OCIOSO RESULTA decir que la industria de la construcción es uno de los pilares fundamentales de la economía mexicana, sobre todo ahora que vivimos una crisis internacional que nos dejado secuelas lamentables en los precios del petróleo, una devaluación paulatina de nuestra moneda frente al dólar estadounidense y, por si fuera poco, el impacto de una onda expansiva que tiene su epicentro en Grecia.
El Programa Nacional de Infraestructura, presentado hace un año, ha sufrido un retraso considerable que, dicen los expertos, tiene su causa más visible en el retraso de la reforma energética y en una controvertida reforma hacendaria que ha complicado la viabilidad de muchas empresas ligadas al ámbito de la construcción.