Uno de los atractivos de Cancún es su Museo Subacuático (MUSA) de 420 m2, donde el arte convive con la naturaleza, ya que las esculturas de concreto permiten que el arrecife prospere sin pausa. Las 500 esculturas de tamaño natural, a ocho metros de profundidad, ahora les ha crecido, y con abundancia, la vida coralina, ocupando cada poro de la superficie de cemento endurecido. Cada hueco es una maceta, una cueva, un refugio para la vida marina.
La impresionante obra de Jason de Caires Taylor, compuesta de numerosos grupos de estatuas, guardan para siempre una pose, tomada de personas reales, que será cubierta por las plantas marinas. Los moldes fueron hechos sólo para cada una de ellas. Las creaciones del escultor británico de 40 años de edad, se logran gracias a una mezcla de yeso, fibra de vidrio y concreto de pH neutro . Dicho concreto es 20 veces más duradero que el de construcción normal y es se logra mediante la mezcla de cemento de grado marino, arena y microsílice, para acelerar la formación de coral sobre ellas.
Entre sus obras destacan el Jardinero de
la Esperanza, Hombre en llamas, El coleccionista de Sueños y La Evolución silenciosa. The
Silent Evolution, es la mayor colección de arte
bajo el agua del mundo, con 403 esculturas
de personas a tamaño natural. Además, en
ese mismo espacio, donde todo sucede bajo
otro ritmo, los buzos aficionados pueden contemplar
otras obras extraordinarias, como Bio
Mapa, de Rodrigo Quiñones; Bacab, de Salvador
Quiroz, y La Musa del Océano, de Roberto
Díaz Abraham, quien por cierto, quiere hundir
siete piezas más, e inclusive una escultura
electrificada.
El caso de Jason de Caires Taylor es muy
destacable, ya que sigue difundiendo este tipo de
propuesta artístico-ecológica en lugares
como: Lanzarote, Grecia, Inglaterra y las
Bahamas, donde hace poco (en octubre de
2014) sumergió una impresionante escultura
de 5 metros de alto, 4 de ancho y 60 toneladas de
peso, toda hecha de concreto.
Taylor tomó como modelo los rasgos de
una jovencita de Nassau y tardó un año en terminar
su obra que, por cierto, es el resultado
de un ensamblaje de distintas piezas. La bautizó
como Ocean Atlas, y la hizo con la finalidad
de despertar conciencia sobre la preocupante
situación que priva en los océanos y arrecifes
del planeta. La inmensa figura representa a
una niña recogida en sí misma, que hace todo
lo posible para evitar que su cabeza salga del
agua, o más bien, como si cargara sobre su
frágil espalda todo el peso del océano.