Restauración
Premio mayor para la ciudad
Con una inversión de 13 millones de pesos y seis meses de trabajos de obra, la casa de la suerte y la fortuna –uno de los grandes íconos de concreto de la capital– ha recuperado su fisonomía original.
Ubicada en el número 1 del Paseo de la Reforma, la sede de la Lotería Nacional para la Asistencia Pública, es por muchas razones un lugar emblemático de nuestro país. En su salón de sorteos los “niños gritones” cantan los números de la suerte esperados por miles de personas que compran un “cachito” de lotería con la ilusión de algún día ganarse el “Premio Mayor”.
En el terreno de la ingeniería, es un edificio cuya construcción marcó el inicio de las aportaciones de la tecnología mexicana para rascacielos en zonas sísmicas y suelos fangosos. A nivel urbano, es el punto de inicio de la avenida más bella de la capital. Sin embargo, su arquitectura de estilo Art Déco, admirada por muchos al momento de su inauguración en 1946, al paso de los años sufrió alteraciones que deterioraron su fisonomía ocultando su belleza tras una fachada de cristal espejo y capas de aplanados y pintura.
Con motivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, el año pasado las autoridades de la Lotería Nacional emprendió la restauración de su emblemática sede. Además, se sumaron a las acciones de rescate del espacio público que el Gobierno de la Ciudad de México llevó a cabo en la Plaza de la República y su zona de influencia con la recuperación de la plaza de acceso. Hoy, el edificio, conocido como El Moro, ha resurgido para asombro de muchas miradas y está esperando ser considerado por el Instituto Nacional de Bellas Artes como patrimonio artístico.
Ingeniería de vanguardia
Tras haberse alojado en diversos inmuebles desde su fundación el 7 de agosto de 1770, en los años treinta del siglo pasado la Lotería Nacional construyó el primer edificio diseñado exprofeso para la institución. El primer proyecto fue del arquitecto Carlos Obregón Santacilia y evocaba al Quiosco Morisco (localizado en la actualidad actualidad en la colonia Santa María la Ribera), en el que años antes se realizaban los sorteos de la Lotería en la Alameda Central. Como la imagen del proyecto fue utilizada en los billetes de los sorteos, la gente comenzó a llamar al edificio El Moro, nombre con el que se le conoce coloquialmente hasta hoy.
Posteriormente, el ingeniero José Antonio Cuevas continuó con el proyecto. Para hacer frente al fangoso subsuelo característico de esta zona de la capital, Cuevas propuso una cimentación de flotación elástica. Este procedimiento, utilizado por primera vez en el mundo, fue expuesto por el ingeniero en la Universidad de Harvard. Tras contar con la aprobación de otros expertos, el presidente Lázaro Cárdenas autorizó que el edificio tuviera 10 pisos más de los que permitía el reglamento de construcciones de la época. Así, El Moro se convirtió, en ese entonces, en el edificio de concreto más alto del país y de América Latina con 107 m de altura. Para lograr un aislamiento sísmico óptimo se construyó además una cimentación de 180 pilas de concreto y acero que penetran a una profundidad de 55 m.
La sede de la Lotería Nacional fue el tercer edificio en la ciudad de México y en el mundo después del Edificio Miguel E. Abed Apycsa, el Palacio de Bellas Artes y el Edificio La Nacional en estar en una zona de alto riesgo sísmico y un suelo fangoso. A lo largo de su historia ha soportado cinco terremotos sin sufrir ningún daño en su estructura. Cabe mencionar que en la actualidad sigue siendo consideradouno de los inmuebles més seguros y resistentes a los eventos sísmicos de nuestro país.
Arquitectura e intervenciones
Con un piso subterráneo, entrepiso, planta baja, 17 pisos superiores, 5 elevadores, y 22 mil m2 de construcción, el edificio Art Déco se desplanta en una base similar a un abanico de cuya parte media surge la torre de oficinas. El proyecto de la fachada fue resultado de un concurso mientras que el arquitecto Vicente Mendiola diseño los interiores del vestíbulo y el salón de sorteos. Tras 12 años de construcción en los que sorteó retrasos de obra e incrementos de costos, el 28 de noviembre de 1946 fue inaugurado. Para 1950 ya era un hito urbano. En él fue colocado el primer letrero de gas neón del país, y fue sede de la primera televisora de México que desde los pisos 13 y 14 transmitió el informe presidencial.
La primera remodelación parcial de El Moro se remonta a 1955 cuando la empresa Televisión de México se mudó a sus propias instalaciones; la antena y el espiral fueron retirados disminuyendo su altura. Posteriormente, en 1978 en la fachada le fueron colocadas dos estelas de bronce en ambos lados de la entrada del escultor Federico Cantú que representan a la Diosa de la Fortuna; además, se renovaron las antenas de telecomunicaciones. Después del sismo de 1985, –del que el inmueble salió ileso– para adecuarlo al nuevo reglamento de construcciones se llevó a cabo un reforzamiento estructural y fue colocada una fachada de aluminio y cristales de espejo con el argumento de aligerarlo. A pesar de las voces que se pronunciaron para evitar los cambios en la fachada; éstos se realizaron, alterando de manera significativa la imagen del inmueble.
La restauración
En entrevista para CyT, la arquitecta Irma Batres Nieto, subgerente de Mantenimiento e Intendencia, encargada de Obras y Proyectos de la Lotería, explicó que el proyecto constó de tres fases: el rescate del espacio público; la restauración de la fachada y la creación de un mural interno. En lo que toca al espacio público, en la Plaza de Reforma –por la que se accede al edificio– se retiraron áreas ajardinadas y árboles para colocar el mismo pavimento utilizado en la vecina Plaza de la República y en las banquetas del Paseo de la Reforma. De esta manera la ciudad ganó un espacio público y el edificio una plaza limpia en la que también fue colocada una fuente realizada por el artista Ricardo Ponzanelli. Irma Batres comenta que la gente ha acogido muy bien esta intervención. Como nota curiosa: todos los días alguien avienta una moneda en la fuente pidiendo deseos para tener buena fortuna.
En lo referente a las fachadas, el proyecto de restauración se abocó a descubrir los detalles originales y eliminar los elementos ajenos añadidos a lo largo del tiempo. Para lograrlo fue necesaria la demolición, resanado y reparación de la superficie a una altura de hasta 70 m sobre el nivel de la calle. Tan sólo la cancelería y cristales oscuros retirados pesaban cerca de 15 t. Para recuperar el Art Déco se colocaron molduras o stream lines en las aristas de los volúmenes que conforman el edificio. Cabe mencionar que las stream lines se introdujeron en la propuesta evocando las características del Art Déco en el mundo. El rescate incluyó el cambio de toda la cancelería, cristales y ventanas; la colocación de lámparas con el diseño de la época en la escalera principal, y la instalación de iluminación con lámparas LED en sistema RGB que en la noche iluminan el edificio de colores.
En el vestíbulo de acceso se realizó una limpieza de pasamanos y escaleras, pasillos y plafones originales. La pintura que ocultaba los azulejos de la entrada –instalados en la construcción de los años 40– fue retirada. También se rescató el vestíbulo del primer piso donde estaban las cajas de pago en las que el público recogía sus premios. La tesorería fue movida a otra ubicación por seguridad. En este espacio, el artista Ariosto Otero realizó un mural de 215 m2 sobre la historia de la Lotería Nacional titulado El juego de la fortuna. Cabe mencionar que el piso de madera que hoy puede admirarse de nuevo estaba cubierto con loseta vinílica. Además, los plafones que existían en torno de columnas y paredes se replicaron para reforzar con las líneas el estilo del pasado.
Contiguo al salón de sorteos -cuya capacidad es de 500 personas-, el espacio que alberga el mural de Otero hoy es sede de exposiciones, conciertos, actividades para niños, convivio, entre otros, que complementan la celebración de los tradicionales sorteos. Irma Batres señala que para invitar a la gente a visitar estas zonas de la Lotería, el módulo de seguridad de la entrada fue cambiado de posición de manera que no sea una barrera a la entrada. Otro elemento restaurado en esta obra es un antiguo vitral compuesto de mosaicos con relieve y gran colorido.
Para estar a la vanguardia tecnológica, la Lotería ha introducido nuevos sistemas y equipos de cómputo para soportar diversos productos que se pueden adquirir a través de de un teléfono celular o una computadora. Además, desde agosto de 2010, la Lotería Mexicana, funciona con una esfera electrónica. Sin embargo, la tradición en la celebración de los sorteos continúa con la presencia de los “niños gritones”, y un equipo de siete mujeres que realizan un trabajo manual que no admite margen de equivocación: apuntar los números premiados que los niños colocan en los ábacos conforme van saliendo de las esferas.
Un premio para la ciudad
Con la restauración de la sede de la Lotería Nacional, la ciudad y sus habitantes hemos recuperado un gran edificio que es parte fundamental de la idiosincrasia nacional ¿Quién no ha comprado un billete de lotería; conoce historias de amigos y familiares o ha visto en las películas de la época de oro del cine nacional a los “niños gritones” en el salón de sorteos? Para Irma Batres posicionar a El Moro en el mapa turístico del Centro Histórico y del Corredor Reforma es parte integral de esta recuperación. “En los mapas turísticos aparece el Monumento a la Revolución, la Alameda y la escultura El Caballito de Sebastián, pero no aparece la Lotería que es el punto de inicio del Paseo de la Reforma”, señala la arquitecta. Hoy la fachada de la casa de la suerte y la fortuna resplandece con la luz del día y se ilumina de alegres colores al atardecer, la perspectiva desde la Avenida Juárez o desde Reforma es imponente. La sede de la Lotería Nacional brilla.
Autor: Isaura González Gottdiener
Fotos: Cortesía de Lotenal
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