La eternidad de Chillida
Ya en otras ocasiones hemos dado cuenta de obras realizadas por el maestro de la forma, el volumen y la eternidad escultórica: Eduardo Chillida. Continuador de la obra de Picasso en la tridimensionalidad, este maestro vasco usó frecuentemente el hierro y la madera en sus obras; sin embargo, también se enamoró del concreto ya que, entre otras cosas, le dio la posibilidad de poner sus esculturas, en mayores formatos, al aire libre, con lo cual logró un efecto más impactante, como sucede en Elogio del agua. Otra obra interesante es el Monumento a la paz, realizado en 1988 para conmemorar el 50 aniversario del bombardeo de Guernica. En palabras de Chillida, la forma del monumento buscó simbolizar la casa de nuestros padres, de los padres del mundo entero; así, asemeja un ábside, con un hueco abierto en sus muros. Pareciera una ventana desde donde podemos ver los árboles del entorno. La escultura fue realizada con concreto mezclado con virutas de hierro que le confiere un aspecto oxidado. La fuerza tectónica de esta obra, como ya se dijo, está vinculada a la idea del autor de situar esculturas en lugares públicos; en los sitios de encuentro y diálogo. Por esta razón, ésta y muchas otras esculturas de Chillida sirven para destacar la relación del hombre frente a la naturaleza, al horizonte, al agua, al mar y al propio infinito. Sin duda, las creaciones para espacios públicos, hace referencia al topos (espacios) aristótelico donde lugar, espacio y volumen se reúnen. c
Por: Gabriela Celis Navarro