Con este colorido inmueble, donde destacan el verde, amarillo, azul
y blanco, el propio arquitecto demuestra su vitalidad al haber estado
presente en la inauguración del recinto el cual, por cierto,
continúa con las líneas sinuosas que caracterizan su obra,
así como con el uso del concreto desde una perspectiva alegre
y dinámica. Esta obra, más otras existentes en Niteroi,
como son el Museo de Arte Contemporáneo, por ejemplo, convierten
a la localidad en la segunda ciudad brasileña -después
de Brasilia, considerada por muchos como su obra maestra-, en albergar
el mayor número de trabajos de este icónico arquitecto.
Cabe decir que este teatro forma parte de una interesante revitalización
de todo Niteroi, ciudad que, tiempo atrás, fuera la capital del
estado de Río de Janeiro.
El teatro proyectado por Niemeyer, como se dijo, muestra unas interesantes
curvas —que ya son casi sello de identidad de Niemeyer—
hechas en concreto así como dos paneles gigantes de azulejos
en donde están representados bocetos de figuras humanas en movimiento.
Dentro de la obra, sobresale la existencia de un “palco reversible”
multifuncional, que puede servir para espectáculos, de platea
interior (para 350 personas), pero que también puede abrirse
hacia una plaza —con capacidad para unas 10, 000 personas—con
el fin de contar con una espléndida vista de la bahía.
Destaca en este trabajo —pieza clave dentro del denominado “Camino
Niemeyer”— la presencia de una pared de vidrio que brinda
una bella vista al exterior. Cabe decir que Niemeyer tardó ocho
años en realizar esta obra, entre otras razones, por no contar
con presupuesto suficiente y de manera regular. Este retraso, comentó
Niemeyer en una entrevista, generó que, en diversas ocasiones
tuviera que modificarse el proyecto.