Construcción y tecnología en concreto
Volumen 3 • Número 2 • Mayo 2013

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Nuevo ícono en
Monterrey


Por primera vez en territorio latinoamericano se cuenta con una obra del maestro de la arquitectura Tadao Ando y ésta, se encuentra en Monterrey.

El Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño es un hito en la arquitectura y la ingeniería de América Latina, orgullo de la Universidad de Monterrey (UDEM) y de toda su comunidad universitaria, este singular espacio es el primer edificio diseñado por el prestigiado arquitecto japonés Tadao Ando en Latinoamérica.

Hace poco más de cinco años, Tadao Ando (1941, Osaka, Japón) −ganador del Premio Pritzker en 1995− visitó la ciudad de Monterrey para colocar la primera piedra de esta obra. Su nombre había sido seleccionado para confeccionar un símbolo arquitectónico que aportara un espacio para la creatividad, el pensamiento y el diseño en todas sus líneas de expresión. La obra debía ser una invitación constante para que los alumnos del campus liberaran su talento a través de la vanguardia y la consolidación de ideas magistrales. La arquitectura sería el pretexto para conseguir este fin, y el concreto el medio para llegar aún más lejos en este camino colmado de desafíos.

En la actualidad, la obra proyectada por Ando es una realidad recientemente inaugurada. En ella se concentrarán 300 alumnos destacados, no por sus calificaciones sino por el potencial de sus ideas. Alumnos que tendrán todo lo necesario para realizar un cruce de ideas constante y con ello innovar en este edificio, nuevo emblema de la institución al que también se le conoce como Gate of Creation o “Puerta de la Creación”.

El edificio tiene alrededor de 13,000 m² de construcción divididos en seis niveles, con una altura de 5.40 m cada uno; esto es el doble de la altura de entrepiso de una edificación normal. Los tres primeros niveles no están conectados entre sí y tienen diferentes longitudes. Cada uno es más grande que el anterior hasta que a partir del próximo nivel (el cuarto) hay una conexión completa, formando un sólo cuerpo de 99 metros de largo.
Construcción y tecnología en concreto La construcción requirió de 34 meses para ser finalizada y siguió los requerimientos de la certificación LEED del US Green Building Council (USGBC) en todo su proceso de diseño y construcción. Como se sabe, esto significa que se verificó el grado de sustentabilidad del edificio con el propósito de reconocer el uso de estrategias que permitirán en un futuro cercano, una mejora en el impacto medio ambiental de la industria de la construcción. Sin duda, esta obra es ejemplo de esa filosofía.

Construido en concreto armado y un alma de acero estructural, el edificio demandó la utilización de más de 3,500 toneladas de acero y casi 14,800 m3 de concreto, así como la mano de obra de más de 2,600 personas de 10 nacionalidades diferentes, entre obreros, proyectistas, gerencias y especialistas de ingenierías involucradas en el proyecto. Sin duda, es un proyecto ambicioso de gran envergadura que demuestra no sólo las cualidades ampliamente reconocidas de la obra de Tadao Ando, sino la calidad de la mano de obra local y las diversas áreas de ingeniería que trabajaron en conjunto.

Desde el interior

Construcción y tecnología en concreto Al entrar al edificio, es evidente que el autor recurre a soluciones características de su obra: juega con los espacios para provocar al espectador, incorpora diversas entradas de luz para causar un impacto de reflexión o contemplación, al tiempo que se preocupa por mantener su idea de amplitud espacial. Con ello consolida un espacio sutil, aunque con gran fuerza expresiva por el material empleado. Además, tiene elementos que le otorgan una escala humana y que en su conjunto recrean una armonía perceptible con el contexto que incluso es evocada a través del color gris del concreto, el cual recuerda la cercana serranía del área metropolitana de Monterrey.

Los principales espacios que integran el edificio son: el vestíbulo, la galería “Tadao Ando”, las ágoras Oriente y Poniente, los talleres, el aula crítica, la escalinata del ágora Poniente, la zona de áreas personalizadas y la Vela. Este último destaca por su cualidad plástica. Se trata de un enorme puente de concreto aparente dividido en dos edificios (que sirven de apoyos) ubicados al oriente y al poniente y que están compuestos por una serie de “pliegues” que simulan una pieza de papel. Este espacio sin ningún tipo de apoyo central representó todo un reto de ingeniería al construirse en su totalidad con concreto aparente colado in situ para alcanzar en el punto de unión de los dos apoyos hasta 17 metros de altura siendo cada pliegue de diferente tamaño y forma, teniendo un total de 77 metros de largo.

Para su construcción se utilizaron materiales que normalmente no se emplean en las cimbras. En lugar de los albañiles que suelen hacer este tipo de trabajo, fueron contratados maestros ebanistas relacionados con el uso artístico de la madera para realizar cada elemento a colar, a un nivel casi artesanal tomando en cuenta la modulación principal de todo el conjunto que es de 9 metros.

El siguiente elemento de importancia es el vestíbulo; desde éste también se puede observar la escalinata principal y una de las características distintivas de la obra: la gran cantidad de luz que inunda el edificio. Habrá que decir que aunque éste cuenta con elevadores, una de las intenciones más claras del proyecto es que esta zona se recorra caminando para contemplar visualmente los cambios que suceden en los espacios y encontrar una serie de sensaciones, juegos de sombras y puntos de contacto con la naturaleza que tienen los rincones de la “Puerta de la Creación”.
Construcción y tecnología en concreto
También destaca la galería dedicada a Tadao Ando, donde se agregarán periódicamente materiales visuales de los distintos proyectos de su despacho. Frente a este espacio hay otra zona expositiva dedicada a proyectos especiales de artistas invitados. Desde ese punto es posible contemplar el ágora Oriente y Poniente, que representan una de las zonas de encuentro por excelencia para aprender (en el caso de los alumnos y maestros) y para tomarse una foto de recuerdo, en el caso de los visitantes.

Cabe decir que las ágoras son un espacio público que no tienen actividades académicas formales. Fueron diseñadas como una zona comunitaria donde es posible compartir conocimientos y experiencias. En sí, “están inspiradas en el antiguo concepto griego, donde los estudiantes y maestros trabajaban y discutían uno al lado del otro en libertad. Siguiendo el espíritu del ágora original, aquí se anima la manifestación del libre pensamiento y la discusión de ideas. La forma semicircular también busca fomentar la convivencia estudiantil”, comentó el equipo académico de la UDEM.

Ambas ágoras fueron construidas en un solo colado de concreto. Esto significó que los constructores debieron planificar meticulosa mente el trabajo ya que una vez comenzado no se podía detener ni modificar para no alterar las cualidades del concreto y su acabado final. La tarea fue demandante, pero se logró finalizar con éxito gracias a una logística precisa. Todo esto representa la base del edificio que está separada en dos sectores. A partir de ahí el edificio consolida el puente para ubicar los talleres.

Concreto en el aire

A partir del cuarto nivel se encuentra la zona de talleres, los cuales tienen la cualidad de haber sido diseñados con una versatilidad idónea para que los alumnos compartan e integren el conocimiento con otras áreas y rubros académicos. En este nivel también está el ágora Poniente que cuenta con una vista privilegiada del cañón de La Huasteca. Aunque su circunferencia es un poco más corta que el ágora Oriente, tiene las mismas funciones que la ubicada en el sector opuesto.

Desde esta área, se puede ver hacia el centro un patio central. No obstante estar a la mitad del edificio, existe una gran entrada de luz natural a pesar de su imagen hermética. Esto fue logrado gracias a tres grandes espacios cenitales que iluminan el edificio: uno de ellos se encuentra sobre el ágora Oriente, otro sobre en la zona poniente y el tercero en el centro del edificio.

También está la denominada “Aula Crítica”, un sitio especial para el edificio porque será la sede de eventos importantes, principalmente conferencias. En el último piso se localizan los espacios de trabajo personalizados. Aunque el edificio recibe principalmente alumnos de las áreas de Arte, Arquitectura y Diseño, este espacio también es para los alumnos de otras divisiones que deseen desarrollar sus habilidades de innovación, creatividad y de apreciación estética. Desde el punto de vista arquitectónico, este es el único piso en donde no hay ventanas al exterior, con la idea de que los estudiantes se concentren en su totalidad en sus proyectos.

Merecido reconocimiento

Este inmenso proyecto no se hubiera podido lograr sin el apoyo de los benefactores de la Universidad de Monterrey; personas que han decidido dejar un legado sólido para las futuras generaciones y que han elegido a la UDEM como el mejor lugar para ello. Para recordar este esfuerzo colectivo y la suma de voluntades, en el vestíbulo −entrada principal del edificio−, se encuentran registrados los nombres de quienes impulsaron la culminación de este proyecto emblemótico.

Por otra parte, las autoridades académicas afirman que, “al darle a este edificio el nombre de don Roberto Garza Sada, estamos reconociendo la obra de un forjador de la industrialización mexicana, destacado por su participación en la fundación y el desarrollo de empresas; pero también por su labor como un gran promotor del arte, la educación y la cultura como un camino para la superación personal y social de México. Entre los grandes proyectos que impulsó en este ámbito destacan los edificios de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, el Centro Cultural Alfa y el campus de la UDEM”.

En conjunto, el nombre de este nuevo edificio y el muro de los benefactores, rinden un merecido y sincero homenaje a quienes con su generosidad hicieron posible tan trascendental obra. Mientras tanto, con la apertura del edificio, la institución académica afirma que se tiene un nuevo impulso a la creatividad y a la innovación con lo cual se propiciará que la Universidad de Monterrey no sea la misma, sino que ingrese en una nueva era donde los resultados positivos serán objetivos alcanzables a mediano plazo.

Con la tradición regiomontana por el uso del concreto aparente, que históricamente es ya una característica de la arquitectura de Monterrey, la obra del gran Tadao Ando, firma un legado para la arquitectura, empleando de forma trascendente los límites máximos de este material, así como todas sus cualidades estructurales y estéticas.

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