Un caso digno de conocerse dentro del campo de la construcción
es el que corresponde a los llamados Ecomateriales y particularmente
a las Tejas de Microconcreto (TMC), que son elaboradas por más
de 650 productores en toda América Latina, desde Bolivia hasta
México, y cuya tecnología se encuentra a la disposición
de quien combine su preocupación por la ecología con un
legitimo espíritu empresarial.
Una entidad que cuenta con el conocimiento y la experiencia en este
rubro es la Red Ecosur, organismo encargado de coordinar la transferencia
de tecnología, brindar la capacitación necesaria a especialistas
y centros de investigación y generar la relación e intercambio
de información entre diversas organizaciones de América
Latina y el resto del mundo.
Un poco de historia Todo empezó en 1991, cuando se realizó
el primer seminario latinoamericano de TMC, al que acudieron 20 productores
de 11 diferentes países que sentaron las bases para la formación
de la Red Latinoamericana de TMC. Cinco años más tarde,
los integrantes de este consorcio fijaron sus metas más allá
de las tejas y ampliaron su campo de acción para incluir otras
tecnologías, para lo cual crearon Ecosur, la red del hábitat
ecológico y económico. Al mismo tiempo se concibió
la palabra “Ecomateriales” para definir los materiales de
construcción que son ecológica y económicamente
viables, y se organizó la primera conferencia internacional de
la especialidad en 1998, a la que le siguió otra en 2001, que
atrajo a participantes de África, Asia, Europa y la mayoría
de los países de Latinoamérica.
De viva voz
El doctor en Química Paul Moreno Arteaga, quien trabaja en la
Red EcoSur desde el año 1997 en el área de servicio al
cliente y producción de equipos y que se desempeña como
director ejecutivo de Red EcoSur en Ecuador, charló en exclusiva
con Construcción y Tecnología para conocer los pormenores
de las Tejas de Microconcreto, la manera en que se puede acceder a ellas
y la visión que se tiene de México y su participación
en el mundo del cemento y del concreto.
El especialista explica que “la Teja de MicroConcreto (TMC) no
es un desarrollo científico ecuatoriano.
La historia es la siguiente:
En 1992 llegaron a Ecuador las primeras máquinas de Fibroconcreto
(concreto que utilizaba fibras naturales como abacá, cabuya o
pelo de animales para mejorar la resistencia), procedentes de Francia.
Estas máquinas producían tejas de doble onda, de modelo
PANTILE, sobre moldes de metal. En 1995, con la llegada de la Red Ecosur
a Ecuador, se introdujeron máquinas y moldes de tecnología
cubana con las que se producen las tejas de tipo romana, que es el modelo
que se elabora hasta hoy y que ha dado los mejores resultados. Modificando
con esta tecnología las máquinas francesas y con los moldes
de tecnología cubana, se empezaron a producir verdaderamente
tejas de microconcreto en Ecuador. De hecho, en 1999 empieza la producción
de las primeras vibradoras para producir TMC. Desde ese año Ecuador
se convirtió en el principal productor de equipos para la fabricación
de TCM, a tal grado que estos equipos se utilizan para producir tejas
en lugares tan remotos como Mongolia y Bangladesh”.
El doctor Moreno Arteaga señala que una gran parte de la investigación
científica en torno a las TMC se ha basado en las organizaciones
socias de Ecosur asentadas en Cuba; pero ello no obsta para decir que
“el desarrollo de esta tecnología ha sido un esfuerzo conjunto
de cada productor que posee un equipo: cada pequeña innovación,
tanto en la materia prima como en el proceso y en el producto terminado
ha sido compartido por los obreros y por los instaladores de teja en
varios seminarios y reuniones en todo el mundo.
“Los técnicos y científicos de la Red Ecosur han
investigado la granulometría y resistencia del concreto para
la TMC hasta llegar a un estándar de calidad del concreto. En
cuanto al uso arquitectónico, las TMC no son sólo un elemento
decorativo, en realidad son una solución de cubierta. Las tejas
son livianas y por lo tanto los costos de la estructura de la cubierta
se reducen; además, tienen la cualidad de poder colocarse sobre
estructura de madera o metal, e inclusive como elemento decorativo sobre
losa de concreto. Todo ello hace posible que las TMC se usen en construcciones
de todo nivel con excelentes resultados, y no solamente en aquellas
que se denominan como propias de las clases populares”, sentencia.
Manos a la obra
Cualquier persona o compañía que se muestre interesada
en conocer la tecnología en torno a las TMC podrá pedir
informes precisos al doctor Moreno Arteaga, pero podemos adelantarles
que si siguen las reglas, si se tiene el equipo apropiado y se trabaja
cuidadosamente cualquiera es capaz de producir tejas de calidad. No
es un trabajo duro ni requiere habilidades especiales, señala
Ecosur, “pero no cometa el error de querer inventar la rueda.
La TMC es una tecnología bien desarrollada con lineamientos de
producción, normas, y patrones, y los atajos en la transferencia
del know-how generalmente se pagan a un alto precio, con baja productividad
y dudosa calidad.
La mesa vibradora tiene que estar bien graduada y permitir una óptima
preparación de las tejas. El equipamiento es una inversión,
cortar costos aquí resulta con frecuencia más caro al
final. La transferencia del knowhow es mucho más que sólo
adiestramiento. Ésta debe incluir la capacitación acerca
de las bases de la tecnología y concentrarse en el uso óptimo
de las materias primas, mantenimiento del equipamiento y en la eficiencia
de la producción. En este sentido, varios especialistas calificados
de nuestra Red están disponibles y prestos a llevar a cabo esa
transferencia del know-how. Además, Ecosur extiende certificados
de calidad a los productores que aprueban la evaluación de calidad”.
La infraestructura mínima que usted necesita es un techo, dice
la información de Ecosur, además de un área pequeña
de almacenaje para cemento, herramientas, un tanque de agua para el
curado de las tejas y un patio pequeño para almacenar arena y
las tejas terminadas. Algunas personas que producen tejas en sus patios
traseros han invertido menos de 500 dólares en infraestructura,
lo que suena muy atractivo a primera vista. En este tópico, el
doctor Moreno Arteaga abunda en la explicación y señala
que “cada unidad de producción de microconcreto incluye
la transferencia tecnológica.
El conocimiento obtenido a través de años de investigación
y experiencia en los cientos de talleres de todo el mundo, está
disponible para quien quiera producir Teja de Microconcreto. Típicamente,
uno de nuestros instructores viaja a instalar el equipo y poner a punto
la producción. En algunos casos, quien compra el equipo viaja
a uno de los talleres autorizados para proveer entrenamiento (Nicaragua,
Ecuador, Namibia) y recibe toda la transferencia tecnológica”.
Puedo decir, confía el entrevistado, que varias empresas privadas
y públicas en México están al tanto de las innovaciones
de la Red Ecosur. De hecho, durante las tres Conferencias de Ecomateriales,
varios participantes mexicanos han asistido y diseminado las tecnologías
de Ecosur en su país. Hay casos específicos que conocemos
bien porque hemos enviado varios equipos a México, al estado
de Michoacán para ser exactos, para trabajar con el gobierno
del estado y con el Instituto de Capacitación para el Trabajo
en Michoacán. La transferencia tecnológica más
reciente, informa el directivo de Ecosur, se realizó con la Fundación
Justicia y Amor, con sede en el Distrito Federal, y hay dos envíos
más pendientes, que sólo esperan la confirmación
de las direcciones de entrega.
Cemento y concreto en Ecuador
Conocer la situación que vive el área de la construcción
en otras latitudes es siempre interesante y sumamente aleccionador,
sobre todo si el análisis proviene de un experto en el tema.
El doctor Moreno Arteaga establece que “el mercado ecuatoriano
de la construcción ha crecido sostenidamente en los últimos
años, rodeando el 7% del PIB, con un ingreso cercano a los 2,000
millones de dólares.
Sin embargo, más del 50% de la población está en
condiciones de subempleo y cerca del 10% en desempleo, lo que significa
que el déficit habitacional es muy alto, de alrededor de 350,000
viviendas.
La construcción privada con precios por casa superior a los 35,000.00
dls., domina el mercado, y la vivienda social está casi paralizada,
dice el entrevistado, quien expresa su esperanza de que el gobierno
del presidente Rafael Correa, al incrementar los bonos de la vivienda
(de 3,600.00 dls por casa) y con una nueva política de vivienda,
logre reducir el déficit habitacional y el costo de la vivienda.
“Se puede decir que el 90% del mercado de la construcción
en Ecuador lo domina el cemento y el concreto, no sólo por la
localización de las viviendas, mayormente urbana, sino también
por la idiosincrasia del pueblo ecuatoriano, en donde el hierro, el
concreto y los prefabricados de concreto como los bloques, son considerados
‘para ricos’ y todo mundo quiere tener su casa con losa
de concreto y paredes de bloque”, señala.
En Ecuador pensamos que México, por estar cerca de los Estados
Unidos, tiene un desarrollo tecnológico superior al de mi país.
De igual manera, al considerar el tamaño de las ciudades mexicanas,
es lógico suponer que el desarrollo de la construcción
es superior al de Ecuador, dice el experto, quien informa que “CEMEX,
a pesar de tener presencia en Venezuela y Colombia, no ha ingresado
al mercado Ecuatoriano. Holcim es, en este sentido, dueño de
casi la totalidad de las plantas en Ecuador, con la excepción
de dos pequeñas que tienen participación estatal”,
afirma.
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Reconocimientos |
• El reconocimiento más reciente a la Red Ecosur
es el de la Building and Social Housing Foundation (BSHF), denominado
World Habitat Award, que fue entregado en dos ceremonias, una
en La Haya, Holanda, y otra en Monterrey, México, por la
directora ejecutiva del programa Habitat-ONU.
• El premio fue otorgado al Centro de Investigación
de Estructuras y Materiales, CIDEM, de Cuba, socio de la Red EcoSur,
por el proyecto “EcoMateriales en
proyectos de vivienda social”, dirigido por el Dr. Fernando
Martirena.
• También se han recibido menciones de “Best
practices” del premio Dubai- ONU, y el Tech Award del Tech
Museum de San José, California, entre otros.
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La sustentabilidad
Ecosur busca fortalecer el camino hacia un hábitat económico
y ecológicamente sostenible, buscando el desarrollo mediante
el avance de la ciencia y la aplicación de la tecnología
en las construcciones sin dañar la dinámica del medio
ambiente.
La mejor forma de colaborar es tomando conciencia de que toda intervención
humana provoca una alteración en el equilibrio ecológico,
y con esta conciencia, actuar, con acciones simples que pueden ir desde
reusar las bolsas de polietileno hasta ahorrar energía con focos
de bajo consumo o usar transporte público. Así se expresa
el doctor Moreno Arteaga, quien comenta que es válido buscar
una rentabilidad económica, pero es mejor si va acompañada
del cuidado ecológico. Es por eso, afirma, “que las tecnologías
de los ecomateriales deben ser promovidas no sólo por l a empresa
privada sino por los gobiernos como un método para reducir el
impacto ambiental de la construcción. En términos monetarios,
los ecomateriales sí son rentables.
La mejor manera de asegurar la sostenibilidad del negocio es encadenar
la producción al consumo, es decir, producir materiales que se
consuman en proyectos propios o en negocios ya establecidos, con empresas
constructoras.Un buen ejemplo de esta rentabilidad es la producción
en Guayaquil, la ciudad más grande y centro económico
de Ecuador, del negocio establecido por el arquitecto Vicente Muñoz,
quien produce TMC con tres máquinas cubanas del año 1997.
El arquitecto. Muñoz construye casas para el estrato económico
alto, con techos de TMC y se ha especializado en cubiertas. Hace poco,
esta empresa termi nó la construcción de doscientas cubiertas
para un proyecto de nivel medio-alto”, asevera.