Un colorido paseo marítimo
Benidorm es una ciudad de la comunidad valenciana (en España) de alto flujo turístico. De ahí la necesidad de espacios públicos de calidad que además, sean amigables con su entorno.
El Paseo marítimo de la playa poniente en Benidorm, España
es una de las obras más recientes en materia de equipamiento urbano,
que fuera proyectada por el despacho comandado por el arquitecto Carlos
Ferrater (con sede en Barcelona). Esta obra, a decir del propio despacho,
plantea una renovación radical respecto a lo que en la actualidad
se conoce como paseo marítimo. “Como principio, los paseos
marítimos se plantean con el objetivo de definir una línea
de borde que proteja a las poblaciones del embate del mar, al tiempo que
organizan una circulación paralela a la costa, construyendo sobre
ella las fachadas marítimas de las población”, informan.
En el caso del Paseo Marítimo de la Playa Poniente de Benidorm, el
planteamiento del Ferrater y su equipo de trabajo quedó estructurado
como una franja de transición que permite no sólo solucionar
los diferentes problemas que se plantean como fueron los colectores de alcantarillado,
los cauces de aguas pluviales, los accesos sin barreras arquitectónicas
a la playa, la comunicación con estacionamientos subterráneos
ubicados bajo el paseo, entre otras soluciones ahí desarrolladas
que hoy hacen del turístico lugar un espacio limpio que se muestra
pleno de “vida propia”.
Entorno
y construcción
El interesante trazado de este paseo marítimo en Benidorm rememora
a los acantilados y al oleaje. Éste se proyecta con superficies alveoladas
mórbidas que generan diversas áreas de luz y de sombra, así
como convexidades y concavidades que ayudan a para construir un lúdico
escenario de plataformas y niveles que permiten su utilización ya
sea como zonas de juego, para el ocio o para la meditación. Cabe
decir que el material preponderante es el concreto blanco, “incorporando
los bancos y elementos de mobiliario urbano en las formas, y diferenciando
mediante texturas y colores los acabados de los pavimentos”.
La estructuración de este impresionante paseo fue realizada en capas,
lo que resulta además lo más destacado de todo el planteamiento
constructivo. Sobresalen una serie de estratos que buscan tratar de salvar
un desnivel de entre tres y cuatro metros de altura, adaptándose
de manera equilibrada a la topografía, así como a los objetivos
funcionales requeridos desde un primer momento.
El primer
nivel de este relieve es un muro de concreto blanco el cual quedó
sustentado mediante contrafuertes. Además, también quedó
configurado por repetidos módulos curvados lo cuales están
rematados por márgenes alabeados que generan zonas de sombra. Sobre
este molde fue dispuesta una segunda capa, la del pavimento, el cual se
trata de una superficie que presenta un acabado con un motivo decorativo
de círculos tangenciales, que fueron pigmentados con distintos colores
que se distribuyen agrupados en gamas cromáticas. La última
capa del recorrido está constituida por el mobiliario urbano y la
vegetación que fue agrupada en “zonas verdes”, conformadas
por la combinación de especies arbóreas, arbustivas o herbáceas,
endémicas o adaptadas a la región.
Numeralia
y diseño
En este Paseo fueron surcados más de 1,200 metros lineales a través
de la costa. También, fueron movidos 35 mil metros cúbicos
de tierra y se usaron más de 10,000 metros cúbicos de concreto.
Por su parte, el diseño vanguardista emanado del despacho de Carlos
Ferrater –que apostó por la combinación de tecnología
constructiva y naturaleza– discurre de manera paralela al mar ocupando
todo lo largo de la avenida de la Armada Española. En total, son
250 muros de concreto y otros tantos de armazones de madera, elaborados
de manera artesanal que dieron por resultado formas sensualmente curvilíneas
que están presentes desde el mismo esqueleto de la obra.
Visto desde las alturas, este paseo marítimo de Benidorm pareciera
adentrarse en la arena y el agua al haberse logrado eliminar los obstáculos
visuales, mezclándose de manera orgánica con el horizonte
y el paisaje. Por su parte, el ancho del paseo cuenta con cerca de 12 mil
metros cuadrados de pavimento de porcelana de diferentes colores; esta anchura,
por cierto, varía entre los 20 y los 25 metros a lo largo de su recorrido,
dependiendo de cuando se adentre o, al contrario, se aleje de la playa,
creando así un vistoso mosaico de texturas.
Acerca del costo de la obra se informa que fue de más de 13 millones de euros que fueron aportados por la Generalitat valenciana con el fin de reinventar uno de los escenarios esenciales del Benidorm turístico, siendo éste uno de los espacios más concurridos por viandantes, corredores o fanáticos del patinaje.
Una
arquitectura orgánica
Este paseo costero destaca sobre todo, por ese serpenteante trazado que
repta por la arena con naturalidad y sosiego y que muestra líneas
de diseño inspiradas, como ya se dijo, en la naturaleza, en los acantilados
y en las mareas. La metodología creativa presentada por Carlos Ferrater,
logra suavizar la fuerte transición entre ciudad y mar, neutralizando
las sensaciones de bullicio y ajetreo, propias de un núcleo urbano,
con la calma y el recogimiento que transmite el medio natural. Así,
entre sus ondulantes líneas entrelazadas se configuran espacios con
formas orgánicas que acogen estancias de descanso, rampas de acceso
o parterres. Más de veinte colores se materializan a través
de los pavimentos y se combinan con las tonalidades de la vegetación,
la de sus flores, frutos, hojas y tallos. Cabe decir que con este proyecto
hecho realidad se logró ampliar el espacio libre peatonal en detrimento
del destinado a tráfico rodado, de común acuerdo con las disposiciones
establecidas por la Ley de Costas para salvaguardar y delimitar las riberas.
Así, pasear, vagabundear o simplemente contemplar la lontananza se
convierte en un momento de enorme privilegio y confort por todos los espectros
visibles de colores que enmarcan esta franja de la playa de Poniente. c
Gabriela Celis Navarro
Fotos: Alejo Bagué
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