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Arquitecta
Isaura González Gottdiener
Urbanismo y arquitectura
efímeros y permanentes
Atraer las miradas del mundo a ellas ha sido el objetivo de Sydney y Hannover
en el primer año del milenio. Una oportunidad única para trascender en
la historia de la humanidad que ha trastocado la vida de sus habitantes,
jubilosos de haber sido parte de los acontecimientos que en ellas se celebraron.
Ciudades del primer mundo, cuya economía ha erogado grandes cantidades
de dinero para cumplir las expectativas pactadas al lograr ser sede de
las olimpiadas y la expo mundial, hoy ya nos resultan familiares a pesar
de su lejanía. Las transformaciones realizadas en cada una para acoger
estos eventos han dejado huella en su fisonomía urbana. En Sydney de manera
permanente, ya que las fastuosas instalaciones olímpicas forman parte
del ordenado trazo de sus calles y avenidas junto con la silueta de la
Ópera, mientras que en Hannover los pabellones de la exposición mundial
se desmontan rápidamente para dejar libre el recinto ferial, y las imágenes
de su paso efímero quedan en el recuerdo de quienes allí estuvieron.
Iconos urbanos
La celebración de acontecimientos que ponen a una ciudad determinada en
los ojos del resto del orbe motiva a arquitectos y urbanistas a dejar
huella en su perfil urbano o ser partícipes de la intangibilidad de lo
efímero. Muchas son las obras de arquitectura que se han convertido en
símbolo de una urbe después de haberse celebrado en ella una feria mundial
o una justa deportiva. La torre Eiffel es quizá uno de los más emblemáticos.
Ideada por Gustave Eiffel para la Exposición Universal de París de 1889,
debía ser desmontada al término de ésta, lo que no ocurrió por petición
de los parisinos, convirtiéndose desde entonces en símbolo indiscutible
de la ciudad luz. Sevilla, con su arquitectura cargada de historia, convocó
a los mejores arquitectos del mundo a diseñar sofisticados y elegantes
pabellones en el predio destinado a alojar la exposición mundial de 1992
-diseños que colmaron ediciones completas de libros de arquitectura-,
mientras Barcelona, ese mismo año, realizaba profundas reformas para ser
capital olímpica y de paso situarse como una de las ciudades cuyo fenómeno
de transformación urbana es admirado en todo el mundo.
Las finas estructuras de Santiago Calatrava ideadas para ambas ciudades
-el puente de acceso a la feria en Sevilla y la torre de televisión de
Barcelona- son parte indiscutible de su faz. En México, el estadio México
68, la Alberca Olímpica y el Palacio de los Deportes son puntos de referencia
urbana, y los estadios de fútbol de las ciudades en las que se han disputado
los títulos mundiales son catedrales del deporte que conjugan magistralmente
el diseño arquitectónico con el estructural.
Las Ferias Mundiales: arquitectura y urbanismo efímeros
El
ser escaparate de acontecimientos de alcance mundial promueve grandes
inversiones en las ciudades sede, las que al finalizar los eventos tienen
la dura tarea de encontrarle un uso final a los edificios proyectados
para ser utilizados durante un corto periodo de tiempo. Esto sucede fundamentalmente
en el caso de las exposiciones mundiales, ya que en las competencias deportivas,
la infraestructura continúa ocupándose para el mismo fin. Sevilla, Lisboa,
y este año Hannover, han destinado grandes predios para alojar miniciudades
con avenidas, zonas jardinadas, restaurantes, tiendas, oficinas, auditorios,
plazas y, desde luego, los pabellones de las naciones y de los temas relacionados
con la exposición. Al término de las festividades, éstos se desmontan,
quedando acaso algunos en pie para recordar lo ahí acontecido, como es
el caso del domo geodésico realizado por Buckminster Fuller para Estados
Unidos en la Feria Mundial de Montreal de 1967. Urbanismo y arquitectura
efímeros, son diseñados por los mejores representantes de los países invitados,
dando como resultado atrevidas formas en las que la transparencia y ligereza
han sido denominador común en las últimas ediciones de la exposición.
El diseño de los pabellones conlleva un despliegue de ingenio y tecnología
que busca demostrar al mundo el avance tecnológico de las naciones.
Expo
Hannover 2000
Para
la Expo2000 no fue necesario habilitar un nuevo espacio. La ciudad, con
larga tradición ferial, ya contaba con un recinto adecuado, el que alojó
en esta ocasión a las naciones del mundo bajo el lema "Humanidad, Naturaleza
y Tecnología". En la construcción de los pabellones, los organizadores
solicitaron a los arquitectos de los diversos países cumplir con las siguientes
condiciones: usar el menor espacio de construcción posible; aplicar materiales
de construcción ecológicos; utilizar fuentes de energía económicas, no
contaminantes y de bajo
consumo de combustibles; lograr un mantenimiento de bajos recursos; reducir
al máximo el consumo de energía; contar con servicios para discapacitados
y dotarlos, en la medida de lo posible, de los mismos niveles de comodidad
que los destinados al público en general. El uso de materiales naturales
y reciclados se aprecia en las sedes de todos los países. En el pabellón
de Japón, el papel reciclado a prueba de agua y fuego es la membrana envolvente,
y en el de Venezuela, el bambú forma estructuras que se refuerzan con
acero en una particular conjunción de tecnología y aplicación de recursos
naturales. Ricardo Legorreta proyectó el pabellón de México, en el que
rompió los clichés de mexicanidad que habían sido característicos de nuestro
país en otras ferias mundiales y presentó al mundo su cara moderna.
La Expo Hannover-2000 ha llegado a su fin, y con ello la vida de los edificios
efímeros que fueron ideados para mostrar la posición de cada país respecto
a los problemas que el planeta enfrenta para lograr la conservación de
sus recursos naturales. Algunos, como el de Francia, permanecerán con
una nueva función y quedarán inmersos en las calles del puerto alemán
como recuerdo de la primera feria universal del siglo XXI.
La monumentalidad
del deporte
Cuando una ciudad es elegida como sede deportiva, se da el fenómeno contrario
al de las ferias mundiales. En estos casos, si los edificios destinados
para las actividades ya existen, se buscará mejorarlos, y si no, se los
proyectará para permanecer. El diseño de estadios y recintos deportivos
conjuga estética arquitectónica y proeza estructural con necesidades funcionales
específicas, y su emplazamiento urbano es determinante para la vida de
sus vecinos, la cual se ve seriamente afectada durante la realización
de alguna competencia.
Son muchos los edificios construidos para la realización de los juegos
olímpicos que forman parte de la memoria arquitectónica de la humanidad.
Las estructuras ideadas por Frei Otto para Munich siguen asombrando a
quienes las visitan, por su belleza plástica; el estadio olímpico de Barcelona
fue parte de toda una reforma urbana que sufrió la ciudad para acoger
la justa deportiva, y Atlanta y Sydney construyeron nuevas instalaciones
con motivo de la realización de los juegos. Otra celebración en la que
la monumentalidad de las instalaciones deportivas es protagonista junto
con el deporte es el mundial de fútbol, para el que también se han erigido
deslumbrantes estadios en los que la afición se torna eufórica al corear
un gol.
Los juegos y la infraestructura urbana
Muchas ciudades tienen un estadio de fútbol, y muy pocas conjuntan la
infraestructura necesaria para la realización de unos juegos olímpicos.
La cantidad de recursos necesarios para ser sede de éstos deja a muchas
naciones fuera de la competencia, ya que no reúnen las condiciones necesarias
para celebrar las pruebas, y edificar recintos deportivos implica un gran
gasto que pocas economías son capaces de absorber. Además, la realización
de los juegos implica dotar de alojamiento a miles de atletas, por lo
que la construcción de viviendas que después son ocupadas por la población
local es otra necesidad que se debe resolver. Poseer un equipamiento urbano
eficiente en materia de transporte, servicios públicos, turísticos y de
salud, entre otros, representa un fuerte compromiso para las ciudades
a las que llegan los cinco aros. Atenas, la próxima sede, anunció que
construirá nuevas instalaciones deportivas, hoteles e incluso un aeropuerto;
renovará el metro y las avenidas, para lo que el gobierno y la iniciativa
privada invertirán un monto aproximado de dos millones de dólares. Sin
embargo, aunque el costo es alto, el encender el fuego sagrado ha traído
grandes beneficios a las urbes y las ha ayudado a destacarse en el mapa
de la escena mundial, agrupándolas en una elite a la que muchas otras
esperan ingresar, por lo que la tradición de que una ciudad distinta albergue
la contienda olímpica cada cuatro años seguirá vigente.
Una ciudad es un organismo vivo que intensifica su actividad y la trastorna
al ser escaparate del mundo en un corto periodo de tiempo. Prever las
situaciones extraordinarias que vivirá durante éste es parte de su fenómeno
urbano. Sus habitantes se tornan condescendientes ante los disturbios
que un acontecimiento de esta magnitud, de carácter deportivo o cultural,
puedan ocasionar en su vida cotidiana, ya que les aporta alegría en la
mayoría de los casos, al volverse centro de atención del planeta. El nuevo
siglo festeja en Sydney y Hannover su comienzo. Australia y Alemania han
acaparado la atención mundial por un momento, y en las calles de sus ciudades,
los edificios protagonistas de estos acontecimientos son ya parte de su
memoria urbana.
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Dentro de
la intensa actividad que concitan los grandes encuentros internacionales
en las ciudades que los albergan como sede, el trabajo arquitectónico
no es un hecho menor. Tanto cuando las obras tienen carácter perecedero
como cuando están llamadas a dejar huella permanente, sus autores ponen
en juego lo mejor de su energía creadora al participar de un esfuerzo
colectivo que lleva implícita la búsqueda de trascendencia.
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