Sistemas de disipación pasiva de energía sísmica
Presentamos información producto de la investigación del doctor Marco A. Torres, ingeniero civil egresado de la UNAM.
Una de las maneras de reforzar estructuras para que tengan un mejor comportamiento sísmico es con el uso de disipadores de energía. Éstos mejoran el desempeño de la estructura mediante la adición de amortiguamiento y en algunos casos por la rigidez al sistema, que provoca una reducción en las demandas de desplazamiento y en las fuerzas internas de respuesta del edificio. Estos dispositivos son una opción competitiva cuando se trata de mejorar el desempeño de la estructura en niveles de protección de vida e incluso de ocupación inmediata, pero su aplicación puede ser limitada para el caso de la prevención del colapso.
Cuando un sismo de considerable magnitud excita una estructura,
el grado de daño que adquiere dependerá de la manera que ésta
absorba los niveles de energía cinética a los cuales estuvo
sometida. Como los códigos de diseño actuales lo reconocen,
sería demasiado costoso absorber esta energía dentro de la
capacidad elástica de los materiales. La mayoría de los reglamentos
recomiendan aprovechar la ductilidad que son capaces de desarrollar las
estructuras. Los edificios diseñados de esta manera dependen para
su supervivencia durante un sismo severo, de la ductilidad que puedan desarrollar
los elementos estructurales que lo conforman. La razón fundamental
que lo motiva es que al entrar la estructura al intervalo de comportamiento
inelástico, la respuesta se
reduce ya que existe disipación de energía. Cabe decir que
el equilibrio energético que se presenta en un sistema estructural
durante un sismo puede expresarse de la siguiente manera:
EK+ES+EH+ED=EI
Donde EI es la energía total inducida por el sismo; EK y ES son las
energías cinética y de deformación elástica;
y ED y EH son las energías disipadas por el amortiguamiento viscoso
de la estructura y por la deformación de la estructura en el rango
inelástico, respectivamente. La suma de las energías cinéticas
y de deformación elástica: EK+ES representa la energía
que se presenta durante la vibración elástica, mientras que
EH+ED representa la energía disipada por el sistema. De estas formas
de energía, las dos primeras sólo representan un bajo porcentaje
de la energía recibida por el sismo (la que liberan los sismos y
absorben las estructuras). La energía disipada por amortiguamiento
ocurre mediante el movimiento relativo de las partes que componen los edificios,
pudiendo ser éstas estructurales o no; y también representa
un bajo porcentaje de la energía recibida. La energía disipada
en la estructura mediante el comportamiento en el rango inelástico
de sus miembros es sin duda la más importante en magnitud, pues es
la que ocurre cuando los elementos estructurales llegan al rango inelástico
de su comportamiento desarrollando articulaciones plásticas.
Cuando en un elemento se forman articulaciones plásticas existen
deformaciones permanentes en su sección transversal, lo que puede
traducirse en un daño. En el caso de elementos de concreto, estas
articulaciones pueden ir desde pequeñas grietas hasta desprendimiento
del recubrimiento y deformación del acero de refuerzo.
La secuencia en que se desarrollan las articulaciones plásticas no
es del todo controlable. Ésta depende de factores tales como: distribución
de la carga en el momento en que ocurre el sismo, regularidad de las dimensiones
de los componentes estructurales y su forma de conexión, secuencia
del proceso constructivo y en gran parte del detallado de los elementos
estructurales.
Resulta difícil valorar en los casos reales de los edificios hasta
qué punto se puede confiar en la ductilidad de la estructura sin
poner en peligro las vidas humanas, sobre todo si se trata de estructuras
ya existentes, las cuales han sido diseñadas con reglamentos antiguos
y dañadas significativamente por sismos ocurridos.
Para disipar energía sísmica de forma ideal, es necesario
no depender directamente de la ductilidad de los elementos estructurales,
sino más bien del amortiguamiento interno y dejar el comportamiento
inelástico de las estructuras como una reserva de resistencia. Sin
embargo, el amortiguamiento de los sistemas estructurales generalmente está
limitado a un intervalo comprendido entre el 2 y el 5% del amortiguamiento
crítico. El amortiguamiento depende de las características
de los materiales utilizados, la forma de la estructura, la naturaleza del
subsuelo y las características de la vibración. Entre mayor
sea el porcentaje de amortiguamiento interno de la estructura, menores serán
las ordenadas espectrales de las aceleraciones. Como consecuencia las fuerzas
de inercia originadas por los sismos serán menores. Los dispositivos
disipadores de energía permiten incrementar el amortiguamiento interno
de las estructuras para hacerlas menos vulnerables a los sismos, con lo
cual se disminuyen los desplazamiento laterales, los esfuerzos internos
en la estructura, las descargas a la cimentación y los momentos de
volteo originados por las fuerzas sísmicas.
En términos generales los dispositivos disipadores de energía
se clasifican según su funcionamiento como: de control activo y de
control pasivo; pudiendo existir sistemas que combinan ambos casos (sistemas
híbridos y semi activos).
Los dispositivos de control activo responden de acuerdo a mecanismos de
control que se ajustan a la excitación provocada durante un sismo
y que se retroalimentan con la respuesta que presenta la estructura. Estos
mecanismos de control activo recurren a un equipo analógico o digital
de control por lo que sus costos de instalación y mantenimiento resultan
ser elevados; ya que debe garantizarse el funcionamiento correcto de los
sistemas bajo la acción de un sismo severo. Entre los dispositivos
de control activo destacan los de masa activa y los tendones activos.
Los dispositivos de control pasivo responden al movimiento de la estructura
de forma prevista por el diseñador. Su funcionamiento depende exclusivamente
de las propiedades mecánicas del elemento, ya sea por las propiedades
del material utilizado o el funcionamiento conjunto de las partes que conforman
el dispositivo. Los sistemas de control pasivo son los más conocidos
e incluyen los sistemas de aislamiento sísmico, osciladores resonantes
y los dispositivos mecánicos de disipación de energía.
Aisladores sísmicos
El aislamiento sísmico está basado en la premisa de que es
posible separar una estructura de los movimientos del suelo mediante la
introducción de elementos flexibles entre la estructura y su cimentación.
Los aisladores reducen notablemente la rigidez del sistema estructural,
haciendo que el periodo fundamental de la estructura aislada sea mucho mayor
que el de la misma estructura con base fija. Existen básicamente
dos tipos de sistemas de aislamiento: los apoyos elastoméricos y
los apoyos deslizantes.
El aislamiento sísmico es un sistema muy usado para la protección
sísmica de diversos tipos de estructuras. Numerosos estudios teóricos,
análisis numéricos y ensayos de laboratorio demuestran el
excelente comportamiento que puede lograr este sistema en la protección
de estructuras sometidas a eventos sísmicos moderados y severos.
Adicionalmente, la efectividad de este sistema fue evidenciada por los registros
de la respuesta dinámica de los edificios con aislamiento de base,
sacudidos por los sismos de Northridge, en 1994, Kobe, en 1995 y de Chile,
en 2010.
A diferencia de las técnicas convencionales de reforzamiento de edificios
existentes, con el aislamiento sísmico se busca reducir la demanda
sísmica a niveles en los que la capacidad existente en la estructura
sea suficiente para resistir las cargas. Esta técnica es apropiada
para la protección de edificios con valor histórico en donde
no se puede afectar la superestructura de la construcción.
Osciladores resonantes
Un oscilador resonante es un sistema de un grado de libertad constituido
por una masa, un elemento restitutivo y un mecanismo de disipación
de energía, usualmente montado en la parte superior de la estructura.
Para que el oscilador pueda reducir la respuesta dinámica de una
estructura debe existir una coincidencia entre las frecuencias naturales
de vibración de la estructura y del oscilador resonante.
Los osciladores resonantes son bastante efectivos en la reducción
de las vibraciones producidas por el viento en edificios altos. También
pueden ser empleados para la reducción de la respuesta sísmica.
Disipadores de energía
Los disipadores de energía son dispositivos diseñados
para absorber la mayoría de la energía sísmica, evitando
así que ésta sea disipada mediante deformaciones inelásticas
(daño) en los elementos estructurales. Pueden ser clasificados de
acuerdo a su comportamiento como histeréticos o viscoelásticos.
Ambos tipos de disipadores de energía suelen colocarse en arreglos
de diagonales a lo alto de los entrepisos de los edificios (Ver Fig. 1).
Los disipadores histeréticos dependen esencialmente de los desplazamientos
de la estructura. Los disipadores metálicos están basados
en la fluencia de los metales debido a flexión, corte, torsión,
o extrusión. Uno de los dispositivos histeréticos más
reconocidos es el ADAS (Added Damping And Stiffness), compuesto por placas
de acero con sección transversal en forma de X instaladas en paralelo
sobre los arriostres. El diseño de los elementos ADAS requiere que
sus placas queden comprimidas entre sí con fuerzas lo suficientemente
elevadas como para lograr “empotrarlas” en sus extremos sin
que ocurran desplazamientos relativos entre ellos. Por su parte en los dispositivos
TADAS (Triangular Added Damping And Stiffness), la parte superior de cada
placa se conecta a un perno que permite que ésta gire libremente,
similares a la mitad de una placa ADAS disipan energía por fluencia
del material y se deforman en curvatura simple. En el Instituto de Ingeniería
de la UNAM se ha estudiado el comportamiento de dispositivos disipadores
de energía en forma de “U” cuyo comportamiento histerético
resulta estable. Éstos operan bajo el concepto de “rolado por
flexión”; disipan la energía al desplazarse de manera
similar que las “orugas” de un tractor. (Ver Fig. 2).
Los
disipadores friccionantes disipan la energía mediante las fuerzas
de fricción que se presentan por el desplazamiento relativo entre
dos placas en contacto. Son diseñados para deslizar a una carga predeterminada;
permanecen inactivos mientras no existe una demanda sísmica importante
sobre la estructura. Un ejemplo de este tipo de disipador fue el diseñado
por Pall y Marsh (Ver Fig. 3) en los años ochentas.
Los disipadores viscoelásticos incluyen los sistemas de sólidos
viscoelásticos, fluidos viscoelásticos y los disipadores fluido-viscosos.
Los viscoelásticos dependen de la velocidad del movimiento en el
sistema estructural. Los disipadores viscoelásticos sólidos
están constituidos por una capa de material viscoelástico
ubicada entre dos placas de acero, usualmente acopladas a los arriostres
que conectan los extremos de los entrepisos. Los dispositivos viscoelásticos
líquidos disipan la energía por medio de las deformaciones
inducidas por un pistón en una sustancia altamente viscosa.
Los disipadores fluido-viscosos son dispositivos que disipan energía
forzando el flujo de un fluido a través de un orificio. Estos dispositivos
son similares a los amortiguadores de un automóvil; sin embargo,
operan con un mayor nivel de fuerzas y son fabricados con materiales más
durables para lograr un mayor tiempo de vida útil (Ver Fig. 4). Los
disipadores de energía son una alternativa de refuerzo viable en
el caso de estructuras donde resulta vital que continúen en operación
y funcionamiento inmediatamente después de un evento sísmico
como es el caso de hospitales, edificios de gobierno y escuelas. Los beneficios
de estos sistemas para la reducción de la respuesta y de los daños
por sismos en estructuras de concreto han sido estudiados y comprobados
internacionalmente en importantes trabajos de investigación y se
encuentran documentados en la literatura técnica especializada.
La efectividad de este tipo de sistemas estuvo a prueba en los sismos de
febrero de 2010 ocurridos en Chile en donde existen varias estructuras con
disipadores de energía y aislamiento de base. Estas estructuras presentaron
buen comportamiento tanto en la protección de las estructuras como
de los propios contenidos, permitiendo que prácticamente continuaran
en funcionamiento minutos después de ocurrido el terremoto. En México
su uso es aún limitado, debido sobre todo a la inexperiencia y escepticismo
acerca de su efectividad.
Sin embargo, existen edificios de relevancia en el DF donde han sido empleados
dispositivos disipadores de energía; tales son los casos de: la Torre
Mayor, el Hospital de Cardiología Centro Médico Siglo XXI,
las oficinas centrales del IMSS y el edificio en Izazaga #38-40.
Los
últimos tres edificios son básicamente estructuras a base
de marcos de concreto que fueron reforzados para cumplir con los requisitos
reglamentarios implementados después de los sismos de 1985. El uso
de los dispositivos disipadores en estos edificios incrementó considerablemente
su resistencia sísmica. En estos casos el proceso constructivo de
refuerzo se realizó mientras los edificios continuaban en operación,
lo que da otra atractiva ventaja con respecto a otros sistemas de reforzamiento.
De acuerdo a la experiencia vivida es necesario contar para su implementación
con personal que cuenten con experiencia y criterios técnicamente
adecuados, así como mano de obra calificada para su instalación.
Sin duda, se espera que el uso de sistemas disipadores de energía
sísmica se incremente en México conforme se conozca más
de sus ventajas. c
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