Un puente muy especial
No es secreto que Cancún es uno de los destinos turísticos preferidos de millones de viajeros. Es por ello que su aeropuerto internacional tuvo que ampliar sus instalaciones.
Hace un año fue inaugurada una segunda pista de aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de la ciudad de Cancún, en el estado de Quintana Roo. La reciente obra ha permitido duplicar la capacidad de este puerto aéreo con el fin de poder recibir hasta 28 millones de pasajeros al año. El proyecto, responsabilidad del Grupo Aeroportuario del Sureste (Asur), quedó complementado con una torre de control de casi 97 metros de altura y un impactante puente de rodamiento –pues los vehículos automotores circulan debajo de él– que conecta a la pista 1 con la 2, así como con los edificios terminales. Ambas estructuras tienen en el concreto a su mejor aliado. Cabe decir que la pista de aterrizaje, inaugurada con la visita del avión presidencial, tiene 2,800 metros de longitud y 45 metros de ancho. Entre ambas carpetas de rodamiento hay una separación de mil 420 metros, lo cual hace posible la operación simultánea de más de 80 aterrizajes y despegues cada hora.
Normas diferentes.
Grupo Indi es una de las diez constructoras de Infraestructura
más importantes del país. Cuenta con una amplia experiencia
en la construcción, rehabilitación, conservación y
modernización de vialidades y puentes, así como en la construcción
de edificios para oficinas, viviendas, escuelas, hospitales, hoteles y supermercados,
entre otros. Para esta compañía mexicana es común desarrollar
proyectos con concreto reforzado, concreto prefabricado, estructuras de
acero y estructuras híbridas; pero, sin duda, la construcción
del puente de rodamiento –el primero en América Latina–
en el Aeropuerto Internacional de Cancún, significó todo un
triunfo.
Por
su parte, la empresa constructora MECANO, la cual ha participado en obras
de gran envergadura –el Viaducto Bicentenario, entre muchas otras–
tuvo una participación estelar en la edificación del puente
de rodamiento. Para conocer detalles de la misma Construcción y Tecnología
charló con el arquitecto Salvador Ángeles, director de Construcción
de esta empresa mexicana.
El puente se compone de dos muros estribos y dos pilas centrales, además
de dos trabes longitudinales centrales. Se trata de una estructura que pudiera
parecer muy esbelta, pero la verdad es que se diseñó para
recibir al avión más pesado del mundo, a decir del arquitecto
Ángeles. El diseñó del área de rodamiento fue
realizado por la firma de diseñadores, ingenieros y consultores ARUP,
con sede en el Reino Unido, algo que generó dolores de cabeza a la
prefabricadora mexicana ya que el despacho británico solicitó
que se trabajara con materiales y sistemas que no se utilizan normalmente
en México.
El arquitecto Ángeles, egresado del Instituto Politécnico
Nacional (IPN), relata cómo se dieron las cosas: “Tuvimos que
hacer adecuaciones ya que en México se trabaja de manera diferente.
En principio, hay que decir que el proyecto marcaba que las trabes tuvieran
un presfuerzo, y las preparaciones para un postensado, lo que sucede porque
ellos se apegan a las normas AASHTO (Asociación Americana de Carreteras
Estatales y Oficiales del Transporte)”. Así las cosas, abunda
el entrevistado, “se nos pidió, por ejemplo, que el personal
que estuviera a cargo de lecherear las inyecciones estuviera certificado;
cosa que no se da en México. Es decir, no existe la certificación
para una persona que inyecte grout (mortero especializado para el relleno
de espacios).
Pero eso no fue todo, ya que para ciertos procedimientos se basaban en normas
de Alaska, Miami o de California. Esto fue complejo pues las normas no eran
aplicables a la realidad mexicana”. Para ilustrar lo dicho, el arquitecto
Ángeles refiere que se solicitó que la colocación de
los neoprenos no se hiciera a más de 26 grados, cuando en Cancún
la temperatura promedio es mayor.
“Otra norma marca una deformación máxima de seis milímetros
para ese tipo de trabes, lo que generó una serie de problemas porque
en México usamos poliestireno que tiene pequeñas deformaciones.
Sin embargo, la norma mexicana lo permite, pero las AASHTO no. Es por eso
que tuvimos que hacer cajones de madera con ventanas a los lados para que
se pudieran supervisar los espesores de las trabes. Una trabe traía
hasta 40 de esos orificios”, apunta.
Aún hay más
“Este tipo de trabajo ya lo habíamos hecho
antes –señala el arquitecto Ángeles– pero cuando
manejas una cimbra muerta, no cuando quedan todas en las trabes. Tuvimos
que llevar una serie de carpinteros para hacer los huacales, los cuales
parecían ataúdes los cuales tuvimos que protegerlos con diesel
para que no se absorbiera la humedad. Íbamos terminando y desmoldando;
a cada momento eran checados los milímetros. Me decían: ya
se comieron dos de los seis milímetros y necesitamos tolerancia cero”.
“Si hablamos del postensado –explica el experto– se debe
decir que la forma de conectar en México las inyecciones es muy diferente.
“La norma en México pide colocar una ventana de un lado y una
más del otro lado, lo que permite inyectar la lechada por la parte
de arriba y esperar que salga por el otro lado, como si se tratara de una
fuente”. Además, “la norma estadounidense marca un procedimiento
largo y complejo ya que se debe colocar una especie de llave en las partes
bajas e inyectar por allí para que vayas eliminando el aire. Es lógico,
es cierto, pero resulta que las conexiones que tenemos en México
no son las que tienen los prefabricadores de Estados Unidos. Por ello tuvimos
que proponer colocar más mangueras para ir eliminando tramo por tramo,
lo que requirió que se hicieran pruebas de grout, de resistencia
y de inyección”, afirma.
Aparte del tensado hay un postensado, tanto longitudinal como transversal, lo que motivó “un verdadero lío para que coincidieran los hoyos, trabe con trabe, ya que el puente lleva una curva para darle pendiente. Longitudinalmente, cada trabe entraba por la parte superior, bajaba en el centro con cierta curvatura, pero volvía a subir y bajar, subir y bajar, porque eran tres secciones en el puente. Parece sencillo, pero para que coincidieran los hoyos longitudinalmente, primero, y luego transversalmente, fue complicado. Entre cada trabe se selló con un colado de grout, y se trajo de Estados Unidos porque el que se tenía aquí no les pareció mucho a los supervisores de la obra; lo mismo sucedió con los neoprenos”, rememora.
El apoyo de CEMEX
La resistencia del concreto que se utilizó en el puente de rodamiento fue de 500 kg/cm2; sin embargo, este aspecto también se sometió al rigor de las normas estadounidenses “ya que si la resistencia era de 498, por decir algo, no nos lo aceptaban, cuando en México la reglamentación te ofrece una tolerancia de 35 kilos. Lo mismo sucedió con el módulo de elasticidad, que fue muy alto, lo que hizo que la gente de CEMEX también tuviera que acoplarse. Recuerdo que tuvimos que agregarle hielo al concreto para bajarle la temperatura, porque a pesar de que la planta estaba cerca, el material llegaba con más de 30 grados, la cifra límite. Hubo ocasiones que debimos regresar las ollas. En México, en cambio, está permitido trabajar con 32 grados cuando se habla de colados masivos”, informa. Dado que el módulo de elasticidad era altísimo, CEMEX optó por traer un agregado de su planta de Tabasco, situada a mil kilómetros de distancia de la obra, con lo cual se pudo cumplir con el requisito solicitado.
Independientemente de eso, revela el arquitecto Ángeles, “puedo
decir que el concreto con el que trabajamos fue muy bueno, con un revenimiento
de 20.22 cm, aproximadamente, lo que hizo que fluyera muy bien. No tuvimos
problemas con las piezas. Ninguna tuvo que ser reparada. Tal y como salía
del molde se limpiaba y se colocaba”.
Supervisión microscópica
Cuando se trabaja en un ambiente marino se debe tener especial
cuidado con los aspectos corrosivos, situación que no es desconocida
para el arquitecto Ángeles debido a una trayectoria de más
de 30 años en el ámbito de la construcción de obras
de infraestructura. Así, “el acero que se colocó de
inmediato no representó ningún problema; pero en el caso de
los armados que duraban un poco más de tiempo se les aplicó
un líquido, un inhibidor de la corrosión en forma de spray,
que protege estas piezas de la oxidación”. Por su parte, “la
gente de ARUP nos pidió que cuidáramos mucho los espesores.
No nos dejaron que tocáramos una sola varilla que estuviera salida
de una trabe expuesta, porque tenían miedo de que por allí
se colara la corrosión del ambiente marino; por eso nos pidieron
que todo fuera a base de puntas plásticas”, comentó.
La supervisión en cada paso de la obra fue superlativa y recayó
en diferentes entidades: el control de calidad estuvo a cargo de un laboratorio
externo. La presencia de un representante de ARUP y de los asesores directos
del propietario de la obra (ASUR) fue permanente durante los seis meses
que tardó la ejecución del proyecto.
Un ejemplo claro del cuidado que se tuvo en cada paso, reconoce el entrevistado,
se relaciona con el torón. “Una vez que se tensaba la pieza,
si no era colada, había que destensar el torón. Como no podía
estar expuesto más de 24 horas, tuvimos que llevar un contenedor
con protección térmica. Una vez que se colaba la pieza, al
otro día se cortaba inmediatamente el torón, al ras, y se
aplicaba una protección de pintura de esmalte, La cara pintada después
iba colada, pero en ese momento se pintaba”, enfatiza.
Flexibilidad
Después de esta experiencia con expertos y supervisores de otras partes del mundo, el arquitecto Ángeles está convencido que pudo ser más flexible y de todas maneras, entregar una obra excelente. “Lo que se hizo con el concreto me pareció algo exagerado porque sabemos que la consistencia de este material cambia de una olla a otra y no podemos aspirar que haya una mezcla homogénea cuando trabajamos con muchas toneladas. Puedo decir que la complejidad del proyecto se manifestó en todas las áreas constructivas, y lo mismo afectó al contratista original (INDI) que a las empresas que se encargaron de las instalaciones, de los drenajes, de las mallas que se colocaron en los muros y a quienes tuvieron la responsabilidad de traer materiales de importación”, concluye. c
Juan Fernando González G.
Fotos: Jorge Baltazar F.
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