la Constitución
y sus calles aledañas en un perímetro de una cuadra. Es notoria la similitud entre las
diversas soluciones aportadas por los 15 proyectos finalistas que, en la mayoría de los
casos, coinciden en las siguientes propuestas: Prolongar los pavimentos de la plaza hacia las actuales calles que la rodean para
ampliar visualmente su espacio y dar unidad al total a la explanada. Se integran así
urbanamente los edificios circundantes, de los que la Catedral Metropolitana y el Palacio
Nacional son los personajes principales. Mantener la circulación vehicular por 20 de Noviembre y Monte de Piedad y cerrar la que
existe frente a la Catedral y el Palacio Nacional. Generar espacios de estar en las plazas contiguas como son las del Marqués o Monte de
Piedad, Seminario o del Templo Mayor, y la del Volador, que se recupera con el cierre de
Pino Suárez en su último tramo, lo cual daría un digno acceso a la Suprema Corte de
Justicia de la Nación. Recuperar la acequia de la Calle de Corregidora. Construir un puente que alivie el flujo peatonal en la calle de Argentina donde se
genera un embudo sumamente conflictivo. A su vez, este puente será un mirador hacia las
ruinas del Templo Mayor. Diseñar, en el predio que ocupara la casa de las
Ajaracas, un nuevo edificio que tenga
un uso cultural y sea representativo de nuestro tiempo histórico actual. Retirar las rejas que circundan la Catedral y Sagrario Metropolitanos para con ello
ampliar el espacio de la plaza hasta la calle de Guatemala. Esta medida ha sido causa de
polémica luego de conocerse el proyecto ganador, y no se llevará a cabo por el momento. Arbolar el costado poniente frente al antiguo Portal de Mercaderes para ampliar las
zonas de estar que ya existen, integrando a estas la plazuela del Marqués frente al
actual Monte de Piedad. Coinciden los tres primeros lugares en la elección de la
jacaranda por su belleza ornamental, que ofrece diferentes ambientes a lo largo del año. Delimitar el espacio de la plaza por medio de postes de luz. Establecer un sistema de chorros de agua que sean fuentes que puedan desaparecer,
dependiendo de la ocasión, para dar así diferentes aspectos a la plaza sin generar
depósitos del líquido que pudieran resultar sucios con el tiempo. Agua, luz, pavimentos, iluminación, vegetación y mobiliario urbano son los elementos
que renovarán el Zócalo de cara al nuevo milenio. Cada propuesta plasma diversos
simbolismos tomados de la vasta historia de este, a su vez simbólico centro de nuestra
nación. En el caso del proyecto ganador, obra del grupo encabezado por los arquitectos
Cecilia Cortés y Ernesto Betancourt e integrado también por Patricia Guerrevere, Juan
Carlos Tello, Pedro Huerta, Nicolás Vazquez, Eduardo Caraval, Fabián García y Alejandro
Flores, el fenómeno migratorio es el eje conceptual de la propuesta: "numerosos y
distintos grupos han venido poblando esta vasta región, la ciudad de México, que es un
lugar de migrantes" explica este equipo en el escrito que acompaña al proyecto. La vivencia del entorno renovado Para recibir al nuevo milenio, los migrantes se tornarán metáfora en la evocación
del vuelo que cada año emprenden a nuestro país las mariposas monarca, crisálidas que
vestirán sus alas de acero inoxidable producto de la mano creadora de artistas y niños,
para reflejar los rayos solares cuando oscilen al compás del viento. El viento a su vez
se tornará sonido al pasar por los orificios de los postes lumínicos que delimitarán el
perímetro de la plaza. Estos postes también serán portaestandartes para desplegar en
ellos información al visitante de este magno espacio. Simbólicos e igualmente
utilitarios, los nuevos elementos que contendrá la plaza no olvidan que serán objeto del
maltrato y deterioro. Los materiales propuestos son resistentes al inexorable paso del
tiempo y a las inclemencias de la masificación: concreto, acero, piedras naturales,
árboles de la región que, conjuntamente, después del reordenamiento espacial propuesto
por el grupo ganador, cumplen con el requisito demandado por el comité organizador: la
creación de un proyecto austero pero digno, elegante pero no lujoso. Sumamente polémica ha sido la decisión del gobierno del Distrito Federal de remozar
la Plaza de la Constitución en tiempos de austeridad económica. Independientemente de
las implicaciones políticas que encierra este concurso en la proximidad de las nuevas
elecciones presidenciales, hay que celebrar el hecho de que los espacios de la ciudad,
otrora adjudicados a una persona específica por la gracia divina de la designación
oficial, se abran a la capacidad creativa de arquitectos, urbanistas, paisajistas y demás
profesionistas interesados en contribuir al enriquecimiento, recuperación, regeneración
y creación de nuestros espacios cotidianos.
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Resumen:
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Instituto Mexicano
del Cemento y del Concreto, A.C. |
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