El arquitecto Justo García Rubio recuerda las
preguntas que innumerables veces se hizo, al iniciar el trabajo conceptual
de este proyecto. Todas ellas relacionadas con aspectos tan contrastantes
como el quebrantamiento del contexto arquitectónico, la generación
de un nuevo hito en una ciudad pequeña, el uso del material adecuado
y sobre todo el cumplimiento de un programa de necesidades que exigía
ser resuelto a cabalidad, pero que permitía oportunidades ilimitadas.
Nunca imaginó que su proyecto daría la vuelta al mundo
y que Casar, comunidad ubicada a 10 kilómetros al norte de Cáceres
–muy cerca de la frontera con Portugal– sería conocido
por el audaz y dinámico uso del concreto en una obra, definida
ya como un icono indiscutible.
Inspiración infantil
“Este proyecto se ubica en una esquina peculiar; en ella existe
una guardería y un colegio que vigilan el camino constante de
niños alegres dentro de un mundo de sueños; un parque
que se abre discretamente regalando un remanso de calma, y al final
de la calle la puerta de un cementerio, lejana pero coronando el camino.
Ahí, entre todo este mundo de personas se encuentra la estación
de autobuses de Casar de Cáceres, una encomienda modesta que
renunció a las bóvedas tradicionales que por siglos se
han empleado para proteger de un sol invencible y una claridad que en
ocasiones lastima la vista”, comenta en entrevista exclusiva García
Rubio para CyT. Además agrega que los niños fueron quienes
tuvieron mayor influencia dentro de la concepción formal concreto
armado que en su arranque alberga el vestíbulo y acceso peatonal
para posteriormente elevarse, tocar el extremo opuesto y adaptarse a
la escala de los autobuses facilitando su abordaje o salida. Sin embargo,
plantear esta idea generaría varios retos: resolver todas las
exigencias dentro de un terreno de dimensiones mínimas y manipular
con gran precisión el uso del concreto para generar con excelente
calidad constructiva; un trabajo singular que incorporaba un sótano
con muros de concreto aparente para ocultar los servicios como almacenes,
bar y sanitarios.
Concreto infinito
En el interior, el espacio es sumamente honesto; el trato rústico
que se tiene tanto en los muros como losas superiores recuerda las pieles
de concreto que desarrolló Le Corbusier. Las vistas que se generan
desde el edificio son sorprendentes al no existir ningún obstáculo
para ver a través de la cancelería tanto las actividades
propias de la terminal, como del exterior.
Bien podría considerarse una escultura urbana transitable que
funciona ligando las actividades de los lugares que la rodean. A pesar
de ello no es sólo un objeto digno de contemplación que
resulte incómodo: cada zona es agradable, accesible e iluminada
por medio de un ventanal y un vano que permite el paso de luz cenital
en su totalidad.
Su carácter unitario lo hace parecer una piedra esculpida gracias
a su expresividad y a la personalidad que otorga su materia prima, la
cual no permite contemplaciones estáticas; es decir, siempre
hay un nuevo ángulo para ser observado. Los usuarios mencionan
que es un edificio vivo y singular: “veíamos al concreto
como grandes cajas que llegan a imponerse en las ciudades, y ésta
obra permitió que el gobierno entendiera las posibilidades de
este material a nivel constructivo y de conservación en la imagen
urbana”, comento el entrevistado. Y es que no sólo es formal
la propuesta, la solución escogida retoma las investigaciones
de geometría constructiva realizadas en la década de los
cincuenta, donde la ingeniería estructural logró concretar
elementos arquitectónicos más esbeltos, resistentes y
eficientes permitiendo una disminución de costos por la respuesta
integral que un solo elemento podía resolver.
Por ello lo más destacado aquí, comenta
el arquitecto, lo configura la cubierta general de andenes que tiene
un claro de 34 m de longitud por 14 m de ancho, sometido a esfuerzos
de compresión y tensión que por sus características
físicas absorbe los esfuerzos por cortante para trabajar como
cualquier cubierta tradicional.
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Acerca del arquitecto |
Justo García Rubio (nacido en 1948) fundó su
propio despacho con sede en Cáceres y Madrid, España.
Ha ganado el primer premio para los siguientes proyectos: Pabellón
de Congresos en Cáceres (1988); Hospedería de
Turismo en Alcántara (1993); Pabellón de Deportes
de Plasencia (1999); en la sede del Instituto de Educación
Secundaria en Tiétar (2001 ) y en el Instituto de Educación
Secundaria en Garrovillas de Alconetar (2003). También
ha sido reconocido por la Junta de Extremadura con el premio
a la Creación Artística por el proyecto de la
Estación de Autobuses de Casar de Cáceres y el
estacionamiento en Guadalupe.
Una de sus frases resume muy bien su filosofía: “Para
mí la arquitectura es primero un trabajo público,
construye el medio del ciudadano, lo envuelve permanentemente;
al menos se le exige que pueda soportar la mirada de éste”.
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Esta estructura trabaja como un conjunto de arcos, con apoyos en los
extremos de concreto gris y un desarrollo en concreto blanco, para lo
cual fue necesario conservar toda proporción geométrica
vinculada a la altura de 7 m; de esta forma se inició calculando
un espesor aproximado a la décima parte de la altura dando como
resultado una proporción natural y visualmente coherente. Está
claramente definido que la aparente continuidad es justo el punto de
fusión entre dos conceptos de criterio estructural muy diferentes:
arcos colados in situ que se cuelgan a través de una viga perimetral
ligada a los soportes postensados ubicados en los extremos inferiores.
Lo que en apoyos más sencillos puede ser una continuación
de la losa trabajando en conjunto con las columnas a compresión
y transmitiendo las cargas hasta la cimentación, cobra una peculiaridad
diferente aquí. “Resulta tan fuerte el esfuerzo a flexión
en los soportes, que ni el aumento de la sección se considera
garantía suficiente para evitar la aparición de esfuerzos
tensionantes inaceptables en el respaldo del arco, por lo que se optó
por postensar estos elementos: delineamos los nervios individuales de
cabeza de anclaje perdida en cimentación y tensamos desde la
cara superior. De este modo se precomprime la sección de concreto
convirtiendo las tensiones en meras descompresiones que no provocan
ni deformaciones ni elongaciones que pudieran modificar el perfil geométrico
proyectado”, explica el dr. Jaime Cervera Bravo, encargado del
área estructural del despacho del arq. García Rubio. Este
planteamiento no se manejó en todo el cuerpo principal, ya que
cuando la cinta gira sobre sí misma para recibir los empujes
de las lámina menor y la mayor sobre el apoyo central debe mantener
como condición la posibilidad de presentarse libre y flotando
sobre la base. En este punto adquieren importancia las flexiones que
direccionan los empujes del concreto y que configuran el valor del espesor
de la cubierta ya que éste es el determinante de la rigidez respecto
a los problemas de flexión de la lámina,” señala
Rubio.
Construyendo un emblema
Debe tomarse en cuenta que en este caso se consideró el aprovechamiento
de la pendiente de la losa para canalizar las bajadas pluviales y prescindir
de impermeabilizaciones añadidas. Por lo anterior se realizó
un concreto impermeable que dependía en mucho de no generar variantes
en el espesor de la losa mayores a 15 mm cada 15/20 cm, por los esfuerzos
a los que el elemento sería sometido tanto en los bordes como
en el tramo central. Una vez iniciada la construcción se debía
terminar y configurar con precisión cada quiebre o cambio de
nivel, quedando este trabajo en manos de un equipo de topógrafos
que, haciendo uso de la más alta tecnología controlaron
las tolerancias mínimas permisibles en márgenes milimétricos
con la finalidad de dejar listas las zonas de trabajo para la construcción
de este elemento. De esta manera al llegar al colado en sitio el desafío
estaba presente. Sin embargo, la responsabilidad estaba en gran medida
sustentada en la calidad del equipo de cimbra utilizado ya que el material
seleccionado debería adecuarse fácilmente a la forma.
Esto orilló al equipo a estudiar y replantear diversas opciones
que garantizaran que no habría desplazamientos ni errores en
el momento de verter el concreto.
Conociendo este criterio la superficie de cimbra fue
configurada en diferentes capas sucesivas regidas por las generatrices
principales de las rectas que se interceptan en la cubierta: una primera
de duelas de 20 x 10 cm, la segunda de forma perpendicular con secciones
de 15 x 15 cm, y una tercera de 10 x 2.5 cm, que regresa sobre la primera
girando de forma vertical para adaptarse a cada quiebre de la curva.
Una vez colado, lo más difícil había terminado.
Las fases subsecuentes no involucraban mayor complejidad que dar el
tiempo suficiente al concreto para obtener su resistencia óptima
y retirar la cimbra utilizada. Algunos meses después de haber
iniciado este proyecto las preguntas con las que el arquitecto comenzó
habían sido respondidas satisfactoriamente. Pocos creyeron en
que la obra pudiera volverse realidad, pero lo que se hizo no tiene
antecedente aunque como bien dice Jaime Cervera, “el resultado
es una forma elegante que rinde cumplido homenaje a la mejor tradición
en soluciones laminares de concreto”
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Datos de interés |
Proyecto: Estación de autobuses de
Casar de Cáceres.
Ubicación: Ejido bajo s/n, Casar de
Cáceres, España.
Arquitecto: Justo García Rubio, Joaquín
Macedo Morales y Lorenzo Barrio González.
Estructuras: dr. Arquitecto Jaime Cervera Bravo.
Arquitectos/Contratista: Consejería
de Fomento.
Constructor: Grupo Empresarial Magenta.
Losas de concreto:
Tipo A 700 m2.
Tipo B 380 m2.
Tipo C (sótano) 110 m2.
Concreto empleado
Tipo HA-35/B/20/IIa+hidrófugo, con la siguiente
dosificación:
Cemento BL II 42.5 R: 430 kg/m3.
Arena 0/6 mm: 780 kg/m3.
Árido 12/20 mm: 960 kg/m3.
Agua: 160 lts.
Plastificante: Pozz-390.
Hidrófugo: Rheomac-700.
Relación Agua-cemento: 0.37 - 0.40.
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