Fue en octubre de hace 40 años que en México se gestó
este ambicioso proyecto; el de llevar a las calles el arte, reinventar
la esencia griega de los juegos olímpicos, al proponer una olimpiada
cultural y dos semanas de juegos atléticos. Entre los proyectos
más importantes estuvo la Ruta de la Amistad, ideada por Mathias
Goeritz y Pedro Ramírez Vázquez. Se trata de un corredor
escultórico, el más grande del mundo, de 17 kilómetros
de longitud y conformado por 19 obras artísticas constituidas
en su mayoría en concreto. La Ruta de la Amistad se concibió
como un espacio en donde las obras, realizadas por artistas de los cinco
continentes, se colocarían a una distancia de 1.5 kilómetros,
sobre un valle de piedra volcánica enmarcado por una peculiar
vegetación. Las 19 obras tienen entre 7.90 y 22 metros de altura.
Entre los autores podemos encontrar los nom-bres de destacados artistas
como, Ángela Gurría, de México; Willy Guttman,
de Suiza; Constantino Nivola, de Italia; José María Subirachs,
de España y Alexander Calder, de Estados Unidos, entre otros.
Cabe decir que originalmente, la Ruta de la Amistad tuvo como objetivo,
el promover los valores culturales de los Juegos del 68, a la vez de
servir como enlace de cada uno de los distintos escenarios olímpicos.
Del furor al olvido…y su recuperación.
Tras el paso de los Juegos Olímpicos se desvaneció el
entusiasmo por la Ruta de la Amistad. El abandono, desin-terés,
la contaminación, la siembra desmedida de árboles; en
resumen, la mala planeación urbana posterior llevó al
abandono y deterioro de las esculturas. Teniendo como idea fundamental
la restauración a fondo y la conservación de las obras,
se conformó a mediados de 1994, el Patronato Ruta de la Amistad
—a cargo de Luis Javier de la Torre González—. Se
trata de una asociación comprometida que intenta crear un futuro
con base en el esfuerzo de mexicanos comprometidos con el ideal original
de la Ruta.
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Bayer en la Ruta de la Amistad. |
Partiendo del lema “Bayer también es cultura”,
es como este consorcio se integra activamente en el proyecto
de conservación de la Ruta de la Amistad, aportando básicamente
desarrollo tecnológico e investigación en productos
para la conservación de las esculturas, tal es el caso
de la pintura antigraffiti, que actualmente recubre a las obras.
A decir de Luis Ramón Ochoa, representante de Bayer Material
Science para el proyecto “Ruta de la Amistad”, el
apoyo del consorcio alemán surgió luego del acercamiento
por parte del Patronato Ruta de la Amistad que logró
empatarse con los intereses de Bayer en la conservación
del patrimonio cultural, específicamente uno tan importante
como lo es la ruta para nuestro país.
En entrevista para Construcción y Tecnología,
Ochoa, acotó que el apoyo al patronato fue respaldado
casi inmediatamente por Andreas Mayer Nader y por el dr. Lothar
Kahl, directivos en ese entonces de Bayer Material Science,
quienes luego de platicar con el Patronato tomaron la determinación
de apoyar el proyecto a través del desarrollo de la pintura
antigraffiti para las esculturas. Así, Bayer aportó
la tecnología
y en asociación con pinturas Nervion, desarrolló
los colores antigraffiti que recubrirían las 19 obras
de la Ruta de la Amistad.
Con una visón a futuro, y con la premisa de apoyar y
mantener los espacios culturales, Bayer se comprometió
a dotar de la pintura antigraffiti al proyecto de restauración
y conservación de la Ruta de la Amistad, desarrollando
una resina poliéster, conocida como Easy to clean la
cual, con el apoyo de pinturas Nervion, mezcló para dar
origen a un nuevo producto, decorativo, resistente y de gran
durabilidad.
Actualmente, señala Ochoa, la resina se hace con base
en un solvente de agua, comprometiéndose de esta forma
con la ecología, a la vez que respalda el proyecto de
restauración y mantenimiento del Patronato.
En las características de esta pintura antigraffiti,
encontramos que prácticamente puede adaptarse a cualquier
color, otorga resistencia a la corrosión y contaminación,
y es de gran durabilidad, lo que permite ahorrar en el mantenimiento.
Asimismo, esta pintura antigraffiti es resistente a químicos
y a la abrasión, aunado a su durabilidad, que de inicio,
señala, Ochoa, la pintura puede durar hasta 10 años
sin problemas de desgaste.
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El proceso de restauración de la Ruta inició en 1996,
con el programa Adopta una Obra de Arte, que busca fundamentalmente
–según comenta Luis Javier de la Torre– restaurar
y conservar las obras y su entorno, así como revalorar las esculturas,
reutilizarlas y recuperar en parte, la ecología urbana de la
región. Dicho proyecto propone la restauración de las
obras una por una; esto con la finalidad de facilitar la obtención
de recursos, que desafortunadamente se enfrenta a la barrera del desconocimiento,
ya que es sabido que en nuestro país, la cultura se encuentra
en un segundo plano.
A decir de Luis Javier de la Torre, la Ruta de la Amistad es un proyecto
ideado, creado y producido en nuestro país, con ayuda de algunos
extranjeros, sí, pero esencialmente mexicano. Sin embargo, prácticamente
a nadie le interesó el proyecto, más allá del momento
en que se presentó en 1968. Es por eso, dice el fundador del
Patronato, que uno de los primeros pasos es luchar por que la sociedad
revalore el proyecto, y de ahí iniciar la restauración
y algo aún más importante: la conservación.
Los diferentes aspectos
Conformado de tres partes, el proyecto inicia con la restauración
de las obras, seguido de la conservación y recuperación
de los entornos y el uso de las esculturas; es decir, aprovechar los
espacios culturales, en este caso las esculturas, como punto de reunión
y dar pertenencia a través de la invitación de nuevos
artistas que desarrollen conceptos con la escultura además de
generar un vínculo entre las obras originales y las nuevas propuestas
artísticas. De la Torre González hace énfasis en
que parte del proyecto es el de la recuperación de la ecología
urbana. -¿A qué se refiere con esto?:
“Sencillo –comenta– buscamos recuperar la flora y
las plantas del Pedregal que dejaron de existir hace mucho tiempo”.
La idea es recuperar la ecología urbana de la ruta que para
fines prácticos, está segmentada en dos partes: la zona
del Pedregal, que se extiende de San Jerónimo a Viaducto Tlalpan,
y la segunda, la zona de Humedales, que va de Tlalpan a Cuemanco. Parte
importante con esta recuperación ecológica, plantea de
la Torre González, es recuperar las especies endémicas
y a su vez crear espacios visuales que ayuden a la recuperación,
en pequeña proporción, de los mantos acuíferos.
Asimismo, se tiene previsto que con el proyecto se genere un jardín
biológico en medio del Periférico, el cual además
será auto sustentable. La importancia de la Ruta de la amistad
renace del olvido y se ha convertido en un dador de vida de nuevos proyectos
creativos, así como en el reordenamiento vial y del tránsito
de la gente, fomentando una nueva cultura social. Tan actual como en
1968, la Ruta de la Amistad se ha integrado a la modernidad y al crecimiento
de la ciudad, actualmente marca una referencia en cuanto a desarrollo
urbano, y ha demostrado que luego de permanecer en el olvido, se puede
adaptar al siglo XXI. Tal es el caso de la escultura de Ángela
Gurría, en la primera estación, ubicada en San Jerónimo,
que logro integrarse con los nuevos proyectos urbanos, como el de los
segundos pisos.
¿Quiénes participan y qué hacen?
Esencialmente, señala Luis Javier de la Torre, en la restauración
y mantenimiento de las estructuras que conforman la Ruta de la Amistad
participan, diversas empresas. Sin embargo, cada una de las 19 obras
tiene un “padre adoptivo”, que es quien aporta los recursos
económicos y materiales para el restablecimiento y mantenimiento.
Los participantes, dice el entrevistado, aportan recursos que se dividen
porcentualmente, para la restauración y para un fideicomiso que
servirá para el mantenimiento posterior de las obras y su difusión.
Participantes importantes son, señala el fundador del patronato:
Bayer Material Science que en conjunto con Pinturas Nervion, desarrollan
la pintura antigraffiti, con la cual están dotadas todas las
esculturas, y que a su vez las protege contra la contaminación
y permite sean lavadas constantemente.
A estas dos empresas se suma Karcher México, encargada de la
limpieza de las esculturas, y de retirar el concreto en mal estado y
posteriormente reponerlo. Es importante que gracias al apoyo de estas
tres empresas, comenta de la Torre González, se ha logrado erradicar
prácticamente el graffiti de todas las esculturas que conforman
la Ruta de la Amistad, y en contados casos, cuando llega a ocurrir alguna
pinta, el Patronato envía a un grupo de asistencia para realizar
la limpieza inmediata de la obra. En esta tarea, colabora de igual forma
la comunidad aledaña a las esculturas, quienes al hacerse partícipes
protegen las esculturas, que ya consideran suyas, y en caso de alguna
anomalía la reportan directamente al Patronato. Cabe decir que
al proyecto, se sumó la Unidad Antigraffiti de la Secretaría
de Seguridad Pública del Distrito Federal, que apoya en el mantenimiento
y erradicación del graffiti en las obras y paredes de la ciudad.
Una responsabilidad
Al hablar del proceso de restauración, Luis Javier de la Torre
hace énfasis en que los únicos autorizados para realizarlas
es el mismo Patronato Ruta de la Amistad, pues la Ruta se encuentra
bajo un comodato legal. Deja en claro que en ocasiones, cuando ha sido
factible, han traído a los mismos creadores a México para
que sean ellos quienes restauren las obras. De no ser posible la presencia
del artista, las restauraciones se hacen con base a los archivos con
que cuenta el Patronato, utilizando siempre colores básicos,
para evitar complicaciones en un futuro.
Los trabajos van más allá, pues actualmente el Patronato
trabaja en la creación de un archivo, un acervo con los datos
exactos de cada una de las piezas, en donde se plasman las especificaciones
de cada obra y su mantenimiento. Conjuntamente con el Gobierno de la
Ciudad de México buscan el definir los espacios que han ido ganando
y queden legalmente establecidos, para que no puedan ser alterados,
que queden como Patrimonio Artístico de la Nación.
El proceso de rescate
El primer paso es lavar a presión la estructura con detergentes
biodegradables, con la finalidad de remover las capas de pintura, que
pueden llegar a 18 cm. Con agua a presión también se remueve
el concreto en mal estado. Posteriormente se retiran o reacondicionan
las varillas que quedaron expuestas para luego recubrir con concreto
el área en reparación. Finalmente, luego de restablecer
la estructura, se aplican selladores y la pintura antigraffiti, que
dará color a la obra y quedará como originalmente fue
concebida.