Rogers: Gregorio B. Mendoza Hablar de la obra de Richard Rogers es hacer referencia a uno de los exponentes más sólidos de nuestra arquitectura contemporánea, de ahí que el más reciente premio Pritzker le fuera otorgado a este personaje. Al anunciar quién era el premiado de este año, Thomas Pritzker —presidente de la Fundación Hyatt— destacó la gran cualidad del arquitecto británico Richard Rogers de generar en cada obra vínculos sociales en cualquier latitud del mundo donde su obra ha llegado. Lo anterior parece ser, sin lugar a dudas, la mejor aportación reconocida en años recientes por el distinguido premio Pritzker. |
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Cabe decir que Rogers es el cuarto elegido para el Pritzker por parte
de Gran Bretaña: los anteriores fueron James Stirling, en 1981,
Norman Foster, en 1999, y Zaha Hadid en 2004. Con este premio se hace
un reconocimiento en vida a un arquitecto que ha demostrado talento,
visión y compromiso a través de su contribución
a la humanidad por la vía arquitectónica. Rogers, quien
nació en Florencia (Italia) —aunque después se nacionalizó
británico—, realizó estudios en la Architectural
Association de Londres y en la Universidad de Yale, Estados Unidos,
donde conoce a Norman Foster, con quien formaría —de regreso
a Londres— el famoso Team 4 en sociedad con sus entonces esposas.
A decir del jurado de la Fundación Hyatt, “Rogers posee
en sus textos, el mismo pragmatismo que lo ha llevado a consagrarse
como uno de los mejores asesores gubernamentales, puesto que siempre
manifiesta un interés particular por aquellos sectores formadores
de políticas urbanas”. No es fortuito que sus grandes complejos
urbanísticos sostengan un dialogo constante con la ciudad que
los contiene y asemejen organismos vivos que se regeneran a través
de nuevos vínculos la condición mutable de la ciudad,
la arquitectura y el urbanismo. Visión social: visión de ciudad A los 73 años, el galardonado Richard Rogers considera que no es cuándo se recibe un premio, sino el premio en sí, lo que importa y entonces afirma que este reconocimiento genera la posibilidad ideal de manifestar contundente que le preocupa la visión de ciudad que los arquitectos deben asumir y que están asumiendo actualmente. Para él está claro que las ciudades del futuro no estarán como hoy zonificadas en actividades aisladas, sino que "se acercarán a las más ricas y estatificadas ciudades del pasado. Vivienda, trabajo, comercio, enseñanza y recreación
se superpondrán y estarán contenidas en estructuras continuas,
cambiantes y variadas". Bajo esta filosofía se puede comprender
el por qué sus obras son iconos absolutos de la arquitectura
contemporánea que no sólo lo han convertido en un maestro
de grandes edificios urbanos, sino el creador de su propia expresión
arquitectónica: desde el Centro Pompidou (1971–77), realizado,
como ya se dijo, junto con Renzo Piano, que revolucionó los museos,
transformando lo que habían sido monumentos para la elite en
lugares populares de intercambio social y cultural, inmersos en la trama
de la ciudad; el edificio Lloyd's de Londres (1978-86), o hasta la Terminal
4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid, que recibió el Premio
Stirling en 2006, entre otras obras. |
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