Las actividades de enseñanza
Los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado fueron para México décadas de gran labor constructiva, no sólo edilicia sino también de espacios abiertos para la comunidad. Algunas plazas de corte moderno surgieron, mientras que otras, continuaron con una raigambre regional neonacionalista.
Las alamedas –cuyo nombre deriva de la más famosa de todas, la Alameda central de la capital metropolitana– hacen referencia a los parques públicos arbolados que aún persisten en numerosas ciudades de México. Muchos de estos espacios comunitarios siguen siendo sitios de reunión dominical o vespertina mientras que otros, ya sea por el hecho de que los centros comerciales son los nuevos centros de reunión, o porque los gobiernos no le dan el mantenimiento indicado, han pasado a segundo plano en materia de relaciones interpersonales en espacios públicos. Sin embargo, el encanto de muchos de estos lugares sigue vigente; quizás esperando solamente que se les de el valor que realmente merecen.
El caso SLP
San Luis Potosí es una ciudad con uno de los centros históricos
más bellos y elegantes de México. Además, la urbe cuenta
aún con sus principales barrios –antiguos villorios suburbanos–
a saber: Santiago, Tlaxcala, Tequisquiapan, San Miguelito, Montecillo, San
Juan de Guadalupe y San Sebastián. A partir del Porfiriato y en décadas
posteriores fueron abiertas y ensanchadas muchas de sus calles así
como demolidos edificios, principalmente eclesiásticos.
En este sentido, corriendo con los tiempos, se hizo presente la inclusión
del cemento y el concreto en las obras de modernización de la ciudad
potosina, hecho importante ya que, por ejemplo, en algunas de sus céntricas
calles se colocó ladrillo de cemento reprensado con dibujos a relieve,
reemplazando a la piedra (hacia 1908). Sin
lugar a dudas, en esas décadas también el concreto formó
parte de la misma actualidad arquitectónica y urbanística,
siendo uno de los materiales más utilizados. En sí, podemos
decir que, en sus múltiples facetas, el concreto logró cumplir,
en materia constructiva y urbanística, con algunos de los postulados
de la Revolución, como sería: el dotar de una mejor infraestructura
para el bien común.
La alameda potosina
La Alameda Juan Sarabia de San Luis Potosí –de la cual se hace
referencia a ella desde el siglo XVIII y que fuera dispuesta donde estuviera
la huerta del convento de los carmelitas–, es un hermoso parque, desgraciadamente,
poco valorado en la actualidad. Otrora importante lugar de reunión,
se ha convertido en lugar de paso, así como de albergue de mendigos.
Afortunadamente, la reciente creación del Museo del Ferrocarril,
ubicado en lo que fuera la estación central de la ciudad (la cual
por cierto, fue planeada para construirse en los terrenos de la Alameda
pero, finalmente, fue realizada a un costado) seguramente ayudará
a la recuperación del espacio arbolado.
Cabe
decir que una de las remodelaciones de esta Alameda tuvo lugar en 1874.
Los vestigios en piedra y concreto de este parque parece que se niegan a
morir; de ahí la importancia de rescatarla, al menos en la memoria
documental y fotográfica. Desgraciadamente, parte de su mobiliario
urbano, hecho en concreto que semeja madera, se encuentra terriblemente
lastimado.
Dado el paso del tiempo, en algunas secciones del mismo, se puede observar
el sencillo armado con fue realizado hace más de setenta
años. Destaca el hecho de que el "maestro banquero", creador
de este mobiliario –cuyo nombre desconocemos– fue el mismo que
trabajó en todo el mobiliario del hotel Taninul, en Ciudad Valles,
construido a fines de los años cuarenta bajo las órdenes del
controvertido político Gonzalo N. Santos, quien fuera gobernador
del estado entre 1943 y 1949*. Más allá del juicio que la
historia ha hecho de este personaje, desde la perspectiva constructiva conviene
señalar que durante su gobierno, y en sus años anteriores
de promoción política, se construyeron obras importantes en
la ciudad como el Mercado Hidalgo –obra del ingeniero Roberto Elías
Valle–, terminado en 1945; la Escuela Normal del Estado Pedro Antonio
Santos, cuya primera piedra fue colocada en abril de 1945, así como
el no menos famoso Mercado Tangamanga, del mismo ing Valle.
De
esta labor constructiva desarrollada en la época de Gonzalo N. Santos
se lee: "Su régimen impulsó obras materiales importantes
algunas iniciadas antes de su gobierno pero que él concluyó,
como la nueva estación de ferrocarril". También se construyó
la escuela citada líneas arriba, la Presa del Peaje (con una capacidad
para 3 millones de m3, que aún está en funcionamiento) y los
dos mercados más importantes, también ya mencionados. En 1946
también fue terminado el Hospital Central, que no sólo brindó
servicios hospitalarios, sino que reforzó la calidad de la enseñanza
de la medicina en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Destaca también el trabajo que ordenó hacer Santos en obra
pública y drenaje ya que, por ejemplo, durante su gobierno fue inaugurado
el primer pozo profundo, en la calle de Vallejo, del barrio de San Miguelito.
Regresando al tema que nos ocupa, en torno a la Alameda, Federico Monjaráz
Romo en su libro Del San Luis que se va ofrece un recuento histórico
y crítico de este entrañable lugar de la capital potosina.
"En otros tiempos, contaba la Alameda con atractivos que interesaban
a los visitantes: un parque zoológico, que contenía una variedad
de animales, entre ellos aves silvestres, águilas, lechuzas, gavilanes,
coyotes, tejones, changos, etc., haciéndose necesario retirarlo por
razones de higiene, ya que se le tenía muy mal atendido. La concurrencia
dominical encontraba distracción sana en la Alameda… En temporada
más o menos reciente, los asistentes al acostumbrado paseo, se deleitaban
escuchando grabaciones selectas, pues había instalados en los árboles
aparatos de sonido que reproducían música escogida con verdadero
acierto: valses de Strauss, Lehar, Lerdo de Tejada, Alvarado, etc., de la
que disfrutaban personas tanto de mayor edad como jóvenes…
Audiciones musicales de exquisito gusto". Así, como podemos
observar, por un lado, el descuido de este espacio arbolado no es algo reciente
sino que ya son décadas de desinterés; por otro lado, Monjaráz
señala el porque también en una época, fue un lugar
de enorme dinamismo, espacio para el sano entretenimiento para los habitantes
de San Luis Potosí.
Hacia el rescate de la Alameda
Como ya se mencionó, parte del entorno de la Alameda está
viviendo una interesante transformación; la estación de ferrocarril
ahora es un bello museo. Sin embargo, existen otras construcciones en concreto
de diferentes épocas, que hablan de la forma en que la ciudad fue
desarrollándose en el siglo XX. Los estilos Déco, Funcionalista
y lo que pudiéramos llamar "regionalismo", como es el caso
del mobiliario de la Alameda, forman parte del andar cotidiano. Desde la
pequeña banca del parque, hasta la estación que es convertida
en museo, está presente el espíritu de otras épocas
que esperan ser rescadas. c
Bibliografía
Cabrera, Octaviano, El centro histórico de la ciudad de San
Luis Potosí y la obra del ingeniero Octaviano Cabrera, Universidad
Autónoma de San Luis Potosí, 2000.
Camacho, Hortensia, Empresa e ingenieros de San Luis Potosí, Instituto
de Cultura de San Luis Potosí, 2001.
Monjaráz Romo, Felipe, Del San Luis que se va, SPI, (http:// ensanluispotosi.com/Monjaras.
htm).
Ortíz González, Imelda, "El funcionalismo en la ciudad
de San Luis Potosí: un e(Cfr. http://bibliotecadigital. ilce.edu.mx/sites/estados/libros/
sanluis/html/sec_87.html)studio crítico". (www.rafaellopezrangel.com)
Yolanda Bravo Saldaña
Fotos: A&S Photo/Graphics
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