Y sin embargo… se movió
Densificar la ciudad es la solución para frenar la expansión horizontal de la misma. El reciclaje de predios e inmuebles es la clave para tener un mejor desarrollo aprovechando el suelo urbano existente.
En
ocasiones el proceso de densificación tiene como consecuencia la
pérdida de la memoria histórica de las ciudades al demolerse
edificaciones antiguas para dar paso a nuevos inmuebles ¿Cómo
lograr la integración de un edificio histórico que es testigo
de una época sin sacrificar un alto potencial de desarrollo? El equipo
que diseña y construye el que será el edificio más
alto de América Latina encontró una solución.
Ubicado en la esquina de Paseo de la Reforma y Río Elba, el predio
donde está siendo construida la Torre Reforma tenía un grave
inconveniente. 600 metros cuadrados de una superficie total de 1,600 estaban
ocupados por una casona de principios del S XX catalogada por el Instituto
Nacional de Bellas Artes (INBA) por su valor ambiental. “El terreno
llevaba mucho tiempo desocupado. Nadie lo adquiría debido a la presencia
de la casa que no podía tirarse ni modificarse y que echaba a perder
en cierta manera un predio con gran plusvalía”, explica en
entrevista LBR&A arquitectos. “El punto fue verlo con un enfoque
diferente que consideró a esta construcción como parte integral
del proyecto”.
Durante una visita al predio, los arquitectos se subieron a la azotea de
la casa y en ese instante se dieron cuenta de que ésta no estorbaba
sino que podía convertirse en una excelente oportunidad para el desarrollo
de la torre. Ubicada en la esquina, la construcción tiene un esquema
en L y deja libre más de la mitad del terreno hacia las colindancias.
Así nació el concepto arquitectónico de que el rascacielos
debía ser triangular con la vista orientada al Castillo de Chapultepec.
Sin embargo, faltaba solucionar algo fundamental para garantizar la viabilidad
de la inversión: los estacionamientos.
Esta torre de 57 pisos y 244 m de altura demanda 1,200 cajones de estacionamiento
que requerían del aprovechamiento máximo de la superficie
total del predio en la solución del proyecto de los sótanos.
Para aprovechar el área bajo nivel de banqueta, arquitectos, constructores
y desarrolladores enfrentaron un reto: liberar los 600 m2 de
desplante que ocupa la casona para construir la cimentación con base
en muros Milán ¿Cómo moverla temporalmente y luego
regresarla a su posición original? La solución fue “montar”
la casa sobre una gran charola de concreto y deslizarla al fondo del terreno.
Esta maniobra es inédita en el rescate de monumentos
históricos tanto en México como a nivel internacional y representa
un parteaguas en la visión hacia el respeto del patrimonio y la evolución
de la ciudad.
El
equipo de especialistas que colaboraron en el movimiento de la casa está
integrado por los investigadores del Instituto de Ingeniería de la
UNAM, Roberto Meli Piralla y Roberto Sánchez Ramírez; el doctor
en Ingeniería Rodolfo Valles, director general de Diseño Integral
y Tecnología Aplicada (DITEC); el maestro en Ingeniería Ismael
Vázquez Martínez, director general de Vázquez Martínez
Ingenieros, SA de CV (VAMISA); y las empresas Bovis Lend Lease (gerencia
de Construcción); Ale–Heavy Lift (equipo especializado); TGC–Geotecnia
(mecánica de suelos); Wassner– estructuras metálicas
(estructura metálica); Cimesa (muros Milán) y Constructores
& Mineros (excavaciones); todos bajo la dirección de LBR&A
arquitectos.
Etapas y retos
La solución estructural para mover la casa, construir la cimentación
de los estacionamientos y regresarla a su posición original fue un
gran reto. Al respecto, el doctor Meli comentó: “Fue un problema
difícil por el tamaño de la casa y por su fragilidad. Se exploraron
varias opciones. Una era levantarla, colocarla en algún lugar y regresarla;
pero el peso de la casa, el tamaño reducido del predio y las actividades
de construcción lo hacían inviable”. También
se propuso un sistema con micropilotes muy costoso. Una mañana, los
especialistas se reunieron en el predio para una lluvia de ideas. Estaban
sentados frente a la barra del bar de lo que fuera una discoteca (último
uso que tuvo la casa) cuando uno de ellos se quedó mirando unas charolas
apiladas con copas y dijo ¡Hay que hacer una charola y deslizarla!
Este concepto resultó ser simple y estructuralmente posible. Sin
embargo, el diseño de la charola y la casa tenían que trabajar
para las diferentes condiciones de carga a las que fue sometida en las etapas
de la maniobra que pueden resumirse en los siguientes pasos: la construcción
de la charola en sí, la elevación de todo el volumen (casa
y charola) 30 cms para poder colocarlo sobre los rieles de traslado, el
deslizamiento de ida, la permanencia durante nueve semanas fuera de su posición
sobre gatos hidráulicos, el movimiento de regreso a su posición
original en apoyos temporales para retirar los gatos hidráulicos,
y la unión final de la charola con los muros Milán de la cimentación
que se construyeron mientras la casa estuvo al fondo del predio.
Para el
doctor Meli el problema más difícil de resolver fue la losa
charola que entre apoyo y apoyo tiene 19 m de claro. “La casa pesa
2,600 ton y su estructura original fue diseñada para apoyarse sobre
todo el terreno, no en dos puntos. Además de apoyarla en la gran
losa, se tuvo que reforzar por dentro con tensores y contravientos para
que los pocos centímetros de flexión que tenía no la
afectaran y se redujeran, y para que la casa misma se opusiera a la flexión”.
Acerca de este tema el doctor Valles explica que la casa es una construcción
de principios de S XX sin castillos, sin ningún tipo de reforzamiento,
de cantera. Era susceptible a cualquier deformación. De allí
que el criterio fue controlar deformaciones más que resistencia.
La losa de apoyo tiene nervaduras principales de 1.75 m de peralte y otras
intermedias de 79 cms con un f’c= 700 kg/ cm2. Esta losa
es una estructura definitiva dentro del proyecto final.
Además de la gran cimentación se necesitaban
apoyos continuos para deslizar la casa sin vibraciones, subidas o bajadas,
para no dañarla. El doctor Valles dice que el objetivo fue utilizar
los elementos estructurales de la torre para hacer el movimiento. “Los
muros Milán de la cimentación podían ser utilizados
como carriles. Éstos están separados 18 m uno de otro y coinciden
con la casa”. Sin embargo, al ser parte de la solución arquitectónica
de los sótanos éstos elementos no son continuos. Así,
entre muro y muro fueron colocadas armaduras de acero con
lo que se tuvo una base firme y continua para colocar los rieles. Como la
posición de la casa no permitía poner exactamente por debajo
estos elementos, fueron colocados a los lados y de ellos se soportaron unas
ménsulas que se amarraron a la charola de concreto; estas ménsulas
son las que sostuvieron la casa. Para deslizarla sin problema, los rieles
tenían placas de teflón sobre las que se pusieron tres grandes
zapatas de cada lado con perforaciones circulares para alojar gatos hidráulicos
de 500 ton.
El primer movimiento a realizar, y el de mayor riesgo, fue elevar la casa
con los gatos hidráulicos para despegarla de la superficie de excavación,
y así poder deslizarla sin demoler nada. Una vez levantada 30 cm,
inició la excavación; el gran volumen quedó volando
sobre los ejes y apoyado en los extremos. A principios de enero de 2010
se hizo el movimiento para trasladarlo unos 20 m al fondo del predio. En
los extremos de las zapatas se colocaron gatos horizontales que tienen un
émbolo que sale, empuja y se mete; un sistema similar al que se utiliza
en la construcción de puentes empujados. El gato se avanzaba cada
80 cm y se apoyaba en muescas y entrantes en los mismos rieles.
El primer deslizamiento duró todo un día y tuvo ligeros inconvenientes.
“Sobre la marcha se tuvieron que hacer adecuaciones. Una de las armaduras
de los rieles la esperábamos con mayor rigidez y tuvo una ligera
flecha que provocó que algunos de los cojinetes se atoraran. Hubo
que estarlos soldando para que no se soltaran”, dice Valles y agrega:
“La casa estaba más debilitada de lo que creíamos. Cuando
empezamos el proyecto lo primero que hicimos fue resanar grietas. Varias
no eran tan superficiales; de eso nos dimos cuenta al hacer el primer movimiento
porque algunas de las fisuras existentes se volvieron a abrir. Durante las
nueve semanas que la casa estuvo fuera de su posición se volvieron
a resanar. Freyssinet colocó cables de presfuerzo y contravientos
adicionales para evitar que las grietas se abrieran de nuevo. Fue una medida
preventiva. En el segundo movimiento no se abrieron grietas”.
Durante el tiempo requerido para colar la cimentación que queda debajo
de la esquina de Reforma y Río Elba, la casa quedó apoyada
sobre los gatos cuyas presiones eran revisadas por topógrafos para
asegurar que las deformaciones no se incrementaran. Concluida la cimentación
profunda se procedió a regresarla a la misma posición en que
estaba. Dentro del muro Milán se dejaron unos postes para recibir
la charola para después colar el remate de la cimentación
que unirá ambas estructuras. Terminado esto, los elementos de refuerzo
adicional serán retirados y se hará la restauración.
Para proteger a la casa y ganar área para montar y habilitar la superestructura,
se construirá una losa encima que será retirada al término
de la obra.
La tecnología utilizada para desplazar al edificio fue suministrada
e implementada por la empresa Ale Heavy Lift. El ingeniero Rafael Martínez
explica que este procedimiento de rieles y gatos hidráulicos es utilizado
para mover grandes cargas como barcos, trenes y reactores nucleares, mas
nunca se había utilizado para mover una construcción de mampostería
sin reforzar. El éxito de la maniobra ha puesto a pensar a otros
arquitectos cómo enfrentar la disyuntiva de abordar proyectos en
predios donde existen inmuebles catalogados. Si bien en Torre Reforma ya
se probó que ésta es una solución viable, en opinión
del doctor Meli mover un edificio patrimonial debe ser el último
recurso. “No puede pensarse que ésta sea una solución
frecuente porque parte del valor de los monumentos es el entorno. Moverlos
no es algo común ni conveniente. Se debe hacer en dos situaciones.
Cuando el sitio donde están no es seguro o cuando hay una construcción
subterránea como el Metro, aunque en éste último caso
la solución más frecuente es reforzar la cimentación.
Éstas son obras extraordinarias para situaciones especiales”.
En el caso de Torre Reforma la inversión es tan grande que justifica
el costo de la maniobra para aprovechar el potencial del predio sin matar
la historia. Para el equipo de LBR&A arquitectos: “Esta casa es
un testigo de la época en que Reforma era una avenida residencial.
En lugar de conservar un fachadismo decidimos pensar en ella como una unidad
y aprovecharla en el proyecto”. Otra aportación de ésta
magna obra es que entre la casona y el nuevo edificio se generará
una plaza con lo que él desarrollo cederá un nuevo espacio
público a la ciudad”. c
Isaura González Gottdiener
Fotos: Cortesía de LBR&A arquitectos
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