El amor por la estructura
El ingeniero José Gaya Prado, respetado estructurista mexicano, charló para Construcción y Tecnología acerca de su vocación, intereses y desarrollo profesional. He aquí el resultado de esa amena entrevista.
Uno de los personajes más conocidos en el medio de la ingeniería mexicana es el estructurista José Gaya Prado, quien a lo largo de su vida combinó su vocación profesional con una fructífera carrera como catedrático de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Gaya Prado –director general de Losas y Fachadas SA (LOYFA)– confiesa en entrevista exclusiva con Construcción y Tecnología que se dedicó a la ingeniería por no atreverse a ser arquitecto. “Yo sabía desde la primaria que mi vocación estaba del lado de la arquitectura, y esta posición fue la misma hasta media hora antes de que empezara el examen para ingresar a la UNAM (mi generación fue la primera que tuvo que cumplir con ese requisito)”, dice el especialista. Lo que sucedía es que tenía miedo a que “no me salieran las ideas”, recuerda el entrevistado, quien reconoce que a pesar de todo nunca se arrepintió de esa decisión ya que, de una u otra forma, ambas disciplinas se complementan y le gustan. “Además, me ha permitido ser diferente de algunos de mis colegas que se pelean como perros y gatos con los arquitectos, señala con una amplia sonrisa.
De
los primeros años como ingeniero
El ingeniero Gaya Prado rememora con nitidez, como si hubiera sido ayer,
que los primeros suplementos informativos que editaba el Instituto Mexicano
del Cemento y el Concreto (IMCYC) eran elaborados por los ingenieros Roger
Díaz de Cosío, Mario Francisco Robles, el doctor Óscar
González Cuevas y el doctor Casillas, personajes fundamentales en
la historia de la ingeniería mexicana y, por supuesto, del IMCYC.
“Esos documentos eran sumamente valiosos porque en ese entonces, la
carrera de ingeniería se inclinaba casi en su totalidad hacia las
estructuras de acero; lo poco que se conocía sobre las estructuras
de concreto provenía del IMCYC”, puntualiza el entrevistado.
Concluida su carrera, el ingeniero Gaya Prado ingresó a laborar a
Presforzados Mexicanos, SA de CV (PREMESA), en la época en que el
director técnico de la empresa era el reconocido ingeniero Francisco
Robles. Tras su paso por esta compañía, el especialista decidió
abrir un despacho de diseño estructural con la idea de dedicarse
a abarcar un gran campo, “pero la verdad es que por una malformación
profesional me incliné hacia los prefabricados y presforzados, de
tal suerte que prácticamente el 90 por ciento de los trabajos que
hacía eran de ese tipo. Así me mantuve durante 20 años,
pero a la par, pude abrir una empresa dedicada a los prefabricados, a la
cual, lo reconozco, no le dediqué el tiempo que merecía, sobre
todo en la parte comercial. Fue entonces que decidí asociarme con
el ingeniero José Navarro, quien había estado en el área
comercial de algunas empresas prefabricadoras. Mi socio se ocupó
de la planta y yo me mantuve al margen ya que existía un conflicto
de intereses, toda vez que yo me dedicaba a diseñar para otras compañías
del mismo ramo. Finalmente, el ingeniero José Navarro enfermó
y tuvo que retirarse, lo que me obligó a cerrar el despacho y hacerme
cargo desde entonces de Losas y Fachadas (LOYFA)”.
Un
sistema mixto eficiente
“Mi empresa es pequeña. Sin embargo, creo que hemos logrado
competir con empresas conocidas porque tenemos la capacidad de producir
elementos como columnas prefabricadas, trabes y estructuras de dos aguas
para cubierta, por ejemplo. Todo lo que menciono es un campo que a mí
me gusta mucho desde el punto de vista de diseño, labor a la que
me dediqué prácticamente durante 30 años”, señala.
Sobre lo que produce la empresa, Gaya comenta: “Nosotros tenemos un
sistema mixto que cuenta con la patente correspondiente que consiste en
combinar los elementos prefabricados con colados en sitio. Claro, todo se
hace más difícil cuando trabajamos con estructuras grandes
porque se requiere de mucha precisión, lo cual se pone de manifiesto
cuando se utilizan columnas coladas en sitio y trabes prefabricadas, por
ejemplo”. Del tema, Gaya Prado explica que en un sistema de grandes
dimensiones el mayor porcentaje, en términos de concreto, es prefabricado
(la relación es 80 y 20%). “No obstante, yo trabajo con un
sistema en el que se invierten los factores y en ocasiones el 20% le corresponde
a la parte prefabricada y el 80% al colado en sitio”, explica. No
obstante, señala el entrevistado, “con este procedimiento logramos
mejores tiempos que muchas de las obras que se hacen a base de prefabricados,
como ocurrió, por ejemplo, en una plaza comercial de 40 mil metros
cuadrados cuya estructura se terminó en 12 semanas. En otro centro
comercial en el que participamos, la Plaza San Pedro, en Monterrey (que
abarca 200 mil metros cuadrados), se tuvo lista la obra en nueve meses;
si se hubiera hecho de otra manera –asevera– el tiempo se hubiera
alargado entre un 30 y 40% más aproximadamente”.
Ingenieros
a la baja
“Siento que la ingeniería estructural va en declive. Cada vez
hay menos muchachos que se interesan por esa área, lo cual es distinto
a los que sucedía en mis tiempos, cuando la orientación era
estructurista por excelencia; lo elegante era obtener una buena calificación
en estructuras de acero o de concreto. Los programas académicos estaban
encaminados hacia ese aspecto. Hoy, ya casi nadie quiere formar parte del
campo de la estructura, sobre todo porque los muchachos perciben que casi
no hay inversión en esa área y que se paga mal, por lo que
se van hacia otras divisiones mejor remuneradas”, expresa el experto.
“Los despachos de estructuras se están haciendo viejos y este
problema no es de hace un año, sino algo de largo plazo. Ante ello,
–propone– debe haber mayor unión en el gremio de estructuristas
y mayor respaldo de las autoridades”. Gaya Prado resalta que un ejemplo
a seguir es lo que hacen en España, país donde un cliente
está obligado a contratar al estructurista a través del Colegio
de la especialidad. “Esa es una buena manera de cobrar lo justo de
acuerdo con rangos bien establecidos, y también de castigar a quien
actúe deslealmente ya que quien no respete estos acuerdos se le puede
suspender”.
Relación cercana al IMCYC
El ingeniero Gaya Prado recuerda con gran beneplácito el tiempo en
que, junto al profesor Raúl Álamo, recorrió una gran
parte de la República Mexicana como representante del IMCYC para
ofrecer cursos sobre estructuras de concreto presforzado, labor que se extendió
casi durante cinco años. “Siempre, de cualquier modo, he tenido
buenos amigos en el Instituto y cuando tenemos alguna duda o problema recurrimos
al IMCYC siempre con buenos resultados”, afirma. Sincero en cada una
de sus respuestas, el ingeniero Gaya Prado acepta que el momento por el
que atraviesa la industria de la construcción es complicado. “Es
por ello que cuando tenemos trabajo hay que portarse bien en todos los sentidos”,
dice quien ve un futuro prometedor para la ingeniería y la industria
de la construcción.
“Si nos referimos expresamente al rubro de la prefabricación
–establece el entrevistado– podríamos decir que esta
área está en ciernes “porque pecamos de hacer lo mismo
desde hace mucho tiempo. Se necesita innovar y hay mucho camino por recorrer
en el diseño, pero antes que todo eso, se requiere que los jóvenes
ligados a la ingeniería reflexionen y sigan su vocación. Lo
primero –concluye– es que estudien algo que les permita trabajar
en algo que les guste”. c
Por: Juan Fernando González G.
Retrato: A&S Photo/Graphics
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