El concreto
en el paisaje

(Una aproximación ecológica)

Enrique Beltrán
Fotos: Archivo CyT

Este artículo (sintetizado), que apareció en nuestra publicación de mayo-junio de 1974, da cuenta de cómo para ese entonces ya era latente la preocupación por el medio ambiente; misma que quedaba expresada en las páginas de la revista.

    

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El término ecología se emplea hoy con frecuencia, aunque no siempre se ha comprendido realmente su significado. Fue creado por Ernesto Hacker hace poco más de un siglo y alude a las relaciones de los organismos con su ambiente. La ecología tiene ya más de un siglo de disfrutar de nombre propio dentro de las ciencias biológicas. Sin embargo, hoy existe un tremendo deterioro del ambiente. La contaminación del aire, del agua y del suelo; la existencia de increíbles aglomeraciones humanas en las megalópolis actuales; en fin, la creación de un ambiente artificial en esta angustiosa era que vivimos dominada por la tecnología, ha hecho que los tiempos en que la naturaleza proveía el ambiente que nos rodeaba desapareciera, para arribar a una época en que todo es manufacturado por el hombre, y que, en consecuencia, estamos dejando de vivir en la biosfera, para existir en un ambiente artificial, a decir de algunos estudiosos. Yo creo que, hasta la fecha al menos, todavía el ambiente natural nos gobierna y, en muchos aspectos, fija limitaciones a la capacidad tecnológica para transformarlo, o para hacer permanentes las transformaciones.

En gran parte son los ingenieros y los arquitectos los que, aplicando instrumentos que proporcionan las materializaciones tecnológicas de la física y de la química. Quienes hacen posibles las modificaciones ambientales y por tanto tratan de dar soluciones. Tanto más importante cuando este grupo particular de constructores analizan las múltiples posibilidades, con polifacéticos resultados, que pone a su alcance el empleo de un material de infinitas y por demás significativas aplicaciones como es el concreto.

Es evidente que no podemos concebir un organismo viviente que no esté relacionado con otros organismos de su propia y de otras especies –y con el ambiente inorgánico que a todos los envuelve– hasta integrar un conjunto al que denominamos ecosistema, cuyos componentes están ligados e influenciados entre sí. En la naturaleza, aunque nunca se observa un ajuste perfecto en los integrantes de un ecosistema, existe un equilibrio dinámico, que se desplaza dentro de ciertos límites y que, generalmente da como resultado una impresión de estabilidad. Lo anterior tiene validez cuando pensamos en escala mundial y con perspectivas a largo plazo, pues en un momento y lugar determinados pueden producirse desajustes ecológicos.

Por su parte, el hombre, por sus peculiaridades evolutivas, tiene capacidades muchas veces mayores para modificar el ambiente que las de los demás organismos. Gracias a ellas, aunque en sus primeros tiempos subsistió con actividades de colector, cazador y pescador, pudo perfeccionar sus capacidades orgánicas con el empleo de instrumentos manufacturados. Posteriormente, con el incesante avance del conocimiento científico y el incremento del caudal tecnológico, su poder para modificar la naturaleza creció en forma desmesurada.

Cada día el ambiente se deteriora más. El bosque desaparece para ser substituido por troncos esqueléticos; la pradera verde y apacible está sometida al sobre pastoreo, o a una agricultura no adecuada, muestra los daños de la erosión generan tolvaneras. El río que corría limpio se hace lento con estancamientos por la presa que interrumpió su curso; se llena con los fétidos desechos de las ciudades o con la desagradable espuma de los detergentes. Las costas que antaño recibían las olas de un mar transparente, hoy se cubren de pegajoso petróleo.

Mi nula familiaridad con los problemas del concreto, me impide enfocar aspectos importantes que detendrían la atención de un experto, pero que la ignorancia del profano le impide siquiera percibir. Por ello sólo me referiré a ciertos problemas ecológicos relacionados con las obras que se realizan utilizando las infinitas posibilidades del concreto.

Comenzaré por señalar el impacto que en la naturaleza causa la obtención de los materiales requeridos para la fabricación del cemento, y los que mezclados formarán después el concreto. Cabe decir que el impacto no es privativo de la industria cementera, sino que se manifiesta también en muchas áreas mineras. Sus efectos acumulativos han hecho que en la actualidad se consideren intolerables y que, al mismo tiempo que se formulen planes para remediar los daños causados, se generen medidas preventivas. Considero necesario que se logre un trabajo combinado del experto en explotación de canteras, del arquitecto paisajista y de los especialistas en reforestación y ecología, para elaborar planes maestros para la explotación que eliminen o disminuya al máximo, los efectos nocivos de esa explotación al tiempo que se haga de manera ordenada. La suavización de una pendiente o, por el contrario, la audaz exageración en busca de un efecto estético, combinado con el cultivo de praderas, matorrales o masas arboladas adecuadamente colocadas, pueden no sólo evitar la degradación sino aumentar la belleza del sitio.

Un ejemplo es el de las tremendas excavaciones realizadas en Mixcoac, DF, dejadas por las ladrilleras cuando la urbanización de la zona las obligó a suspender sus actividades. Algunos de esos hoyos, siguiendo la línea de menor resistencia, se rellenaron de escombros y basura, utilizándose después para levantar edificios, muchos de los cuales sufrieron daños posteriores por cimentación defectuosa. Sin embargo, uno de los hoyos de mayor extensión fue modelado, cubierto de pastos y sembrado de árboles. Cuando se comienza a explotar los materiales de una zona, se incluye en la planeación original el destino que debe dárseles al terminar la utilización. Se pueden escoger distintas opciones para que, con el menor gasto, quede a beneficio de la comunidad un área que no haga desagradable el sitio, sino que brinde mayor valor estético y, frecuentemente, en forma directa o indirecta genere rendimientos económicos. Además, considero que la gran plasticidad del concreto pueden ayudar a crear conjuntos urbanos que solucionen muchos de los problemas de residencia, vialidad, esparcimiento, educación y trabajo, creando tipos de edificios con mejores adaptaciones a las condiciones climáticas, protección contra el ruido, y otros retos que hay que resolver en las ciudades. Recientemente se realizó en Francia un experimento de urbanismo en lo que será una nueva ciudad planeada sobre las márgenes del Sena, entre Paris y Rouen, donde se procurará modelar los alrededores para incorporar, sin destruirlo, el carácter propio de una media docena de viejas aldeas normandas en las cercanías. Ahí, el concreto, aunado al ingenio de los proyectistas puede armonizar a la nueva ciudad con el paisaje, son infinitas. Todos los servicios serán subterráneos, y la circulación de peatones y vehículos se resolverá a través de diversos niveles realizados en concreto. Por otro lado, las carreteras, de una forma u otra, intervienen en el paisaje. Pero, una carretera de concreto, bien ejecutada puede alcanzar enorme valores estéticos.

En cuanto a las obras hidráulicas, que tanto benefician en muchos aspectos, suelen causar serias alteraciones ecológicas. Naturalmente los daños más frecuentes se imputan en el sentido ecológico, como son la alteración de la flora y fauna de la zona, el incremento de algunas enfermedades cuyos gérmenes o transmisores están en condiciones propicias a su desarrollo en los grandes embalses. Hace dos décadas en una Convención de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, se discutió el impacto de las obras hidroeléctricas, por la manera en que suelen afectar la belleza del ambiente y a alterar los equilibrios naturales, lo que motivó que algunos asistentes llegaran románticamente a sugerir se suspendiera su construcción.

Hay que tomar una posición más realista por lo que se sugirió –en una época en que la ecología no estaba de moda– que en los organismos con autoridad se incluyera un ecólogo, capaz de anticipar los efectos desfavorables de las obras sugiriendo alternativas. Pero es evidente que tales efectos desfavorables no se limitan a privar al hombre de algunos recursos de valor económico, sino que abarcan a los de carácter estético que afectan la belleza natural y los cuales, junto con las repercusiones éticas deben evitarse. Es en ese impacto de carácter estético y funcional, donde el concreto puede ser factor que eleve o degrade.

  Acerca del autor
La presencia de un texto de un pionero en la conservación ecológica, sin lugar a dudas, es una muestra de la preocupación en el IMCYC, desde muchas décadas atrás, por lo que hoy llamamos sustentabilidad. Nacido
en 1903, Enrique Beltrán (quien murió en 1994), fue un biólogo y botánico mexicano, autor de numerosos artículos sobre recursos naturales, conservación, historia de la ciencia, así como sobre sus aspectos sociales y educativos quien a partir de 1952 se desempeñó como director del Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables, primera instancia mexicana pionera en el tema.

Ejemplos
En la presa de los Santos, de Marfil, Guanajuato, el constructor coronó la cortina con una hilera de esculturas en piedra representando las figuras de la hagiografía; el constructor de hoy, que con las monumentales obras modernas hace telón de fondo, puede pensar en el detalle arquitectónico o escultórico –usando concreto– que ponga ese toque adicional. Cada vez que al recorrer una carretera miro una subestación eléctrica me complace pensar en los beneficios que de la misma se generan; pero me duele que estas instalaciones sean tan tremendamente feas. En otro ejemplo, visitando la zona de las Highlands en Escocia –donde existen muchas obras hidroeléctricas– observé que las mismas se integraban armónicamente al paisaje; siguiendo las líneas de transmisión podían recorrerse grandes distancias sin que las subestaciones afearan el paisaje por la existencia de bosques de especies seleccionadas, estratégicamente colocados. Claro está que el régimen pluvial de las montañas escocesas se presta a esa solución, que en muchas partes de nuestro país sería difícil o imposible. Y es en estos casos cuando pienso si no sería factible que un arquitecto con talento encontrara en el concreto un elemento que, sin demasiado costo, pudiera realizar la misma función para ocultar antiestéticas subestaciones eléctricas.

Colofón
Nuestra tarea no es tratar de restaurar el mundo que vivimos a su aspecto primitivo (algo imposible), ni pretender convertirlo en algo totalmente modificado para ajustarlo a nuestros deseos. Debemos estudiar a fondo a la naturaleza en todos sus aspectos, especialmente en aquellos que permitan anticipar los resultados directos y laterales de nuestras acciones. La naturaleza, con el toque correcto creador del hombre, la hace más acogedora en ciertos aspectos. La podemos proteger y garantizar la buena integración y funcionamiento del conjunto. Así, el constructor que trabaja en el detalle arquitectónico escultórico (usando concreto) puede satisfacer el innato anhelo de belleza existente en el hombre. c