Afable y dispuesto a conversar, Castro Borges relata que el temade
la durabilidad en estructuras de concreto es relevante, pero lamenta
ser uno de los pocos especialistas ocupados en el asunto.
“Los problemas patológicos de las estructuras son grandes
y sin embargo no existen los mecanismos a través de los cuales
la comunidad de ingenieros y arquitectos los puedan conocer y prepararse,
como ocurre en otros países, para enfrentar esta responsabilidad”,
señala.
Estos tópicos se conocen poco y para ello existen varias razones,
dice el ingeniero civil egresado de la Universidad Autónoma de
Yucatán. “Nosotros, a nivel de toda la República
Mexicana, no tenemos una currícula ni en las carreras, ni en
los posgrados, ni al nivel de la educación continua que tenga
que ver con la prevención de los problemas patológicos
de las estructuras, establece”.
Las instituciones que tienen en su plantilla a investigadores en la
materia son afortunadas, pues este tipo de especialistas tienen que
formarse fuera del país, abunda Castro Borges, “quienes
regresan con la intención de generar planes de estudio y posgrados,
así como programas de educación continua para que la gente
y las instituciones se acrediten y certifiquen en esta área y
dentro de poco existan inspectores de problemas patológicos”,
asevera.
Problemas urbanos y costeros
De acuerdo con Castro Borges, los problemas patológicos en relación
con el concreto deben dividirse en dos grandes rubros:por una parte,
los que acontecen en las grandes ciudades y, por el otro, los que surgen
en las zonas costeras, problema muy extenso en el caso de México
si consideramos que nuestra geografía
incluye más de 11 mil kilómetros de litorales. En la primera
categoría “podría pensarse principalmente en un
problema de carbonatación de concreto, pero si nos referimos
a la zona costera entonces hablaríamos de los cloruros, es decir,
la sal del mar. Sin embargo, no son los únicos dilemas patológicos
relacionados con la durabilidad”. En realidad, enfatiza “hay
muchas situaciones que podrían evitarse si cada uno de los proyectos
se concibiera con los estándares adecuados de rigidez, seguridad
y resistencia. No obstante, muchas veces se generan problemas patológicos,
‘sin que se desee, claro está’, porque al momento
de calcular estructuralmente una construcción se omite observar
si el ambiente en el que se ubicará es agresivo, como acontece
en la Ciudad de México, en la que es habitual la lluvia ácida
o una gran cantidad de dióxido de carbono (CO2), lo que ocasionará
de forma temprana una degradación de la obra”, dice el
entrevistado.
“El CO2 puede llegar al acero de refuerzo y carbonatar el concreto,
lo que promueve que una estructura preparada originalmente para soportar
ciertas cargas en realidad no lo pueda hacer, y a partir de ello empecemos
a ver en muchas estructuras agrietamientos y desprendimientos que van
a mermar su capacidad”, resalta.
-Y en ese caso, ¿el antídoto está en el mismo
concreto o en el sistema que se sigue para colar la estructura? “Esa
es una pregunta muy interesante, porque hay que recordar que lo que
pasa en esta parte de la ingeniería se puede comparar con los
problemas patológicos del ser humano. Si un niño presenta
dolor de cabeza seguramente le costará mucho trabajo identificar
la causa del malestar; en cambio, un adulto será capaz de identificar
el origen de la dolencia sobre todo si sabe, por ejemplo, que bebió
en exceso el día anterior. Si nos referimos a un anciano, el
mismo dolor podrá ser provocado por efecto de la edad, una alergia,
o porque tiene problemas de insuficiencia cardiaca”, expone el
experto.
El ejemplo sirve, abunda Castro Borges, para decir que, “en
función de la edad, podemos tomar el mismo
medicamento pero en diferente dosis y en distinta presentación.
Lo mismo ocurre con las estructuras, depende en qué etapa de
su vida se encuentre para dar un remedio. Si aparece una grieta el día
que se pone en servicio la estructura, el día que se cuela, puede
deberse a una contracción al secado; pudo ser que se encuentre
en un ambiente inocuo y simplemente baste con rellenar la grieta, pero
la misma grieta se puede presentar después de un sismo cuando
la estructura ya esté en servicio, o producirse cuando el ambiente
actuó, corroyó el acero y éste explotó.
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Vida y obra |
• El doctor Pedro Castro Borges trabaja en la Unidad
Mérida de CINVESTAV desde 1986, período en el
cual ha desempeñado actividades desde Auxiliar de Investigador
hasta Investigador Titular 3-C, nombramiento que tiene en la
actualidad.
• Está adscrito al Departamento de Física
Aplicada y su línea de investigación está
relacionada con los aspectos básicos y aplicados de la
durabilidad y deterioro de estructuras de concreto por efecto
del medio ambiente.
• Fue distinguido en noviembre del año 2007 con
el Premio
Ciudad Capital Heberto Castillo Martínez, otorgado a
científicos latinoamericanos, por su notable contribución
a acrecentar el conocimiento en el área de durabilidad
y deterioro de la infraestructura y a utilizarlo a favor del
la sociedad.
• Es autor o coautor en más de 200 trabajos distribuidos
en congresos nacionales e internacionales, revistas internacionales
de alto impacto, capítulos de libros, artículos
de revisión y de difusión.
• Ha impartido más de 50 conferencias como profesor
invitado en diversas instituciones y eventos nacionales y extranjeros.
Es miembro honorario de dos Instituciones: La Asociación
de Profesionales de la Universidad Católica de Asunción,
Paraguay, y del Colegio de Ingenieros Civiles de Yucatán
(delegación Progreso).
• Es miembro de Asociación Internacional de Ingenieros
en Corrosión (NACE International), La Asociación
Americana de Pruebas a los Materiales (ASTM Internacional),
El Instituto Americano del Concreto (ACI Internacional), La
Asociación Latinoamericana de Control de Calidad, Patología
y Recuperación de las Construcciones (ALCONPAT Internacional),
La Sociedad de Electroquímica (ECS), y la Sociedad Mexicana
de Electroquímica (SMEQ).
• Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde
1991 y de la Academia Mexicana de Ciencias a partir de 1999.
• Ha sido presidente de NACE-México, 1999-2001
(National Association of Corrosion Engineers) y de ALCONPAT,
2001-2003 (Asociación Latinoamericana para el Control
de Calidad, Patología y Recuperación de las Construcciones).
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La sintomatología es diferente y está es la que nos dice
a nosotros qué tenemos que hacer por la estructura. Lamentablemente
los que atienden este tipo de sucesos, reflexiona el investigador, no
tienen la formación necesaria y no saben si el ‘medicamento’
funcionará bien o mal. Es decir, no hay especialistas, sino médicos
generales que no comprenden a cabalidad la enfermedad. Esta es una de
las razones por las que estoy proponiendo un modelo y la formación
de especialistas”.
Hacia una cultura de la prevención
“Es un hecho, necesitamos peritos en este rubro, como lo hacen
en muchos países del mundo. En España, por ejempo, cada
tres años se ofrece una maestría que dura tres meses,
un curso intensivo que aunque no es estrictamente dedicado a los problemas
patológicos sí trata muchos de esos temas en particular.
“En México tenemos muchos posgrados, el de química,
el de ingeniería civil, el de ingeniería forense, el de
química por sí mismo, que ofrecen algunas pequeñas
opciones al respecto, pero no completas”. Dicha información,
dice, “sirve tan sólo para dar una solución inmediata,
pero hay que entender
que se carece de la formación completa que requiere un patólogo
de la construcción para resolver integralmente el problema”.
Ante la carencia de expertos en estas lides surge una reflexión:
¿Cuántas construcciones a lo largo del territorio mexicano
se encuentran en riesgo de colapsarse? Sobre esto, el ingeniero Castro
Borges explica que “todos caemos en la tentación de decir
cifras al respecto, pero esto podría causar alarma injustificada.
Se lo voy a comentar de la siguiente manera, sin irme por la tangente,
pero sí por la secante: En el país contamos con más
de 11 mil puentes, pero sabemos poco sobre el daño en este tipo
de estructuras, no porque haya una política que restrinja la
información, sino porque nuestros medios de comunicación
no son tan sofisticados.
El que no nos enteremos no quiere decir que no ocurra, y lo mismo pasa
en las demás partes del mundo. ¿Cuánta infraestructura
está sufriendo? Casi toda la estructura de las costas mexicanas,
y para ello basta con observar las fotografías justo después
de cada huracán. Lo vimos con el huracán Vilma, en Cancún,
con Isidoro, en Yucatán, y con Katrina, en New Orleans, y es
en esos momentos que nos preguntamos cómo un huracán de
300 kilómetros de fuerza puede romper un edificio de esos. En
realidad, los edificios están bien calculados, pero el problema
es que las construcciones tienen problemas por efecto del ambiente y
el paso de los años, los que seguramente ocasionan grietas y
desprendimientos”, señala.
El ingeniero Castro Borges explica que en la ingeniería existen
tres etapas: la inspección, “que lamentablemente ocurre
cuando la edificación está en una situación insalvable.
Sí, porque cuando nos llaman hay evidencias de daños,
grietas y desprendimientos que nos cuesta mucho reparar; también
está la rehabilitación, pero la más importante
de todas no la tomamos en cuenta porque las otras dos nos absorben.
Hablo de la prevención del problema patológico, que debe
empezar desde que se pone en servicio la estructura.
Eso nos va a permitir detectar o predecir cuándo puede haber
un posible daño y tomar las medidas adecuadas para qué
no pase”.
¿Por qué no se hace?
“Porque no hay los medios, los mecanismos, el conocimiento ni
la cultura alrededor de esto. No entendemos todavía que lo correctivo
es lo más caro, y que lo preventivo es lo más barato.
Los reglamentos
deberían contener cláusulas que obliguen al constructor
a que tenga un seguimiento de la vida de servicio de una edificación,
como ocurre con los concesionarios automotrices, quienes están
obligados a garantizar el rendimiento de tu auto. Lo ideal es crear
una normatividad que proteja a los usuarios y a los constructores, es
decir, darles los medios para que ambos lleguen a un acuerdo. Hay normas
en Argentina, en España y en países europeos donde todo
esto ya está incorporado, pero afortunadamente nosotros ya estamos
caminando en ese sentido.
Manos a la obra
Incansable promotor de la difusión del conocimiento en el área
de la ingeniería, Castro Borges ha obtenido el financiamiento
del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) para trabajar
durante tres años en la normatividad nacional e internacional
de durabilidad de estructuras de concreto, así como en la implementación
de planes de posgrado enfocados a los problemas patológicos de
la construcción.
El ex presidente de NACE México (Asociación Internacional
de Ingenieros en Corrosión), habla al respecto y explica que
“hay un grupo de personas con ganas de trabajar y dar resultados
porque están conscientes de los problemas que tenemos. El proyecto
involucra a empresas, a universidades y al mismo IMCYC; sólo
faltaba que este esfuerzo común fuera amparado por un ente con
la suficiente calidad moral, en este caso el CONACYT, que avala con
su apoyo esta necesidad que está planteando el gremio de la construcción.
Lo que vamos a hacer en tres años es obtener el marco rector,
conformar las primeras normas y trazar un camino con gente que va a
trabajar ya en comisiones y en forma permanente. Se trabajará
a la manera de cómo lo hacen, por citar un caso, las incubadoras
de empresas, a las que se les da lo mínimo para poder empezar
y luego deben demostrar que son autosuficientes. Algunos podrían
pensar que tres años es mucho tiempo para obtener resultados,
pero no es así, al contrario, es muy poco tiempo porque, por
ejemplo, para que se pusiera en funcionamiento la norma NMX403 debieron
transcurrir varios años”, concluye.