Noche mágica
Como todos los años, hay una noche muy especial en el cielo norteño, para el mundo del concreto: la gran velada de la entrega de los Premios Obras CEMEX.
Desde que se llega a Monterrey, Nuevo León –un día previo al evento–, casi se puede decir que se percibe en el ambiente la emoción de los finalistas –que pareciera impregnar a la capital regiomontana– que esperan recibir el codiciado reconocimiento que, desde hace ya dieciocho años, entrega la más importante cementera de México, y una de las de mayor prestigio del mundo. Los premios CEMEX son sin duda alguna, una verdadera tradición en el medio del concreto; de ahí que la lista de obras inscritas cada año, no disminuya en ningún momento. Noche de gala; de guapas mujeres que aderezan su belleza en discretos o llamativos vestidos y joyas; de caballeros de traje o de rigurosa etiqueta; de amplias sonrisas, cálidos abrazos; de muchos brindis; “buenas vibras”, interesantes pláticas y uno que otro chisme pero, sobre todo, de un ambiente lleno de camaradería y emoción desbordada.
Dos
momentos especiales
De todos los momentos vividos esa noche tan especial para nuestro
sector, además de ver la felicidad de los que reciben un premio a
su trabajo y esfuerzo, también hubo momentos especiales que vale
la pena recordar en este breve espacio: Uno de ellos, cuando una dama tomó
el micrófono y narró con tristeza a todos los presentes, las
condiciones de vida tan difíciles que se viven en muchas comunidades
de México, y que cómo gracias a acciones como la pavimentación
de calles, se mejora considerablemente la calidad de vida de una pequeña
población, de un barrio o de un pueblo. Con estas palabras salidas
de lo más profundo de su corazón lastimado, muchos reflexionamos
con en el hecho de que los pavimentos de concreto, no sólo son útiles
en las grandes obras de infraestructura, como lo puede ser una supercarretera
o una vialidad urbana, sino, sobre todo, en esas “pequeñas
grandes obras”, que, como sabemos, no suelen salir en las portadas
de revistas, pero que hacen referencia al enorme compromiso social de empresas
como CEMEX, para con los que menos posibilidades económicas tienen.
Otro momento emotivo fue cuando le fue entregado al ingeniero Luis Guillermo Aycardi el reconocimiento que anualmente hace CEMEX a toda una vida de trabajo y entrega. Especialista en diseño estructural, Aycardi ha sido, entre otras muchas actividades, profesor de la Universidad Nacional de Colombia; a lo largo de su fructífera trayectoria ha recibido numerosos reconocimientos a su trabajo. Las palabras del ing. Aycardi, sin duda alguna, no sólo emocionaron a su familia que lo acompañaba, sino a todos los que vimos cómo este importante personaje del concreto a nivel internacional, agradecía lleno de orgullo y con un nudo en la garganta, la entrega de un premio tan bien merecido. Nuevamente, en ese noche mágica, más allá de los coloridos vestidos largos, y las corbatas de moño perfectamente colocadas, brilló la calidez y calidad humana de profesionales como Aycardi, a quien desde este espacio le mandamos un abrazo.
Otro importante momento del evento fue cuando le fue concedida
a la arq. Jimena Hogrebe la beca Marcelo Zambrano, otorgada anualmente a
un joven profesional de la arquitectura, para que pueda cursar estudios
de posgrado en universidades de prestigio internacional. Esta beca está
destinada así, a fomentar el desarrollo de jóvenes arquitectos
recién graduados, cuyo trabajo académico y profesional demuestra
un enorme potencial para contribuir de una manera decidida e innovadora
al progreso de la cultura de la construcción y el diseño en
México.
Al
finalizar la premiación, y después de una deliciosa cena acompañada
de deliciosos vinos, se presentó como “broche de oro”
un tremendo grupo vocal-beat que ha cobrado gran fama –proveniente
de Israel–: The Voca People, quien brindó un espectáculo
que dejó a muchos, me incluyo, con la boca literalmente abierta,
haciendo de la noche de los Premios Obras CEMEX, una velada redonda e inolvidable.
c
Yolanda Bravo Saldaña
Fotos: Víctor Galván