Artes Plásticas
El gusto por el concreto
En el centro de la ciudad de san luis potosíse encuentra el Museo Federico silva, que expone parte de la obra telúrica de este maestro de los volúmenes y las formas quien ha hecho del concreto, uno de sus cómplices plásticos.
Dice Federico Silva en su texto La escultura y otros menesteres: “La escultura surge de adentro hacia afuera; es claroscuro, luz y sombra, y su contacto espacial está relacionado con el campo magnético, con el movimiento de la tierra y del espectador. El entorno geográfico e hist&oarico es parte del espacio al que pertenece la escultura”. Y sin duda alguna, al observar algunas de las piezas que están expuestas en el museo Federico Silva de SLP nos damos cuenta de qué verdad encierran las palabras del artista quien, como lo ha reconocido, se ha sentido siempre fuertemente influenciado por el arte prehispánico, tan contundente y simbólico.
Monumentalidad, grandilocuencia, espíritu telúrico y solidez son algunos de los muchos adjetivos que se le pueden aplicar al trabajo escultórico del maestro Federico Silva, uno de los más importantes escultores –que gusta de usar el concreto como material creativo– de México. La obra de este gran escultor se encuentra, en parte, resguardada en el precioso museo que mencionamos, el cual por cierto, el pasado mes de septiembre de 2010, cumplió ocho años de haber sido inaugurado.
Sobre el lugar donde se encuentra el Museo Federico Silva, cabe decir que otrora, en el espacio donde se encuentra el actual inmueble –proyectado por el arquitecto Antonio M. Anza y construido por el ingeniero potosino Octaviano Cabrera– hubo un hospital que era atendido por hermanos Juaninos. La construcción colonial fue demolida para dar paso a una obra del Porfiriato terminada en 1907, de claras líneas neoclásicas que se acoplan, por contraste, a la potente obra escultórica de Silva que ahí est< asegurada.
El uso del concreto
Sobre el uso de nuestro material preferido (el concreto), en libro citado líneas arriba –realizado por el propio autor–, Federico Silva expresa: “A cada sociedad, a cada época histórica y desarrollo material, le corresponde en el arte una ciencia técnica. Cuando el artista se identifica con alguna técnica, cuando tiene conciencia de su significado, de hecho se está identificando con el espíritu de su tiempo”. Así, dice Federico Silva: “la escultura del Cardenismo no podía haber sido sino la piedra; era un material terrestre, agrario y tenía que ver con el pasado indígena. El mármol para México no era evocación del mundo de Pericles [gobernante griego que ordenó la creación de la Acrópolis de Atenas en el siglo V a.C.], sino del oropel del Porfiriato. La escultura del México cardenista es de piedra y cemento: el Monumento a la Revolución; el Morelos de Janitzio; el Monumento a Obregón. Entonces el material y su tratamiento tienden al mismo propósito que la pintura, confirmación de nacionalidad en rescate de valores históricos”.
Acerca de la técnica, el maestro Federico Silva comenta que en la escultura de grandes dimensiones –hecha con concreto o con fierro– uno de los grandes problemas a resolver es el del cálculo estructural; la resistencia, peso y esfuerzos a que la escultura será sometida; acomodamiento de la tierra, viento, etcétera. “El fierro es resistente, trabaja a tensión y el concreto a compresión; la mezcla de los dos elementos ofrece para la escultura recursos extraordinarios, entre otras razones por la compensación entre la elasticidad y dureza de uno y otro material”. Específicamente sobre el concreto, el maestro Silva comenta que “el concreto es una mezcla de cemento, cargas y agua. Las cargas son variadas: arena, polvo de mármol, grava, granzón, tezontle […] Las cargas del concreto dependen de los propósitos determinados, desde una mezcla con ‘cero fino’, polvo de mármol, hasta la utilización de grandes trozos de piedra. Para el concreto se emplean tres técnicas básicas: vaciado en molde, vaciado en hueco y modelado directo. En el caso del modelado, es conveniente agregar una parte de cal por tres de cemento, para obtener mayor plasticidad. En los vaciados en molde es conveniente emplear un vibrador para eliminar las bolsas de aire. La escultura en concreto es la más lógica dentro de nuestra cultura; la más barata, dúctil, requiere menos técnica y herramientas; el armado se puede hacer de fierro, ángulo soldado o hasta con varillas de construcción. Después de haber construido el esqueleto de la escultura se forra éste con acero desplegable, encima de la cual se amarra una malla de alambrón; se puede reforzar con MAT de fibra de vidrio; sobre ésta superficie y con una cuchara de albañil se empieza a recubrir con una mezcla ordinaria de cemento, grava y arena, materiales cuyo color y textura variarán de acuerdo con la idea que se tenga de terminado final”.
Sobre el acabado del concreto, Federico Silva señala que éste tiene diversos problemas pues: “lo ideal sería colar cuerpos sólidos y finalmente martelinar dándole el aspecto de la piedra; pero este procedimiento costaría diez veces más que el que ya describí con anterioridad […] He experimentado oxidando el concreto, lo cual se hace bañándolo con un rociador de los empleados para fumigación, con una solución de hipercloruro ferroso, que se muele y se deja durante 24 horas en agua en proporción de 10 kilos de hierro por cincuenta litros de agua. El color que es de un bello amarillo óxido puede subir de tono si se reduce la proporción de agua. Todo lo dicho hay que experimentarlo porque el maestro es la experiencia”.
Acerca de Federico Silva
Nació el 16 de septiembre de 1923 en México, Distrito Federal. En su juventud fue asistente del maestro David Alfaro Siqueiros en algunos de sus murales. A principios de los años sesenta, después de incursionar en la pintura, comienza a realizar escultura, siendo considerado precursor del Arte Cinético en México. En 1977 junto con otros escultores de gran renombre –como Helen Escobedo, Manuel Felguérez y Mathías Goeritz, entre otros– generan una obra de arte colectivo: el famoso Espacio Escultórico, localizado en los terrenos de la Ciudad Universitaria de la UNAM. Cabe decir que este ícono urbano realizado en los terrenos plenos de lava del Pedregal, tiene en el concreto su máxima expresión. Así, como se lee en la Revista de la Universidad: “Los módulos fueron cimentados sobre una losa de concreto armado, conforme a los cálculos estructurales respectivos. Los muros de los paramentos verticales, también de concreto armado, se asentaron en viguetas de concreto precoladas, soportadas por bloques huecos de cemento y arena, en cuya superficie se colocó una placa de concreto para formar las caras inclinadas del poliedro. El acabado de éstas se hizo con un martelinado grueso que proporciona la textura demandada por los escultores”.
Siguiendo don la cronología del maestro Federico Silva, en 1991 ingresó a la Academia de las Artes de México. Dos años después, en 1993, fue reconocido como Creador emérito por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. En 1995 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Una fecha muy importante fue la del 18 de septiembre de 2003, cuando el pueblo y las autoridades correspondientes le rindieron un homenaje al abrir el museo que lleva su nombre, localizado en el sector de San Juan de Dios, en San Luis Potosí. Este recinto museográfico es el primero de escultura contemporánea en México, y uno de los más importantes en su tipo, en América Latina. Tiempo después, el 23 de agosto de 2010, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí le otorgó el doctorado Honoris Causa y en septiembre de ese mismo año, la UNAM también le otorgó el mismo tipo de doctorado. Federico Silva es, en suma, un maestro que es todo un orgullo para México y el mundo.
Texto y fotos: Gabriela Celis Navarro
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