Una finca en concreto
Chile ha posicionado su arquitectura dentro de los mejores referentes a nivel internacional. Hoy, una generación de talentosos arquitectos ha encontrado la forma de trabajar con una precisión admirable.
Lejos de los excesos y equilibrando paisaje con técnica constructiva
la Finca Izaro, nos da muestra del compromiso que refrenda el despacho chileno
Martín Hurtado Arquitectos Asociados. Esta oficina con quince años
de experiencia, especialmente en el área de construcciones agro-industriales,
se ha caracterizado por manejar como carta de presentación su trabajo
excepcional a través de la madera y concreto. Su trabajo no es pretencioso;
piensan que el punto de partida para desarrollarlo de forma integral es
utilizar los menores medios para obtener los mayores beneficios. Por eso
el mismo Martín Hurtado describe a su equipo de trabajo así:
“somos hijos del modernismo que nace con un espíritu de austeridad
de recursos en contextos muy necesitados”.
El
proyecto
El proyecto de la Finca Izaro contempla el diseño de un masterplan
de distribución de tierras, urbanizacion y emplazamiento de las distintas
dependencias para un nuevo desarrollo agrícola en un campo semiabandonado
donde estaba todo en espera de hacerse realidad. Había que comenzar
de cero y enfrentarse al vacío. Estas necesidades generales implicaban
el trabajo y desarrollo de diferentes frentes como la definición
de los accesos principales, la distribución del programa arquitectónico,
y la determinación de un orden constructivo general que diese coherencia
y unidad a la totalidad del territorio para convertirlo en un paisaje homologado.
No está de más decir que este último concepto es fundamental
para entender el trabajo chileno en la arquitectura contemporánea.
Se inició así una discusión análitica
sobre el estado de la arquitectura rural actual en el país y la posibilidad
de establecer bases para obtener un orden téctonico adecuado al clima
y la topografía. Era indispensable en esa etapa considerar las caracteristicas
restrictivas que significaba la topografía y la futura ubicación
de una serie de construcciones en laderas y cumbres de cerros. El contexto
geográfico –explica el despacho–cuenta con la presencia
de un conjunto de valles transversales entre el mar y con la cordillera
central chilena, en una zona productora de vinos de clima templado, inviernos
lluviosos y húmedos y veranos secos calurosos; lo cual determinó
el desarrollo de un tipo de arquitectura con amplias cubiertas que protegen
de la lluvia intensa en invierno y de la alta radiación solar en
verano.
La idea general
abordada está basada en el concepto de desarrollar una secuencia
constructiva que establezca un canon basado en la atemporalidad de la obra
realizada al construirse con baja tecnología pero empleando los
materiales con honestidad y total claridad. Justo por este par de condiciones
se decide seleccionar el concreto aparente como material predominante en
toda la obra.
“Fue elegido dada su versatilidad y notable austeridad que no exige
mayor mantenimiento, como también, por no requerir tecnología
foránea o especializada por lo cual se logra un lenguaje flexible
que permite con el pasar de los años continuar realizando edificaciones
sin romper la unidad pretendida. Así acotó el arquitecto Sebastián
Erazo Fischer, miembro del equipo de proyectos.
Solución dispersa
El proyecto definitivo se integró por la elaboración de un
conjunto de recintos disgregados y posicionados aparentemente de forma aleatoria
en el terreno; todos ellos tienen la finalidad de alojar los servicios productivos
de un campo vitivinícola, que consta de cuatro grupos principales:
oficinas de administración, casino y vestidores para personal del
campo, las bodegas de maquinarias o equipo pesado y los productos agrícolas
y servicios generales.
Mencionando
con más precisión el programa de necesidades debía
integrar adicionalmente la portería principal, casas del personal
residente, caballerizas, casetas de riego, senderos, miradores, comedores
de campo, etc. Todo para configurar una red de instalaciones que ordenan
y estructuran la vida y sus actividades laborales en contacto con la naturaleza.
Es así como a la forma accidentada y la vegetación existente
del lugar son el marco ideal para adecuar estos pabellones de geometrías
asimétricas y poco ortogonales que se abren visualmente hacia determinadas
direcciones para resaltar el diálogo por mimesis con el paisaje asumiendo
sus colores y rotundez de formas. “Se asume una correlación
periférica con el paisaje, evitando la frontalidad, buscando siempre
devolver la vista sobre el entorno, pero de forma controlada y seleccionada”,
comentó para CyT, Erazo Fischer.
Es importante
mencionar que todos los modelos prediseñados de cada unidad (pabellón)
se fueron adecuando a las curvas de nivel, las condiciones climáticas
y los dominios de vista buscados de manera conciente para definir lugares
únicos a la escala del paisaje. Para ello se echó mano de
diversos materiales (piedras de río, maderas, acero) que aportaron
textura color e imagen a los recorridos generados entre edificicios y que
más tarde serían experimentados por los usarios. El valor
de estos vínculos espaciales es la cualidad que tienen de desplegar
los espacios interiores a la sólidez de los muros de concreto aparente
que manejan con prudencia la necesaria relacion entre comunidad y privacidad,
propia de una relación social que congrega a muchas familias y actividades
diversas en un todo continuo.
Concreto total
En su gran mayoría todos los edificios se realizaron empleando un
sistema estructural mixto que se evidencia por las columnas de acero que
soportan algunos de los volados de concreto. “El concreto actúa
como soporte estático vertical entre las cubiertas y la cimentación.
El papel de
la subestructura y los muros del edificio es absorber todos los esfuerzos
generados dentro del criterio sísmico ya que todo el tema dinámico
es canalizado por los muros de concreto aparente”, apuntó Martín
Hurtado. Con el criterio explicado se solicitó un concreto de alta
plasticidad que pudiera adecuarse a la cimbra de madera utilizada y obtener
así una huella evidente de su textura en bruto utilizada en todos
los elementos. Los arquitectos nos recuerdan que “para la realización
del concreto aparente se debe poner especial cuidado en confeccionar todos
los moldes con modulaciones previamente acordadas, ya que poco puede ser
improvisado con este material”.
El sistema
de cimbra fue modulado en base al entablado de madera de pino de 1 x 4”
machihembrado; con ello se formaron tableros reutilizables de 1.20 x 3.2
m utilizados alternadamente en forma horizontal y vertical, considerando
cuatro usos por tablero. Para la junta de concreto fueron necesarios ángulos
de 20 x 20 mm de manera que se consiguiera una línea continua. Como
separadores de la cimbra se utilizaron calzas de este mismo material. En
pocos casos se contempló el uso de moldes metálicos vigilando
que fueran lo suficientemente sólidos y rígidos para no deformarse
durante el vaciado de concreto.
Máxima satisfacción
Es motivo de orgullo para los creadores mencionar que hubo un esfuerzo evidente
por que los materiales e insumos empleados pudieran encontrarse en la ferreteria
más cercana con el cometido de producir elementos de bajo costo y
nulo mantenimiento. Por ello, la plástica de los edificios intenta
construir gestos y detalles con elegancia para provocar mayor interés
en el espacio abierto. El proyecto considera los modelos de arquitectura
local en cuanto a la utilización de energía solar pasiva en
base a incorporar las ganancias térmicas con el ingreso de métodos
tradicionales de construcción asociados a una zona rural. La obra
demoró 14 meses en construcción
y seis meses en su fase de diseño.
A decir del
despacho: “Esta obra representa la oportunidad única de configurar
un valle geográfico completo de más de 2000 hectáreas
y darle a todo una unidad espacial y constructiva, entendimos bien el reto
que era desarrollar un total de diez edificios de diferentes programas y
dimensiones para emplazarlos en un terreno muy basto y con ellos urbanizar
un valle completo compatibilizando las labores agrícolas con la continuidad
del paisaje rural. Sin duda nuestro mayor orgullo es que en el contexto
natural el proyecto integra en un manto continuo el paisaje natural y el
creado por el hombre”. c
Gregorio B. Mendoza
Fotografias: Martín Hurtado
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