¿Un experto debe ser tan confiable como el concreto?

Habiendo actuado él mismo en numerosas oportunidades como experto, el autor está en óptimas condiciones para analizar qué funciones debe desempeñar, qué condiciones ha de reunir y con qué realidad se va a encontrar en los hechos quien vaya a desempeñar ese papel en un litigio sobre una construcción de concreto..

 

Reflexiones en torno a la litigación en la construcción con concreto

Adam Neville*

En el último número de Concrete International apareció mi artículo sobre la litigación en las construcciones de concreto.1 Tal litigación casi siempre involucra la participación de expertos, quienes tienen un papel importante que influye en el resultado de la disputa. Por supuesto, los testigos perceptores, es decir, testigos de hecho, tienen también un papel importante, pero ellos no son el objeto del presente artículo.
La redacción de este artículo fue también propiciada por dos cartas en Concrete International relativas al papel de los expertos y la veracidad de sus aseveraciones. En pocas palabras, McDonald dijo que los mejores químicos y petrógrafos se encuentran en la ingrata situación de tener que defender sus posiciones. 2 En la segunda carta, Idorn dijo que el investigador experto debe ser digno de confianza. 3 Lo que dice Idorn es correcto, pero lo que dice McDonald es también a veces cierto. De ello se desprende que el tema es digno de consideración.
Con la experiencia de haber sido un experto en numerosas disputas relativas a una amplia gama de estructuras en Inglaterra, Estados Unidos, Hong Kong, España y el Medio Oriente en los últimos 20 años, me gustaría decir algo que puede ser de interés, no solamente para los lectores norteamericanos, sino también para los de otras partes. Las obligaciones de un experto
Es obvio que un testigo tiene que decir la verdad. Cuando a él o a ella se les pide juramentar, él (en adelante usaremos sólo "él", pero incluye también a "ella") se compromete a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. No creo que sea necesario empezar con la crónica de las palabras de Pilatos, según San Juan: "¿Qué es la verdad?" Sin embargo, la triple referencia a la verdad en el juramento requiere alguna consideración.
Un testigo puede decir la verdad, pero reservarse algunos hechos vitales y cruciales. De este modo, faltaría a decir toda la verdad. Un ejemplo muy simple de lo anterior es como sigue. Imagínese que un testigo ha dicho: yo realicé las pruebas sobre absorción del agregado grueso ligero de acuerdo con ASTM C 127. Esto fue la verdad, y el jurado podría creer que las pruebas fueron hechas como deberían serlo. Pero esto no fue toda la verdad, ya que el campo de aplicación del ASTM C 127 explícitamente excluye los agregados de peso ligero.
Es también posible para un testigo decir toda la verdad y agregar algunas aseveraciones que no son verdaderas.
Al hacer esto, él no estaría cumpliendo con el compromiso de decir nada más que la verdad. Un ejemplo del incumplimiento de decir nada más que la verdad es lo que sigue. Imagine que un testigo dijo: Las pruebas que yo realicé fueron de acuerdo con el ASTM C 642. Esto daría crédito a sus pruebas. Aunque haya realizado todas las pruebas prescritas por el ASTM C 642, él realizó también algunas pruebas que no están cubiertas por ese estándar, pero que fueron ideadas por él para el propósito. Así que él no satisfizo el requisito de decir nada más que la verdad.
Todo esto es obvio, pero ocasionalmente un experto cita aquellas referencias publicadas que apoyan su argumento, e ignora otras que minan, o inclusive refutan, su opinión en apoyo de su cliente. En Estados Unidos, el Reino Unido, y muchos otros países, pero no por ejemplo en Francia, cada parte en una disputa designa a sus expertos. Sería muy infantil no reconocer que cada parte busca un experto que sienta simpatía por su causa, y que podría no contratar a uno cuyos puntos de vista probablemente sean perjudiciales a la parte en cuestión. Sin embargo, la verdad debe prevalecer a toda costa.

El papel de un experto
Muchas disputas en la construcción involucran cuestiones técnicas, a veces complejas, que no son inmediatamente entendidas por el jurado o por el juez. Los fenómenos involucrados pueden requerir una explicación que, a su vez, involucra la realización de pruebas: de allí la necesidad de expertos que puedan desenmarañar las complejidades y presentar sus opiniones al juez y al jurado. Esto requiere el conocimiento de materiales y del comportamiento de los materiales, y del diseño y análisis estructural, de modo que se puedan elucidar y explicar los fenómenos y acontecimientos físicos.
Todo esto será usado por los fiscales de las dos partes en disputa, y permitirá al juez y al jurado establecer o aportar responsabilidades y las consecuencias financieras. No debemos perder de vista la realidad de que en una disputa no es tanto quién está en lo correcto y quién no, sino quién debe pagar.
En un artículo anterior,1 yo hice algunos comentarios sobre el hecho de que nosotros vivimos en una sociedad en la que hay cada vez más adversarios, y trabajamos en un sistema legal de adversarios que, por su naturaleza, lleva a tomar posiciones extremas. Esto contrasta con un sistema inquisitorial de encontrar soluciones a las disputas, tal como se hace en Francia. En ese país, el tribunal con frecuencia designa a su propio experto. Algunas veces, ese experto somete su opinión al jurado en privado. En otros casos, el experto del tribunal se encuentra allí, además de los expertos de las partes; él ayuda al juez a interpretar, reconciliar o escoger entre las opiniones en conflicto.
Yo no me siento competente para comentar sobre cuál sistema es preferible, y, de cualquier manera, este no es un foro para buscar el cambio, si el cambio fuese lo que se necesitara. Lo que importa es que el experto contribuya honestamente a establecer la verdad. Puede ser valioso citar algo del resumen de una presentación ante el Parlamento Británico y el Comité Científico: "El papel del experto es el de clarificar y explicar la evidencia del especialista presentada ante la corte; sin embargo, el sistema incita a un especialista contra otro especialista, en vez de alentarlos a un debate razonable, produciendo una opinión de consenso que lleve al jurado a una explicación comprensible de cuestiones con frecuencia complejas".4

Atributos de un experto
De la discusión precedente, puede concluirse que la situación es franca, y no debería haber duda sobre el papel del experto. Por supuesto, la mayoría de los expertos son escrupulosamente honestos y confiables, y pueden dar una respuesta positiva a la pregunta que una vez hizo un juez: "¿Sostendría usted los mismos puntos de vista si estuviera en el otro lado de la disputa?"

Desgraciadamente, algunos otros testigos son parciales, selectivos en la evidencia que usan, y complacientes con la defensa de la causa del cliente. La defensa es exclusivamente del dominio del fiscal. Inclusive, un testigo intrínsecamente honesto no sirve bien a la causa de la justicia si está casado con el caso del cliente. Del mismo modo, un doctor que se encuentre emocionalmente ligado a su paciente puede llegar a distraerse de la mejor ruta médica.

Un caso extremo fue citado por Halley y Shaw.5 Un testigo de la defensa estaba siendo particularmente parcial, pero un asesor del demandante había dado a conocer un artículo escrito por el testigo cinco años antes, en el cual éste expresaba: "¿Cómo puede el experto evitar volverse parcial en un proceso que no tiene pretensiones de determinar la verdad, sino que busca únicamente sopesar el efecto persuasivo de los argumentos desplegados por un adversario u otro?" Después se refería a la prestidigitación en el "truco de tres cartas" y continuaba: "Si, por un acto análogo de prestidigitación mental, un experto es capaz de presentar los datos de modo que parezcan sugerir una interpretación favorable al lado que lo está instruyendo, me parece que eso está dentro de las reglas de nuestro juego particular".
Es digno de mencionarse el castigo por el juez procesal: "La función de un tribunal es descubrir la verdad en relación con las cuestiones que se ventilan ante él. Al hacerlo, tiene que valorar la evidencia aducida por las partes. El juez no es una persona rústica que ha elegido jugar el juego del "truco de tres cartas". El no es una persona que se pueda atacar fácilmente. Tampoco es la verdad. El que algunos testigos de hecho, llevados por un deseo de lograr un resultado particular al litigio, sientan que sea necesario sacrificar la verdad en la consecución de la victoria, es un hecho de la vida real. El tribunal trata de descubrirlo cuando sucede. Pero en el caso de expertos, es probable que baje la guardia. Por supuesto, el tribunal estará consciente de que es probable que una parte elija como su experto a alguien cuyo punto de vista simpatice más con sus posiciones. Sometido a esa amonestación, es probable que la corte suponga que el experto esté más interesado en ser honesto y recto que en asegurar que éste o el otro lado gane. Un experto no debe considerar que su trabajo consiste en estar hombro con hombro por medio de trampas, y favorecer a la parte que paga sus honorarios".

Estas palabras destacan el requisito particular de la honestidad en un experto, un hombre o mujer profesional con una obligación hacia el público. Así pues, ¿por qué algunos expertos se comportan de otra manera? Supongo que la respuesta está en la fragilidad humana: la tentación de una remuneración alta es muy grande. El experto recibe un pago por el tiempo que pasa en el caso. Los honorarios por horas generalmente son más altos que el pago del trabajo en la oficina de diseño o en la obra, aunque en ningún caso se acercan a la tarifa del abogado, por lo menos en Inglaterra.
Yo no quiero ser particularmente crítico o mojigato. El trabajo de un experto es oneroso y lleno de tensión. Él debe pensar rápidamente con los pies en la realidad y no puede darse el lujo de dar un tropezón, mucho menos una respuesta equivocada. Todo esto, mientras que el fiscal que examina el caso puede no estar preparado, o puede hacer caer en un error al testigo. De modo que yo debo ver con simpatía y ser tolerante con la tarea del testigo, aun cuando, ocasionalmente, él se rinda al camino más corto que parezca ofrecerle protección. Sin embargo, yo soy un crítico de la noción de expertos contratados, abierta o encubiertamente, sobre la base de honorarios de contingencia. Una cosa es que un abogado sea remunerado sobre esa base, y otra cosa es que un experto, que está buscando la verdad, encuentre un conflicto entre la verdad y el dinero.

La situación real

No sería realista esperar que el experto fuera infalible. Hay casos en los que él simplemente no sabe, y debería reconocerlo. Del mismo modo, existen casos en los que la evidencia es conflictiva: él debería reconocerlo también. Y existen casos en los que él está seguro de lo que dice, pero aún no ha oído toda la evidencia; en tales casos, debería decir: si existe alguna otra evidencia, yo debo reconsiderar mi opinión.
Es realista aceptar que, cuando existen tonos de "gris" en una situación dada, el experto podría no parecer totalmente sincero con los intereses de su cliente. Pero él no debe desviarse de la zona "gris" hacia lo negro o blanco. Y él no debe ser "económico con respecto a la verdad". Un ejemplo particularmente objetable de esto es citar, de manera selectiva, algo de un trabajo publicado. Yo he visto una cita en el sentido de que el agrietamiento por contracción ocurre en losas, pero omitiendo la siguiente oración: "Sin embargo, esto puede prevenirse por medio de una restricción uniforme". Tal omisión no solamente crea una falsa impresión, sino que además es tonta: es demasiado fácil para la parte opuesta verificar la fuente de esta cita. Esto es obvio, ¿no es así? Pero a veces se practica la omisión encubierta, no únicamente por parte de expertos, sino también de los abogados.
Después de haber dicho todo esto, yo creo que muy pocos expertos son deliberadamente mentirosos, pero algunos ocasionalmente se exceden en su área de pericia y se aventuran en áreas en las cuales solo poseen un conocimiento limitado. Esto puede suceder cuando un investigador eminente en el campo del cemento y del concreto, pero sin experiencia práctica en la construcción, sin conocimiento del concreto en la obra, y sin un conocimiento del comportamiento estructural, dice "voy a ponerme ahora mi casco de ingeniero" y opina sobre seguridad estructural. Esto es como si yo "me pusiera mi toga de abogado y opinara sobre una cuestión legal" (aún cuando yo he obtenido mi calificación como árbitro en Escocia e Inglaterra). Pero, después de todo, el mundo está lleno de abogados y generales de salón.

¿Un experto profesional?
¿Quién es aquél que se convierte en un experto? Es obvio que un experto debe ser, ante todo y sobre todo, un experto en aquel campo en el cuál él ofrece sus opiniones. Si él no tiene experiencia en el uso del concreto en el sitio de la obra, no debe opinar acerca de la buena o la mala práctica. Puede ser muy fácil pontificar con base en el conocimiento obtenido de los libros, o la experiencia de laboratorio, pero existe el peligro de sostener expectativas no realistas de lo que puede lograrse en el sitio de la obra. No puedo resistirme a mencionar que, en una ocasión, un estudiante graduado que realizaba pruebas rutinarias sobre un asunto estructural para una litigación, tuvo la confianza de decirme que él estaba planeando convertirse en un experto como su primer trabajo.

Pero aun poseyendo gran experiencia, uno no debe convertirse en un experto profesional a expensas de otra actividad profesional. Sin tal actividad, existe el peligro de alejarse del contacto con la práctica y los cambios en los materiales, procedimientos, e inclusive, de los estándares. Además, si alguien solamente ve "estructuras con problemas," sus puntos de vista pueden llegar a estar marcados por la envidia, y puede acabar por perder el punto de vista equilibrado de la práctica de la ingeniería. Un hombre que solamente realiza exámenes post-mortem, puede terminar por ser un mal médico.

¿Quién debe actuar como experto?
Así pues, para convertirse en un experto, uno debe, ante todo, ser un practicante experto. En cuanto a cómo convertirse en un experto, existe la opinión de que uno debe seguir cursos y aprender los trucos del oficio. En mi punto de vista, el entrenamiento no es necesario: puede lograrse mucho por la experiencia y el estudio.
Otra pregunta pertinente es: ¿Puede un testigo actuar invariablemente para el propietario de una estructura? O, alternativamente, ¿siempre para el contratista? Yo soy de la opinión de que el actuar a veces para una parte y a veces para la otra, permite a un experto mantener un punto de vista equilibrado de la vida. De otra manera, él podría llegar a convencerse a sí mismo de que el contratista siempre está sólo para arrebatar dinero y perjudicar al propietario, o que el propietario usará cualquier truco para no pagar al contratista sus honorarios.
El punto precedente tiene que ver con las relaciones entre los testigos. Si se alternan los testigos, no necesariamente de manera igual, entre trabajar para el demandante y para el defensor, entonces diferentes testigos pueden ocasionalmente trabajar uno al lado del otro, y en otras ocasiones para las partes opuestas. Yo he tenido la experiencia de estar comprometido, al mismo tiempo, al lado del testigo X en un caso, y contra él en otro caso. Este sistema hace que mejoren las relaciones profesionales y personales entre los expertos. De modo que es menos probable que se olviden que, después de todo, tienen un objetivo común: establecer la verdad.
Las buenas relaciones entre los testigos hacen más fácil lograr declaraciones acordadas. En muchos casos, el juez ordena a los expertos de los dos lados que se pongan de acuerdo sobre los hechos como hechos, y sobre las cifras como cifras. También se espera que los expertos alcancen un acuerdo sobre las teorías y los métodos de prueba, siempre que sea posible, y que elaboren una lista de asuntos no resueltos. Esto reduce el tiempo que se pasa en el tribunal y el costo de la litigación. En un artículo anterior, yo señalé que no es solamente el que pierde quien paga: a la larga, el costo pasa a los futuros propietarios.
Si las relaciones entre los testigos para las dos partes se han endurecido hasta el punto de haber una animosidad permanente, entonces el progreso encuentra trabas. Si una parte va hasta el punto de prohibir a sus expertos que se comuniquen con los expertos de la otra parte, entonces es imposible lograr el acuerdo delineado en el párrafo precedente. Aquel que está imbuido de la enemistad hacia los otros expertos, no debe actuar como testigo.

Conclusiones
La resolución de disputas en la construcción requiere de un juez y un jurado, así como también de procuradores que atiendan los casos de sus clientes. Todo lo anterior requiere ayuda técnica para elucidar las cuestiones y para encontrar explicaciones válidas de los fenómenos involucrados. Tal ayuda es proporcionada por los expertos. Si el objetivo de la litigación es la justicia, como debe ser, entonces existe una carga pesada sobre el testigo: debe ser competente, honesto e independiente. El experto debe ser tan confiable como el concreto.
Ser competente, honesto e independiente a la vez es oneroso. Existe una historia acerca del líder de un partido comunista en los malos viejos tiempos que ya se han ido. Él se jactaba de que los miembros de su partido eran honestos, leales e inteligentes. Cuando se le preguntó más detenidamente, admitió que aquellos miembros que eran leales e inteligentes, no eran honestos; los que eran honestos e inteligentes, no eran leales; y aquellos que eran honestos y leales no eran inteligentes. El líder se jactaba de tener la verdad. Pero, ¿era toda a verdad? ¿Era esto nada más que la verdad? ¿O eran sombras de la verdad?
Yo espero que aquellos que pretendan actuar como expertos encuentren que este artículo puede ayudarles. Por la misma razón, aquellos que estén menos interesados en la verdad que en ganancias personales, podrían también encontrar útil este artículo para que desistir y optar por otros derroteros.

Referencias
1. Neville, A., "Litigation - A growing Concrete Industry", Concrete International, vol. 22, núm. 3, marzo de 2000, pp. 64-66.
2. McDonald, D. B., "Letters", Concrete International, vol. 19, núm. 7, julio de 1997, p. 9.
3. Idorn, G. M., "Letters", Concrete International, vol. 20, núm. 1, enero de 1988, p. 8.
4. Parliamentary and Scientific Committee, "Scientific Evidence in Courts of Law," London, 26 de enero, 1998.
5. Haley, G., and Shaw, G., "Expert Evidence and the Truth," The New Gazette, Hong Kong, diciembre de 1995, p. 50.

Adam Neville es Miembro Honorario del ACI y autor del libro Propiedades del Concreto, cuya cuarta edición apareció en 1996. A partir de su trabajo como consultor en concreto, recientemente ha publicado en Concrete International numerosos artículos desarrollando conocimientos aplicados para producir mejor concreto en la práctica. Él es árbitro calificado.

Este artículo se publicó en Concrete International y se reproduce con la autorización de The Aberdeen Group.