David Morillón Gálvez es ingeniero civil egresado de
la Universidad de Guadalajara, maestro en Diseño Bioclimático
por la Universidad de Colima y doctor en Ingeniería por la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), de la cual es catedrático
en el área de Posgrado. Su profesión y trayectoria profesional
las ha vinculado al compromiso por investigar y lograr nuevas estrategias
en beneficio de un ambiente más sustentable y mucho más
saludable para todos.
Para él, la industria de la construcción ha realizado
un importante trabajo en los años recientes. Sin embargo, se
muestra crítico ante sistemas de acreditación como el
LEED y afirma que existen muchas otras alternativas para favorecer una
verdadera cultura verde. Construcción y Tecnología tuvo
el honor de conversar con él en su laboratorio dentro del Instituto
de Ingeniería de la máxima casa de estudios de México.
¿En qué nivel se encuentra
la práctica sustentable de la industria de la construcción?
“Creo que falta información en cuanto a
consumo energético y sobre las características de los
materiales. Con ello se ha provocado que no se puedan obtener números
especializados sobre cómo se comportarán los materiales
y cuál será su impacto real al utilizarlos en la construcción
en términos de sustentabilidad. La normatividad oficial mexicana
ha tratado de catalogar los materiales para visualizar su procedencia,
o si son de algún laboratorio o industria establecida como el
vidrio o el cemento. Se tienen datos técnicos de su producción
o en general de sus características, pero creo que está
incompleta la información. Sectores grandes como el metalúrgico
o el cementero sí tienen datos de consumos y algunos otros para
analizar su impacto ambiental en específico porque ellos ya cuentan
con un amplio registro. Desafortunadamente en nuestro país hay
dos escenarios extremos bien definidos: las grandes industrias con tecnologías
de punta y la manufactura artesanal. Pongo un ejemplo: nuestras industrias
cementaras con presencia en el mundo como CEMEX, y las productoras locales
de adobe que encontramos en diversas partes de la provincia”.
Nuestro experto –con amplio reconocimiento en diversos institutos
y organizaciones–, ha sido miembro del Comité de Normas
para Equipos y Sistemas Solares en NORMEX, representante de México
en la Red Iberoamericana de Diseño Bioclimático y Energías
Renovables del CYTED, miembro del Renewable Energy Expert Committee,
de la Commission for Environmental Cooperation de Estados Unidos, México
y Canadá. Y con toda esa experiencia y perspectiva global sobre
el tema nos indica que, aún nos falta mucho
camino por recorrer.
Y ¿Cómo vamos? ¿Qué
nos falta?
“Déjame mencionar un ejemplo: España
cuenta con su catálogo en el cual indica qué materiales
son más adecuados para el medio ambiente, y de qué forma
les permitirá tener un edificio sustentable. Estados Unidos hizo
una guía de materiales verdes. En México hay una línea
que es la de los materiales ahorradores de energía, que la tiene
el Fideicomiso para el Ahorro Energía eléctrica (FIDE)
de CFE y en el cual acreditan materiales o productos que garanticen
un beneficio en el consumo y otros como aislantes, que no permiten la
ganancia térmica al interior de un edificio ni la pérdida
del aire frío que genera el aire acondicionado. Apenas en ese
nivel estamos. No es suficiente pero en México sólo tenemos
esos dos pasos.
Necesitamos involucrar a todas las industrias pequeñas o no,
a hacer un verdadero análisis de la procedencia y características
de sus productos vigilando no sólo lo ‘sustentable’,
sino lo que hay detrás como la vida útil de ese material;
la huella de carbono; la de los desechos que provoca y algo muy importante:
el gasto energético que implica su producción y en su
caso, plantear la posibilidad de utilizar energéticos alternos
con menor impacto ambiental.
Para las empresas y los productos que han registrado sus marcas ante
el FIDE este organismo les ofrece beneficios como: una campaña
nacional de difusión del sello FIDE; motivar al usuario a utilizar
productos eficientes ya catalogados; la posibilidad de financiamiento
en proyectos y programas; el fomento de competitividad tecnológica
y comercial para mayor consolidación del mercado, entre otros.
Pero no ha sido suficiente y en la industria de la construcción
la presencia es limitada”.
Una materia gris sustentable
Recientemente el Centro Mario Molina (CMM), publicó
en su doenergéticumento Estrategias de Mitigación de Gases
de Efecto Invernadero en el Sector Cemento (2008) que la mala imagen
que se asociaba a las plantas de cemento mexicanas prácticamente
ha quedado en el recuerdo. No obstante, ha hecho una fuerte recomendación
de que esta industria “todavía puede reducir su impacto
en el medio ambiente”. El organismo señaló que las
emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) aumentaron 67% desde
1996 a la fecha en el territorio nacional y que tan sólo en 2005
la industria emitió 27.2 millones de toneladas de CO2.
El reporte del CMM propone cinco estrategias puntuales con la finalidad
de aminorar las afectaciones al ambiente, a saber: mejorar el rendimiento
energético durante la fabricación del cemento, incrementar
la utilización de combustibles alternos, modificar la composición
del cemento con constituyentes que requieren menos energía para
obtener el clinker, incentivar la captura y almacenamiento de CO2, la
autogeneración y cogeneración eléctrica. Y justamente
sobre las estrategias que siguen las grandes empresas cementeras cuestionamos
a nuestro entrevistado.
¿Qué está haciendo
la industria cementera para ser aún más sustentable?
En el caso de Holcim Apasco y CEMEX han generado una
responsabilidad ambiental basada en diferentes
estrategias. En el caso de la primera han motivado la conciencia de
arquitectos, sociedad y dependencias a través de un concurso
internacional que cada día resulta más importante y que
tiene aportaciones claras. En el caso de CEMEX, con un premio y sus
publicaciones, ha cimentado esta cultura. Quizá lo más
relevante de ello es que ambas empresas se han acercado a la UNAM para
apoyar diferentes temas de investigación en cuanto a beneficio
energético con lo cual se ha vinculado el gran prestigio de la
universidad con la docencia e industria. Ese es un buen camino”.
Cabe decir que el doctor Morillón ha publicados varios libros
bajo el sello de la Universidad de Guadalajara, la UNAM, CFE, CONAVI,
la ANES y editorial Trillas. Ha dirigido más de 80 tesis de licenciatura
o posgrado y participado en más de 300 congresos nacionales e
internacionales, además de haber publicado varios artículos
sobre ingeniería, arquitectura, energía renovables, ahorro
de energía, medio ambiente, ecología, sustentabilidad
y cambio climático en revistas mexicanas y extranjeras, y ser
merecedor de diversos premios y reconocimientos a su trayectoria de
alcance internacional.
En qué fases debe de ser analizado
el impacto ambiental de un material como el concreto?
“Si pensamos en un ciclo de vida, debemos considerarlo
en tres etapas: extracción y fabricación; vida útil
y disposición final; es decir, cuando se tira la edificación
y se convierte en escombro. En este caso enfatizo que el impacto tiene
que observarse de forma holística. Incluso, debemos analizar
su transportación; la cercanía con el lugar en donde será
utilizado y estudiar si tiene un impacto negativo o positivo por sus
características: si absorbe o refleja calor; si permite una iluminación
natural, etc. Aunque dependerá de donde se encuentra la edificación
y de particularidades como las condiciones climáticas, eso se
puede cuantificar, y ahí es donde entra México pues en
nuestro país se ha entrado más en una normatividad que
tiene que ver con la parte de la vida útil del edificio; qué
se recomienda en cuanto a las características de los materiales
que se deben de colocar; qué se recomienda en el manejo de los
materiales para cada condición climática. Incluso hay
programas específicos que hablan de cómo apoyar el ahorro
de energía a partir de la selección de materiales”.
¿Qué nuevos procesos
se están obteniendo en el concreto a través de
la investigación?
“Hemos obtenido valiosos ejemplos de concreto
reciclado que es una mezcla que aprovecha los residuos de los
escombros producidos en las edificaciones. También estamos
tratando de encontrar la forma en qué el concreto sea
menor conductor de calor que es una problemática que
afecta –por cuestiones climáticas–a dos terceras
partes de nuestro país. Queremos prescindir de aislamientos
adicionales y conservar la resistencia a esfuerzos como el de
compresión para que esto sea viable”.
¿Se han obtenido buenos
resultados?
“Se ha hecho por parte de las cementeras
en México la producción de los denominados ‘concreto
de baja conductividad’; pero no se han logrado mantener
sus características ideales en cuanto a comportamiento
estructural, y con ello se ha limitado su participación
en grandes edificios. Aunque esto mismo permite visualizar oportunidades
importantes en la vivienda –ya que los esfuerzos son menores–
o en los prefabricados ya que se pueden reforzar y lograr un
comportamiento ideal”.
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¿Cree usted que este concreto
represente beneficios específicos en el tema de la vivienda mexicana?
“Claro, de principio en el tema energético.
La vivienda representa el 25% de consumo, lo que es igual a 26 millones
de viviendas. Si analizamos que en este sexenio se planteó construir
6 millones, la oportunidad está a la vista. Se trata, simplemente
de ‘ganar-ganar’ en un sector que crece tanto como lo es
éste”.
¿Quiénes deberían
de sumarse a este tipo de iniciativas?
“Creemos que el personal humano de las universidades
que imparten cátedra de arquitectura o ingeniería; el
usuario; el gobierno, que es quién requiere esta información,
y también las industrias, quienes son los que producen y comercializan
sus insumos y se esfuerzan por un beneficio sustentable”. Para
nuestro experto, se debe replantear la importancia de la trilogía
función, estética y confort. Actualmente es asesor en
el tema de diversos edificios en Nayarit y algunas sedes de la constructora
ICA, quienes –como lo afirma Morillón– han solicitado
que su arquitectura se fundamente en principios de sustentabilidad y
ahorro energético. Los primeros pasos ya están dados,
habrá que fomentar y procurar estas iniciativas que afortunadamente
ya son más en nuestro país.
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