Aprovechar los recursos que brinda el clima, la brisa, la naturaleza
y el entorno en general es una de las premisas en que está fincada
la obra arquitectónica de Bruno Stagno, un profesional nacido
en Traiguén, al sur de Santiago de Chile, pero que, después
de terminar sus estudios y comenzar a trabajar en Francia, decidió
establecerse desde 1973 en Costa Rica, un extraordinario país
notable, entre otras cosas, por ser líder en el respeto de los
derechos humanos, por no contar con ejército, con un régimen
de lluvias de 2,500 mm concentrado en ocho meses, y que tiene un enorme
porcentaje de área protegida.
Para comprender ese nuevo entorno en donde habitaría tuvo que
hacer a un lado la práctica arquitectónica que traía
consigo —expresada en volúmenes blancos y techos planos—
“para iniciar una búsque da de una nueva expresión
más acorde con esta nueva latitud. Así, comencé
una búsqueda en solitario de raíces culturales que sirvieran
como reflexión hacia una arquitectura en Costa Rica”.
De ese interiorismo reflexivo realizado en Costa Rica, descubrió
muchas cosas, por ejemplo, “que la vegetación y el entorno
natural son el patrimonio nacional”. También descubrió
la interioridad del paisaje “ya que la luz tropical, a 1,100 metros
de altura, cambia en instantes; es diáfana después de
la lluvia y oscura antes de la tormenta”. De estos y otros aspectos
nació la arquitectura de Stagno, que como él dice, “es
modesta, de pequeña escala y ejecutada en soledad creativa, por
vocación, pero que nos produce una enorme alegría”.
Algunos Proyectos
1976-1992, Casa Stagno.
1986, Edificio Bolcafé.
1988, Oficinas Ambos mares.
1988-1989, Casa Michel.
1996-1997, Colegio Panamericano.
1996-1998, Condominio Trigal.
1999, Centro artístico Colegio Humboldt.
2000-2002, Libro libre.
2002-2003, Casa Rosero.
2002-2003, Memorial Jorge Manuel Dengo.
2002-2003, Oficinas Credomatic.
2003-2004, Edificio Pérgola.
2004-2005, Banco San José, sucursal La Bandera.
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Debido a ese entorno que le ha tocado vivir, de “lujurioso verdor”,
la obra de Stagno está volcada en una perfecta armonía
con el medio ambiente la cual está patente en el pleno conocimiento
del clima, la geografía y los materiales. Sobre ésta,
su segunda tierra —donde se nacionalizó—comenta:
“Vengo de un país que ha resuelto no darle la oportunidad
a la explotación petrolera y que se decide a redactar garantías
a nivel constitucional con el fin de proteger el medio ambiente”.
Los proyectos de Stagno podría decirse que “transpiran”
más que “sudar” pues actúan con la misma libertad
existente en la naturaleza. Stagno, en este sentido, señala,
por ejemplo, que no cree en los aires acondicionados como la panacea
o único remedio para brindar confort en climas cálidos.
Por el contrario, una de sus consignas que nos afirma contundente es
que hay que saber “climatizar con el clima”.
La naturaleza forma parte de la arquitectura
En todos los proyectos de Bruno Stagno está presente la buena
arquitectura, esa que sabe aprovechar los elementos pasivos para brindar
confort y mejores condiciones de vida al interior. En sí, la
naturaleza se convierte en la idea rectora por la cual transita el proyecto.
Reconoce que no obstante que Costa Rica es un país que está
dentro del bloque denominado del Tercer mundo muestra ejemplos muy interesantes
de sus diferentes etapas históricas —como la colonial,
la republicana o la victoriana— al tiempo que considera necesario
rescatar los valores locales para fortalecer la identidad.
“Esta actitud de mirar hacia lo interior, con toda la carga subjetiva
que implica, paradójicamente significa una apertura, si la entendemos
como opción al internacionalismo racional y, más aún,
si este mirar está enriquecido con aportes selectos del exterior”.
Sin embargo, también señala que “la interpretación
errónea del progreso técnico importado a Costa Rica, ha
provocado el olvido de sus valores culturales y ha contribuido a alterar
el ambiente”. Hoy, dice Stagno, “en los países ricos
se abordan soluciones en las que se aplican las tecnologías de
vanguardia para diseñar una arquitectura sustentable, mientras
que en los países pobres estas mismas tecnologías resultan
muy caras y por eso son inaccesibles”, de ahí que considera
indispensable encontrar soluciones adaptadas o “tropicalizadas”
en donde puedan ser aplicados los recursos locales disponibles. En este
sentido, reconoce que el recurso más importante que tiene cada
país del mundo es el de la sabiduría de su población,
de su sociedad; esa capacidad que tiene el hombre, en general, de saber
combinar de manera equilibrada la tradición y el desarrollo.
Ni duda cabe que Bruno Stagno ha sabido contextualizar con enorme madurez
su arquitectura, pero sin hacer a un lado la universalidad de los códigos
tanto formales como espaciales. Rescata y decanta la identidad del lugar
que habita, comprendiendo su realidad socioeconómica al tiempo
que su expresión cultural. Su obra es crisol donde los extremos
se encuentran y complementan.
Gran promotor nacional —por lo cual ha sido nombrado embajador
honorario de su país— Stagno ha viajado por cada rincón
del territorio en que vive con el propósito de conocer las condiciones
y necesidades
específicas de cada lugar; ha revisado iniciativas y toda la
literatura existente relacionada con la franja tropical volviéndose
de esta forma un verdadero experto en el tema, del cual gusta hablar
en conferencias y libros, de los cuales ya ha publicado varios dedicados
a la tropicalidad como son: Arquitectura rural en el Trópico
—en coautoría con Jimena Ugarte—, Tropical Architecture
Critical Regionalism in the Age of Globalization —editado en Londres—
y Costa Rica imaginaria, entre otros. Rescate y comprensión
A partir del gran estudio realizado para tratar de comprender y sentir
la identidad costarricense, la arquitectura de Stagno selecciona los
elementos más significativos de cada una de las arquitecturas
anteriores, los cuales, por cierto, responden a su vez a un clima de
lluvia y sol, de “humedad y brisa, de nube y cielo, y de espacios
interiores privados”.
Los rescata, asimila y reinterpreta en forma contemporánea. Rescata
el alero largo, que sirve para proteger la fachada y la banqueta, el
caño abierto, que ayuda al libre escurrimiento del agua, el techo
abarcante “que cubre varios volúmenes a la vez”,
los espacios interiores, que son “la penumbra reposante”,
los techos altos y ventilados. Gracias a esa introspección histórica
presenta la “fachada desmaterializada” que, a decir de sus
propias palabras “expresa conceptualmente la ausencia de hermetismo
y la separación de los elementos constitutivos, aleros, paredes,
ventanas, techos, todo desligado pero, al mismo tiempo, todo en conjunto”.
Ejemplo de esta fachada es el Instituto Pedagógico de los Colegios
Alemanes de Centroamérica, realizado entre 1991 y 1993.
Dos ejemplos
En este tremendo espacio centroamericano, Stagno propone una arquitectura
donde el hombre convoca a la naturaleza a participar; donde la claridad,
la brisa, el calor o la humedad serán elementos a tratar y transformar
para el confort humano. Así, por ejemplo, en el corporativo Dinca,
realizado en 1993, el arquitecto experimenta con el color, ese que ve
en la naturaleza, el “de las flores que brillan con el sol; así,
usé el color de las azulinas y el amarillo de las lantanas, combinados
con el gris del bosque y el rojo del ladrillo”. Al igual que en
todas sus obras, en ésta se procuró conservar la gran
mayoría de los árboles existentes.
Diez años más tarde, en el 2003, Stagno y su equipo realizaron
la sede en Costa Rica de una de las más importantes concreteras
a nivel mundial; se trata de un gran conjunto industrial desplantado
en un entorno rocoso en el cual el paisajismo —presente, entre
otros, en patios y jardines— resultó trascendental dado
que es el que enmarca a los diferentes edificios que conforman al conjunto.
La combinación del concreto,presentado aquí en forma rústica,
con elementos livianos —como son las velarias, que regulan la
radiación solar y bajan la carga térmica del edificio—
hacen de esta obra un gran ejemplo de arquitectura contemporánea
inmersa en la sustentabilidad.
Este conjunto muestra, dice Stagno, “un bienestar ambiental interno
usando energía natural como recurso principal para evitar el
uso del aire acondicionado; los cuatro edificios que conforman al conjunto
son permeables a los elementos externos y presentan una serie de elementos
arquitectónicos que proveen sombra. En cuanto al paisajismo,
cabe decir que se sembraron 174 árboles diversos, 1,100 cafetos
así como arbustos y enredaderas; la mayoría de estas plantas
son endémicas. En el caso de las vegetación interna, ésta
tiene un papel preponderante pues sirve para climatizar, contribuyendo
a bloquear la radiación solar excesiva y reduciendo la deposición
de polvo”. Este microclima creado en el patio, “puede ser
humedecido y enfriado durante las horas hábiles gracias a la
presencia de humidificadores activados durante 15 segundos cada 10 minutos,
entre las 6 am y las 6 pm, en época de secas”. Este tipo
de aspectos, más otros también de carácter bioclimático
que aquí resultaría muy largo de enumerar, hacen que este
edificio, por ejemplo, sin contar con aire acondicionado, muestre una
temperatura de aproximadamente
25 grados centígrados, más o menos, dependiendo de la
época del año y de la humedad relativa existente. Por
cierto cabe destacar que buena parte de los mecanismos que generan la
bioclimática del edificio, son manuales. Cabe decir que la arquitectura
bioclimática recurre a las energías pasivas para resolver
el acondicionamiento de los edificios y a una planimetría rigurosa
en cuanto a la orientación y distribución estratégica
de los recintos, todo con el fin de “bloquear los inconvenientes
del excesivo asoleamiento con la disposición espacial adecuada
de los recintos de tránsito (circulaciones, servicios, baños,
etc.), definir una forma arquitectónica que ayude a la ventilación
natural, reducir el efecto de los vientos en la ciudad, que son
modificados con la construcción de edificios altos, así
como el uso extensivo de la vegetación tanto horizontal como
vertical”.
Un instituto
Además del gran trabajo en materia de diseño que viene
desarrollando desde hace décadas Stagno, otro reto lo acerca
aún más a lo que tanto lo apasiona: el Instituto de Arquitectura
Tropical, el cual fue fundado en
1994. Se trata de una organización no lucrativa en la que confluyen
no sólo arquitectos sino también profesionales de otros
rubros con el fin de difundir la discusión propositiva. En la
actualidad, este instituto cuenta con un prestigio internacional y es
visto por muchos como bandera del análisis profundo que debiera
hacerse de los preceptos sustentables indispensables para regir al planeta.
Colofón Recientemente, como dimos cuenta en esta revista (ver
Construcción y Tecnología, de enero 2007), fue terminada
la iglesia de San Pedro, en Firminy, Francia, último gran proyecto
de Le Corbusier; y es de llamar la atención que en esta obra
de enorme trascendencia, Stagno trabajara en sus inicios como arquitecto,
dibujando el proyecto del genio francés. Al preguntarle qué
sintió al ver inaugurado ese templo, comentó que sintió
un enorme gusto al ver que una obra en la cual él había
participado en sus inicios, por fin, llegara a su conclusión.