El primer proyecto que lanzó a Emilio Ambasz
al estrellato está plasmado en una de las imágenes arquitectónicas
de mayor impacto conceptual y constructivo debido a su sencillez y riqueza
argumental. Se trata de una composición basada en dos altos muros
blancos levantados como velas desde un mar verde de hierba, donde una
larga y desafiante escalera empotrada sube por cada uno de los muros
hasta alcanzar la confluencia en ángulo recto de dos láminas
blancas.
Diseñada en el apogeo del postmodernismo ecléctico e
historicista, la casa presenta algunas de sus inquietudes referenciales
utilizando sus propios temas históricos. Sin embargo, a nivel
formal, es abstractamente moderna: los elementos tradicionales de artesanía
han sido utilizados sin modificaciones y con descarada franqueza.
Vuelta al paraíso
Ambasz cumplió su promesa de proyecto, edificando la casa en
una arcadia —una especie de sueño andaluz— dentro
de la cual se sitúa de manera poética en relación
con el paisaje circundante, dibujando elementos tanto paisajísticos
como ambientales en el marco de una relación consigo misma y
de ésta con aquellos. La casa corona una colina que se proyecta
hacia un lago artificial cerca de Sevilla, en la Sierra Morena, una
cordillera de montañas bajas y verdes salpicada de robles. Este
doble espejo de concreto se abre a si mismo sobre un patio subterráneo
de forma cuadrada dividido en su vértice por una columna que
retoma un vinculo formal con el pasado. Detrás de la misma está
la casa propiamente dicha, en espera de ser descubierta. Sus habitaciones,
que parecen alcobas, se extienden en medio de enormes tragaluces y aberturas
con líneas orgánicas y a veces caprichosas. El nombre
que Ambasz dio a esta casa, Casa de Retiro Espiritual, deja claro que
el conjunto se concibió estrictamente al traducir lo literario
a lo constructivo. Aislado dentro del terreno, la casa se sumerge bajo
el nivel de piso en una especie de cueva de concreto
lanzado que se ha tratado con diversos aditivos para incrementar una
ganancia térmica, acústica y sobretodo un manejo de la
forma que solo este material permite.
El proyecto arquitectónico requirió considerar la ubicación
de los espacios principales por lo cual las habitaciones —así
como los baños— están ligeramente retiradas para
conciliar sueños profundos; aún más retirado se
encuentra el alto balcón. Al igual que los que se encuentren
en el mundo islámico, siguiendo un modelo tradicional andaluz,
este balcón está enmarcado por una celosía de retorcidos
elementos de madera, que proporcionan privacidad y sombra al tiempo
que dejan pasar la brisa. Si bien ofrece unas vistas extraordinarias
del lago y de toda la finca, la casa tiene un carácter introvertido;
es un lugar para meditar o leer y, sólo de vez en cuando, para
levantarse y disfrutar de las vistas, quizás una puesta del sol
que se refleja en el lago y acaricia los altos muros con matices color
de rosa.
En evidente contraste con los muros ascendentes y su estricta dureza
material, la casa se esconde entre los montículos artificiales
de tierra, ambas características guardan relación con
los elementos primarios como el sol, el cielo, las estrellas y el viento,
así como con la tierra que todo lo envuelve y el agua que se
encauza dentro de sus muros. Utilizando unos elementos sumamente contrastantes
para lograr una sensación de unidad profundamente contemplativa,
la sorprendente Casa de Retiro Espiritual de Ambasz puede explicarse
y comprenderse mediante dos modalidades de interpretación diferentes
que resultan al mismo tiempo complementarias.
La primera, una casa pensada tanto como receptáculo para el juego
cambiante de la luz y el espíritu, como secuencia de experiencias
cuidadosamente coreografiada donde los elementos constructivos funcionan
como un reloj solar que enmarca el mundo exterior; la segunda, el recorrido
interno a través de la construcción y sus espacios, siendo
ésta la modalidad más activa puesto que implica observar
con paciencia como los cambios lentos y sutiles —luz, color, temperatura,
movimiento, sonido— se inscriben y giran a través de los
días y las estaciones del año. Dichos mecanismos inducen
al espectador a situarse en una disposición de ánimo contemplativa
con la conciencia del tiempo cíclico donde incluso el más
sencillo de los rituales diario queda inmerso por una energía
casi ritual.
Al cruzar la puerta, el visitante se encuentra frente a la esquina
de un patio cuadrado más bajo y orientado en diagonal, desde
donde los dos muros, que ahora se extienden hacia arriba desde los dos
lados más cercanos del patio, forman un gigantesco libro abierto
o simplemente, una mano tendida. No sólo dan la bienvenida a
la casa: es como si nos mostraran el panorama, de una parte a otra de
la casa hundida y de su tejado exuberante en naturaleza, hacia el lago
cercano, las montañas más lejanas del patio y, deslizándose
hacia abajo y enfrente del mismo, nos encontramos con unos altos y anchos
peldaños de fácil acceso gracias a un sendero intermedio
de escalones pequeños, que arquea ligeramente hacia la izquierda
a medida que baja, trastornando con delicadeza la rígida simetría
del espacio rectilíneo. El vuelo descendente termina exactamente
en un punto que corta diagonalmente el patio y donde el último
peldaño llega hasta un estanque semicircular que define el centro
del patio.
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El arquitecto
sin modas |
Emilio Ambasz nació en Argentina
en 1943; obtuvo el grado de Maestro en Arquitectura en la Universidad
de Princeton, donde se destacó como profesor del área
de Proyectos. A mediados de la década de los setenta,
su sentido crítico lo llevan a que un grupo de catedráticos
lo seleccionen como curador del Departamento de Arquitectura
y Diseño del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Cabe
decir que este personaje es quien da a conocer en el plano internacional
al maestro Luis Barragán, a través de una gran
exposición y libro que realiza en torno a la obra del
maestro jalisciense. A partir de esas fechas comienza a generar
obras donde la sustentabilidad es la principal restricción
estilística y espacial; fundamenta su visión del
espacio haciendo uso de concreto, acero y materiales locales
demostrando que puede manejarse la arquitectura verde a nivel
global y sin restricciones.
La Casa de Retiro Espiritual es la primera
obra que le da fama en todo el mundo y su manifiesto contundente
sobre el ideal ecológico del siglo XX. Ha dictado diversos
seminarios en universidades norteamericanas, así como
en la Hochschule fur Gestaltung de Ulm, Alemania. Entre sus
proyectos se destacan el Centro Cultural Mycal, en Japón,
el Museo de Arte Folklórico Americano, en Nueva York
y los invernaderos para el Jardín Botánico de
San Antonio, Texas, que recibiera varios premios, así
como el Museo de Arte en Grand Rapids, Michigan. Desde 1980
es jefe de consultores en diseño de la empresa de motores
Cummins, el mayor grupo industrial del mundo para la producción
de motores diesel.
En el 2007, dentro del marco del Segundo
Congreso de Arquitectura Sustentable, celebrado en la UNAM,
recibió la medalla “Manuel Tolsá”
por sus aportaciones en el tema. En el evento se destacó
la influencia que ha provocado en arquitectos tan prestigiados
como Herzog&De Meuron, quienes, actualmente recurren a soluciones
que Ambasz usó hace más de tres décadas.
Actualmente Ambasz reside entre Nueva York y Milán donde
produce gran parte de su obra.
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La poesía es de color verde
Ambasz y algunos críticos norteamericanos han definido su planteamiento
arquitectónico “verde” o ecológico, puesto
que busca armonía con la naturaleza, incluso desapareciendo en
la misma o formando una extensión suya: se devuelve un área
a la naturaleza, amontonando tierra y plantas contra los muros e incluso
sobre los tejados. Lo cual, a su vez, conlleva mayor confort, ahorro
energético y reducción de emisiones de dióxido
de carbono gracias a un mayor aislamiento y a elevados niveles de inercia
térmica, puesto que la masa de tierra circunstante absorbe el
calor durante los días de verano y los irradia durante las noches
frías y el invierno. Incluso bajo el excepcional color del verano
de 2003, cuando en Sevilla se alcanzaron cuarenta grados de temperatura,
la casa se mantuvo a unos veintitrés grados; y cuando las temperaturas
de invierno han bajado hasta seis grados, la casa siempre ha permanecido
a dieciocho grados, incluso con las cristaleras abiertas. Sin embargo,
en este proyecto es más evidente el planteamiento ecologista
que el ahorro energético y los tejados verdes.
Cuando la casa se diseñó a mediados de los setenta, la
casa autónoma, aislada y autosuficiente con su propio jardín
o finca, era el paradigma del verde ideal. Sin embargo, hoy en día,
al alba del siglo XXI, la casa autónoma se considera socialmente
problemática, en parte debido al tiempo y a la energía
que suponen los desplazamientos y a que refuerza el aislamiento.
En la actualidad, el ideal de verde es la relación y no el sistema
de multiusos, con todos los servicios al alcance de la mano y fuertes
vínculos comunitarios. El nuevo planteamiento que hoy pregona
el arquitecto busca, por consiguiente, la comunión con la naturaleza
y la comunidad, en busca de la alegría, el socorro y el significado
que nos ayuden a desprendernos del consumismo desesperado que desvía
la atención y nos defiende del persistente legado de la enajenación
y la falta de sentido que supone la era moderna. Éste es el ideal
urbano del “Prefectural International Hall” realizado por
Ambasz en 1990 para el Ayuntamiento de Fukuoka, en Japón, con
sus amplias terrazas en el techo sembradas de plantas formando una extensión
verde y escalonada que llega hasta el parque municipal.
Sin embargo, para lograr la sostenibilidad no son suficientes las medidas
ecológicas y técnicas, también se precisa un cambio
en nuestra representación cultural del mundo y en nuestras reacciones
sicológicas a sus estímulos. Y es justamente desde este
punto de vista que la casa de Ambasz cobra su mayor significado para
nuestra era, aunque se trate de una casa apartada del medio urbano.
Porque la Casa de Retiro Espiritual nos recuerda los impulsos síquicos
más profundos que fueron el origen de la arquitectura,
produciendo una reflexión acerca de lo que es la arquitectura
y lo que podría ser. Es por ello que la casa mira hacia adelante
y hacia atrás al mismo tiempo, evocando con fuerza la dimensión
crucial de una arquitectura ecológica más completa para
el futuro. Quizás no ofrece un nexo con la comunidad; sin embargo
se trata de un lugar encantado destinado a la comunión más
intima con un poderoso sentido tanto de nuestro ser interior que logra
sacar hacia afuera, como del cosmos lejano que logra atraer hacia su
propio centro.
El concreto verde
Durante su estancia en México con motivo del Segundo Congreso
de Arquitectura con Tecnología Sustentable realizado en la UNAM,
el arquitecto comentó que el uso del concreto debe de adquirir
una mayor relevancia en estos proyectos que, según observó
en nuestro país ha comenzado a incrementar en número y
cantidad. Su afirmación, dijo, se basa en que no todo lo sustentable
es verde ni debiera serlo, pero si las tecnologías de cada material
deberán desarrollarse bajo este esquema. Para él está
claro que al menos en nuestro país, donde la cultura por el concreto
tiene referentes históricos, este material será uno de
los detonantes a nivel económico y ecológico de la nueva
arquitectura. “Para mi está muy claro que el concreto aporta
por toda su carga tecnológica un cúmulo de soluciones
que ningún otro material ofrece, el futuro de este material no
sólo es prometedor es ya, una realidad que debemos comenzar a
explotar responsablemente.