La Tallera, como ahora se le conoce fue quizá, el primer taller destinado al muralismo en el mundo. “Un taller–decía David Alfaro Siqueiros– grande, inmenso, lleno de máquinas, con andamios móvi les, con laboratorios para probar la química y la durabilidad de los co lores, con materiales plásticos en abundancia, sin el sufrimiento de la limitación, con un departamento de fotografía, con cámaras fílmi cas, con todo, todo lo que necesita un pintor muralista, hasta con los elementos y accesorios para pene trar en el escabroso campo de la dinámica de los colores y la rela tividad de las formas geométricas en el espacio activo”. Ese espacio para el artista era algo así como un inmenso granero, con luz cenital, pero sin puertas, abierto y por el cual había que entrar a través de un túnel, una metáfora física de todo lo que podía encontrarse ahí.
Un despacho de arquitectos emeritense genera una obra envuelta en una caja de concreto, con vista a un majestuoso árbol.
En el año de 2002 el arquitecto Arturo Campos abrió su despacho en Mérida tras regresar a su ciudad natal, una vez concluidos sus estudios de doctorado. Una década después empezó a buscar un lugar para establecer su estudio definitivo y lo encontró en una casa cuyo principal atractivo era el árbol de la entrada. “Todo arquitecto tiene la ilusión de tener su despa.cho en un espacio agradable y yo había recorrido varios hasta que encontré una casita de un piso, muy cerrada pero con un almendro en la puerta; la presencia del árbol fue lo que hizo que la comprara”, cuenta a CyT este arquitecto.
Presentamos el Museo Perot de la Naturaleza y la Ciencia, ubicado en la texana ciudad de Dallas, en los Estados Unidos.
Sólo en el vehículo generoso de los libros encontramos el tesoro de la cultura humana.
José Vasconcelos
Con esta obra del despacho T3arc, vemos una arquitectura honesta, sin ornamentación, ni pretensiones. Una obra que presume la mano de su creador y el empleo correcto de la luz, la tectónica y la eficiencia constructiva.