La casa del rebaño sagrado
Con un partido entre las Chivas y el Manchester United, fue inaugurado el 30 de julio pasado el nuevo estadio de este emblemático equipo de futbol.
El
templo mayor de las Chivas de Guadalajara fue recientemente inaugurado de
manera fastuosa; sin embargo, su construcción llevó muchos
años dados los problemas que afrontaron los realizadores. Para conocer
un poco del tema, el despacho –con sede en Barcelona– Luis Bozzo
Estructuras y Proyectos SL (LBEP) responsable de toda la estructura, nos
informó al respecto. Cabe decir que el proyecto es del estudio francés
Massaud-Pauset, mientras que HOK México estuvo encargada del programa
arquitectónico. Conceptualmente, la forma del estadio corresponde
a un volcán con una “nube” o cubierta principal de planta
elíptica en todo su contorno, de 69 metros de ancho. El margen exterior
de la obra define las laderas del volcán, así como la cubierta
apoyada por un número mínimo de pilares, 16 en este caso.
Con el talud o ladera formado al exterior, se logró un área
verde que rodea al estadio resolviendo al mismo tiempo el aspecto arquitectónico
formal que representa el tener una fachada de tan grandes magnitudes. Este
estadio, por cierto, está dentro del complejo JVC, que contempla
no sólo esta obra, sino diversos edificios de variadas funciones.
La
estructura, dice Luis Bozzo, es particularmente eficiente y resistente ya
que su geometría, función y forma quedan integradas de manera
profunda. En este caso, la forma volcánica sugiere una geometría
continua de cono altamente resistente a los efectos sísmicos. Por
su parte, la estructura de concreto incorpora innovaciones que permitieron
claros de 22 metros, poco habituales en los estadios. Por cierto, los mecanismos
de transmisión de carga son visibles dentro del estadio, logrando
así un interior dramático al tiempo que puede contar con vistas
abiertas hacia la cancha.
Este
estadio está desplantado en un terreno de 147,000 m2,
con 125,000 m2 de construcción. Cuenta con 5,000 cajones
de estacionamiento dentro del estadio, y 70,000 m2 de áreas verdes
en su entorno. Dispone de 330 palcos privados para 9, 11, 12 y 13 personas
y 45,000 asientos de visibilidad plena, junto con 208 lugares para personas
con capacidades diferentes. Este detalle supera los estándares oficiales
marcados por la FIFA. Luis Bozzo comenta además que “su óptima
estructuración permitió reducir el costo de proyecto un 50%
con respecto al presupuesto inicial de 200 millones de dólares que
fue presentado antes de nuestra incorporación en 2004”. Desde
la perspectiva de conjunto, el estadio está ligado a la construcción
de un nodo vial cuyo proyecto integral también fue desarrollado por
LBEP. Por su parte, el acceso tiene lugar a través de una puerta
de entrada que también funge como lugar de reunión y festejo.
Existen 5 puertas de salida adicionales para evitar accidentes. Los aspectos
más significativos que adoptó la empresa en la creación
del estadio fueron: Las laderas del volcán, que en el proyecto anterior
eran de tierra, con muros de contención verticales altos. La propuesta
de LBEP consistió en utilizar la ladera interior, eliminando la tierra
contenida y haciendo una “ladera hueca”, con un gran espacio
interior libre. Así, se logró un espacio bello al tiempo que
fueron reducidos costos originados por el movimiento de tierra y del propio
muro inicial innecesario.
Por otro lado, las macro columnas de soporte de la cubierta metálica
eran en principio independientes a la propia estructura de concreto del
estadio. En la nueva propuesta de LBEP se incorporaron las macro columnas
a la transmisión de cargas de la ladera hueca, así como a
la de los elementos portagradas, proporcionando una bella estructura diáfana.
Esta estructuración ofreció interesantes ventajas, entre otras,
el poder balancear el propio momento flector de las macro columnas, originado
por la cubierta en voladizo, aliviando su valor en la base. Cabe decir que
la cubierta en sus orígenes, estuvo planteada como una malla espacial
como una piel exterior a fabricarse en los Estados Unidos, mediante el uso
de miles de barras numeradas que definirían su geometría.
En el proyecto final la solución cambió pues fueron hechas
macro cerchas de perfiles metálicos de la altura de la cubierta.
Finalmente, las barras se redujeron mediante elementos de mayor longitud,
simplificando así su ejecución.
Cimentación/Graderío
En un principio la cimentación del estadio estuvo planteada mediante
pilotes. LBEP la modificó generando zapatas aisladas o combinadas,
superficiales. Sobre el punto señalan: “La solución
de pilotes es habitual en México DF, pero en Guadalajara el terreno
de mayor capacidad permite mediante la mejora del mismo, obtener tensiones
superiores a los 6-10 kg/cm2, de trabajo. Dada la elevada solicitación
sísmica de México, el emplear el pilotaje originalmente sugerido
hubiera significado emplearlo en todo su conjunto, lo cual hubiera resultado
en un costo significativo e innecesario por la ya mencionada calidad del
terreno”.
La cimentación –tal como se ha indicado– fue realizada
con zapatas aisladas y combinadas mejorando el terreno existente, por medio
del vaciado del mismo para luego mezclarlo con cemento y nuevamente ubicarlo
ya compactado. Esta técnica mejora la capacidad portante en las zonas
donde es necesario, más no en elementos poco solicitados como muros
o pilares con poca carga. De esta forma la cota de desplante del concreto
está en valores similares, lo cual tiene ventajas para las necesidades
sísmicas minimizando elementos que, por una involuntaria excesiva
rigidez relativa, pudieran necesitar un mayor esfuerzo de corte.
Las gradas del estadio están apoyadas en 48 elementos “portagradas”.
El estadio tiene una planta aproximadamente elíptica con una distancia
entre las macro columnas que soportan la cubierta principal de 42 m. El
perímetro en el eje de estas macro-columnas es de 680 m por lo que
la distancia media entre portagradas es de aproximadamente 14.2 m, distancia
que disminuye hacia el interior del campo. Los 48 elementos portagradas
no están apoyados todas directamente en pilares; 32 se sustentan
en vigas de transferencia que cargan en los mencionados macropilares. El
claro entre portagradas es de más de 22 m, aumentando la sensación
de estructura diáfana pero robusta. Los 48 elementos portagradas
de 75 cm de espesor y ancho variable disponen de vigas de sección
variable postensadas. Apoyados en estos elementos existen otros semi-prefabricados
continuos.
Aspectos singulares
El proyecto del estadio tiene aspectos singulares tanto en su estructura,
como en su funcionamiento. Así, conviene subrayar que es el primer
estadio con pasto artificial de sexta generación. Este pasto, de
origen belga, es una mezcla de fibras, arena sílica y arena de goma,
producto de la reutilización de zapatos deportivos.
Su
costo fue de un millón de dólares; sin embargo, se logra un
mantenimiento mínimo con una elevada resistencia a los rayos ultravioleta.
Desde el punto de vista estructural tiene distintos aspectos particulares
como son su configuración estructural y mecanismos de transmisión
de cargas que permitieron una planta diáfana y eficiente frente a
sismos, combinando distintas técnicas como elementos postensados,
prefabricados, macro pilares mixtos y macro cubierta metálica. Por
otra parte, se trata de una estructura de grandes dimensiones sin juntas
de dilatación (el perímetro del anillo que definen los macro-pilares
mide más de 680 m de longitud) dado que éstas disminuirían
sensiblemente su resistencia frente a sismos al perder su forma actual de
anillo rígido. Las gradas son isostáticas, pero con continuidad
para sobrecargas o cargas de uso, lo cual permite evitar filtraciones de
agua y disminuir vibraciones.
Un aspecto interesante de esta configuración estructural corresponde
al equilibrio del momento flector de las macro-columnas y su “neutralización”
en altura. En su extremo superior estos macro-pilares soportan un momento
flector elevado, producto del voladizo de 35 m de la cubierta principal.
Aunque la carga de la cubierta sea ligera, su voladizo y la separación
entre macro-pilares de 42 m, el momento flector principal es significativo.
Sin embargo, a medida que baja en altura los portagradas y principalmente
toda la ladera exterior del estadio queda apoyada en estos elementos. De
esta forma la ladera equilibra el momento flector. En la base de la zapata
se obtiene una solicitación de axil más favorable a la que
se hubiera obtenido dejando libre el macro-pilar, en cuyo caso, es claro,
el momento flector hubiera sido constante en toda su altura, con un orden
de magnitud mayor
de flexibilidad de la cubierta frente a acciones de viento.
Por
otra parte, aunque la cubierta sea metálica por sus claras ventajas
resistentes y de peso propio sus apoyos se proyectaron como macro-pilares
de concreto armado. Inicialmente se consideró la posibilidad de pilares
mixtos mediante una chapa metálica rellenada de concreto, con espacio
para el paso de personas e instalaciones. Finalmente, por motivos de costo
y simplicidad, éstos son de concreto aligerado en su interior.
En el caso de las gradas, estás muestran claros libres de más
de 14 m; de ahí que debían ser pretensadas, lo cual es difícil
de realizar en taller. Inicialmente se plantearon como elementos postensados
con 4 ó 6 anclajes de 0,6”. Sin embargo, durante la construcción
fue modificado el postensado y fabricados moldes a pie de obra para su prefabricación.
Otro aspecto innovador fue el referente a la continuidad de estas piezas
que se dispusieron con continuidad mínima en sus extremos para minimizar
filtraciones de agua comunes en muchos estadios prefabricados del mundo.
Mediante la técnica dispuesta prefabricaron los elementos y se montaron
sin apoyos provisionales. Una vez lograda la deformada por su peso propio
se dio continuidad en los elementos portagradas, reduciendo posibles filtraciones
y vibraciones.
Yolanda Bravo Saldaña
Fotos: Cortesía Luis Bozzo Estructuras y Proyectos/ Llorente&Cuenca
Consultores de Comunicación.
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