El oriente de la Ciudad de México, una obra de infraestructura
abre un enlace entre el horizonte metropolitano y estados como Puebla,
Veracruz, Oaxaca y Morelos, ubicándose dentro de lo más
destacado en obras viales de los últimos años. La colaboración
conjunta entre el gobierno capitalino y mexiquense llega a buen término
para convertirla en la obra metropolitana más grande por su importancia
estratégica, magnitud, beneficio e inversión. Sólido
ejemplo de trabajo conjunto y visión futura de esta obra que
comienza a reportar beneficios.
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El porqué del nombre |
A decir del arquitecto Ernesto Velasco León –quien
fuera director de ASA durante el proceso de la T2– el
financiamiento de esta magna obra, a diferencia de otras de
infraestructura en el país, representa una inversión
productiva para el Aeropuerto, toda vez que éste tendrá
10 años para cubrirlo y dos de gracia con una tasa preferencial
del 6.5 por ciento anual y para ello ha comprometido tan sólo
el 30 por ciento de la Tarifa de Uso de Aeropuerto. Así,
al considerar que el AICM continuará su desarrollo hasta
32 millones de pasajeros anuales, el impacto de este financiamiento
se reducirá año con año, al incrementar
sus ingresos derivado del aumento de su capacidad. Por otra
parte, el esquema utilizado, permite al AICM conservar el usufructo
de la infraestructura que se construye, a diferencia de un modelo
de inversión privada o mixta.
La inversión se destinó al desarrollo del proyecto
ejecutivo, cimentación, estructura, albañilería,
acabados y equipamiento de los cinco edificios que componen
la terminal –edificio terminal, salas de última
espera Norte y Sur, patio, hotel, estacionamiento cubierto–,
desarrollo e instalación de 23 aeropasillos telescópicos;
desarrollo e instalación del transporte interterminales,
los distribuidores viales 1 y 2, plataformas, calles de rodaje;
turbosinoducto para la Terminal 2, la construcción de
1,500 cajones de estacionamiento para empleados y tripulaciones,
una estación de autobuses y áreas destinadas para
los servicios de transporte terrestre, además de tecnología
de punta para el transporte de voz y datos.
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Génesis
A inicios del 2006 los mandatarios del Estado de México y Distrito
Federal mantenían un plan estratégico para dar solución
integral a los conflictos viales provocados constantemente en las calzadas
Ignacio Zaragoza, Ermita Iztapalapa y en sus entronques con la autopista
México-Puebla y México- Texcoco. La medida contemplaba
una estructura vial de alto impacto regional que ese mismo año
comenzó a construirse gracias al acuerdo de ambos mandatarios
y a la liberación de recursos por parte del Fondo Metropolitano
del Valle de México. Éste último gestionado bajo
un fideicomiso que participa de forma directa en las obras de infraestructura
ubicadas en los límites entre ambas entidades, y con el cual
se espera que en los próximos años se inviertan hasta
17 mil millones de pesos en proyectos conjuntos.
Dado el planteamiento inicial a nivel financiero y constructivo realizado
por la empresa Riobóo SA de CV –encabezada por el ingeniero
José Maria Riobóo Martín– ambas entidades
comenzaron con la licitación de dos cuerpos principales: el primero,
que contempla la entrada de la ciudad de Puebla hacia México
y la calzada Ermita Iztapalapa (Eje A y C) y, un segundo que va de la
salida de México y calzada Ermita Iztapalapa hacia Puebla (Eje
B y D).
Para tal efecto se presentó la convocatoria en julio de 2006,
con carácter y presupuesto bianual. Resultando ganador del eje
B y D la empresa Impulsora de Desarrollo Integral SA (IDINSA), en consorcio
con Pretencreto (para los prefabricados), y Delta Cimentaciones (cimentación
profunda). Para las obras del Eje A y C, los trabajos fueron adjudicados
a Ingenieros Civiles y Asociados (ICA). Además, se anunció
que Colinas de Buen se encargaría del estudio de mecánica
de suelos mientras que la supervisión de obra sería de
Ingeniería Integral Internacional México y Consultoría
Integral en Ingeniería, todo ello bajo la coordinación
general de la Dirección General de Obras Públicas y la
Secretaría de Obras y Servicios de las instancias involucradas.
Manos a la obra
La solución que dieron los especialistas fue desde un principio
delicada por la estrecha relación que mantenía con los
aspectos geotécnicos y las particularidades de la zona. Debemos
recordar que la obra se desplanta en dos contrastantes zonas geotécnicas:
por una parte, alrededor de los Ejes B20-B21 (en la mitad o bifurcación
del distribuidor) hacia la Ciudad de México, donde el terreno
es de características lacustres con profundidades arcillosas
de más de 50 metros. Se trata de un suelo heterogéneo
y con diversos estratos de roca que no estaban considerados en los sondeos
iníciales, y que obligaron a realizar obras adicionales a cada
5 metros y cambios en los procesos de construcción de la cimentación.
Por lo anterior, Riobóo optó por resolver la cimentación
con base en pilotes de concreto f´c= 250 kg/cm2, con dimensiones
de 40 x 40 cms y profundidades variables –en rangos de 26 a 42
mts– sin llegar a estratos duros, para permitir el movimiento
de la estructura, a la par del comportamiento de los suelos. La presencia
dentro de las arcillas de “lentejas” de materiales, roca
fracturada y hasta unos 20 metros de estratos de arena dificultó
el hincado de pilotes en la etapa de cimentación de esta franja
del distribuidor.
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Datos de interés |
Nombre de la obra: Distribuidor Vial Zaragoza-Texcoco-Puente
la Concordia.
Responsables: Gobierno del Distrito Federal,
Gobierno del Estado de México.
Proyecto: Riobóo SA de CV.
Estudio de mecánica de suelos: Colinas
de Buen SA de CV.
Construcción cuerpo A: ICA SA de CV.
Construcción cuerpo B: IDINSA SA de
CV.
Longitud total: 3,747 metros (ambos sentidos).
Superficie total: 38,980 m2.
Supervisión: Ingeniería Integral
Internacional México SA de CV, Consultoría Integral
en Ingeniería SA de CV.
Coordinación general: Secretaria de
Obras y Servicios del Distrito Federal y Dirección General
de Obras Públicas del Estado de México.
Tiempo de Construcción: 16 meses.
Inversión: Mil 43 millones de pesos
Concreto: CEMEX.
Prefabricados: Pretencreto SA de CV.
Firme de compresión: 15, 445.06 m2.
Parapeto de concreto: 3,960 ml.
Parapeto metálico: 3,960 ml.
Columnas prefabricadas de concreto: 90 piezas.
Pilotes de concreto: 538 piezas.
Pilas de concreto: 402 piezas.
Cabezales de concreto: 108 piezas.
Total de zapatas: 52.
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En dirección hacia Puebla se localiza una falda volcánica
resuelta por medio de pilas coladas en sitio (f´c= 250 kg/cm2)
con profundidades que osci laron entre 10 y 35 mts. En esta zona se
encontraron materiales como tezontle, arenas, arcillas, areniscas, entre
otros más que motivaron un desplante de la subestructura en roca
sólida. Por tal motivo fue necesaria la presencia de un geólogo
quien determinó la profundidad óptima de desplante. Una
vez que se llegó a la roca sana se perforó diámetro
y medio de la pila para que los elementos estructurales quedaran empotrados.
Se puede afirmar que la cimentación fue lo más complejo
de la obra. Esto se vio reflejado en los tiempos de ejecución
de esta partida como lo señala el ing. Leonel Lucatero, gerente
de construcción de IDINSA: “Por las diversas problemáticas
presentes, hubo zapatas que liberábamos en una semana. Sin embargo,
existieron otras con mayor complejidad, como la 10-11, donde tardamos
cuatro meses para terminarla. Ésta –integrada por 185 pilotes–
nos obligó en tres ocasiones a modificar el procedimiento constructivo
original porque no se lograban colocar los pilotes de forma óptima.
Del mismo modo fue complicado el caso de la zapata 37-B (con pilas coladas
in situ). En ésta invertimos tres meses por el material rocoso
que teníamos que pasar forzosamente.
Debido a estos contratiempos, cada zapata que liberábamos era
sometida a acelerantes con base en vapor después de 72 horas
para iniciar la instalación de la columna y elementos subsecuentes.
Este sistema permitió alcanzar la resistencia del concreto a
temprana edad, en 10 horas, que como se sabe, es usado de forma común
en los prefabricados, llevando a campo un equipo móvil generador
de vapor para inyectarlo al elemento que se acaba de colar y poder montar
inclusive al día siguiente”. Una vez solucionado el hincado,
se hicieron las zapatas descabezando pilas y pilotes para amarrarlos
entre sí. Esta fase se realizó sin mayores complicaciones
al ser un trabajo más limpio y ordenado. No obstante, se vigiló
la ejecución de la preparación para los elementos prefabricados
de la superestructura. Las piezas realizadas por Pretencreto (columnas,
trabes, cabezales de toda la obra), suman un total de 90 columnas prefabricadas
pretensadas, oscilando en peso desde 20 toneladas hasta 250 toneladas
con longitudes de 3.50 metros hasta 27 metros.
Pretencreto transportaba estas piezas y las montaba con grúas
con capacidad para 500 toneladas.
Siguiendo la programación de obra, cada uno de estos prefabricados
fue supervisado durante su instalación para que cada uno embonara
de manera perfecta con sus subsecuentes debido a los vastos cambios
topográficos de la zona. En cuanto se colocaba cada columna –la
más pesada es de 31 metros de 210 toneladas y f´c= 400
Kg/cm2– se realizaba un colado adicional para que se generara
una unión con la zapata, en algunas ocasiones teniendo que montar
cabezales (desde 40 toneladas hasta 350 toneladas) provistos de origen
en el proyecto.
En este punto comenzó el montaje final de las trabes, las cuales
se apoyan tanto en cabezales como directamente sobre columnas. La trabe
más grande utilizada pesa 176 toneladas y mide 35 metros de longitud,
mientras que la más pequeña es de 80 toneladas y una longitud
de 14 metros. Su resistencia es de 600 kg/cm2; siendo impresionante
la logística para su traslado y montaje por ser piezas monolíticas.
“Los cuerpos principales a nivel estructural estaban resueltos
y su buen comportamiento quedó vinculado a la solución
primordial para estabilizarlos: una especie de bisagra constructiva
entre los dos ejes, para trabajar integralmente respondiendo a las cualidades
específicas de cada una de sus zonas por medio de apoyos móviles
direccionales que permiten que el puente tenga ciertos desplazamientos
tanto en la zona rocosa (más rigidizada) como en la zona lacustre
que contempla asentamientos diferenciales, por lo cual los apoyos absorben
esas diferencias”, enfatiza el ing. Leonel Lucatero.
La Secretaría de Obras y Servicios del Gobierno del Distrito
Federal (GDF) indicó en su momento que debido a la partición
de los tramos principales y al número de empresas que trabajarían
para desarrollar los 1,950 (en cada sentido) metros de longitud del
distribuidor, la colocación de 20,000 metros cuadrados de pavimento
con 4 cms de espesor en la corona de rodamiento más igual cantidad
de metro cuadrado para la losa de compresión de 30 cms de concreto,
los 3,900 metros lineales de parapeto de concreto y acero, la instalación
de 300 luminarias en el sobrepuente y bajopuente, además de los
trabajos auxiliares de obra inducida, este proyecto debía de
basarse en las normas de calidad ISO:9001, para controlar perfectamente
los dos tramos, a través de un sistema de trabajo con calidad
comprobada.
Concreto a prueba
Las pruebas de calidad del concreto se realizaron a todos los elementos,
desde cimentaciones hasta trabes, teniendo un control estricto en las
tres plantas que se utilizaron para su fabricación: González
Soto en Texcoco, Pretencreto en Toloyuca y Tecámac.
El ing. Israel García, coordinador de la obra por parte de la
Secretaria de Obras y Servicios del GDF, indicó que cada uno
de los elementos prefabricados fue sometido a pruebas de compresión
para obtener un catálogo de información técnica
del concreto suministrado por CEMEX teniendo una gran cantidad de datos
homologados a través de los diversos laboratorios (IDINSA, ICA
y de un laboratorio interno)y de esta forma aprovechar totalmente las
ventajas de utilizar elementos precolados que al ser realizados y controlados
en ambientes estrictamente vigilados mantienen un estándar de
resistencia y calidad benéfico para una construcción tan
grande.
Los reportes son alentadores: el objetivo de transportar y facilitar
el acceso y salida de 9,600 vehículos por hora se está
cumpliendo desde que la obra fue entregada el 16 de Diciembre de 2007
por ambos mandatarios. Sin embargo, los trabajos continuaron para fortalecer
la infraestructura de la zona. Se han hecho adecuaciones geométricas,
modernizado vialidades existentes y mejorado servicios e instalaciones.
Sin duda, La Concordia hace honor al nombre y esperamos que el tiempo
también haga honor a sus expectativas.