Impermeabilización y protección contra la humedad
La presencia de agua en la estructura, produce alteraciones en sus características físicas e incluso mecánicas que significan cuantiosas pérdidas de recursos para las empresas y los propietarios de inmuebles.
Para
visualizar estas alteraciones baste recordar la dependencia que existe entre
el aislamiento térmico y el contenido de humedad del material aislante,
o los daños por incorporación de sales agresivas disueltas.
Algunas de estas sustancias agresivas pueden ser sales contenidas en el
suelo en contacto con las cimentaciones, como por ejemplo el sulfato de
calcio y de magnesio, o bien gases agresivos.
Así, el dióxido y trióxido de azufre, presentes en
la atmósfera de ciudades altamente contaminadas, al combinarse con
el agua de lluvia, originan las conocidas lluvias ácidas, por formación
de ácido sulfúrico, que reacciona con los conglomerantes alcalinos
de acuerdo al siguiente esquema de ataque.
Cuando
la concentración de sulfato de calcio, en la solución intersticial,
es suficientemente elevada se combina con los aluminatos hidratados del
cemento formando una sal de sulfoaluminato de calcio hidratado de carácter
fuertemente expansivo, denominada etringita, que es capaz de disgregar la
estructura del concreto o mortero atacado. Por otra parte la presencia de
concentraciones elevadas de CO2 atmosférico, puede provocar
una paulatina disminución de la alcalinidad de los compuestos cementicios,
debido a la transformación del hidróxido de calcio Ca (OH)2
en carbonato o bicarbonato de calcio, este último soluble en agua.
La consecuente reducción del pH de la pasta de cemento, por efecto
de la transformación indicada, elimina la protección básica
generada sobre el acero de refuerzo por el ambiente altamente alcalino,
facilitando el inicio del fenómeno de oxido reducción (corrosión),
en presencia de agua y oxígeno.
Independientemente del ataque químico indicado, la presencia de humedad
en muros y losas, altera su capacidad de aislamiento térmico y facilita
la proliferación de hongos y bacterias, produciendo las características
manchas negras en el interior de las viviendas. Finalmente la penetración
de agua al interior de materiales porosos, como ladrillos, morteros o concretos,
puede disolver las sales solubles contenidas en los poros abiertos, produciendo
manchas conocidas como eflorescencias.
Mecanismos de penetración del agua
Los principales mecanismos que conducen a la absorción de agua por
parte de un material son: Absorción por capilaridad; permeabilidad
al agua de escurrimiento superficial, subterráneo o de depósitos,
y condensación capilar.
Absorción por capilaridad
Todos los materiales de construcción absorben agua a través
de sus capilares abiertos. Esto ocurre principalmente en superficies expuestas
como fachadas y en los muros de cimentación, no impermeabilizados,
en contacto con el terreno.
Permeabilidad
La presión de agua, incluso cuando es muy reducida, fuerza la penetración
del agua a través de los capilares de mayor diámetro y poros
abiertos, permitiendo su paso al interior de las estructuras. No obstante
lo anterior, los numerosos ensayes realizados han demostrado que la penetración
de agua a través de elementos de concreto de alta resistencia, con
contenidos de cemento iguales o superiores a 300 kg/m3 y relaciones a/c
inferiores a 0,5, es lenta y reducida, ya que difícilmente alcanza
los 5 a 6 cm., incluso con una presión hidrostática relativamente
elevada. En estos casos la permeabilidad de la estructura se produce principalmente
a través de puntos de discontinuidad, tales como fisuras, grietas,
concretos poco compactados así como juntas de concreto mal ejecutadas.
Absorción por condensación
Esta condensación ocurre cuando el aire a una determinada temperatura
contiene una cantidad de agua, en forma de vapor, superior a su capacidad
de retenerla (punto de condensación). El mecanismo de condensación
capilar determina la humedad de equilibrio propia de un material y depende
de la cantidad y diámetro de capilares que este tenga. Este valor,
conocido como higroscopicidad, puede verse alterado por la presencia de
sales solubles que aumentan la humedad de equilibrio de un determinado material.
De acuerdo con lo anterior, un material debe considerarse seco cuando contiene
la humedad de equilibrio correspondiente al ambiente en el
que está inmerso.
Como la humedad de equilibrio depende del ambiente que rodea los materiales
utilizados y ésta necesariamente varía con los cambios climáticos
estacionales, los elementos expuestos, como en el caso de fachadas, deben
permitir el intercambio de vapor, propiedad que se conoce como difusión
de vapor y que resulta fundamental en la protección de superficies
expuestas. A este respecto la teoría de Künzel establece que
una fachada o superficie expuesta a la intemperie estará protegida
cuando su capacidad de difusión de vapor supera la capacidad de absorción
de agua.
Protección
e impermeabilizado
El incremento de la construcción en altura, producido por la necesidad
de un mayor número de viviendas y el aumento del costo de los terrenos
en zonas urbanas, ha generado la necesidad de proteger mayores superficies
expuestas a la absorción de agua, como por ejemplo; terrazas, techos
planos y subterráneos. Para cubrir esta necesidad actualmente existen
un número importante de alternativas de protección e impermeabilización
las que pueden clasificarse de acuerdo a los siguientes criterios: Productos
para protección de parámetros expuestos que no estén
sometidos a presión hidrostática, o productos impermeabilizantes
capaces de resistir presión hidrostática.
Dentro de esta clasificación, para una adecuada elección del
tipo de producto a utilizar en la protección de fachadas y paramentos
verticales expuestos, dentro de la vasta gama de revestimientos y pinturas
impermeables que ofrece el mercado, es necesario considerar su capacidad
de difusión de vapor, a fin de no alterar la habitabilidad de los
recintos en contacto con el paramento protegido. Por otra parte, los productos
impermeabilizantes capaces de resistir presión hidrostática
disponible, pueden clasificarse de acuerdo a distintos criterios entre los
cuales están:
1. Según el material con que están constituidos: asfaltos,
acrílicos, polietileno, PVC y otros.
2. Según su elasticidad: rígidos, semielásticos y elásticos.
3.Según su adherencia a la base: adheridos o flotantes.
4. Según su forma de aplicación: láminas prefabricadas
adheridas o flotantes, láminas de formación in situ, productos
que impermeabilizan por formación de cristales que sellan los poros
abiertos, y productos impermeabilizantes incorporados al material, generalmente
concreto, durante su elaboración.
Cada uno de los tipos de impermeabilización descritos presenta ventajas
y desventajas que pueden resumirse como sigue:
El uso de láminas prefabricadas asfálticas y PVC tiene la
ventaja de un espesor y características constantes pero su colocación
requiere de uniones soldadas por termofusión, lo que incrementa la
posibilidad de fallas, producidas por errores de ejecución y a las
tensiones generadas por la contracción del material al enfriarse.
Sobretodo en el detallado de retornos en los encuentros con muros, ductos
y pasadas, debido a las dificultades de ejecución que estos puntos
presentan. Estas láminas son generalmente degradables cuando no están
protegidas, lo que se traduce en una pérdida progresiva de su elasticidad.
Otra consideración que debe tenerse presente respecto a las láminas
asfálticas, es su baja resistencia al ataque de solventes y ácidos
orgánicos débiles, lo que limita su utilización, sin
protección, en muros en contacto con suelos que contengan materias
orgánicas o superficies expuestas a derrames de solventes orgánicos
como bencina y aceites, entre otros.
Las láminas
de formación in situ, elaboradas sobre la base de emulsiones acrílicas,
como los acrilatos de estireno, en general presentan una buena resistencia
a la radiación ultravioleta y envejecimiento, debido al mayor aporte
de energía necesario para romper los enlaces iónicos de estos
tipos de polímeros, son resistentes a los ácidos orgánicos
débiles y además permiten resolver, en forma simple, los puntos
singulares, incluso con detalles complejos. Tienen el inconveniente de requerir
un estricto control de aplicación, ya que el espesor de la lámina
depende del aplicador y el método utilizado, lo que puede traducirse
en la existencia de puntos con espesores variables e incluso insuficientes,
aumentando la probabilidad de dejar poros abiertos, que pueden provocar
filtraciones puntuales. Por este motivo, la aplicación de estas membranas
debe realizarse siempre en dos o más capas, que minimicen la posibilidad
de coincidencia de poros, siendo recomendable su aplicación con pistolas
de proyección, ya que este procedimiento permite lograr espesores
más uniformes y reduce el riesgo de formación de poros por
defectos de colocación.
La elasticidad del material utilizado es otro factor relevante a considerar
en la elección del producto adecuado para cada caso. A este respecto
es necesario hacer presente que el uso de impermeabilizantes rígidos,
con base en morteros, cementos modificados, o sellantes de superficie, en
estructuras sometidas a deformaciones es una de las causas recurrentes de
fallas de la impermeabilización colocada. De lo anterior, resulta
evidente la necesidad de conocer el grado de elasticidad del producto utilizado
y compararla con la deformación que pueda tener la estructura, sobretodo
si es probable que se generen fisuras después de aplicada la impermeabilización
o bien si existen fisuras activas, cuya abertura y movimiento deben ser
absorbidos por la impermeabilización utilizada. En este aspecto,
el uso de láminas flotantes permite independizar la impermeabilización
del substrato evitando el reflejo de fisuras, pero tiene el inconveniente
de que posibles fallas puntuales, producidas por defectos en las uniones
soldadas o por indentación del material colocado, son difíciles
de localizar, debido a que el agua se acumula bajo la impermeabilización,
por lo que las filtraciones pueden aparecer a varios metros del punto de
falla en cualquier dirección y un problema puntual puede comprometer
toda la zona impermeabilizada.
Resumiendo lo expuesto puede concluirse que el éxito de una impermeabilización
depende fundamentalmente de la elección de un producto adecuado al
comportamiento de la estructura en servicio, de su ubicación, de
la protección considerada y de la realización de un proyecto
de impermeabilización que resuelva los puntos singulares, propios
de cada obra, considerando las características del material elegido.
c
Fotos: Archivo CyT.
Referencias bibliográficas: Tomado de Impermeabilizaciones,
de Fernando Arancibia, Ingeniería y Construcción, 2009.
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