Modernidad contextual en la arquitectura latinoamericana |
||||
Resumen Junto a edificios que lo mismo podríamos encontrar en Asia o en Norteamérica, existen en nuestras ciudades latinoamericanas construcciones que evidencian otra forma de hacer arquitectura. Son producto del trabajo de talentosos creadores que han sabido conjugar lo universal con lo autóctono sin perder la identidad, gracias a una creatividad que sigue expresándose a lo largo de todo el continente en obras que dan cuenta de una realidad propia. La
arquitectura es una forma que encierra una actividad humana a la cual
trasciende al servir a la realidad que originó dicha actividad. Cada
edificio es único y anticipa el futuro, el poder que ejerce sobre
nosotros reside en su profunda adhesión a una gama de sentimientos
humanos, a aquello que los románticos llamaron "lo sublime". En
América Latina, la arquitectura ha pasado por muchas y variadas etapas,
desde los preceptos estéticos del siglo XIX hasta las ideas e influencias
internacionales avanzadas a partir de la importación sistemática de
profesores extranjeros. En
el campo de la arquitectura, la fusión cultural cuenta con magníficos
ejemplos desde los orígenes de las ciudades novohispanas. Los conventos,
con sus atrios y capillas posas, son espléndidas muestras del
amalgamamiento de dos patrones arquitectónicos que fue necesario para
evangelizar a los indígenas. Los artífices de los edificios virreinales
combinaron magistralmente lo mismo elementos renacentistas con moriscos
que caracteres indígenas con iconos religiosos, resultando de ello
estilos únicos tales como el barroco de la Nueva España, totalmente
distinto del europeo. El
quehacer arquitectónico no ha sido ajeno a este fenómeno de adopción y
ha sufrido con ello cambios importantes. La irrupción del movimiento
moderno en el siglo XX es el ejemplo más palpable que tenemos de cómo
nuestro contexto se ha transformado en busca de la prosperidad. Amada y
satanizada, la arquitectura moderna ha sido dada por muerta y el
tardomoderno y posmoderno han tratado sin gran éxito de relevarla. En las
ciudades latinoamericanas existen edificios que podrían estar lo mismo en
Asia que en Canadá, ya que han sido adoptados mas no adaptados a un
contexto determinado; y también para fortuna de quienes en ellas vivimos,
existen obras que si bien pueden ser catalogadas como arquitectura
moderna, gozan de particularidades que responden al análisis profundo del
contexto en que se ubican ya que conjugan coherentemente lo que el
arquitecto y crítico chileno Enrique Browne denomina el "espíritu
de la época" con el "espíritu del lugar". "Otra
arquitectura" es el calificativo con que Browne engloba la obra de
maestros como Eladio Dieste, Rogelio Salmona y Luis Barragán, cuyo
acierto ha sido el combinar logros plásticos universales con costumbres
de usos latinoamericanos. Esta otra forma de hacer arquitectura, que ha
dejado atrás el afán de ser "desarrollados" a costa de nuestra
identidad, cuenta en todo el continente con magníficos exponentes que
atraviesan ya varias generaciones de talentosos arquitectos. México Alberto Kalach, joven arquitecto mexicano, rebelde y profundamente creativo, forma con Daniel Álvarez un grupo llamado Taller de Arquitectura X. Sus obras, basadas en la abstracción del lenguaje del movimiento moderno, alimentan constantemente este ámbito de creación ya que su gran pasión por la ciudad motiva siempre la generación de nuevas ideas urbanas. Kalach y Alvarez basan su arquitectura en líneas, cubos, planos y masas; su vocabulario arquitectónico se deriva de la tradición corbusiana y del constructivismo ruso. Estos jóvenes arquitectos pertenecen a una generación de diseñadores del concreto, vidrio y acero, una creatividad extremadamente activa de composiciones tridimensionales. En el particular contexto de la ciudad de México, la exquisita delicadeza de su arquitectura de materiales, espacio y funcionalidad se ve reflejada en una serie de edificios de departamentos alrededor de la Colonia del Valle (Rodin, Fresas, Adolf) y en las casas (Casa Negro y la Casa de Valle de Bravo). En éstas, existe un gran reflejo de las formas cúbicas como principal concepto, utilizando trabes de acero y la luz como elemento primordial de una sensualidad espacial.
Colombia Esta asociación con el material lo ha llevado a entenderlo y a dominarlo muy diestramente. Usa el ladrillo por las muy obvias razones de su larga familiaridad con él, su aprecio por sus calidades técnicas, texturales, cromáticas y ambientales y la facilidad de una obtención expedita y económica. En la cita de St. Exupéry, al ladrillo bogotano sólo "le falta el alma y el corazón del arquitecto" para adquirir nobleza y expresión. La arquitectura de Salmona es una constante síntesis de ideas generales, búsqueda de referencias y apoyos ideológicos en la arquitectura de todos los tiempos y lugares, selección sensible entre las posibilidades de interpretación de unas y otras, y no búsqueda de una obsesiva "invención" original. Los jardines del Generalife, adyacentes al recinto amurallado de La Alhambra, son el colmo de la arquitectura del agua, o de la poética del agua como arquitectura, punto de partida de la relación de Rogelio Salmona con la vegetación, con el fluir del agua, entendidos no como un complemento sino como factores fundamentales de un lugar arquitecturado. Como arquitecto, exige en sus obras la captación de todos los sentidos, además de cierta malicia o astucia para leer como entre líneas las intenciones ocultas y los significados implícitos, unos dentro de otros, de su peculiar clave poética. Su arquitectura otorgará ocasionalmente al espectador el placer prácticamente sensual que sólo otorga un dominio formidable de las formas construidas.
La arquitectura brasileña es un producto típico del talento de una raza, pero no en el sentido biológico: es producto del modo del ser del pueblo brasileño, de su gente, de su luz y de su clima, de los recursos naturales y de sus tradiciones. Oscar Niemeyer es un arquitecto, fruto sin duda de esa particularidad, de un contexto en el que es necesario profundizar y cuyas raíces hay que descubrir. Le Corbusier fue siempre para Niemeyer el "fundador de la arquitectura contemporánea", y lo admiró principalmente por la vertiente plástico-artística que supo integrar a la funcionalidad. Le Corbusier le dijo: "Oscar, tú tienes siempre en los ojos las montañas de Río. Con el concreto construyes el barroco". Y esta expresión contiene su voluntad de identidad, su localismo, su universalidad. Brasilia ha sido, qué duda cabe, la gran ocasión de la vida profesional de Niemeyer. América
Latina fue sólo una pausa en su obra, ya que en 1988 el proyecto
realizado para la ampliación de la Editorial Mondadori vuelve a
conectarlo con Europa. Sus diseños de monumentos, siempre comprometidos
con la sociedad, siguen representando una transgresión para el poder
establecido y casi sistemáticamente son destruidos. El teatro de Araras
(1990), el Parlamento de América Latina (1991), son algunos de los
últimos logros de este arquitecto que sorprende con su eterna juventud. El paisaje sudamericano, lugar propicio para ensayar sin angustias una modernidad trazada sobre el doble registro de abstracción y naturaleza, parece estar presente en las formas, tratamientos espaciales y materiales de la arquitectura de Mathias Klotz. La obra –todavía breve y reciente– de este joven arquitecto chileno, pertenece a los lugares más sublimes: desde un seco desierto hasta una húmeda selva. Klotz parece querer poner en evidencia esa extrema naturaleza. Su obra está fuertemente marcada por la recurrencia disciplinada a las claves de la arquitectura moderna: geometría simple, rotundas proporciones, sutileza de líneas, figuras precisas y legibles. La composición de las cajas como exaltación de sus aristas y caras, la disposición de cristales completos y la luz que las invade interiormente, los techos son siempre un motivo de expresión de la horizontalidad, una aspiración de contraste con el cielo.
|
|
|||
Instituto Mexicano
del Cemento y del Concreto, A.C. |
||||